jueves, 9 de abril de 2015

Resumen del 1º Congreso del FAR

1) Contexto histórico: una etapa de resistencia para los de abajo

A la hora de caracterizar la etapa actual encontramos al sistema de dominación capitalista en su fase neoliberal. Así podemos ver cómo en la búsqueda de un perfeccionamiento, este modelo de poder de dominación se transforma condicionado tanto por los diversos procesos de resistencia de los de abajo como por las disputas internas de la propia clase dominante. Estableciendo, entonces,  reconfiguraciones en su estrategia de opresión política, cultural, social, económica, ideológica, jurídica y militar. A partir del análisis desarrollado anteriormente podemos ver que  algunas características fundamentales de este modelo de poder son:
• Intervencionismo de proyectos imperialistas como una de las estrategias principales, expresado en la invasión de territorios,  la promoción de guerras civiles y el estímulo de inestabilidades políticas y económicas en países dependientes.
• Disposición geopolítica de grandes zonas del mundo en función de la estrategia de dominación de las diferentes potencias hegemónicas y la división internacional del trabajo. Regionalización política-económica a partir de bloques.
• Preeminencia del modelo extractivista luego de un período de dominio del capital financiero que dejó a las élites de los países más pobres en un grado de mayor dependencia frente a las potencias, generando un efecto devastador para las clases oprimidas.
• Especulación y control del capital extractivista al punto que ha generado una crisis alimentaria sin precedentes a nivel global provocando un período recesivo.
• Vaciamientos financieros que fueron amortiguados por la clase dominante y los Estados más poderosos del mundo en función de los intereses de las principales potencias.
• Mayor injerencia de los organismos de créditos internacionales sobre los países dependientes.
• Triunfo ideológico-cultural del neoliberalismo expresado en la fragmentación social y la mercantilización en la lógica de las relaciones sociales.
• Ensanchamiento de la brecha entre ricos y pobres, aumento de la pobreza y la precariedad de la vida.
• Aumento de hambrunas, epidemias y enfermedades endémicas profundizadas por las catástrofes naturales y la crisis alimentaria.
• En Latinoamérica la clase política garantizó esta nueva fase del modelo de poder capitalista a través de una reprimarización de las economías en función de la división internacional del trabajo, ya sea a través de una continuidad de proyectos conservadores de las élites de la región, o de un viraje hacia proyectos de sectores políticos locales de retórica nacionalista y socialista. Esto último en función de un reacomodamiento institucional del Estado como respuesta a diversos estallidos populares.
• Nuevas formas de control social entre las que se destacan las políticas focalizadas que agudizan la fragmentación social y consolidan la exclusión de gran parte de la población del mundo, tanto del trabajo como del acceso a servicios básicos.
• En Argentina preeminencia de la injerencia de capitales extractivistas y potencias extranjeras luego del control y vaciamiento del capital financiero que terminó marginando a gran parte de los sectores populares.
• Profundización en la configuración de un mapa de poder centralista montado en elementos histórico-estructurales que generaron una mayor dependencia de las provincias hacia el Estado Nacional.
• Crisis energética sin precedentes que generó mayor endeudamiento externo.
• Vigencia institucional y herencia político-ideológica de la estructura represiva del Estado expresada en la organización y el accionar de las fuerzas de seguridad y los servicios de inteligencia.
• Enfrentamiento abierto entre sectores dominantes en el plano económico, político, jurídico, cultural e ideológico entre otros.
• Enfrentamiento entre sectores populares en el marco de una creciente violencia social producto de la desigualdad persistente, la precariedad de la vida y el aumento del narcotráfico como factor catalizador.
Por otra parte podemos  observar que, salvo algunas excepciones, existe una discontinuidad en el proceso de acumulación  de la resistencia de los sectores oprimidos frente al modelo de poder. Esto se expresa en una mayor  fragmentación y regionalización de las mismas. Si bien  durante esta etapa se sucedieron y se suceden con diferentes intensidades oleadas de estallidos populares por regiones, puebladas locales así como también luchas sectoriales, estas experiencias no llegan a constituirse catalizadores de resistencias más generales espacial o temporalmente. Como excepción a lo anterior, existen algunos procesos de resistencia han tenido importantes grados de acumulación y poseen cierta potencialidad que podría permitir pasar a una ofensiva contra los sectores dominantes. Entre los mismos se destacan las dos décadas de levantamiento indígena-campesino de los zapatistas en Chiapas y el reciente proceso revolucionario iniciado por sectores del pueblo kurdo en Rojava luego de años de lucha emancipadora contra los Estados de la región. Resaltan en dichos procesos elementos articuladores en función de la etnicidad, la multiculturalidad y la lucha contra el patriarcado, entre otros. Ambos procesos de enfrentamiento con el sistema de dominio local renuevan la esperanza en la posibilidad de construcción de una sociedad autogestiva.



2) Nuestra concepción de programa: una praxis para construir autogestión.

En base a las discusiones que surgieron para este nuevo momento de la organización y que fueron abordadas de manera sistemática durante el congreso, la necesidad de una orientación más planificada de nuestra fuerza militante se cristalizo en la necesidad contar con un programa, que de coherencia y orientación a nuestra práctica cotidiana en relación a nuestros objetivos finalistas.
En este sentido entendemos por programa a un conjunto de propuestas de acción orientadas al desarrollo de un proyecto de transformación de la realidad desde una praxis anarquista y hacia un horizonte anarquista, concibiendo a este  programa como algo provisional, sujeto a ser practicado y  tensionado por la realidad.
En este sentido, la idea sería hacer un esfuerzo de planificar lineamientos que vayan un poco más allá de lo que se nos aparece como inmediato. Así lo programático necesariamente nos lleva a pensar la dimensión temporal de lo que hacemos, y si bien siempre se habla de corto, mediano y largo plazo, en general los análisis y las propuestas muchas veces están enmarcadas en los extremos. Se tiende a construir un puente más que imaginario del corto al largo plazo, sin tratar de delinear el mediano plazo.
Para concebir nuestro programa, de acuerdo a nuestras definiciones teóricas e ideológicas  rechazamos todo tipo de apriorismo o determinismo. En este sentido entendemos que no se puede definir de una vez y para siempre el alcance de estos lineamientos, ni la forma en la que  conquistaremos nuestros objetivos, ya que dependerá de la experiencia concreta que no demos como clase oprimida en la lucha contra la dominación. Así, se expresaba Malatesta:” no afirmamos haber preparado una solución pre-empaquetada, infalible y universal a todos los problemas que vengan a la mente.” En todo caso, a través, de nuestra praxis podremos elucidar con mayor o menor precisión, la realidad de la formación social concreta en la que nos encontremos y los lineamientos y proyectos que consideremos que aporten al proceso, a los fines de mejorar nuestra práctica de transformación social. Entonces para nosotros una práctica política eficaz exige, por lo tanto, una actividad tendiente a elucidar lo social-histórico (actividad teórica)  la postulación armónica con ella de valores y objetivos de transformación (ideología) y medios políticos concretos para lograrla (práctica política). Los tres elementos se funden en una unidad dialéctica que constituye un esfuerzo por la transformación social que la organización postula (praxis ). Y es en este último sentido la forma en la que entendemos las definiciones programáticas que se han alcanzado hasta ahora .



3) Estrategia: Objetivos Finalistas, metodología y Herramientas para la construcción de nuestra utopía.

Entendemos como objetivos finalistas la destrucción del sistema de dominación capitalista y la construcción de una sociedad autogestionaria.
La destrucción del sistema de dominación, se puede enmarcar en la búsqueda de un proceso revolucionario de ruptura con el orden social actual, que se da paralelamente a la construcción de una sociedad autogestionaria o anarquista.
Retomando a Errandonea definimos Revolución Social como “Modificación o alteración profunda del sistema, que afecta sus aspectos fundamentales y su identidad (el modelo de poder). Puede ser comprendida como revolución y ocurre cuando los conflictos sociales se tornan lucha de clases abiertas y consientes, extrapolando las esferas y generalizándose al conjunto de las relaciones sociales .”
Una ruptura  con el modelo de poder de dominación, y la construcción de un modelo de poder autogestionario, nos lleva necesariamente a desechar vías estatistas e institucionales, en nuestra estrategia, por ser contradictoria con el objetivo de revolución social. En este sentido se refería Bakunin sobre la revolución social: “…es precisamente a este sistema antiguo de la organización por la fuerza a lo que la revolución social debe poner un término, dando a las masas su plena libertad, a los grupos, a las comunas, a las asociaciones, a los individuos mismos, y destruyendo de una vez por todas la causa histórica de todas las violencias, el poder y la existencia misma del Estado…”
Es por eso que defendemos la autogestión, el federalismo libertario, el anarco-feminismo y el anti-colonialismo como metodologías de organización social, que puedan transformar el modelo de poder de dominación para convertirlo en uno de poder autogestivo.
Proponemos, por lo tanto, una organización federal de la sociedad a través de órganos básicos de discusión y decisión, que desarrollando solidariamente formas de administración descentralizada, mediante un sistema dinámico y de control directo, puede ir creando una vasta red de organismos autogestores que reanimen el tejido social y que puedan en un momento de ruptura con este sistema, convertir esto en revolucionario, constituyendo así la base de una nueva organización social .
En la esfera económica, este proceso irá de la mano de la abolición de la propiedad privada y la puesta en común de todos los medios de producción, todo lo producido y todos los recursos vitales para la humanidad. La forma de construcción de una nueva sociedad igualitaria lleva consigo una distribución del producto colectivo basada en la determinación de las necesidades, y en donde el trabajo es distribuido equitativamente y de acuerdo a las capacidades individuales.  Orientando toda actividad económica hacia la sostenibilidad de la vida, entendiendo que lo económico incluye también todas las acciones referidas a la reproducción de las personas y que además deberán ser realizadas en un marco de respeto y protección del medio en el cual  nos encontramos.
En la esfera político-cultural, la destrucción del patriarcado  en pos de una sociedad justa -que no discrimine en función del género de las personas- implicará no sólo el cuestionamiento a instituciones como la familia, la heterosexualidad obligatoria y el estado; sino que requiere desde ahora la construcción de otros tipos de relaciones a la par de la lucha reivindicativa específica desde los movimientos sociales. Para esto, el anarco-feminismo junto con la perspectiva de género y la equidad de género  como herramientas metodológicas, permitirán reconocer los orígenes y las expresiones de este tipo de opresión, generar posicionamientos de ruptura y orientar las acciones concretas de lucha contra el patriarcado y el machismo.
Pero estos modelos organizativos los entendemos en relación con los procesos de lucha, y con las particularidades de cada lugar, entendiendo por esto la integridad cultural, el idioma, los modos de vida, y las identidades étnicas. Así, no pensamos en una revolución como un fenómeno homogeneizante de la sociedad, sino, justamente capaz de hacer brotar aquellas particularidades individuales, colectivas, culturales, regionales, etc. que no nieguen otras y que se reconozcan y se fortalezcan en las diferencias. Sobre este tema se expresa claramente la autora Maia Ramnath “Donde la etnicidad es brutalizada y la cultura diezmada es insensible no tener en cuenta el valor del orgullo étnico, afirmado el derecho a existir como tal; no olvidando que la expresión cultural debe incluir el derecho a redefinir las prácticas de la cultura propia en el tiempo, en dialogo con múltiples influencias externas e internas, sin santificar una tradición cerrada…””La descolonización de la cultura no debe significar rebobinar a una condición original “pura” sino restaurar la atrofiada capacidad de crecer libremente sin interferencia externa que reduzca el espacio de lo potencial”  . Es por eso que defendemos el anti-colonialismo  como perspectiva y metodología de acción que apunta a la autogestión cultural de los pueblos.
Desde esta perspectiva, entonces, consideramos que es posible y necesario, apuntar a cambios globales en la sociedad, y de esta manera rechazamos aquellas concepciones que consideran que estas metodologías y principios son solo realizables a pequeña escala. Para nosotros la política prefigurativa también está alimentada por los imaginarios políticos e ideológicos que se vayan forjando en las luchas concretas, si nuestro punto de partida es la imposibilidad de una organización social autogestionaria, es posible que esto condicione desde hoy nuestra práctica y haga real esa imposibilidad para un mañana. En este sentido “comprendemos que las ideas tienen un tipo de materialidad, son tangibles, palpables. Son tan contundentes como una medida económica o una decisión política .”
Esta alteración profunda del modelo de poder al ser un proceso a la vez destructivo/constructivo, no puede darse para nosotros de manera espontánea, como una simple evolución, sino que debe ser buscado y construido a través de una estrategia de construcción de poder popular autogestivo.
La coherencia de nuestra estrategia con los objetivos finalistas, estará dada, por el carácter autogestivo que tenga el entramado de relaciones sociales que configuren la fuerza social que apuntamos a construir. Entendiendo que este carácter autogestivo será tal, en tanto, entre en disputa con la dominación, ya que las fuerzas sociales y la configuración de un poder autogestivo se da en el marco de la lucha de clases.
Para esto destacamos cuatro rasgos fundamentales y básicos de la estrategia para la etapa.
- Inserción social:
Creemos en un proceso de transformación radical de la sociedad en donde la clase oprimida tome su destino en sus manos. Para esto, se hace imprescindible la existencia de organizaciones sociales que motoricen y sustenten dicho proceso. Esto es, para enfrentar a la clase dominante organizada, es ineludible contar con la fuerza organizada de los/as de abajo.
En este sentido, la organización anarquista y sus militantes deben estar insertos allí donde acontece la experiencia popular, la lucha social, fomentando y formando parte de sus experiencias organizativas. Dicho de otro modo, nuestras ideas, solo sirven en tanto sean parte de nuestra práctica política en el marco de experiencias de organización social .
- Organización política:
La organización política es para nosotros un elemento estratégico, ya que consideramos que sirve como potenciador de las luchas sociales, que se retroalimenta de las mismas, aportando una visión ideológica antagónica a los valores impuestos desde la visión dominante, amasando alternativas de organización y resistencia que tiendan a construir una praxis revolucionaria en sentido anarquista.
Es así que las tareas de la organización política se relacionan con la construcción, por un lado, de una visión ideológica colectiva, es decir, ir tejiendo en la experiencia social vivida, una trama de significaciones propias en relación con la forma de ver al mundo y de actuar en él. Por otro lado, se requiere un marco conceptual teórico común, es decir una serie de elementos e instrumentos que permitan analizar lo más profundamente posible los procesos históricos de los que somos parte. Traducido en un actuar en unidad de acción, es decir, en base a los lineamientos colectivos que nos orienten en el desarrollo de un proyecto de ruptura revolucionaria, delimitando nuestras estrategias y tácticas para el periodo en cuestión, aportando de este modo desde nuestra práctica política en las luchas sociales, atravesado por un estilo y perfil propios en coherencia con nuestros principios libertarios .
- Construcción de poder popular autogestivo:
La construcción de poder popular autogestivo resume la orientación estratégica de nuestras fuerzas y además proporciona un análisis de cómo consideramos los procesos sociales, la lucha de clases y al estado.
“Nuestra propuesta política fundamental consiste en la destrucción del estado en tanto especial ámbito institucional de dominación política y en la supresión de las formas gubernamentales que constituyan un poder separado del conjunto de la población….
Ahora bien, cuando hablábamos de reapropiación por parte de la sociedad, del conjunto de todas las personas, de la posibilidad de ejercer las funciones detentadas por las clases o grupos dominantes, nos estamos refiriendo en lo medular, precisamente, a la desaparición del estado y junto con él toda la cultura de poder que lo sustenta y reproduce.”
Según nuestro punto de vista “reintegrar a la sociedad el poder político es sustituir al estado y al gobierno en sus funciones tutelares y habitualmente represivas. Es socializar los mecanismos de expresión y decisión que deben serle propios e ir abandonando los mecanismos de represión y coacción violenta en beneficio de relaciones de convivencia asentadas en la libertad responsable y el compromiso libremente acordado.
En términos de realización libertaria esto quiere decir que el poder político asume la forma de una democracia directa, ejercida desde las instituciones de base y las instancias globalizadoras que las expresan…
Este es un camino que proponemos para que la totalidad de las personas puedan expresar genuinamente sus necesidades, puedan discutirlas, confrontarlas y madurarlas. Y puedan plasmar en decisiones políticas generales ese proceso de elaboración y de intercambio. Estas son algunas de las bases de lo que entendemos como poder popular. Poder popular  que reiteramos es concebido por nosotros/as como el poder revolucionario protagonizado por las organizaciones populares, donde lo político y lo social adquieren una nueva articulación que lo asegura. Sin tal articulación, estimamos, no habrá poder autogestionario real.”
- Metodología Libertaria: La organización como escuela de vida
Proponemos la construcción de una metodología libertaria para nuestra práctica política como elemento estratégico, ya que consideramos que proporciona coherencia, cohesión y posibilidad de realización concreta a aquellas definiciones programáticas que hayamos alcanzado. Constituye, en este sentido, una metodología de acción, una forma, incluso, de difundir nuestra práctica y proyecto, ya que la organización no solo se expresa en comunicados, y declaraciones, sino que también lo hace en su práctica cotidiana.
Entendemos por metodología libertaria a la aplicación coherente, tanto en el ámbito individual, como en las instancias organizativas de las metodologías y perspectivas defendidas por la organización, desarrolladas más arriba.
3 PALABRAS FINALES.
Partiendo de las fortalezas que supimos construir y tratando de aprender de los errores y limitaciones que debimos afrontar es que encaramos esta nueva etapa de la organización con la expectativa de poder mejorar y desarrollar nuestra práctica en función de las definiciones mencionadas más arriba. Así, la elaboración de un programa que nos oriente hacia el desarrollo de una estrategia de ruptura con este sistema de opresión -que canalice y potencie nuestra militancia cotidiana hacia la construcción de una fuerza social autogestiva- junto con la consolidación de la organización política en su funcionamiento orgánico federal libertario; materializan este avance como Federación.
El momento histórico que estamos atravesando -y que exige la tarea de analizarlo en profundidad desde una perspectiva anarquista- nos presenta grandes complejidades para nuestros objetivos, pero también nos pone ante el desafío ético de hacer el mayor esfuerzo posible de enfrentar al sistema de dominación sin miramientos, con firmeza ideológica y convicción. En este sentido, hemos decidido organizarnos como anarquistas en la FAR, para potenciar esta praxis histórica de los oprimidos, que es el anarquismo, y asumimos ese desafío como la principal tarea de nuestras vidas.