La entrevista que sigue fue realizada entre mayo y agosto de 2009 por e-mail. En realidad, la idea es traducirla y publicarla en Brasil como un libro, con una introducción un poco larga que estoy escribiendo, que tratará de algunos temas para situarla históricamente y hacer su relación con el anarquismo de Brasil: los orígenes del especifismo y su influencia, el anarquismo y la organización popular en Brasil hasta 1930, el problema de la “pérdida del vector social” a partir de los 1930, y la manera en que ha sido retomado desde de los 1980 hasta los días de hoy.
En medios de los años 1990, nuestra militancia tuvo contacto con la
Federación Anarquista Uruguaya (FAU) y esto fue determinante para todo
lo que se siguió del anarquismo que podríamos llamar de organizado en
Brasil. Todo lo que surgió durante y después del proceso de la
Construcción Anarquista Brasilera – impulsada desde Uruguay y Brasil,
por la militancia brasilera en contacto directo con la gente de FAU, a
fines de 1995 e inicio de 1996 – en términos de anarquismo especifista
en Brasil, tuvo influencia directa de FAU.
Y seguimos hasta hoy en la construcción del un anarquismo de base,
clasista, que, organizándose específicamente en organizaciones
políticas, viene buscando impulsar e influír las luchas populares de
nuestro país con vista a la construcción del poder popular, en un
proceso de ruptura revolucionaria que conduzca al socialismo libertario.
Conociendo la relevancia de FAU en los aportes al anarquismo en
Brasil, y conociendo la reciente producción de J. C. Mechoso sobre la
historia de FAU (Acción Directa Anarquista – 4 tomos), pensé que sería
interesante tratar de otro tema. No de la historia de FAU, pero de la
estrategia de FAU, o como llamamos la entrevista: “la estrategia del
especifismo”. En las preguntas, entonces, intenté hablar de temas
relevantes para este fin: concepto de especifismo, relación de este tipo
de anarquismo con los clásicos y con experiencias similares que
surgieron durante la historia, la relación del especifismo con el
contexto de América Latina, comparaciones con otras ideologías que
defienden la actuación en niveles distintos (partido – movimiento de
masas), conceptos de ciencia e ideología y su relación con el
socialismo, posiciones programáticas que los anarquistas deben defender
en los movimientos populares, conceptos y concepciones de clase,
neoliberalismo y modelo de desarrollo en América Latina, poder popular,
estrategia, lucha armada, revolución social.
Con varias respuestas muy bien desarrolladas, la entrevista realmente
está increíble. Fundamentalmente para los anarquistas interesados en
material de formación y también para aquellos que quieran conocer un
poco más nuestras ideas. La traduzco en este momento y dentro de breve
la tendremos en portugués, publicada como libro y con la introducción en
la cual estoy trabajando: “El Anarquismo, la Lucha de Clases en Brasil y
el Especifismo de FAU”. Buena lectura!
Felipe Corrêa
Diciembre 2010
Diciembre 2010
LA ESTRATEGIA DEL ESPECIFISMO
Juan Carlos Mechoso (Federación Anarquista Uruguaya)
Entrevistado por Felipe Corrêa
Felipe
Corrêa – Como dije, en esta entrevista a mi me gustaría tratar, no
solamente de la historia de Federación Anarquista Uruguaya (FAU) – que
viene siendo tratada de manera detallada en los volúmenes de Acción
Directa Anarquista: una historia de FAU – sino de la estrategia de
transformación social propuesta por la FAU, que implica el especifismo.
Tomando en cuenta que el especifismo de FAU tiene amplia influencia en
América Latina, y más aún en Brasil (todas las organizaciones
especifistas del país, consolidadas o en formación, poseen su influencia
directa), ¿como usted lo definiría? Para la FAU, entonces, ¿que es el
especifismo?
Juan Carlos Mechoso –
Entiendo la prioridad temática que enuncias, aunque me parece útil
precisar que el especifismo de FAU también se puede “ver”, se puede
“leer” a través de su accionar, de su toma de posiciones frente a
algunos problemas, también en la estrategia que va aplicando en el
trayecto político militante. Por supuesto que con esto no te digo nada
que no sepas, pero me pareció útil que expresamente quedara dicho.
En
el otro plano voy a puntualizar en primer término que trataremos de
responder en base a posiciones y documentos que ha elaborado la
organización en diferentes momentos históricos, claro está que tendrán
preferencia, a determinada altura, aquellos que guardan mas relación o
aluden más a la posición teórico-política de la organización en la
actualidad.
Pues
nuestra tarea militante, personal, se ha dado siempre, en estos 54
años, en el marco orgánico y en él hemos participado, a través de
distintas instancias, en esa elaboración, adecuación y reafirmación de
posiciones que han sido el horizonte para nuestra práctica social y
política cotidiana. Nuestra formación es hija de ese contexto. Damos por
descontado que lo que más debe interesar son las posiciones que FAU
tiene en distintos campos sociales. Por supuesto que esto no excluye que
en determinadas cuestiones precisas y quizás de detalles demos
opiniones personales. O que por las exigencias técnicas que contiene un
reportaje tengamos que redactar de nuevo esos contenidos para hacerlos
más breves. De todas maneras trataremos que esas cuestiones se inscriban
en la orientación matriz de la organización.
En
1956, cuando se crea la FAU, el común denominador teórico para la
militancia que ha procesado esta tarea política es el especifismo. Esta
concepción del anarquismo es tomada como una fuerte referencia general,
queriendo significar con ello que se está en la construcción de una
organización política anarquista. El referente teórico de mayor peso es
en aquel momento Enrique Malatesta. Esto no implica, ni siquiera se
discutió tal asunto, que se tomarán todas las ideas y propuestas de
Malatesta, tal como fueron dadas en su momento histórico. No obstante,
muchas de sus opiniones teóricas, políticas y proposiciones para actuar
en el medio social-popular fueron especialmente consideradas, sirvieron
de inspiración. Vale decir que desde el comienzo el especifismo de FAU
si bien tiene como referente a Malatesta no toma, digamos, muchos de sus
planteos, de sus proposiciones ni incluso de sus polémicas con otras
corrientes del anarquismo. De sus polémicas sí merece especial atención
su refutación del individualismo que fue ampliamente compartida. Miguel
Bakunin es el otro fuerte referente. También de él se toman algunas
temáticas que son las que FAU en ese momento, y en función de tiempo y
lugar, prioriza.
Puede
preguntarse aquí ¿Porqué FAU toma unas cosas y dejas otras? Esto tiene
una explicación fundamentalmente de tipo histórico. En la construcción
de FAU hay distintas generaciones militantes, compañeros que vienen
desde el 1910, 20 y 30 militando en el anarquismo. Muchos de ellos ya
habían participado de variadas polémicas internas, previas a la
Revolución Rusa y posterior a ella. Participado en diferentes
experiencias organizativas. Compañeros que habían incluso conocido,
conversado y discutido con militantes que formaron los primeros
sindicatos en Uruguay, es decir militancia de alrededor de 1880. Caso
como el de Marzovillo que viene militando desde 1905 y que participara
activamente en la formación de comités de apoyo a Zapata en el momento
que este combatía en Méjico. También, como ejemplo, varios militantes
que habían participado en la Revolución Española del 36. Sin dejar de
recordar a anarcosindicalistas que militaron junto a compañeros que
fueron activos o estuvieron presentes en la reorganización de Federación
Obrera Regional Uruguaya (FORU) en 1911, compañeros estos que hoy
adherían al especifismo. En momento de la formación de FAU circuló junto
a material de Malatesta otros que propiciaban el especifismo de
militantes uruguayos, tal el caso de José María Fosalba, material
elaborado en la década del 30; uno de Georges Balkanski sobre anarquismo
y organización, él estaba vinculado a la Federación Búlgara (FAKB).
Pero había antecedentes concretos especifistas. En 1919 funcionó el
“Comité de Relaciones Anarquistas” que además de coordinar la militancia
libertaria a nivel sindical y popular tenía el propósito de fundar una
organización especifista. En 1926, después de un largo proceso de
actividad y discusiones una Plenaria del Comité de Relaciones da vida a
la FAU, en ese momento Federación Anarquista del Uruguay. La actual FAU
es, de manera compleja, heredera de todo esto.
Pero
no obstante las variadas experiencias de la militancia que estaban en
la formación de la actual FAU, la discusión teórica no fue tensa ni
extendida. Había un acuerdo tácito desde la convocatoria. Los “viejos”
compañeros daban como saldadas muchas de aquellas polémicas que en otro
momento encararon con pasión.
Puede
decirse, acercándonos bastante a como se dio la cuestión “real”, que el
carácter político de la organización que se fundaba estaba más en como
se encaraba la tarea para los diferentes frentes de trabajo: Sindical,
Estudiantil, Barrial, interno. Análisis de la situación histórica
uruguaya en la coyuntura en relación con lo político general, con lo
sindical, con lo estudiantil y barrial y con especial énfasis en lo
latinoamericano. Pues una de las primeras tareas que tiene FAU apenas
constituida es la organización del Congreso Anarquista Latinoamericano
que se realizará en 1957. Congreso en el que participan: Cuba, Brasil,
Argentina, Chile y Uruguay. La preocupación central de la militancia
joven, que era la mayoritaria, consistía en que la organización política
que se creaba fuera un instrumento que fortaleciera y propiciara la
“puesta al día” del anarquismo en lo que hace a nuestra realidad
específica latinoamericana y uruguaya. No copiar ni hacer traslados
automáticos de esquemas y fórmulas que tuvieron su razón se ser en otras
coyunturas históricas. “Sin pereza mental estamos obligados a pensar
nuestra realidad y nuestro tiempo y producir repuestas en consecuencia”
se decía aproximadamente. Demás está acotar que la prioridad
latinoamericana no excluía una fuerte preocupación por lo internacional.
Más teniendo en cuenta la impronta internacionalista del anarquismo en
Uruguay que venía desde casi 1860 en adelante. Es así que FAU adopta
desde el comienzo una posición que aquí se llamó Tercerista, consistente
en rechazar de plano a “los imperialismos ruso y yanqui”.
Así
que el especifismo de FAU tuvo desde el comienzo si lo traducimos a
cosas concretas: Declaración de principios; Carta Orgánica que
establecía deberes y derechos; intentos de ubicar la coyuntura histórica
general y particular; proyectos de trabajo para los distintos campos
que contemplaban lo inmediato junto a lo de mediano y largo plazo. Al
mismo tiempo tomaba conciencia que muchas de las posiciones debían ser
mejoradas y profundizadas en futuros Congresos. Conviene acotar algo que
no nos parece menor, no se daban temas por acabados, había modestia y
conciencia acerca de la complejidad de la mayoría de las temáticas
tratadas y por otra parte se recordaba con frecuencia el daño que habían
hecho ciertos dogmatismos, esquematismos, o abstracciones tomadas fuera
de contexto y que se creían tenían valor para todo tiempo y lugar. “El
anarquismo hoy más que nunca precisa cabeza abierta” dijo una vez un
“viejo” militante. Es también de resaltar que esto no implicó nunca
relativismo o pragmatismo. Siempre hubo una estructura conceptual que
sostenía los variados discursos. Una estructura conceptual pensada en
movimiento, con posibilidades de cambio en función de los nuevos aportes
que surgían a nivel del conocimiento. Pero de este cuerpo conceptual se
discutían aspectos generales y se sobreentendían muchos otros. Había
rechazo al esquema arquitectónico de infra y superestructura;
preocupación especial por conceptos como: el poder y el Estado;
ideología; papel de la utopía; ciencia y socialismo; el intentar sacar
el clasismo sólo de la estructura económica; reformismo y revolución;
pacifismo y violencia revolucionaria; método y contenido; elementos
permanentes de la estructura capitalista; rechazo al evolucionismo y
progresismo. Por mencionar los más relevantes de aquel entonces.
Es
de aclarar que el especifismo no resultaba entendido de igual manera
por todos, había matices. El mayor o menor grado de organicidad y el
compromiso con lo resuelto fue materia que originó sus divergencias.
Nunca fue motivo de discusión lo que se ha conocido como “síntesis”, es
decir todas las corrientes anarquistas juntas en un mismo organismo.
Nadie planteó tal cosa. Pero a determinada altura se dio una práctica,
por vía de los hechos, de un par de grupos, que su accionar significaba
estrategias y prioridades muy distintas a las que expresaban los
sectores sindicales, barriales, populares y parte de militancia
proveniente del medio estudiantil. Este fue un factor que sumado a
aspectos políticos del momento y a la concepción de ruptura que se
comenzaba a instrumentar trajo como resultado en el año 1963 la
separación de un grupo de compañeros. Por supuesto los compañeros eran
anarquistas pero tenían otra concepción de cómo procesar los cambios
sociales.
Señalamos
esto para decir al mismo tiempo que la FAU tubo distintos periodos.
Después de 1963 se profundizó mucho más el ensamble organizativo, la
coherencia estratégica con una concepción de ruptura, el encare del
colectivo para una preparación mayor en relación a la represión que ya
se manifestaba. Pero esto es tema que podemos tratar mas adelante.
También
aquí comenzó a plantearse con más rigor el sistematizar temas teóricos,
el organizar la estructura conceptual que sostendría los distintos
discursos con la adecuada coherencia. Que una organización política
precisaba una herramienta (o caja de herramientas) conceptual
consistente que ayudara, que fuera guía, de la estrategia de ruptura que
se deseaba llevar adelante, que habilitara ella lecturas lo mas
rigurosas posibles de la realidad social y de la construcción de los
consiguientes lineamientos políticos a poner en práctica. Esto no quedó
como un enunciado o un buen pensamiento deseoso. Para decirlo rápido, se
encaró esto como cualquier otro frente de trabajo, tratando de que
tuviera la misma regularidad y planificación.
FC
– Veo entonces, que el especifismo defendido por la FAU tiene mucha
relación con su propia historia. También es posible notar que usted
relaciona el especifismo con una tendencia clásica del anarquismo, que
defiende la separación entre organización política y los movimientos
populares y, de esta forma, creo que es inevitable concordar con la
amplia influencia de las concepciones organizacionales de Malatesta y
Bakunin, que tenían esta posición. Con todo, estas no son las únicas
influencias, ya que podemos identificar en la FAU, también, rasgos del
anarcosindicalismo y del anarquismo expropiador de la región del Río de
la Plata. Usted podría describirme ¿cuáles son las influencias de cada
una de estas “partes” en el concepto de especifismo defendido por
ustedes? ¿FAU hoy podría ser considerada heredera de la concepción de
organización política revolucionaria bakuninista representada por la
Alianza de la Democracia Socialista y también de la concepción de
“partido anarquista” de Malatesta?
JCM –
Sí, bien puede decirse, en general, que todo esto está presente en el
seno de la FAU. Veremos ahora de que manera. Aquí, en Uruguay, las dos
concepciones o corrientes anarquistas de peso fueron el
anarcosindicalismo y el especifismo. La corriente llamada
antiorganizadora y los grupos de afinidad que propiciaban la “propaganda
por el hecho” tuvieron poca fuerza y ya habían desaparecido en la
década del 40. Quedaban algunos pocos compañeros que habían participado
en expropiaciones o colaborado en operaciones armadas, ellos ahora se
habían integrado a FAU. Sólo quedaba fuera un referente español que tuvo
24 años presos, él no se integró a FAU pero fue amigo de la
organización y más de una vez colaboró en cosas puntuales, era Boadas
Ribas, Catalán vinculado a Durruti y, una vez en el Río de la Plata,
relacionado con Miguel Arcángel Rosigna.
Lo
que se llamó en aquellos tiempos el individualismo nunca tuvo expresión
significativa aquí. Pues los denominados “antiorganizadores” eran otra
cosa y merecen capítulo aparte.
Varias
expresiones del anarquismo que constituyen, tomadas en abstracto puro,
cosas distintas, aquí se fueron integrando en un proceso rico y fluido.
Pero esa integración, que fue toda una circulación de ideas,
experiencias, opiniones, simpatías, no afectó el núcleo duro
organizativo. Me refiero a lo que tú mencionas en la pregunta como
“partido anarquista”. Quiere decir que: se construyó en la organización
un sujeto militante que veía con buenos ojos a los expropiadores y
vengadores anarquistas; a la lucha obrera con fines revolucionario y
clasista; a los Solidarios que integraba Durrutti; al intento
revolucionario en España; a la actitud insurrecionalista, clasista y por
momentos con organización clandestina de Bakunin. Pero no fue una
colcha de retazos, fue más bien una trama que cierto proceso tejió. Es
cierto ese crisol unió más a unos que a otros. Pues en él había
implícita una constante: la necesidad de la violencia revolucionaria
para procesar y lograr una ruptura del sistema capitalista. Un sistema
que la mayoría militante veía como lo teorizaron en lo fundamental
Malatesta, Bakunin y otros compañeros, quienes establecían que su
basamento de dominación estaba en la violencia. Una violencia ejercida
en diversos campos con miras a asegurar una reproducción del sistema aún
en su despliegue histórico. Y que a esa configuración violenta, con
enorme capacidad de reproducción, solo de una manera se le podría
discontinuar.
Volviendo
al aspecto organizativo. Vale decir que durante la actividad, que
comprende discusiones, elaboración y acción social, se construyó de
hecho una trama ideológica-organizativa. En ella, por ejemplo, no se
veía como problema alguno el trabajo público y clandestino a un mismo
tiempo, o la actividad armada y sindical-popular pública como cosas que
debieran tener sí organicidad propia de acuerdo a su especificidad pero
no separadas sino en una misma organización. Que la organización
política FAU debiera comprender en su seno cuanta actividad fuera
necesaria a su estrategia y proyecto de ruptura. La militancia que sigue
en FAU después de 1963 se identifica, siente, que ese conjunto es una
unidad que organizada en un mismo colectivo posee un potencial operativo
social y político que bien puede procesar coherentemente una vía de
ruptura y el inicio de nuevas relaciones sociales.
Si
por un mal entendido de “los principios” no podemos construir una
organización anarquista que comprenda el conjunto de actividades
necesarias a un proceso de cambio de estructuras sociales, estaríamos
dando un certificado de defunción al anarquismo.
Es
entonces que FAU, como organización política, integra esos componentes,
se terminan fusionando y al reconstruirse en una unidad le dan el
carácter que hoy posee. Esa construcción no fue producto de una decisión
política ni de una elucubración intelectual, se amasó en la acción y
fue hija de fracasos y de rectificaciones, también de la pasión puesta
en construir un anarquismo que estuviera en la escena social-política y
no solamente en el salón. No es un proceso terminado, pues estas
cuestiones no tienen fin. Las adecuaciones, puestas al día,
correcciones, integración de nuevos conceptos, parecen ser cosas
permanentes.
Sí,
la FAU pretende, tuvo y tiene en los últimos tiempos la intención, de
expresar un anarquismo revolucionario, organizado y en concordancia con
los tiempos que corren. Esa fue su intención que con modestia y
consecuencia trató de llevar adelante. También, por supuesto, con
aciertos y errores, cosa casi inherente al hacer, al estar, en medio de
un complejo accionar social que está exigiendo respuestas continuas.
Fue
preocupación central no transformar el anarquismo solamente en una
crítica. Cosa esta que termina creando un mundo de penumbras, de
desesperanza. Cuestiones muy emparentadas finalmente con la resignación.
Para
evitar cualquier mal entendido diremos que somos partidarios de un
pensamiento crítico pero creemos necesario que unido a él vayan
propuestas y el accionar consecuente. Lo dice claramente en su
declaración de Principios nuestra organización, aproximadamente así: el
anarquismo se constituye, básicamente, en torno a una crítica de las
relaciones de dominación en todas las esferas del quehacer social
(política, económica, militar, jurídica, religiosa, educacional, etc.);
crítica que se redefine permanentemente según la sociedad y el momento
histórico concretos en que tiene lugar, discriminando y jerarquizado los
niveles determinantes en la estructura social pero expresando siempre,
en todo su rigor y coherencia, la necesidad de encontrar los fundamentos
originales, el núcleo duro, de las injusticias sociales y de las crisis
que éstas generan. Con estos elementos de análisis es posible emprender
una crítica global de las distintas formaciones sociales y orientar la
elaboración de un proyecto social alternativo tendente a suprimir todas
las variantes del privilegio, así como habilitar la práctica
revolucionaria que tal proyecto requiere en ese largo trayecto de
diversas luchas. Una elaboración teórica, un proceso y una lucha que
tiene como eje cardinal el trabajo político fuertemente organizado.
FC
– Algunos sectores de nuestra corriente terminaron, muchas veces, por
estigmatizar a Pedro Kropotkin, principalmente por su concepción
evolucionista y en cierto sentido educacionista, muchas veces
invalidándolo o disminuyéndolo como un teórico de relevancia al
“nuestro” anarquismo. Con esto no estoy de acuerdo, pues creo que
Kropotkin, a pesar de tener posiciones diferentes de las nuestras
(muchas por el contexto en que vivió), tiene también contribuciones
importantes y relevantes, que deben ser tomadas en cuenta. Veo que
Kropotkin es citado y utilizado con frecuencia por FAU y también por
usted. Desde su punto de vista, ¿cuál es la validez del pensamiento de
Kropotkin para el especifismo?
JCM –
Kropotkin, su pensamiento, su comunismo anárquico fueron de mucha
influencia en el Río de la Plata, también en otros lugares de América
Latina. Fueron folletos como La Conquista del Pan, A los Jóvenes y
escritos traducidos en periódicos de la época los que difundieron con
fuerza el anarquismo y especialmente en su concepción comunista. Tal es
así que aquí fueron comunistas anárquicos: los antiorganizadores, los
anarcosindicalistas y los especifistas. Cuando comienza a difundirse el
comunismo por vía de Malatesta ya era conocido en ciertos medios. Mucho
de esto tiene que ver con Kropotkin y lo que la fuerte inmigración trajo
a estas playas: cantidad de militantes libertarios de España, Italia y
Francia que ya manejaban bastante de estos elementos teóricos-políticos.
No
hay dudas, respeto aparte, de que puede bien decirse que Kropotkin
tiene sus pros y sus contras, esto referido a algunas propuestas
teóricas, políticas y posturas a nivel internacional.
Pero
también es de tener presente que estuvo vinculado a la Primera
Internacional ya en 1872, vinculación que provino de una estadía en
Suiza. Que muy poco después comenzó la elaboración de su concepción de
comunismo anárquico en oposición a lo que era dominante por entonces: el
colectivismo bakuniniano. Tampoco puede decirse que era una persona
dedicada a la labor intelectual y de investigación en detrimento de la
labor militante comprometida. Estuvo preso en Rusia cerca de dos años en
1874, se fugó posteriormente y viajó por algunos países europeos
realizando propaganda. En ese tiempo funda Le Revolté, periódico
definidamente anarquista que llegaba al Río de la Plata y donde fue muy
leído, especialmente por inmigrantes que luego difundían sus planteos.
Estuvo vinculado a huelgas obreras, integrando la Asociación
Internacional de Trabajadores, y a raíz de ello lo procesaron con cinco
años de prisión en Lyon. Dada la movilización por su libertad no estuvo
todos esos años encarcelado, fue liberado dos años antes. ¿Porqué digo
esto? Sé bien que no digo nada original, pero conviene siempre dar la
estatura del militante a quien nos referimos y con el que tenemos
variadas diferencias.
Su
producción es amplia y de temática variada, va: Del espíritu de
rebelión, Las Prisiones, al Apoyo Mutuo, Consideraciones sobre el Estado
y la Revolución Francesa. Está claro que no es este lugar para intentar
un comentario más amplio sobre su producción.
Agreguemos
para evitar posible confusión que en relación a la propuesta
organizativa general, a su entusiasta optimismo de que la revolución ya
viene, concepción optimista aún para aquel contexto social revuelto; su
fatalismo: “marchan ya los estados como fatalidad histórica hacia la
decadencia”; “su concepción mecánica del universo” le reprocharía
Malatesta, todo esto no contó por estos lugares con adhesión y menos en
FAU donde este enfoque no fue siquiera considerado. Su entusiasmo
teórico-político, cuando uno lo encuentra reproducido en materiales que
resalta en el Río de la Plata el movimiento obrero, no se “ve” al mismo
tiempo que ello arroje efectos negativos. Seguramente es de tener en
cuenta que son momentos de gran impulso del movimiento obrero de
orientación anarquista y se tiene muy presente el objetivo final
revolucionario. Descontando que, la mayoría de los materiales escogidos
para difundir, podría decirse que no eran de carácter teórico o
filosófico, sino más bien agitativo.
Lejos
de nosotros cualquier planteo que se parezca a “un regreso a
Kropotkin”. No fue teórico de peso en la formación de la militancia de
FAU, tampoco puede decirse que estuvo ausente. Se han editado por parte
de la organización algunos materiales, lo decimos con total franqueza,
previamente muy evaluados, procurando que sirvan como contribución a la
orientación y estrategia que llevamos adelante. De esos materiales
bastante de ellos vinculados al medio obrero o temáticas como las
prisiones. Puede decirse que en FAU Kropotkin cuenta con mucho respeto y
reconocimiento por su amplio trabajo militante y por los escritos tan
difundidos a fines del siglo XIX y principios del XX. Se estima que tuvo
preocupaciones de sistematizar temáticas, de proporcionar herramientas
teóricas y de análisis y que la episteme que manejaba por entonces, muy
de esa época, en muchas ocasiones lo limitó, le hizo creer poseedor de
un saber que aún estaba lejos y lo metió en callejones sin salida. Su
producción no puede desecharse a partir de zonas no compartibles (que
sin duda son muchas). Reiteramos entonces, hay materiales suyos que
significan un aporte histórico y que admiten ser seleccionados con miras
a volcarlos en aspectos parciales de una organización anarquista que no
tiene su concepción “filosófica”.
FC
– Veo por lo que dice que hubo (y hay aún) una preocupación de FAU de
no importar una teoría terminada de Europa, o mismo de los teóricos
clásicos, sino también incluir elementos latinos y reflexiones propias
en el anarquismo, de manera a adaptarlo a nuestra realidad. Me parece
claramente que hubo una sensible preocupación de adaptar la ideología a
la coyuntura, al momento histórico y a nuestra localidad. ¿Cuáles fueron
estos elementos y reflexiones locales incorporados al anarquismo para
que fuese adaptado a la realidad latinoamericana?
JCM –
Sí, hasta expresamente se planteo no hacer importaciones teóricas,
esquemas, métodos, propuestas, que tuvieron su momento histórico y que
hoy no constituían una contribución efectiva para operar en lo
social-político. Pero deseamos evitar confusiones, así que aclararemos
que nunca estuvo en el ambiente temas como que debíamos producir nuestra
propia teoría, nuestro propio cuerpo conceptual, latinoamericano por
fuera de lo que se producía en Europa u otras partes del mundo. Es
decir, nunca se conversó sobre una ciencia latinoamericana y otra
ciencia de otras partes del mundo. El conocimiento científico que se
produzca, si es consistente, tiene valor para cualquier parte del mundo.
Para decirlo un poco en broma, no estaba la ocurrencia de que había que
rechazar la teoría de la relatividad, su noción de tiempo y espacio,
porque Einstein no era latinoamericano. Lo que podría parecerse a
aquella absurda ocurrencia de la URSS de endemoniar las investigaciones
de Mendel o producciones de Jacobson por no ajustarse al esquema de la
lógica dialéctica.
Se
planteaba que había nuevas investigaciones, nuevos conocimientos, que
descontinuaban nociones anteriores, que ofrecían nuevas miradas y que el
anarquismo debía necesariamente incorporar so pena de quedar como
reliquia histórica.
Lo
que se pretendía entonces, era que aquel cuerpo categorial que se
adoptara como poseedor de un rigor adecuado, ya con la noción de que el
conocimiento es infinito y en consecuencia que ese cuerpo no puede
tornarse dogmático, debe llenarse con la carne de cada lugar específico.
Se ponía el acento en que las realidades existentes en Latinoamérica,
su dependencia, su opresión imperial, su historia toda, exigían un
estudio de cada realidad, de cada formación social, para que las
herramientas teóricas y las coordenadas políticas tuvieran donde
agarrarse, que constituyeran propuestas no en función de un pueblo
fabricado en el pensamiento sino el efectivamente existente.
La
historia de la emancipación de los pueblos latinoamericanos de sus
verdugos coloniales, las características de esos movimientos y de su
población fueron motivo de ciclo de charlas que alternaban con otras de
experiencias libertarias, caso La Historia del Movimiento Makhnovista,
el Méjico de Magón y Zapata y diversos materiales sobre la Revolución
Española. Sobre realidades presentes de América Latina circulaban
revistas varias y el aporte de militantes que recorrían distintos países
y que tenían inserción efectiva en medios obrero-populares de países
con fuerte población indígena y mestiza. Interesaban mucho las ideas y
luchas federales de José Gervasio Artigas. Todo ello no tenía nada que
ver con nacionalismo, como alguna vez se dijo acerca de FAU. Siempre
hubo una clara definición internacionalista pero sabíamos que no
estábamos parados en el aire sino en un terreno concreto que tenía gente
e historia. Es cierto, algunas de estas cosas estaban a contrapelo de
la “cultura” de la época muy fijada en ciertos parámetros muy generales y
reduccionistas. Se decía por momentos América Latina como si fuera una
cosa homogénea y que podía ser descripta e interpretada con un manojo
muy reducido de conceptos.
Teníamos
cosas vendidas como ciencia. Cosas hoy muy conocidas, como que los
lugares donde surgirían primeramente condiciones para el socialismo
serían aquellos donde se había dado un desarrollo importante industrial y
un gran proletariado concentrado, que lo central a considerar eran
aspectos de ese orden y que lo demás sólo eran remanentes que el
desarrollo iría liquidando más bien rápido que despacio. Y por estos
lados teníamos “remanentes” de mucha fuerza tales como las poblaciones
originarias y pueblos oprimidos que realizaban luchas por
reivindicaciones importantes y muchas veces resistencias muy profundas.
Algunas de ellas inscriptas y motivadas en ideologías milenarias.
Claro
que estás concepciones totalizantes, de un tono casi mecánico, tal como
la enunciamos más arriba, no venían de nuestras tiendas, pero a veces
se nos colaba algún trozo de ellas y como por arrastre traían más
elementos similares que coadayudaban en tornar confuso y muchas veces
bastante contradictorio nuestro despliegue teórico-político. Por
ejemplo, se colaban por el lado reduccionista de la interpretación
economicista o por el eurocentrismo, el progresismo, el evolucionismo.
Precisamente había cierta prevención contra el eurocentrismo y su bagaje
viniera de la tienda ideológica que viniera. También prevenciones por
nuestro colonialismo cultural internalizado, esa tendencia a poner de
moda temáticas sociales, propuestas, formas organizativas que no tenían
relación con estos lugares, con lo que la gente estaba viviendo por
aquí, con lo que estaba imperiosamente necesitando. Traer
paracaidísticamente proyectos y estrategias por fuera de todo análisis
de cómo es nuestra formación social, cual es nuestro imaginario (nuestro
sujeto histórico latinoamericano y de cada uno de estos lugares), de
que cosas son las que permiten una relación efectiva con la gente, con
el pueblo, para iniciar procesos dentro y con el pueblo y no de acuerdo a
ocurrencias o decretando condiciones y características únicamente vía
de un proceso intelectual. Por supuesto que cuando decimos eurocentrismo
no metemos en esa bolsa cualquier aporte de rigor, consistente, que
provenga de Europa. Eso sería una especie de discriminación al revés.
FC
– De esta manera, es posible concluir que el especifismo no es algo
creado por ustedes en la segunda mitad del siglo XX, sino un nombre dado
a una práctica que viene del anarquismo clásico. Veo que usted se
refiere como “especifismo” el coletivismo bakuniniano o, principalmente,
como el anarco-comunismo que hubo en América Latina y en tantos otros
lugares del mundo, que defendía los “niveles” distintos de organización,
de la organización anarquista y los movimientos populares. ¿Por qué
entonces la opción por el nombre “especifismo” y cuándo pasaron a
utilizarlo?
JCM –
De ninguna manera el especifismo fue pensado como una creación nuestra.
Nunca se pensó o dijo algo así. Eso hubiera sido una infantil vanidad,
por decir lo menos. El especifismo ya tenía su rica historia y su
producción ideológica. Y como hemos ya dicho veíamos en Malatesta su
expresión más clara y desarrollada en aquel momento. Especialmente en
determinados trabajos de Malatesta. Es de tener presente que Malatesta
estuvo un tiempo en Argentina (incluso pasó por Montevideo) en los años
1885-89. Fue, a pedido de Polinice Mattei, un anarquista italiano
perteneciente ya al movimiento obrero, que redactó los primeros
estatutos de una sociedad de Resistencia, en este caso para el gremio de
panaderos. En poco tiempo los sindicatos de Resistencia tuvieron gran
desarrollo y constituyeron la espina dorsal de aquellas grandes
“centrales” obreras (Federación Obrera Regional Argentina – FORA y FORU)
que comprendían en su seno a cerca del 90% del movimiento obrero
organizado. Claro está que, esto no se produjo al sólo influjo de
Malatesta. Pues sería transformar nuestra simpatía y respeto en
religión. En el ambiente obrero había una búsqueda que logró éste dar
forma, igualmente no es poca cosa. Con su intensa actividad y apoyo de
la colectividad italiana y de muchos otros anarquistas fundó o dio gran
impulso a grupos especifistas en Argentina. Es en este momento que los
colectivistas, especialmente españoles, residentes en la Argentina se
integran al comunismo anárquico que propiciaban estos nucleamientos. Por
supuesto esto repercutió rápidamente en Uruguay, la relación con la
militancia anarquista Argentina era muy fluida.
Para
que el tema no se haga demasiado largo, agregaríamos a esta altura, que
en la década del 20 hubo otra FAU (Federación Anarquista del Uruguay)
inspirada en las ideas especifistas.
Con
respeto a parte de tu pregunta te diré que: la opción era necesaria
para señalar en que parte del espectro ideológico anarquista nos
ubicábamos. Lo de especifismo se ha usado fundamentalmente para indicar
que somos partidarios de una organización política del anarquismo.
También que nuestros planteos, estrategia, orientación general,
programa, difieren de la de otras expresiones anarquistas. Expresiones
con las que podemos tener coincidencias puntuales, pero que tienen un
accionar regular que no se corresponde con el que tenemos nosotros como
labor cotidiana en lo social-político en articulación con una estrategia
y táctica que pensamos coherente y necesaria para el proceso de ruptura
que constituye el objeto final.
Al
mismo tiempo agregaremos que no pensábamos al especifismo como un
cuerpo teórico-político acabado sino como un mojón de importancia que
debía seguir desarrollándose y que modestamente nuestra organización
debía intentar aportar lo que pudiera para que él no quedara anclado en
el pasado. Nuestra organización y todas aquellas organizaciones
anarquistas que se identificaban con esa orientación general. Algo así
se planteó por parte de FAU en la Conferencia Latinoamericana de 1957:
que no bastaba con realizar balances de lo bajo que estaba el anarquismo
(en ese momento muy bajo), sino que era nuestra responsabilidad el
ubicarlo en este tiempo y en relación con los problemas que el presente
planteaba. Que lo primero que nos parecía que teníamos que considerar es
que algo no estábamos haciendo bien. Que resultaba fácil buscar culpas
afuera, decir que los cambios nos habían desplazado de la escena social y
tantas otras cosas que sonaban a autojustificación, a cierto
conformismo, a no ubicar el desafío histórico que teníamos por delante,
no asumir la ausencia de adecuación y de acompañamiento a las
trasformaciones operadas en el seno del capitalismo. El repetirnos, el
meternos para adentro, el no haber tenido la sensibilidad social para
ponernos a todo con nuestros pueblos, el haber ido transformándonos, en
los hechos, en una especie de elite, aptos para hipercríticas y con
mayúsculas dificultades para aprender tanta cosa que los tiempos nuevos
iban trayendo. En este evento latinoamericano, este tipo de
consideraciones no sólo fueron de FAU; la delegación Argentina por
momentos con gran lucidez dio un panorama prolijo de nuestras
dificultades actuales.
Pensamos
nosotros que la mayoría de las veces nos plateábamos mal la pregunta y
en consecuencia las respuestas no pueden ser las apropiadas. Como indica
Gastón Bachelard ya es un gran paso plantearse bien la pregunta. Darnos
un baño de modestia y saber en que situación estamos y reconocer que
daremos muchos tumbos en la búsqueda de salir de ese laberinto social,
el de haber perdido pié en un largo trecho histórico, el no habernos
planteado ¿Qué nos está pasando? Uno no puede menos que admirar a
aquellos viejos congresos en los que participaban los “viejos” teóricos y
donde planteaban con audacia y creatividad posiciones filosóficas y
políticas tratando de no quedar rezagados o diciendo cosas que no sólo
interesan a un pequeño colectivo. No es relevante en relación a lo que
quiero resaltar que muchas de aquellas consideraciones, de los viejos
congresos, estuvieran impregnadas por la estructura de conocimiento de
ese momento histórico y que hoy podría verse como cosa poco consistente a
la luz de nuevas investigaciones y descubrimientos. Rescato totalmente
la actitud política.
Sí,
la militancia anarquista en cierta época, que no fue tan corta, trató
de analizar la problemática que tenía enfrente y formular propuestas de
acción. Pues en todos los periodos hubo muchos cambios y si no había
respuestas adecuadas eso no indicaba otra cosa de que no se ubicaba la
problemática que estaba llegando, también que faltaba ausencia de
creación, ausencia de audacia política para explorar lo nuevo, para
ejercitar ese pensamiento crítico que tan bien practicaron los “viejos”
teóricos que dieron vida a la corriente anarquista y que tantos
movimientos posteriores continuaron.
Acotamos
que nuestra presentación “pública” en nuestro medio y frente a otras
organizaciones políticas y sociales no es como especifistas, sino como
una organización política anarquista. Lo de especifismo es
fundamentalmente para lo interno anarquista o para aquella pregunta que
muchas veces en reportajes que le hacen a militantes de la organización
los periodistas dicen: “que anarquismo es el de Uds.”. A nivel popular
si dijéramos somos especifistas esto casi implicaría que anduviéramos
con un folleto explicativo en el bolsillo para entregar después de
haberlo dicho.
Pero
claro al interior de la organización y del anarquismo en general está
expreso que nos inscribimos dentro de esa correntada ideológica y que
siempre hemos deseado aportar aunque fuera un pequeño grano de arena
para que su desarrollo continúe. Un desarrollo que no excluye nutrirse
de diversos aportes, estudios, investigaciones que por aquí y por allá
van apareciendo. Tanto en una labor de arqueología histórica como de
cosas nuevas.
Agregamos
que a esta altura ya son muchos los compañeros nuestros que prefieren,
desde el vamos, una definición precisa y gráfica, de ahí que
sencillamente definen a FAU como una organización política anarquista y
nada más.
FC
– ¿Desde el inicio de FAU ustedes trabajan con este concepto
organizacional del especifismo? Digo esto, pues cuando la FAU fue
fundada ya había algunos documentos que, por lo menos de mi punto de
vista, son resultados de este mismo “caldo” en que se forma el
especifismo de FAU y que poseen ciertas semblanzas. Hablo
particularmente de la Plataforma Organizativa de los Comunistas
Libertarios del Dielo Trouda de 1926, la Plataforma de la Federación de
los Anarco-Comunistas de Bulgaria, de 1945 y del Manifiesto Comunista
Libertario de George Fontenis de 1953. ¿Ustedes tuvieron contacto con
estos documentos en el momento de constitución de la FAU y de
aplicación/actualización de este concepto de especifismo? ¿Ellos
tuvieron alguna influencia en la creación del especifismo de FAU?
JCM –
Parte de esta pregunta de hecho ya fue respondida en considerando
anteriores. Pero podemos reiterar que ninguno de estos documentos
circuló en la previa de FAU. Salvo el material de Balkansky quien
pertenecía a la Federación Búlgara. Esta previa se llamó: Comisión Pro
Federación Libertaria Uruguaya (CPFLU) y trabajó durante el año 1955,
designada por un Pleno Nacional para la circulación de posiciones sobre
variados temas. Verbalmente, en los trabajos de comisiones se
mencionaban experiencias como la formación de la Federación Libertaria
en Argentina, en 1901. En momentos de la Declaración de Principios o
Carta Orgánica había aportes de los “viejos” compañeros que habían
participado en muchas instancias organizativas en el Río de la Plata,
desde 1905 a 1950. También de militancia joven, especialmente Juventudes
Libertarias (JJLL) que tenía gravitación decisiva en ese momento en la
Federación de Estudiantes Universitarios que funcionaba con toda una
estructura federal de matriz libertaria. La otra agrupación, Cerro,
tenía compañeros que habían estado en instancias organizativas diversas,
uno en la Revolución Española, que tenían experiencia y ya habían
elaborados propuestas concretas en un sentido organizativo, no solo para
Principios y Carta Orgánica, sino para Estrategia y Programa. Salieron
muchos boletines preparatorios con documentos, ellos incorporaban
cualquier propuesta que hubiera para ser considerada en la instancia
fundadora. Si alguien lo hubiera propuesto cualquiera de esos documentos
que mencionas se hubieran incorporado, el criterio dominante era ese.
Vale decir, que el poner el acento en el “Aquí y Ahora”, como se decía,
no implicaba ninguna disposición a echar en saco roto experiencias,
documentos y luchas anteriores.
No
se excluyó nada, simplemente que así como hemos narrado es que se dio
la cuestión relativa a documentos que circularon en el proceso de
fundación.
Aunque
en el proceso de fundación no apareciera ninguno de los documentos
mencionados no quiere decir que alguno de los “viejos” compañeros no los
conociera. Por ejemplo, las figuras de esos militantes ejemplares como
Makhno y Archinov eran de mención frecuente en conversaciones en años
anteriores a la fundación de FAU, tanto en el Ateneo del Cerro como en
JJLL, y la edición de Argonauta sobre el Movimiento Makhnovista era de
circulación regular. Te agrego como curiosidad que todavía hay una
versión en ruso, es que había algunos militantes nuestros provenientes
de aquellos lugares, que estuvieron vinculados a actividades de FAU.
FC
– Hoy, estos documentos que cité arriba constituyen la base de la
estrategia de organizaciones que reivindican la tradición plataformista y
que se llaman anarco-comunistas. Como el especifismo (con este nombre)
es reivindicado solamente acá, en América Latina, muchas de estas
organizaciones han sido nuestras interlocutoras en otros países.
Primeramente, me gustaría saber si ustedes tienen acceso a estos
documentos y que me colocasen sus comentarios sobre ellos. Después, me
gustaría saber: ¿para usted, cuál es la diferencia entre especifismo y
plataformismo?
JCM –
El criterio sobre información y formación militante fue muy amplio.
Incluso antes de constituirse la FAU había organizaciones sociales como
el Ateneo del Cerro y sindicatos que tenían grandes bibliotecas. El
ambiente era impulsar la lectura y crear ambiente para el intercambio.
Se leía variados materiales anarquistas y otras obras afines o de
interés general. Me estoy refiriendo especialmente al medio obrero. En
ese contexto fue mucha la militancia libertaria o afín a nuestras ideas
que leyeron: Luigi Fabbri, Rudolf Rocker, Fausto Falaschi, Ricardo
Mella, Anselmo Lorenzo, Pedro Archinov, Ricardo Flores Magón, Rafael
Barret, Manuel Gonzalez Prada. Obviamente: Bakunin, Malatesta y
Kropotkin.
Esto
por citar algunos de los materiales que merecieron lecturas comentadas o
instancias de discusión informal. Junto a todo esto, folletos y
artículos de nuevos enfoques que llegaban como, por ejemplo, planteos de
Gastón Leval y otros.
El
Plataformismo es más que probable que fuera nococido por mucha
militancia. Pero que haya sido un material gravitante por estos lugares
no tenemos referencia. No solamente a nivel de FAU, no lo fue tampoco en
el Congreso Latinoamericano y nunca mencionado en instancias
libertarias que se dieron en la década del 50 y 60. Los anarcocomunistas
partidarios de la organización, ya en Argentina, ya en Chile, en esos
tiempos iban de la mano de Malatesta.
Menciones
regulares a quienes fueron redactores de la Plataforma, en tanto
militantes ejemplares, fue cosa común. Siempre se habló de ellos con
gran simpatía y respeto. Pero en ese plano.
A
mí, personalmente, me quedó la impresión, años después, de que el
planteo de los plataformistas era muy afín con el especifismo,
particularmente con el que FAU desarrollaba. Un análisis de diferencias y
coincidencias entre estos dos planteos; que tienen de actualidad y que
cuestiones están estrechamente vinculadas a determinadas coyunturas
históricas requieren de un trabajo específico. Podría ser un trabajo más
que interesante. Pero eso lleva tiempo, dedicación, mucha consulta de
documentación. Es una delicada tarea, un tema sobre el que no se puede
improvisar, por lo pronto nosotros no nos animamos a ello. Ni siquiera
pensamos en la posibilidad de confeccionar un esquema con un desarrollo
básico sin muchas pretensiones. Pues como te había dicho antes de
empezar la entrevista, hoy estamos abocados a terminar una parte
histórica sobre nuestra organización y el tiempo no da. Así que
dejaríamos la respuesta en ese plano de la “impresión”. Como cosa
gráfica, te puedo agregar que si preguntaras a compañeros de FAU de
anteriores generaciones que es el Plataformismo, supongo que dirían algo
así: Un grupo especifista como el nuestro que se nutrió de otra
historia y otra experiencia. Esto en base a como se dieron las cosas en
este lugar.
Hemos
hecho varias menciones a problemas que tenemos que superar, a desafíos
que hay por delante, a la necesidad de comenzar a pisar firme para ir
recuperando tanto terreno perdido. Todo ello lo decimos de la
perspectiva que el anarquismo fue mucho ayer y tiene mucho hoy para
decir y hacer. Obvio es que la historia libertaria no empieza hoy. Somos
herederos de un pasado lleno de combates, de militantes ejemplares, de
verdaderos héroes del pueblo. El anarquismo tiene escritas grandes
páginas en la historia. El mundo obrero sabe de su abnegación y
entereza. Un pasado que hasta nos asusta. Concepción que ha tenido una
consecuencia plena con respecto a la necesidad de cambiar las
estructuras del sistema capitalista y marcado con precisión líneas
generales de reconstrucción social que tienen, en lo fundamental, una
incuestionable vigencia. Puso el acento en la participación popular, en
la acción directa, en no entrar “en el corral de ramas” de la burguesía.
Ante el fracaso de los otros planteos socialistas hoy puede, ante la
historia, reclamar su derecho a aplicar su modelo de sociedad. Claro
sólo ante la historia, no ante el poder existente a quien hay que
desalojar por que solo no se va y estas, nuestras cosas, las combate a
sangre y fuego.
FC
– Dentro de las corrientes socialistas (autoritarias y
antiautoritarias) hay sectores que, como nosotros, defienden esta
separación entre la organización política y el movimiento popular.
¿Usted podría decir cuál es la diferencia de las relaciones entre
organización anarquista y los movimientos populares y las relaciones de
los partidos leninistas/trotskistas con estos movimientos? O sea, ¿qué
diferencia una organización anarquista especifista de un partido
autoritario? ¿Usted podría hablar sobre la relación entre la
organización anarquista y los movimientos populares?
JCM –
Separaríamos los temas a los efectos de intentar hacer más clara la
respuesta. Tomaremos inicialmente lo que se ha denominado
tradicionalmente partidos autoritarios. Este tema nos lleva de la mano a
otro, una nueva forma de hacer política. Lo que equivale a
simultáneamente a encarar la forma organizativa política de otra manera y
poniendo el acento en un polo prácticamente opuesto al de los grupos
marxistas en general. Todos ellos poseen una estrategia en la que se
asigna una participación mínima o pasiva a la clase trabajadora y al
movimiento popular en general. Ellos estiman que representan los
intereses de los trabajadores y que es el partido al que hay que
fortalecer ya que los cambios o en algunos casos el evento
revolucionario vendrá desde arriba digitado por tal partido. En todos
los casos, grados más grados menos, las llamadas “masas” ofician de
furgón de cola. Es el partido quien dirige el proceso y lo que se debe
hacer y no le deja al movimiento de “masas” alternativa alguna de
participación decisoria en nada relevante.