A continuación proponemos 5 textos para reflejar este hecho histórico tan poco difundido. El primer artículo producido por Emilio Crisi esta basado en las actas de “Encarnación: una ciudad con historia” de la Junta municipal de
encarnación, publicado el 13 de marzo 2009 en jme.gov.py. El segundo extraído de "Anarcocuento" de Charles da Ponte publicado en Poesiasalvaje.org. El tercero es un artículo publicado en diario Primera Edición de Misiones (Argentina) el 21 de Febrero de 2010. El cuarto fue realizado por el periodista Luis Verón y publicado el 19 de Febrero de 2006 en diario ABC de Paraguay. El último es un extracto del artículo de Sergio Alvez “El anarquista del sapucay” sobre la biografía del anarquista misionero Marcos Kanner, publicado en la revista misionera Superficie.
“La primera comuna
libertaria de América”
El 20 de febrero de 1931 un movimiento de anarco-comunistas
paraguayos toma la ciudad de Encarnación –limítrofe con Posadas, Argentina- sin
efectuar un solo disparo ni derramar sangre. La Toma de Encarnación se denominó en ese momento
como la “Primera
Comuna Libertaria de América”. Estaban inspirados en las
ideas libertarias de Rafael Barret y la Comuna de París. El movimiento revolucionario
elaboró un manifiesto denominado Nuevo Ideario Nacional. Algunos de los
referentes del movimiento fueron Oscar Creyd, Ciriaco Duarte, Obdulio Barthe y
Cantalicio Aracuyú, entre otros. El operativo duró 16 horas. Las principales
autoridades de la ciudad, encabezadas por el Delegado de Gobierno, abandonaron
la ciudad apenas da comienzo el levantamiento.
Ante la reacción del Gobierno que envió por tren tropas del
ejército para sofocar el movimiento, sumada a la falta de apoyo en el resto del
país, sus protagonistas principales debieron huir en un barco a vapor rumbo al
Alto Paraná, con dirección a Foz de Iguazú, Brasil, a donde fueron a
refugiarse. Otros lograron huir por distintos medios internándose en la selva.
Esta revolución debió haber ocurrido en todo el país, con las
principales tomas de Asunción y Villarrica. El golpe en Concepción tampoco se
dio por dificultades de comunicación. Solo se concretó en la capital de Itapúa.
“Y no es que haya sido así nomás, una
intentona a ciegas llevada a cabo por un montón de locos revoltosos. La toma de
los puntos extremos y medio de la línea de ferrocarril que unía Asunción,
Villarrica y Encarnación obedecía a un plan estratégico: la paralización de la
única vía terrestre de comunicación directa y eje del movimiento
comercial interno y externo del país.”[1]
Cantalicio Aracuyú, uno de los organizadores fue herido de
bala en la cabeza por la policía, por lo que no pudo escapar con sus
compañeros. Tuvo que soportar la cárcel, y los maltratos de los policías. Sin
embargo, se recuperó, y continúo luchando por la causa libertaria, hasta su
muerte en la década de 1980.
Un fragmento del manifiesto del Nuevo Ideario Nacional rezaba "Para esta lucha llamamos al pueblo a
la calle y abrimos, en plazas y boca-calles, la Escuela de la Revolución. Queremos
hacer revivir en la conciencia de la nacionalidad el espíritu inmortal del año
1811. Batallamos por la tercera, la última emancipación del pueblo
paraguayo"
"La Comuna de Encarnación"
Por Charles da Ponte
"La toma de Encarnación. Suena tan extraño hoy, tan extranjero, tan improbable
ante tanto público y tan pocos y malos actores, pero en la madrugada del 20 de
febrero de 1931 la ciudad de Encarnación amanecía tomada. Sin derramamiento de
sangre, para que veas. Porque no era pues una cuestión de que un grupo viniera
y tomara el poder y listo; aquello fue la culminación de un proceso que fue
vivido, palpado por el pueblo, vivenciado por él, por organizaciones de obreros
y de estudiantes."
"La toma era parte de un plan preparado que, al malograrse las insurrecciones en Asunción y Villarrica, quedó huérfano del apoyo que se esperaba: No prendió el levantamiento campesino en Arroyos y Esteros; el golpe en Concepción tampoco se dio por dificultades de comunicación… Un enredo. Si hubieran tenido Internet o celulares en aquél entonces, otro pito pu hubiera sonado. Aunque puede que, si disponían de todo ello en aquella época, a lo mejor tampoco se dedicaban a armar revolución alguna. El caso es que las cosas no salieron. Y no es que haya sido así nomás, una intentona a ciegas llevada a cabo por un montón de locos revoltosos. La toma de los puntos extremos y medio de la línea de ferrocarril que unía Asunción, Villarrica y Encarnación obedecía a un plan estratégico: la paralización de la única vía terrestre de comunicación directa y eje del movimiento comercial interno y externo del país. Lo mitã nio pensaban las cosas. Y había pasión. Y había ideales que tiraban de ellos hacia un futuro deseable. Y se peleaba por ellos. El presidente en ejercicio era José P. Guggiari, quien después de desmantelar el alzamiento, soltó a sus perros en una violenta persecución para aplastar cualquier foco subversivo."
"La toma era parte de un plan preparado que, al malograrse las insurrecciones en Asunción y Villarrica, quedó huérfano del apoyo que se esperaba: No prendió el levantamiento campesino en Arroyos y Esteros; el golpe en Concepción tampoco se dio por dificultades de comunicación… Un enredo. Si hubieran tenido Internet o celulares en aquél entonces, otro pito pu hubiera sonado. Aunque puede que, si disponían de todo ello en aquella época, a lo mejor tampoco se dedicaban a armar revolución alguna. El caso es que las cosas no salieron. Y no es que haya sido así nomás, una intentona a ciegas llevada a cabo por un montón de locos revoltosos. La toma de los puntos extremos y medio de la línea de ferrocarril que unía Asunción, Villarrica y Encarnación obedecía a un plan estratégico: la paralización de la única vía terrestre de comunicación directa y eje del movimiento comercial interno y externo del país. Lo mitã nio pensaban las cosas. Y había pasión. Y había ideales que tiraban de ellos hacia un futuro deseable. Y se peleaba por ellos. El presidente en ejercicio era José P. Guggiari, quien después de desmantelar el alzamiento, soltó a sus perros en una violenta persecución para aplastar cualquier foco subversivo."
"Ciudad tomada"
Publicado en diario Primera Edición de Misiones (Argentina) el 21 de Febrero de 2010.
Ayer 20 de
febrero se conmemoró un nuevo aniversario de una insurrección social catalogada
como “La Toma de Encarnación”. Fue en 1931 y estuvo inspirada en la Comuna de
París. Historiadores paraguayos y misioneros recuerdan la gesta, que contó con
la participación de militantes de nuestra provincia.
“Me basta el sentido etimológico: “ausencia de gobierno”. Hay que destruir el
espíritu de autoridad y el prestigio de las leyes. Eso es todo. Será la obra
del libre examen. Los ignorantes se figuran que anarquía es desorden y que sin
gobierno la sociedad se convertirá siempre en el caos. No conciben otro orden
que el orden exteriormente impuesto por el terror de las armas. El anarquismo,
tal como lo entiendo, se reduce al libre examen político. (...) ¿Qué hacer?
Educarnos y educar. Todo se resume en el libre examen. ¡Que nuestros niños
examinen la ley y la desprecien!”.
Mi anarquismo, Rafael Barret, ensayista español que inspiró ideológicamente La Toma de Encarnación. El 20 de febrero los diarios paraguayos dedicarán algún espacio en sus columnas de efemérides al recuerdo de lo que en 1931 se conoció como La Toma de Encarnación, un suceso histórico que convirtió por 16 horas a la ciudad que hoy comienza a sucumbir bajo el maleficio Yacyretá en la “Primera comuna Libertaria de América Latina”.
Serán espacios pequeños, como ocurre cada año, porque el recuerdo de aquel suceso es incómodo; lo que suele llamarse políticamente incorrecto. Pero en términos de historia, aquella breve revolución social se irgue como uno de los acontecimientos más románticos y fundamentales del vecino país, clave para el entendimiento del contexto que se vivía en albores de la década del 30 tanto en Paraguay como en nuestro país, donde la influencia de ideas que había dejado el sueño trunco de La Comuna de París (breve gobierno popular que gobernó París del 18 de marzo al 28 de mayo de 1871) atravesaban tardíamente el océano, instigando a intelectuales, obreros, estudiantes y activistas surgidos de las canteras del anarquismo y el socialismo de nuestra región, a soñar con construir un continente donde la libertad, la equidad y la democracia directa fueran los pilares de la existencia de todo ser humano, según las banderas erguidas por los protagonistas de esta acción sucedida hace 79 años.
Esa madrugada el río Paraná fue testigo del cruce en canoa de decenas de militantes oriundos de Misiones que se sumaron a la gesta en el otro lado de la orilla, entre ellos una figura de mucho peso en los anales del movimiento anarquista latinoamericano que vivió en Misiones entre 1928 y 1981: Marcos Kaner.
Sin disparar un solo tiro, los revolucionarios obligaron a la retirada del delegado de gobierno de turno y sus súbitos, quienes huyeron pero advirtieron de inmediato de lo sucedido a las autoridades militares del país. Encarnación amanecía convertida en una pequeña república socialista, pero el sueño libertario de aquellos 150 hombres -había mujeres, aunque en mucho menor medida- sería demasiado efímero.
“La toma de Encarnación fue encabezada por un movimiento anarco-comunista inspirado en las ideas de Rafael Barret y en la Comuna de París, con la dirección intelectual de Oscar Creyd y Ciriaco Duarte, encabezado por Obdulio Barthe y por Cantalicio Aracuyú, entre otros, en un operativo que duró 16 horas del 20 de febrero de 1931. Sin derramamiento de sangre, las principales autoridades, encabezadas por el delegado de Gobierno, huyeron dejando inerme a la ciudad”, cuenta el historiador encarnaceno Ramón Reverchón, en su informe Encarnación, ciudad con historia.
Por su parte, el escritor paraguayo Charles Da Ponte apunta que “la toma era parte de un plan preparado que, al malograrse las insurrecciones en Asunción y Villarrica, quedó huérfano del apoyo que se esperaba por dificultades de comunicación. Si hubieran tenido Internet o celulares en aquel entonces, la historia hubiese sido distinta. Aunque puede que, si disponían de todo ello en aquella época, a lo mejor tampoco se dedicaban a armar revolución alguna. El caso es que las cosas no salieron. Y no es que haya sido así nomás, una intentona a ciegas llevada a cabo por un montón de locos revoltosos.
La toma de los puntos extremos y medio de la línea de ferrocarril que unía Asunción, Villarrica y Encarnación obedecía a un plan estratégico: la paralización de la única vía terrestre de comunicación directa y eje del movimiento comercial interno y externo del país. Había pasión. Y había ideales que tiraban de ellos hacia un futuro deseable. Y se peleaba por ellos. El presidente en ejercicio era José P. Guggiari, quien después de desmantelar el alzamiento, soltó a sus perros en una violenta persecución para aplastar cualquier foco subversivo”.
El escribano y ex vocero de la dictadura de Alfredo Stroessner, Juan Benítez Rickman, tiene una visión menos romántica de lo acontecido: “Fue apenas un descabellado plan de atacar la ciudad de Encarnación, donde un grupo armado a cargo de dirigentes comunistas se encargó de atacar la Delegación civil de la Ciudad, teniendo partidarios del movimiento guerrillero en las ciudades de Asunción y Villarrica. Luego de 16 horas de ocupación y de querer proclamar la primera república “Bolche” en América del Sur, ellos al ver que no tenían apoyo popular, se internaron en los montes de entonces y luego retornaron a territorio argentino”.
Nuevamente Ramón Reverchón, nos sintetiza el desenlace que tuvo la toma: “Ante la reacción del Gobierno que envió por tren tropas del ejército para sofocar el movimiento, sus protagonistas principales abandonaron presurosamente Encarnación, embarcándose en el vapor ‘Bell’ de la compañía Barthe rumbo al Alto Paraná, con dirección a Foz de Iguazú, Brasil, a donde fueron a refugiarse”.
La historiadora Silvia Waskiewicz, en su libro “La masacre de Oberá”, analiza la Toma de Encarnación como “un episodio que se constituye como un dato más respecto al clima de conflictos sociales que se vivía en la región. Contó con la participación activa de Marcos Kaner, destacado dirigente del comunismo misionero”.
Con respecto al contexto general de los movimientos obreros de albores de la década del 30 en la región, la historiadora obereña Severa Barrios explica que “el movimiento obrero era un excelente campo de experimentación y de lucha que contaba con una cantidad de militantes de alto valor de origen especialmente español o italiano, aunque desde 1910, comenzó a haber militantes nativos e incluso de sangre aborigen. Se combatía por el derecho de los trabajadores, y las organizaciones obreras eran mantenidas a costa de sacrificios, prisiones, persecuciones y deportaciones”.
Mi anarquismo, Rafael Barret, ensayista español que inspiró ideológicamente La Toma de Encarnación. El 20 de febrero los diarios paraguayos dedicarán algún espacio en sus columnas de efemérides al recuerdo de lo que en 1931 se conoció como La Toma de Encarnación, un suceso histórico que convirtió por 16 horas a la ciudad que hoy comienza a sucumbir bajo el maleficio Yacyretá en la “Primera comuna Libertaria de América Latina”.
Serán espacios pequeños, como ocurre cada año, porque el recuerdo de aquel suceso es incómodo; lo que suele llamarse políticamente incorrecto. Pero en términos de historia, aquella breve revolución social se irgue como uno de los acontecimientos más románticos y fundamentales del vecino país, clave para el entendimiento del contexto que se vivía en albores de la década del 30 tanto en Paraguay como en nuestro país, donde la influencia de ideas que había dejado el sueño trunco de La Comuna de París (breve gobierno popular que gobernó París del 18 de marzo al 28 de mayo de 1871) atravesaban tardíamente el océano, instigando a intelectuales, obreros, estudiantes y activistas surgidos de las canteras del anarquismo y el socialismo de nuestra región, a soñar con construir un continente donde la libertad, la equidad y la democracia directa fueran los pilares de la existencia de todo ser humano, según las banderas erguidas por los protagonistas de esta acción sucedida hace 79 años.
Esa madrugada el río Paraná fue testigo del cruce en canoa de decenas de militantes oriundos de Misiones que se sumaron a la gesta en el otro lado de la orilla, entre ellos una figura de mucho peso en los anales del movimiento anarquista latinoamericano que vivió en Misiones entre 1928 y 1981: Marcos Kaner.
Sin disparar un solo tiro, los revolucionarios obligaron a la retirada del delegado de gobierno de turno y sus súbitos, quienes huyeron pero advirtieron de inmediato de lo sucedido a las autoridades militares del país. Encarnación amanecía convertida en una pequeña república socialista, pero el sueño libertario de aquellos 150 hombres -había mujeres, aunque en mucho menor medida- sería demasiado efímero.
“La toma de Encarnación fue encabezada por un movimiento anarco-comunista inspirado en las ideas de Rafael Barret y en la Comuna de París, con la dirección intelectual de Oscar Creyd y Ciriaco Duarte, encabezado por Obdulio Barthe y por Cantalicio Aracuyú, entre otros, en un operativo que duró 16 horas del 20 de febrero de 1931. Sin derramamiento de sangre, las principales autoridades, encabezadas por el delegado de Gobierno, huyeron dejando inerme a la ciudad”, cuenta el historiador encarnaceno Ramón Reverchón, en su informe Encarnación, ciudad con historia.
Por su parte, el escritor paraguayo Charles Da Ponte apunta que “la toma era parte de un plan preparado que, al malograrse las insurrecciones en Asunción y Villarrica, quedó huérfano del apoyo que se esperaba por dificultades de comunicación. Si hubieran tenido Internet o celulares en aquel entonces, la historia hubiese sido distinta. Aunque puede que, si disponían de todo ello en aquella época, a lo mejor tampoco se dedicaban a armar revolución alguna. El caso es que las cosas no salieron. Y no es que haya sido así nomás, una intentona a ciegas llevada a cabo por un montón de locos revoltosos.
La toma de los puntos extremos y medio de la línea de ferrocarril que unía Asunción, Villarrica y Encarnación obedecía a un plan estratégico: la paralización de la única vía terrestre de comunicación directa y eje del movimiento comercial interno y externo del país. Había pasión. Y había ideales que tiraban de ellos hacia un futuro deseable. Y se peleaba por ellos. El presidente en ejercicio era José P. Guggiari, quien después de desmantelar el alzamiento, soltó a sus perros en una violenta persecución para aplastar cualquier foco subversivo”.
El escribano y ex vocero de la dictadura de Alfredo Stroessner, Juan Benítez Rickman, tiene una visión menos romántica de lo acontecido: “Fue apenas un descabellado plan de atacar la ciudad de Encarnación, donde un grupo armado a cargo de dirigentes comunistas se encargó de atacar la Delegación civil de la Ciudad, teniendo partidarios del movimiento guerrillero en las ciudades de Asunción y Villarrica. Luego de 16 horas de ocupación y de querer proclamar la primera república “Bolche” en América del Sur, ellos al ver que no tenían apoyo popular, se internaron en los montes de entonces y luego retornaron a territorio argentino”.
Nuevamente Ramón Reverchón, nos sintetiza el desenlace que tuvo la toma: “Ante la reacción del Gobierno que envió por tren tropas del ejército para sofocar el movimiento, sus protagonistas principales abandonaron presurosamente Encarnación, embarcándose en el vapor ‘Bell’ de la compañía Barthe rumbo al Alto Paraná, con dirección a Foz de Iguazú, Brasil, a donde fueron a refugiarse”.
La historiadora Silvia Waskiewicz, en su libro “La masacre de Oberá”, analiza la Toma de Encarnación como “un episodio que se constituye como un dato más respecto al clima de conflictos sociales que se vivía en la región. Contó con la participación activa de Marcos Kaner, destacado dirigente del comunismo misionero”.
Con respecto al contexto general de los movimientos obreros de albores de la década del 30 en la región, la historiadora obereña Severa Barrios explica que “el movimiento obrero era un excelente campo de experimentación y de lucha que contaba con una cantidad de militantes de alto valor de origen especialmente español o italiano, aunque desde 1910, comenzó a haber militantes nativos e incluso de sangre aborigen. Se combatía por el derecho de los trabajadores, y las organizaciones obreras eran mantenidas a costa de sacrificios, prisiones, persecuciones y deportaciones”.
"Encarnación, capital de la República"
Por Luis Verón, publicado el 19 de Febrero de 2006 en diario ABC de
Paraguay.
Mañana se cumple el septuagésimo quinto aniversario
de la toma de la ciudad de Encarnación por un grupo revolucionario izquierdista
y su declaración como capital de una República Socialista del Paraguay.
El intento de golpe revolucionario que derivó en la
toma, por 16 horas de la ciudad de Encarnación el 20 de febrero de 1931, tenía
meses de preparación. Era propósito de los complotados la socialización o
popularización de las funciones políticas y administrativas del país,
constituir una "república comunera ", organizar un sistema federativo
de sindicatos o corporaciones privadas, organizar la economía nacional sobre la
socialización, nacionalización o fiscalización de los medios de producción,
limitación de las fortunas privadas, etc.
Los dirigentes más visibles del movimiento fueron Obdulio Barthe, Humberto Amábile, Carlos Codas, Francisco Sánchez Palacios, Facundo Duarte y Cantalicio Aracayú, entre otros.
El ambiente
Recordemos que era plena época de efervescencias políticas en que se trataba de constituir una tercera fuerza política que minara el histórico bipartidismo en la política paraguaya.
La idea de instalar una república socialista venía madurándose en ciertos círculos. El punto de arranque tenía que ser una huelga obrera en Asunción, pero la muerte de uno de los dirigentes derivó en una violenta represión policial, que llevó al fracaso el proyecto. Tres días antes del día fijado para los levantamientos de importantes puntos del país, los dirigentes y organizadores del proyecto revolucionario estaban fuera de circulación con sus huesos en las mazmorras policiales. La consecuencia: la descoordinación. El resultado: el fracaso revolucionario.
Los hechos
En la madrugada del 20 de febrero de 1931, los revolucionarios, sin disparar un solo tiro y sin derramamiento inútil de sangre, tomaron el cuartel de Subprefectura del Puerto, donde se constituyó el comando revolucionario; el local policial y la delegación civil. Según parece y de acuerdo con sus reacciones, el personal de las instituciones tomadas por los revolucionarios simpatizaban con el movimiento, pues no hubo reacciones adversas que dificultaran el operativo.
También se tomó la estación del ferrocarril, donde se instaló un comando de comunicaciones para contactar con otros puntos a sublevarse, como Villa Rica y la capital del país, donde el intento fue abortado ocasionando la descoordinación de las acciones en otros puntos como Arroyos y Esteros, Yhú, Maciel, Sosa y Concepción. La falta de coordinación -con instrucciones que debían partir desde Asunción- convenció a los complotados del fracaso del conato, por lo que 16 horas después de haber tomado la ciudad sureña se dieron por derrotados y abandonaron la aventura, embarcándose en un vapor de la compañía Barthe y en una chata, dirigiéndose hacia Foz do Yguazú, donde se entregaron a las autoridades, quienes los trataron como emigrantes políticos.
Toma frustrada
Coordinadamente con la toma de Encarnación debía realizarse la de Villa Rica, la de Asunción y otros puntos del país. Para levantar la ciudad de Villa Rica a favor de la revolución se habían trasladado hasta allí los señores CarlosCodas y Francisco Sánchez Palacios.
En la noche del 19 de febrero se realizó un baile de carnaval, al que asistió, además de las autoridades, lo más granado de la sociedad guaireña. Propósito de los revolucionarios era aprovechar esa reunión social para tomar los puntos más importantes de la ciudad. Todo parecía transcurrir a pedir de boca, pero la confidencia de un curioso que notó los movimientos raros de los involucrados puso en alerta al delegado civil de gobierno, Leonardo Appleyard, quien empezó a investigar, lo que puso sobreaviso a los complotados, quienes asaltaron a mano armada a dos propietarios de automóviles y huyeron hasta Paso Yobái, y desde allí, a caballo, se marcharon hacia el Alto Paraná. Así terminó aquella efímera aventura revolucionaria cuyo 75º aniversario se recuerda mañana.
Los dirigentes más visibles del movimiento fueron Obdulio Barthe, Humberto Amábile, Carlos Codas, Francisco Sánchez Palacios, Facundo Duarte y Cantalicio Aracayú, entre otros.
El ambiente
Recordemos que era plena época de efervescencias políticas en que se trataba de constituir una tercera fuerza política que minara el histórico bipartidismo en la política paraguaya.
La idea de instalar una república socialista venía madurándose en ciertos círculos. El punto de arranque tenía que ser una huelga obrera en Asunción, pero la muerte de uno de los dirigentes derivó en una violenta represión policial, que llevó al fracaso el proyecto. Tres días antes del día fijado para los levantamientos de importantes puntos del país, los dirigentes y organizadores del proyecto revolucionario estaban fuera de circulación con sus huesos en las mazmorras policiales. La consecuencia: la descoordinación. El resultado: el fracaso revolucionario.
Los hechos
En la madrugada del 20 de febrero de 1931, los revolucionarios, sin disparar un solo tiro y sin derramamiento inútil de sangre, tomaron el cuartel de Subprefectura del Puerto, donde se constituyó el comando revolucionario; el local policial y la delegación civil. Según parece y de acuerdo con sus reacciones, el personal de las instituciones tomadas por los revolucionarios simpatizaban con el movimiento, pues no hubo reacciones adversas que dificultaran el operativo.
También se tomó la estación del ferrocarril, donde se instaló un comando de comunicaciones para contactar con otros puntos a sublevarse, como Villa Rica y la capital del país, donde el intento fue abortado ocasionando la descoordinación de las acciones en otros puntos como Arroyos y Esteros, Yhú, Maciel, Sosa y Concepción. La falta de coordinación -con instrucciones que debían partir desde Asunción- convenció a los complotados del fracaso del conato, por lo que 16 horas después de haber tomado la ciudad sureña se dieron por derrotados y abandonaron la aventura, embarcándose en un vapor de la compañía Barthe y en una chata, dirigiéndose hacia Foz do Yguazú, donde se entregaron a las autoridades, quienes los trataron como emigrantes políticos.
Toma frustrada
Coordinadamente con la toma de Encarnación debía realizarse la de Villa Rica, la de Asunción y otros puntos del país. Para levantar la ciudad de Villa Rica a favor de la revolución se habían trasladado hasta allí los señores CarlosCodas y Francisco Sánchez Palacios.
En la noche del 19 de febrero se realizó un baile de carnaval, al que asistió, además de las autoridades, lo más granado de la sociedad guaireña. Propósito de los revolucionarios era aprovechar esa reunión social para tomar los puntos más importantes de la ciudad. Todo parecía transcurrir a pedir de boca, pero la confidencia de un curioso que notó los movimientos raros de los involucrados puso en alerta al delegado civil de gobierno, Leonardo Appleyard, quien empezó a investigar, lo que puso sobreaviso a los complotados, quienes asaltaron a mano armada a dos propietarios de automóviles y huyeron hasta Paso Yobái, y desde allí, a caballo, se marcharon hacia el Alto Paraná. Así terminó aquella efímera aventura revolucionaria cuyo 75º aniversario se recuerda mañana.
“Primera toma libertaria de América Latina”
Extracto del artículo de Sergio Alvez
“El anarquista del sapucay” sobre la
biografía del anarquista misionero Marcos Kanner, publicado en la revista
misionera Superficie.
El 20 de febrero de 1931, Kanner ocupó un rol
determinante en lo que se conocería como “La toma de Encarnación”, suceso
recordado como la primera toma libertaria de América Latina.
“La toma de Encarnación fue encabezada por un
movimiento anarco-comunista inspirado en las ideas de Rafael Barret y en la
Comuna de París, con la dirección intelectual de Oscar Creyd y Ciriaco Duarte,
encabezado por Obdulio Barthe y por Cantalicio Aracuyú, y Marcos Kanner, en un
operativo que duró 16 horas del día 20 de febrero de 1931. Sin derramamiento de
sangre, las principales autoridades, encabezadas por el Delegado de Gobierno,
huyeron de la ciudad, que quedó al mando de los 150 revolucionarios que
protagonizaron la acción” cuenta el historiador encarnaceno Ramón Reverchón, en
su informe “Encarnación, ciudad con historia”.
El escribano y ex vocero de la dictadura de
Alfredo Stroessner, Juan Benítez Rickman, tiene una visión menos romántica de
lo acontecido: “fue apenas un descabellado plan de atacar la ciudad de
Encarnación, donde un grupo armado a cargo de dirigentes comunistas se encargó
de atacar la Delegación civil de la Ciudad, teniendo partidarios del movimiento
guerrillero en las ciudades de Asunción y Villarrica. Luego de 16 horas de
ocupación y de querer proclamar la primera répública “Bolche” en América del
Sur, ellos al ver que no tenían apoyo popular, se internaron en los montes de
entonces y luego retornaron a territorio argentino”.
En la Toma de Encarnación, Marcos Kanner fue el
encargado de oficiar de nexo organizativo entre los militantes de uno y otro
lado del Paraná. Las reuniones organizativas del “soviet” se venían realizando
ya desde principios de 1929 en un subsuelo del centro posadeño, siempre de
madrugada.
El Comando Revolucionario se estableció en el cuartel
de la Subprefectura del Puerto de Encarnación instalada en el depósito de la Aduana. Desde allí
se nombró a Oscar Creydt (paraguayo, abogado, profesor universitario y
militante comunista ) como Presidente de la República del Paraguay. A Marcos
Kanner se lo nombró como Subprefecto de la Aduana.
Entre otras consignas, la toma se había establecido
en respuesta a la salvaje implementación del modelo agro exportador que regía
en Paraguay, al igual que en Argentina, que venía provocando el empobrecimiento
acelerado de miles de campesinos y obreros.
Luego de 16 horas de toma, la revolución había sido
abortada por las fuerzas militares paraguayas. Algunos revolucionarios fueron
enviados a la Isla
Margarita de Paraguay como presos comunes. Otros, detenidos y
torturados en cárceles infrahumanas. Kanner, alcanzó a huir en la deteriorada
embarcación paraguaya Bell, remontando el río Paraná hacia el Brasil. En su
fuga acuática, Kanner y otros revolucionarios fueron perseguidos por la policía
paraguaya, que se movía en embarcaciones mucho más veloces que la de los
perseguidos. Marcos, el hijo homónimo de Kanner (que aún vive en Oberá)
recuerda: “el maquinista de la lancha de la policía paraguaya en un determinado
momento sacó una pieza clave del motor, lo que hizo que ésta se quede sin
fuerzas hasta detenerse completamente. Los policías preguntaban qué pasó y el
maquinista les respondía que no sabía lo que había sucedido con el motor. Mucho
tiempo después, éste señor se encontró con mi padre y le contó lo sucedido en
esa oportunidad. Mi padre le preguntó porqué había hecho eso a lo que el
entonces maquinista contestó: Es que yo, también estaba con ustedes”.
[1] “La toma de Encarnación” Versión libre de Charles Da Ponte, basado en el
libro "1931 - La toma de Encarnación" de Fernando Quesada, 1985.