A continuación 2 artículos extraídos para la sección. de este tema El primero responde a extractos del
trabajo de Mariano Pacheco del MTD de Almirante Brown “Del piquete al
movimiento Parte 1: De los orígenes al 20 de
diciembre de 2001”,
Cuadernos de la FISYP, Enero 2004 que menciona a nivel general la génesis del movimiento desocupado en Argentina. La segunda parte “El Anarquismo en los
Movimientos de Desocupados” corresponde a una producción de Emilio Crisi y apunta a describir la acción e impulso de los anarquistas en el movimiento de desocupados, de hace 10 años a la actualidad.
“Del piquete al movimiento”
Por Mariano Pacheco
Los primeros cortes en el interior del
país
En junio de 1996 se produce un hecho
de vital importancia para el futuro de Argentina. En Cutral-Co, un pueblo
petrolero de la provincia de Neuquén, devastado por las políticas neoliberales
iniciadas por la
Dictadura Militar (1976-1983) y profundizadas durante el
gobierno de Carlos Saúl Menem, se produce lo que podríamos denominar «el primer
piquete».
El piquete es una herramienta de lucha
utilizada por los trabajadores desde hace más de un siglo. Históricamente
apelaban a ella en las huelgas, cuando los patrones intentaban quebrarlas y
quebrar la voluntad de los trabajadores recurriendo a «carneros» para que
«cubrieran» la actividad suspendida por los trabajadores en protesta y
garantizaran la continuidad de la producción. Cuando esto sucedía se instalaba
el piquete en el acceso los lugares de trabajo, para que nadie ingresara,
buscando garantizar de este modo los objetivos de la lucha.
En cambio, en la provincia sureña
recurrir al piquete no buscó garantizar los objetivos de una acción orientada a
interferir en la producción y presionar a la burguesía retaceando la fuerza de
trabajo. El piquete de Cutral-Có, por el contrario, tuvo como eje principal la
exigencia de trabajo.
Producto de la derrota de las
experiencias revolucionarias de la década del 70, nuestro país se vio sometido
a un modelo económico, político, social y cultural que se desarrollaba
desestructurando las bases de la matriz industrial y del Estado de bien-estar
y, paralelamente, los derechos esenciales de los trabajadores. Con el proceso
privatizador millones de argentinos quedaron sumergidos en la miseria. El
hambre y la imposibilidad de cubrir las necesidades básicas dejaron de
considerarse como un mal pasajero. Ya no funcionaba el concepto clásico de
ejército industrial de reserva. Estábamos ante una nueva realidad, ante un
problema estructural.
Así, en el piquete de Cutral-Co aparece
en la escena pública la figura del desocupado. Este piquete es bien distinto al
piquete histórico, aunque en algún sentido lo recupera y reformula como suele
hacer el pueblo con las mejores tradiciones de lucha. Es distinto, en primer
término, por su composición social: si bien la mayoría de los que ocuparon la
ruta en junio de 1996 habían trabajado en YPF, ya no lo hacían. Además, habían
salido a pelear con sus mujeres e hijos, con lo cual el núcleo familiar asumía
el compromiso en la lucha. En segundo término el lugar donde se desarrolla el
conflicto ya no es el mismo: no es la puerta de la fábrica en cuyas entrañas se
producen las riquezas. Ahora el ámbito del piquete es la ruta, lugar a través
del cual esas riquezas circulan. Este último resulta ser un dato esencial
porque la ruta, en la mayoría de los primeros piquetes, está cercana al poblado
donde residen los que protagonizan la protesta, es más: es su única vía de
comunicación con el resto del país y el mundo, por lo tanto, el «territorio» comenzará
a delinearse como escenario de los conflictos y a adquirir una nueva
significación. Finalmente, y como señalamos, otro rasgo distintivo de estas
luchas será el reclamo que motoriza la medida: la exigencia de trabajo.
Estos aspectos singulares, puestos de
manifiesto en el conflicto (base social, escenario, eje reivindicativo,
metodología de lucha), junto con la intransigencia ante las autoridades, y la
incipiente forma organizativa adoptada espontáneamente al calor del mismo
conflicto (asambleas abiertas sobre la ruta que ejercían la democracia directa,
que elegían delegados o voceros con mandato revocable para tareas puntuales),
son de fundamental importancia a la hora de analizar las primeras experiencias
de los piqueteros.
Otro componente que Cutral-Co puso en
evidencia fue la decisión férrea de resistir a las fuerzas de seguridad (en
este caso a la Gendarmería).
Tanto en Neuquén como en el resto de las provincias que fueron escenario de los
primeros cortes, fue de vital importancia el hecho de que, por un lado, fuese
todo un pueblo el que se decidiera a la lucha, y por el otro, el papel jugado
por esas personas en su mayoría jóvenes que pasaban la noche junto a los
neumáticos encendidos, con sus rostros cubiertos por pañuelos y que ante el
avance de las fuerzas represivas arrojaban piedras –a mano o con gomeras- y
armaban barricadas. Esos grupos cobraban un verdadero protagonismo a la hora de
ir retrasando a las fuerzas represivas en su avance, permitiendo que los grupos
que se disponían a resistir pudieran reagruparse después de las primeras
corridas y sobre todo, llevando a la Gendarmería hacia terreno desconocido, es decir,
al territorio de quienes realizaban la protesta: los barrios pobres más
cercanos a la ruta.
Vale destacar que la masividad y la
legitimidad del reclamo muchas veces no eran motivo suficiente para que éste
fuera tomado en cuenta. Sólo después de instancias de confrontación con las
fuerzas represivas, los medios masivos de comunicación se dignaban informar
sobre el conflicto, lo que obligaba al gobierno a dar una respuesta.
Estas serán características constantes
en los primeros piquetes, todos en el interior del país: Neuquén, Córdoba,
Salta, Jujuy, Tucumán.
Otra característica compartida por
estos primeros cortes es
que ninguno fue convocado por alguna organización y/o institución: ninguna
iglesia, ningún sindicato, ningún partido político. No es un dato menor, ya que
refleja una crítica lúcida por parte del pueblo: las iglesias, los sindicatos y
los partidos (con escasas y honrosas excepciones) han sido corresponsables de
la situación de injusticia.
A partir del segundo «Cutralcazo», el
12 de abril de 1997, donde es asesinada Teresa Rodríguez, el piquete comienza a
extenderse a lo largo y a lo ancho del país, y aunque sin conexión entre sí,
las luchas comenzarán a
compartir las características que señalamos. También es
importante señalar que a partir de estas experiencias surgen los planes de
asistencia social para desocupados (como el Plan Trabajar), concebidos como
parte de una estrategia del Estado para responder al fenómeno del desempleo
estructural y a la protesta social. Los planes del gobierno fueron fruto
directo de esas luchas. Sin ellas no se habría implementado ningún tipo de plan
social. Pero no por ello debemos dejar de reconocer los límites de aquellas
experiencias fundacionales. Lo espontáneo fue una de las constantes del periodo
y la cooptación estatal, la otra. Ambas, por cierto, imposibilitaron el
desarrollo de una experiencia de organización popular en esos lugares. Sin
embargo, aquello ideado por el Estado para contener el conflicto social, fue la
chispa que encendió el polvorín.
Los primeros pasos hacia la
organización
El primero de Mayo de 1996, la mayoría
de los partidos de la izquierda tradicional argentina realizaba un acto poco
concurrido como casi siempre, en un costado de la Plaza de Mayo.
Simultáneamente en otro costado de la
Plaza se instalaba un camión que horas más tarde ofició como
palco para los organizadores de otra movilización que asumía el día de los
trabajadores desde una concepción que distaba del ritual monótono de las
efemérides, tan típico de la izquierda que huele a naftalina.
Como en otros tiempos, desde las
barriadas populares, abigarrados contingentes se arrimaban a la Capital. Era el
pobrerío. Algunos portaban rústicas pancartas hechas a mano, escritas con
fibrón. Por trabajo y dignidad, ni un paso atrás, podía leerse en algunas de
ellas. Otros cuatro carteles, colgados del cuello de los pibes que marchaban al
frente, agarrándose de las manos, formaban la siguiente frase: Es preferible /
morir de pie / y peleando / que de rodillas y de hambre. Una bandera Argentina encabezaba la columna.
Llevaba una inscripción estampada en aerosol negro: Movimiento de Trabajadores
Desocupados.
Sin embargo el MTD no era una
organización única, ni siquiera un «movimiento» en los términos más clásicos.
En los hechos era un conjunto heterogéneo de comisiones barriales que, sin
vínculos entre sí, se habían ido desarrollando con el objetivo de agrupar a los
desocupados.
“Llegar a esta plaza y estar hablando
aquí arriba (...) se nos hizo muy difícil. Porque no estamos aquí para engañar,
no estamos para transar, no estamos para traicionar, no estamos para claudicar,
estamos aquí para confrontar. Hoy, cuando la miseria y el hambre acosan a
nuestras familias, es necesario reflexionar sobre quiénes son los responsables
de esta canallada, y no tenemos dudas compañeros, los responsables son quienes
sostienen a este inhumano sistema capitalista. Y nos pusimos de pie siguiendo
el camino que nos marcó el santiagazo, la resistencia de los trabajadores
jujeños, las movilizaciones de los desocupados de Neuquen, la confrontación en
defensa de la educación pública de los estudiantes de La Plata, los enfrentamientos
de los metalúrgicos de Ushuaia, y las puebladas de Ezeiza y Dolores. Y poner
todo nuestro esfuerzo para que el MTD sea una organización distinta,
pluralista, democrática y capaz de irradiar a todos los sectores el espíritu de
lucha que hoy nos anima”,
expresó Lili de La Matanza
en ese encendido discurso que expresaba a tantas mujeres allí presentes.
En el mismo mes, en La Matanza, Juan Carlos Alderete
lideraba una olla popular instalada en la plaza de San Justo, exigiendo al
municipio ayuda alimentaria. El 24 de mayo la negociación culminó
favorablemente para los acampados.
En junio de 1997, el Movimiento de
Trabajadores Desocupados Teresa Rodríguez, que acababa de conformarse, con base
en Mar del Plata y Florencio Varela, realiza una serie de movilizaciones en
esta última localidad del Gran Buenos Aires y un corte de ruta en la primera.
Son las primeras experiencias piqueteras en la provincia de Buenos Aires que
conquistan planes sociales, otorgados por el gobierno provincial.
En julio, el entonces Movimiento de
Desocupados que posteriormente tomara el nombre de Desocupados de la Corriente Clasista
y Combativa (CCC), realiza un corte de ruta en La Matanza y al mes siguiente
obtiene los primeros 70 planes «Barrios Bonaerenses». Es en esa época que el
Movimiento Independiente de Jubilados y Pensionados (MIJP, actual MIJD),
liderado por Raúl Castells, toma contacto y comienza a estrechar vínculos con
el grupo inicial de la CCC
matancera.
El mismo mes, también en el partido de
La Matanza,
un grupo de vecinos del barrio El Tambo y otros barrios cercanos a éste, ocupan
por 24 días la Parroquia
del Sagrado Corazón. Los encabezaba Luis D’Elía. Pero lo que interesa destacar
de esta última acción es que en su desarrollo se estableció un contacto con los
desocupados que posteriormente se conformó como CCC.
Recién en noviembre de 1997 se produce
el verdadero punto de inflexión en la historia del movimiento piquetero. El MTD
Teresa Rodríguez realiza cuatro cortes de ruta en forma simultánea y con
permanencia por más de un día. Florencio Varela, San Francisco Solano (partido
de Quilmes), Hurlingham y Mar del Plata, son las localidades donde el
movimiento se desarrolla y son ésos los cuatro focos de conflicto.
A diferencia del año anterior, durante
el cual las luchas de los desocupados de Buenos Aires giraron en torno a ollas
populares y movilizaciones que reclamaban tarifa social, boleto gratuito y
subsidio para el desocupado, el MTD Teresa Rodríguez introduce, como nadie lo
había hecho hasta el momento, la metodología del piquete y la exigencia de
otorgamiento de planes sociales ya existentes manejados por el gobierno, como
lo eran entonces el Plan Barrios Bonaerenses en la provincia de Buenos Aires y
el Plan Trabajar a nivel nacional.
El Teresa Rodríguez fue el sector que
con más profundidad supo apreciar la experiencia del último año, y favoreció
con su accionar el traslado del eje del conflicto del Interior al Gran Buenos
Aires. Esos cortes de ruta expresaron un salto cualitativo en la lucha de los
desocupados. El piquete ya no era la respuesta espontánea de una población,
sino la de hombres y mujeres nucleados en una organización. Además de convocar
desde una organización, de concebir al piquete como metodología de lucha y de
la exigencia de planes como eje reivindicativo, otro elemento que introduce el MTD
Teresa Rodríguez que, entendemos, es el aspecto mas importante del salto
cualitativo, es la consigna que se asume como movimiento: Trabajo, Dignidad y
Cambio Social.
Si hasta ese momento las puebladas y
piquetes del interior habían sentado las bases para el desarrollo de la acción
directa como forma de acceder a las negociaciones con el poder político y
conquistar reivindicaciones inmediatas; de la democracia asamblearia como forma
de plasmar la participación masiva, involucrando a todos los participantes en
las decisiones del conflicto; si hasta ese momento estas experiencias habían
logrado instalar en el centro de la escena nacional el problema de la falta de
trabajo; si lograron devolverle a la política argentina la importancia del
protagonismo de los que ponen el cuerpo y consiguieron que la lucha dejara de
ser un sinónimo de derrota y pasara a ser antesala de victoria; si el piquete
gestó todo esto y posibilitó el surgimiento de expresiones organizadas, es a partir de estas experiencias
que la lucha encuentra una continuidad y la posibilidad de comenzar a construir
un camino que se proyecte a nivel nacional.
Aprendizajes
Tanto los sindicatos como los partidos
de izquierda, los sociólogos y otras especies eran reacios a concebir una
recomposición del campo popular desde «tan abajo», desde lo que consideraban
campo de la decadencia absoluta y del lumpenaje. Los cuestionamientos a los
militantes populares que intentaban construir una política desde la dinámica
social eran los habituales en esa etapa: que eran grupos marginales, que sin el
aparato no se podía comenzar a construir un proyecto, que el partido clásico
seguía siendo la herramienta más adecuada para representar los intereses de la
clase; que terminarían en un radicalismo pequeño burgués y en aventurerismos
que provocarían la reacción.
Por lo antedicho sostenemos que el
camino transitado fue del piquete al movimiento.
Sin los piquetes del interior, sin
todo el recorrido realizado por nuestro pueblo en forma espontánea y precaria,
no hubiera podido surgir el movimiento. Esas experiencias permitieron
sistematizar los aprendizajes que dejaban aquellas primeras luchas espontáneas.
De ellas se extrajeron conclusiones, se revisó lo bueno y lo malo y, sobre
todo, se asumieron los «límites» de toda acción de masas que logra obtener
conquistas inmediatas pero que no se articula con un cuestionamiento de fondo
al orden social vigente, causante de los males que provocaron la situación de
necesidad. Asimismo permitieron reconocer que cuando las luchas espontáneas
logran solucionar un problema del momento pero no favorecen el desarrollo de
organizaciones sólidas y perdurables que libren nuevas luchas, que obtengan
nuevas y mejores conquistas y sobre todo, que generen la posibilidad de
construir una alternativa de liberación, el sistema logra con facilidad cooptar
o anular esas experiencias y el poder de los sectores dominantes se mantiene
incólume.
Los primeros piqueteros, los autónomos
Los primeros piquetes fueron
motorizados por la necesidad extrema de pueblos enteros. Necesidad extendida en
nuestro país y que permitió que la experiencia de Cutral-Co fuera fácilmente
trasladable. Pero esta capacidad de traslado no redundó en unidad y
coordinación de las luchas. Por lo tanto, desde el inicio, la experiencia de los
piqueteros estuvo signada por la fragmentación y la heterogeneidad más allá de
los rasgos comunes señalados. La dispersión fue casi una característica
constitutiva del movimiento. ¿Por qué el desarrollo de organizaciones no derivó
en la conformación de un único movimiento? Parte de la respuesta a este
interrogante se vincula al perfil político - ideológico de los primeros núcleos
militantes.
Cuando hablamos de las experiencias
iniciales y nos referimos al carácter autónomo de los grupos que las protagonizaron,
no nos estamos refiriendo a la actualmente denominada «corriente autónoma». Los
primeros núcleos militantes eran independientes de los partidos políticos
tradicionales, incluyendo los de izquierda, claro está; de los sindicatos,
incluidos los autodenominados clasistas y también los progresistas o
reformistas; de las Iglesias, en tanto estructuras y de las Organizaciones No
Gubernamentales (ONG).
En el primer intento de organización
de los trabajadores desocupados, los grupos que participaron del acto del
Primero de Mayo de 1996, podemos encontrar una multiplicidad de identidades
políticas. (Vale aclarar que nos referimos exclusivamente, a las experiencias
de la provincia de Buenos Aires. No mencionamos al MTD de Chaco ni a la UTD de Salta, protagonistas
indiscutidos de las primeras experiencias de organización en el interior del
país. Por un lado, grupos como el de La Matanza, con Toti Flores como referente, que
venía del trotskismo, más específicamente del Movimiento Al Socialismo (MAS).
En el mismo MTD podíamos encontrar a curas como Alfredo, de San Francisco
Solano, acompañados de catequistas y militantes cristianos en su mayoría
jóvenes, provenientes del grupo mas afín a Agustín Ramírez 2 vinculado a las
Comunidades Eclesiales de Base (CEB), con fuerte desarrollo durante la década
del 80 y que estuvieron relacionadas con las tomas de tierra, experiencia muy
importante en el sur
del conurbano y respaldadas por la
Diócesis de Quilmes, encabezada por el obispo Jorge Novak.
También en la zona Sur, en Quilmes y en Avellaneda, un grupo de militantes
provenientes de la experiencia del peronismo revolucionario, en su gran mayoría
de la agrupación Descamisados, habían conformado, por el año 93, una
organización política: el Movimiento la Patria Vencerá
(MPV). Como vemos, las concepciones y prácticas de las que provenían estos
primeros grupos, poco tenían en común.
Asimismo está la experiencia del MTD
Teresa Rodríguez, surgido formalmente en junio de 1997. Si bien ésa es la fecha
de su aparición pública, los dos grupos que le dieron origen traían consigo una
experiencia de militancia previa: por un lado el grupo de Florencio Varela, los
Centros de Estudios de los Trabajadores (CET), integrado por compañeros como
Roberto Martino, con una trayectoria importante de militancia barrial en la
zona, e incluso con experiencia militante en los 70 en el seno del Partido
Revolucionario de los Trabajadores (PRT). Por otro lado estaba el grupo de Mar
del Plata, que provenía de la Juventud Guevarista de aquella zona. De la fusión
de estas dos experiencias surgió el Movimiento Guevarista, una organización
política de orientación marxista-leninista, que se proponía desarrollar
herramientas de organización de masas «orientadas a elevar el nivel de
conciencia y de enfrentamiento de la clase obrera contra el régimen burgués».
Desde esta concepción cobraba importancia el desarrollo del movimiento de
trabajadores desocupados en las barriadas populares, como forma de comenzar a
organizar sectores de «la clase» con potencialidad de cara a la confrontación.
En cambio, el tercer grupo sumado al
MTD Teresa Rodríguez nada tenía que ver con estas experiencias de la izquierda
revolucionaria. Por el contrario, el origen del MTD Teresa Rodríguez en Solano
es un grupo de catequistas y vecinos vinculados a la parroquia Nuestra Señora
de las Lagrimas, cuyo sacerdote, Alberto Spagnolo, era un joven recién llegado
a la zona, sin experiencia de militancia anterior, pero con una profunda
sensibilidad social y una formación basada en los últimos coletazos de la Teología de la Liberación.
Como podemos ver, lo único en común
que tenían los distintos grupos que dieron origen al movimiento piquetero, es
la base social y la definición política por la negativa, es decir, la
coincidencia en el rotundo rechazo a las estructuras partidarias, sindicales, y
eclesiales.
Esta heterogeneidad seguirá
incrementándose ininterrumpidamente. Otro sector que tempranamente optó por la
tarea de organizar a este actor social, es el representado en las Comisiones de
Trabajadores Desocupados, con base en La Plata y La Matanza y posteriormente en Lanús y Quilmes.
Estamos hablando del grupo de militantes pertenecientes al entonces Movimiento
Popular de Unidad Quebracho (MPU-Q), aparecido durante el primer gobierno
menemista, de fuerte composición universitaria y de sectores medios, que con el
tiempo tomó un perfil distinto debido, en parte, a la incorporación de jóvenes
provenientes de la clase media baja y los sectores populares. El MPU-Q, surgido
de militantes provenientes principalmente de la Juventud Intransigente
de La Plata, se
fusionó con el tiempo con otros pequeños grupos, entre los cuales figuraban las
agrupaciones Nueve de Julio, General
San Martín y Peronismo que Resiste.
Algunas de estas agrupaciones contaban
con la participación de viejos militantes que participaron de las experiencias
revolucionarias de los 70, en el peronismo, pero también en la izquierda
guevarista, y conformaron el Movimiento Patriótico Revolucionario Quebracho.
Así conformado, el MPR-Q, se encuadró en el nacionalismo popular revolucionario
y cambió sus tácticas de enfrentamiento callejero por la puesta en marcha de un
trabajo de organización barrial, creando las comisiones como frentes de masas
de la organización.
“El
Anarquismo en los Movimientos de Desocupados”
Por Emilio Crisi
Actualidad
de las organizaciones
No todos los impulsos
en el armado de organización de desocupados han
provenido de sectores autonomistas, cristianos, peronistas o marxistas. Desde
los albores de las puebladas piqueteras en Argentina se puede destacar el
desarrollo de movimientos sociales generados e impulsados por la militancia
anarquista. Una docena de esos movimientos sociales notoriamente persisten en
la actualidad y en algunos casos se encuentran en franco crecimiento. Tal es
así que podemos estimar una
participación de más de 2500 familias en dichas experiencias. Sin embargo la
importancia del caso no se debe meramente al número -nada desestimable- de
militancia en los movimientos sino mas bien en el trabajo formativo y
multiplicador que se esta llevando a cabo en estos ensayos cotidianos de nuevas
formas de sociabilidad revolucionaria.
En la mayoría de estas
experiencias pudimos observar que si bien las mismas no se reconocen -ni
pretenden reconocerse- como organizaciones anarquistas o practicantes de
principios del anarquismo, las mismas llevan adelante a pleno –no sin grandes
dificultades- principios y lineamientos políticos y éticos de notada base
libertaria. Sin embargo las diferentes expresiones se reconocen como
organizaciones populares abiertas, amplias y pluralistas.
Algunos ejemplos de la
marcada concepción libertaria en sus principios pueden verse a través de la
vida pública que llevan las mismas.
Un principio como la
Acción Directa –tan pregonado por el anarquismo de principios de siglo- para
conseguir los objetivos planteados por las organizaciones es puesto en práctica
de forma evidente. Se piensa a la Acción Directa como una forma de salir a dar
lucha y posicionarse -la organización entera sin intermediarios- públicamente
sobre una definición emanada de la decisión en asambleas de base. Una de esas
decisiones es empujada por la necesidad misma de los integrantes de la
organización como ser la falta de trabajo y la exclusión. De esta forma el
movimiento social sale públicamente a través del piquete y la movilización a
intentar recuperar recursos que el Estado o las empresas se arrogan el derecho político
y económico de administrar, capitalizar y generar ganancias. Así se planteó en
una entrevista a la Federación de Organizaciones de Base que realizó ALB
Noticias: “Parte del proceso de
construcción de poder popular lo vemos directamente relacionado con la lucha y
la acción directa nuestra en las calles y rutas de aquí. El plantarnos como
movimientos populares y exigir a Estados y privados que se nos tenga en cuenta
a la vez que vamos empoderándonos con recursos y experiencia organizativa para
crecer y así golpear más fuerte.”[1]
En este sentido las
organizaciones territoriales con impulso de militancia libertaria que salen y
han salido a la calle en los últimos 10 años han podido aparecer en la escena y
generar hechos políticos significativos en su lucha paulatina por reivindicaciones. “No
lo dicen, pero presumen que la política es una herramienta para cambiar la
opresiva y angustiante realidad de esos barrios donde la carencia es la ley
imperante. Hijos desencantados del piquete, reniegan tanto de la dádiva
gubernamental como de la dirigencia social funcional al clientelismo. Y
mientras aprenden a organizarse, idean y experimentan nuevas formas de reclamo
y gestión. Por ejemplo, ayer a la mañana cortaron la avenida Belgrano junto al
Monumento (a la Bandera) para reclamar "trabajo, pero no planes
sociales", y decoraron la protesta con fotos que retrataban la miseria de
sus barrios y también sus logros colectivos.”[2]
Además de los cortes a un símbolo del
Estado como el Monumento a la Bandera, las organizaciones de desocupados han
realizado medidas de fuerza de renombre y de magnitudes regionales: cortando
rutas provinciales, nacionales, autopistas; movilizándose a los ingresos de
shoppings, supermercados, y trasnacionales;
haciendo intervenciones como por ejemplo la Final de la Copa Mundial de Jockey
Femenino en Rosario; participando en fechas internacionales de lucha social
como el día de la No Violencia contra la Mujer o el 1° de Mayo. Hasta se llegó
a realizar un acampe histórico junto a otras organizaciones en la avenida mas
importante de Argentina en Buenos Aires: la 9 de Julio. “Sentado en medio de la 9 de julio con las piernas estiradas,
descansando justo debajo de un semáforo que pasa en vano del verde al amarillo
y después al rojo, Gabriel Ávila (27) cuenta que está cortando el tránsito de
la avenida más ancha del mundo por un motivo simple pero a la vez complejo:
"Necesito un trabajo digno. Me cansé de trabajar por 150 pesos. Puedo dar
más que lo que me piden en los planes sociales. Con las cooperativas me
entusiasmé, pero en Merlo, donde vivo, si no estás con el intendente no
existís, sos un cero a la izquierda: no te dan trabajo ni salud". [3]
La forma de decidir de estas organizaciones está expresada en otro principio
importante para el anarquismo como la Democracia Directa. Cada una de las organizaciones
barriales posee asambleas donde todos y todas pueden intervenir y ser
partícipes en la decisión colectiva. Se intenta sobre todo llegar a consensos y
evitar definiciones por votación. “Las
decisiones se toman colectivamente por consenso y a veces acaloradas (…) la
asamblea es organizada por todas las personas que conforman el movimiento, las
que sufren las dificultades y sienten los placeres de la vida cotidiana (…).
Como refleja uno de los miembros: “(…) se discute, pero todos somos amigos, nos
enfrentamos a veces, pero luego es como si no hubiera pasado nada, porque el
conjunto es unido (…)”. De hecho, fuimos testigos de una asamblea en la que,
por una parte, los ánimos subieron - en algunos puntos específicos de discusión
– pero eso no impidió un predominio de compañerismo y la camaradería.[4]
El hecho de tener asambleas periódicas
insustituíbles para tomar decisiones colectivas ha hecho que estas
organizaciones se alejen naturalmente de los diferentes partidos políticos,
iglesias y Estados, generando un antagonismo con aquellos en cuanto a medios y
fines utilizados para la lucha. Durante un corte expresaron que "…nadie te manda y podés expresar tu
opinión, además de lograr cosas concretas". "Tenemos talleres de
formación para que los vecinos no se queden esperando que alguien vaya y les
diga qué hacer. No creemos en los que dan órdenes".[5]
La idea de sostener las asambleas no
remite solamente a una forma de decidir sino que esboza a partir de la
actualidad una nueva forma de decisión y autogestión con el fin de destruir la
vieja política generada por el sistema de dominación actual del Estado y el
Capitalismo. De esta forma se produce la construcción colectiva de una nueva
cultura, idea, concepción y administración popular que podemos pensar como
revolucionaria. “Una
de las máximas a la hora de trabajar en un barrio nuevo donde nos conocemos con
varios vecinos es no fomentar la figura del “Puntero”, es decir un militante de
barrio devenido en jefe natural pero con privilegios con respecto al resto de
los vecinos y compañeros. El Puntero si bien le pone más el cuerpo a la
organización, quiere siempre tomar privilegios, obtener más recursos a través
de la gestión y la transa con las autoridades y, sobre todo, quiere decidir a
espaldas del pueblo. Es un jefe territorial inventado por la histórica política
argentina del caudillismo. Por todo esto en cada barrio se hacen asambleas y
comisiones de trabajo para romper con esa figura y distribuir bien las
responsabilidades. El trabajo es mas largo pero tiene sus frutos.” [6]
En este sentido aparece en escena otro
de los principios importantes como la Independencia de Clase. La FOB (Federación de
Organizaciones de Base), organización vigente en el mapa de los movimientos
sociales en Argentina, es “un colectivo
de agrupaciones barriales con la premisa de no tener más líderes o jefes que
sus propias asambleas, ni depender de punteros, partidos políticos ni
gobiernos.” [7]
El Federalismo (entendido como
Libertario o desde abajo) es otro de los principios que adoptan a la hora de
estructurarse. “En
la FOB cada
movimiento tiene autonomía táctica entre si, posee asambleas propias, sus
propias dinámicas de funcionamiento, espacios y tiempos, reuniones sobre
productivos y trabajo en general, talleres de formación militante -en historia,
política, educación-, talleres de salud, género y luchas reivindicativas por
salud, vivienda, trabajo, educación, comedores, copas de leche y sobre todo
proyectos de trabajo cooperativo. (…) Nos organizamos como federación porque
creemos que la fuerza que nos da la unidad viene de cada una de las
organizaciones de base, de su desarrollo, de su autonomía, en la democracia
directa como forma de decisión en todas las instancias organizativas para
asegurar la participación activa de todos los compañeros y compañeras, la
acción directa para resolver nuestras demandas sin esperar las soluciones de
los de arriba y la autogestión como forma de trabajo libre, sin patrones ni
explotación.”[8]
En el ámbito laboral estas
organizaciones han podido mediante el trabajo autogestivo generar alternativas
sociales reales a la exclusión y explotación capitalista. Algunas de ellas son el
Productivo Autogestión “Oscar Barrios” (José C Paz), el Taller de Serigrafía
"Flores Magón" (José C Paz), Productivo de Conservas "Tierra y
Libertad" (José C Paz), Pizzería "26 de Junio" (José C Paz), Cooperativa
de Trabajo de servicios "Bandera Negra" (José C Paz), , Cooperativa de
Trabajo “Los Solidarios II” de señalización vial, parquización de espacios
públicos, desmalezamiento y jardinería, construcción y servicios, producción de
libros, parches, ropa estampada, serigrafiada o sublimada (Rosario), Cooperativa
de Servicios y huertas e invernaderos de verdura orgánica (Berazategui), Cooperativa
de Textiles (San Cristóbal), Cooperativa de Construcción de Viviendas (Chaco)
entre otros.
Orígenes
de las organizaciones
Zona Noroeste Conurbano
Bonaerense
Los orígenes de estas
experiencias de organización de movimientos de desocupados con real incidencia
del anarquismo social datan de principios de esta década (2000). Una de las
experiencias de mayor grado de crecimiento ha sido la del Movimiento de
Trabajadores Desocupados (MTD) “Oscar Barrios” de las localidades de José C.
Paz, San Miguel y Moreno. Esta organización conformó la Coordinadora de
Trabajadores Desocupados (CTD) “Anibal Verón” hacia el año 2002 –una de las
experiencias de coordinación de organizaciones autónomas mas grande del país-. Para
2004 pasaron a fundar el
Frente Popular Darío Santillán junto a otras tendencias, siendo una de las
organizaciones más grandes en el mismo. En 2006 decide irse del FPDS -junto al
MTD Lucha y Libertad de la Villa 20 de Lugano- aparentemente por diferencias en
cuanto a la caracterización del Estado y las tomas de decisiones. Junto a otros
movimientos sociales fundará la Federación de Organizaciones de Base[9] pensando en el armado
federal de un colectivo que agrupe a movimientos sociales con perspectiva a
construir una alternativa de cambio social desde abajo y por fuera del Estado.
Zona Sur Conurbano Bonaerense
Otra de las organizaciones
que fundará la FOB
será el Frente de Unidad Popular (FUP). El FUP es una escisión del viejo
Movimiento de Unidad Popular (MUP) fundado por los anarquistas de AUCA a mediados
del 2001. El MUP llegó a aglutinar hacia 2004 a más de 1600 familias de diferentes
barrios de La Plata,
Berazategui, Quilmes, Almirante Brown y Florencio Varela. Ese mismo la
organización se unió al Frente Popular Darío Santillán. Al ritmo de un
crecimiento acelerado, desde 2005 la organización comienza a tener diferentes
escisiones: Un primer sector -de referentes con desviaciones nacionalistas y
populistas- comenzará a pensar en entrar en el Estado y se suma así al gobierno
de Kirchner. Otro sector minoritario con
desviaciones marxistas se quedará en el FPDS, varios barrios sostendrán
escisiones locales ligadas a la conformación de centros comunitarios, y
finalmente un sector pasó a denominarse Frente de Unidad Popular manteniendo
principios y una matriz de construcción libertaria.
A fines de 2011 el MTD de
Ezeiza proveniente del FPDS y la CTD Ezeiza que venía de la CTD Anibal Verón
(nacionalistas de Quebracho) deciden ingresar a la FOB.
Así mismo en Valentin
Alsina se funda el Movimiento Arriba Los Que Luchan en el seno de la FOB.
También en el sur del conurbano hay otras
expresiones territoriales de participación e impulso anarquista como el MTD 1º de Mayo en
la zona de Esteban Echeverría o el MB12 de Claypole. El nucleo originario que fundara el MTD Justicia y Libertad en La Plata también provenía de sectores anar
Ciudad Autónoma de Buenos
Aires
El MTD Lucha y Libertad
-de la Villa 20 de Lugano y Villa Celina- y el Centro Social Desde Abajo –de
Barrio San Cristóbal- conforman la regional Capital de la FOB.
Rosario y Gran Rosario
A fines de los 90
experiencias como el Centro Social Libertad de Barrio Toba y el Colectivo El
Engrudo en San Martín Sur
fueron los primeros chispasos rosarinos de anarquismo social. Diez años después
a partir de la visita y el impulso de la militancia original de Buenos Aires la FOB se organiza en varios
barrios de la ciudad de Rosario y alrededores. Primero se conforman movimientos
barriales hasta que en 2008 se produce el ingreso de la regional Rosario a la
FOB. Movimientos provenientes de barrios como San Martín Sur, Villa Itatí, 27
de Febrero, Belgrano, Molino Blanco y Godoy de Rosario y el barrio Cabín 9 de Perez
(Gran Rosario) pasan ya a federarse y plantear presencia de la FOB en 2 provincias.
Chaco
Parte de la militancia del
Movimiento Anarquista Libertario (MAL) dio apoyatura durante algunos años al
histórico MTD 17 de Julio. Sin embargo la evolución organizativa llevó a que
los núcleos libertarios armaran la regional Chaco de la FOB para 2010.
Conjugando el trabajo cultural, de género, reivindicativo de desocupados y de
defensa de pueblos originarios (Qom y Mocoví) la FOB de Chaco lleva adelante un
interesante trabajo territorial en una provincia manejada por la política
tradicional como un Feudo.
Río Negro
Desde el año 2002 en la
ciudad de Bariloche se conforma el MTD del barrio 2 de Abril (ex - 34 hectáreas) y el
barrio Frutillares, en las zonas excluídas de los altos de Bariloche. Esta
experiencia de organización fue impulsada por militantes del Movimiento
Anarquista de Liberación Obrera (MALO). En la actualidad estan movilizados la Cooperativa 1º de Mayo y la ATDI (Asociación de Trabajadores Desocupados
Independientes). Ambas poseen impulso de núcleos ácratas.
Jujuy
Desde hace casi 10 años que viene funcionando la Asamblea de Trabajadores Desocupados (ATD) fundada por un nucleo anarquista que además construyó la Biblioteca Niños Pajaros. Actualmente la agrupación piquetera de San Salvador de Jujuy se encuentra activa en las luchas sociales de la región.
Jujuy
Desde hace casi 10 años que viene funcionando la Asamblea de Trabajadores Desocupados (ATD) fundada por un nucleo anarquista que además construyó la Biblioteca Niños Pajaros. Actualmente la agrupación piquetera de San Salvador de Jujuy se encuentra activa en las luchas sociales de la región.
[1] Entrevista a la FOB por ALB Noticias “Para
lograr el cambio social tenemos que comenzar a construir, desde hoy, un poder
propio de las clases populares”, publicado en Alasbarricadas.org el Jueves 12
de Setiembre de 2010.
[2] Artículo de Andrés
Abramowki “Una forma distinta de hacer piquete. La FOB en el Monumento a la
Bandera”, diario La Capital de Rosario, Jueves 12 de agosto de 2010.
[3] Artículo de Nicolás
Wiñazki “Historias del conurbano: Si no estás con el intendente no existís”,
diario Clarín, Martes 3 de Noviembre de 2009.
[4]
"Anticapitalismo e experiência piquetera (2): Federação de Organizações de
Base" - Alex Hilsenbeck Filho e Cássio Brancaleone (Brasil) - Coletivo
Passa Palavra.
[5] Op.Cit. Andrés Abramowki
“Una forma distinta de hacer piquete…”.
[6] Op.Cit Entrevista a la FOB por ALB Noticias “Para
lograr el cambio social…”
[7] Idem.
[8] Idem.
[9] Algunas
regionales de la FOB son impulsadas por militantes de las Columnas Libertarias de
la CABA (la Malatesta), de Noroeste del Conurbano (la Durruti) y de Rosario (la
Penina).