CONCEPCIONES
GENERALES Y
DECLARACION DE PRINCIPIOS
Columna
Durruti
Columna
Malatesta
Columna
Joaquín Penina
“Nuestro
objetivo es el bien de todos, la eliminación de todos los sufrimientos y la
generalización de todas las alegrías que puedan depender de la voluntad humana;
es la paz y el amor entre todos los seres humanos; es una nueva y mejor
civilización, una humanidad más digna y feliz. Pero creemos que el bien de
todos no puede alcanzarse realmente más que con la consciente colaboración de
todos; creemos que no existen fórmulas mágicas capaces de resolver las
dificultades; que no hay doctrinas universales e infalibles aplicables a todas las personas y a
todos los casos; que no hay personas y partidos providenciales que puedan
sustituir útilmente la voluntad de los demás por la suya propia y hacer el bien
a la fuerza; creemos que la vida social adquiere siempre las formas que
resultan del contraste de los intereses ideales de los que piensan y quieren.
Por eso convocamos a todos a pensar y a querer”.
Malatesta,
“Pensiero e Volontà”, 1 de enero de 1924
El proceso de
lucha iniciado en la Argentina en los últimos 15 años, nos encontró a una
generación de militantes anarquistas participando en diversos movimientos
sociales, organizaciones de desocupados, comisiones gremiales, grupos
culturales y de contra información, asambleas populares, etc. La necesidad de
aportar a construir una estrategia propia de los anarquistas, para desarrollar
un proyecto de ruptura revolucionaria con el sistema capitalista nos llevó a la
búsqueda de espacios de encuentro.
Hoy en día
redoblamos la apuesta en la búsqueda de expresar en un solo puño la diversidad
de experiencias antiestatales que surgieron al calor de las últimas luchas
sociales, retomando el bagaje histórico del anarquismo y
confrontándolo
con nuevas realidades.
El nombre FACA lo reapropiamos por supuesto en alusión a la histórica F.A.C.A. fundada en 1935, no por pretender ser, ni creernos su exclusiva continuidad histórica, sino porque la tomamos como referencia de uno de los primeros desarrollos de organización específica anarquista en Argentina y porque desde su nombre se sintetizan nuestras intenciones de construcción federal del anarquismo organizado.
Porque creemos
en un anarquismo interviniendo y con nuevas posibilidades de interpelación
social, teniendo bien firmes los pies sobre el contexto en el cual vivimos.
Porque es un
anarquismo de disputa y ruptura con las instituciones del sistema vigente.
Por todo ello
nos organizamos en la Federación Anarco-Comunista de Argentina (FACA).
ABAJO
EL ESTADO!!
VIVA
LA ANARQUIA!!
Aclaraciones
En primer
lugar nos parece importante haber logrado una serie de acuerdos sobre los
principios que rigen nuestra práctica y militancia y que los mismos se pongan
de manifiesto, en la experiencia práctica de nuestro anarquismo social. También
debemos señalar que tenemos por delante un trabajo constante de profundización
y actualización de nuestra declaración de principios en la medida que estemos
involucrados/as en las luchas reales de la clase oprimida.
A su vez y
esto es de fundamental importancia para nosotros/as, consideramos que los
acuerdos, debates y propuestas que vayamos generando quienes integramos la FACA
son una de las expresiones y alternativas posibles desde nuestra perspectiva
libertaria. Ello significa en principio que descartamos la existencia de una
organización política anarquista, acabada, representativa de todo el movimiento
libertario, incluso y ni siquiera de la tendencia especifista.
En este
sentido en la FACA hemos asumido el compromiso de iniciar un proceso de
construcción de una organización política anarquista, poniendo de manifiesto
nuestra manera de concebir el anarquismo y particularmente el anarquismo especifista.
Numerosas
experiencias de organización política anarquista, cada una con su concepción
política propia y sus modelos organizativos han aportado, según nuestra opinión
a un proceso histórico más amplio dentro de la tradición anarquista y a su vez
dentro de los procesos de lucha y resistencia de la clase oprimida. Sin embargo
consideramos que a pesar de ello, hay concepciones que construyen un perfil de
organización política anarquista, así como un perfil de práctica política que
aportan en un sentido libertario a generar valores antagónicos, y otras
concepciones con las que particularmente no estamos de acuerdo y consideramos
que han reforzado los esquemas tradicionales vinculados a la idea de una
ruptura revolucionaria dirigida u orientada por vanguardias o elites políticas.
Esquemas de organización política en cuya estructura se han depositado
expectativas sobredimensionadas en sus posibilidades. Consideramos finalmente
que en el afán de crear y generar lineamientos estratégicos para la acción
política, algunas experiencias del anarquismo especifista ha recaído en
dogmatismos y fórmulas representativas de otras tendencias ideológicas.
Por este
motivo consideramos que existe todo un debate abierto acerca de la organización
política anarquista, el estilo y perfil de una práctica política libertaria
coherente con nuestros fines, así como también una necesaria elaboración y/o
profundización teórica desde una perspectiva anarquista, orientada a fortalecer
nuestras herramientas y propuestas para la militancia social.
Por un
anarquismo social y revolucionario
Pretendemos un
anarquismo con intención revolucionaria, inserto en las luchas populares y en
sintonía con su contexto histórico. Porque creemos en un anarquismo
interviniendo y con nuevas posibilidades de interpelación social, teniendo bien
firmes los pies sobre el contexto en el cual vivimos.
De lo que se
trata es de ponernos en sintonía con nuestra época, rescatando lo mejor de
nuestra tradición, que creemos, tiene mucho para aportar, pero sin caer en el
dogmatismo ni en la ortodoxia. Anclados en el presente, sostenidos/as por el
pasado y con proyección a futuro.
Por supuesto
que no partimos de la nada. Partimos de un núcleo de ideas, principios,
métodos, conceptos y experiencias propias del anarquismo, que como decíamos
tienen total actualidad y funcionalidad, que nos sirven de
guía y motor,
que distinguen al anarquismo como tal.
Podemos
vislumbrar que, hasta entrada la década de 1930 hablar del movimiento
anarquista en la Argentina hace referencia a un movimiento fuertemente
involucrado en las luchas sociales. Diversos cambios relacionados a nuevas estrategias
del capitalismo a nivel mundial, a la implacable persecución estatal y a las
dificultades de adaptarse a los
nuevos tiempos
eclipsaron al anarquismo. A partir de allí entró en un cono de sombras1.
Sin embargo,
como plantea Christian Ferrer “ninguna idea enorme se extingue del todo en sus
cenizas. A veces retorna, crepitante, dando chispazos, forjando el tipo de
nidos donde se gestan las aves inmunes al fuego”2 . Así luego de varias décadas
de ausencia el anarquismo resurgió3. Pero en este resurgir, “con la etiqueta de
anarquismo encontramos un conjunto de elementos heterogéneos y en ciertos casos
incompatibles.
Nosotros/as
nos basamos en un anarquismo social y revolucionario. Social porque es un
anarquismo inserto en las luchas populares y con posibilidades de interpelación
social y revolucionario por que es un anarquismo de disputa y ruptura con las
instituciones del sistema vigente. Asimismo buscamos romper con un tipo de
anarquismo muy vigente en la actualidad que lo referencia solo como estilo de
vida, desvinculándolo de objetivos de revolución social4._ __
Reconocemos al
anarquismo como motor de una praxis transformadora de carácter libertario.
Cuando hablamos de anarquismo como praxis lo hacemos en oposición a conceptos
como doctrina o filosofía u otros parecidos que dan una idea estanca e incluso
dogmática y ahistórica de lo que para nosotros representa el anarquismo. La
idea de praxis nos da una visión dinámica de proceso en donde interactúan
efectivamente una serie de principios ideológicos y teóricos con la práctica
misma de los sujetos que buscan la transformación social dentro de un contexto
determinado y de la
cual el
anarquismo se nutre. Coincidimos con Castoriadis en que “lo que llamamos
política revolucionaria es una praxis que se da como objetivo la organización y
la orientación de la sociedad con miras a la autonomía de todos y reconoce que
esta presupone una transformación radical de la sociedad que no será, a su vez,
posible sino por el despliegue de la actividad autónoma de los hombres”5.
Este planteo
ya lo encontramos presente en los orígenes del anarquismo: "las ideas en
general no tienen un origen asignable, existen en embrión, o por briznas aquí y
allí; pero se solicitan mutuamente, se reúnen, se reorganizan y toman, a
posteriori un sentido nuevo cuando una nueva situación social las hace vivir.
La idea surge de la acción y debe volver a la acción afirmaba Proudhon, y
Bakunin va más lejos todavía: “hay que ir de la vida a la idea. Quien se apoya
sobre la abstracción encontrará allí la muerte". 6
Asimismo,
creemos que fue Malatesta quien dio central importancia a la praxis de los
sujetos como motor de cambio social al desarrollar el concepto de voluntad.
Así, Malatesta pensaba que la anarquía solo seria posible si las personas la
deseaban, y si ponían en acción una voluntad revolucionaria: "La
experiencia de una voluntad capaz de producir efectos nuevos, independientes de
las leyes mecánicas de la naturaleza, es un presupuesto necesario para aquellos
que sostienen que es posible reformar la sociedad. Para ir hacia un estado de
sociedad sin gobierno (...), es preciso
entonces
pensarlo y quererlo. Concebida así la anarquía se inscribe en la larga duración
de la historia, se identifica con el espíritu de revuelta y con el deseo de
libertad, pero agrega un contenido conceptual, una imagen de la sociedad que le
es propia".7
SOBRE EL
SISTEMA DE DOMINACIÓN CAPITALISTA
Sobre el
concepto de dominación
Entendemos al
capitalismo como un sistema de dominación. Según Errandonea "la
institucionalización de una relación social concreta, en la cual unos deciden
lo que implica a los otros y/o a todos, constituye una relación de dominación.
Sea cual sea el mecanismo a través del cual se lo hace, el procedimiento
utilizado, la ubicación de los que lo llevan a cabo y el contenido de ellas, en
una palabra, la configuración sistemática de la adopción de decisiones constituye
un sistema de dominación"8. De esta manera, un sistema de dominación
involucra la institucionalización de relaciones de mando- obediencia.
Desde esta
perspectiva, entendemos que el capitalismo es un sistema de dominio heredero de
otras formas anteriores de dominación y a su vez forma propia, particular y
nueva de dominio. Un sistema que domina no solo a través de la dimensión
económica sino que opera en diferentes niveles y través de distintos mecanismos
de dominio en todas las esferas de la vida social. Pero no es único e
inmodificable, sino que es un producto histórico.
Entendemos al
capitalismo contemporáneo como un sistema de dominación en el que opera una
dinámica de poder compleja, relacional, multidimensional, capilar y en
constante disputa entre diferentes fuerzas. Esto porque entendemos que el mundo
social está constituido a partir de las distintas dimensiones del poder
conformadas en todas las esferas de la sociedad, las cuales se influencian y
dependen unas de otras. Se puede afirmar entonces, que el sistema de dominación
actual, en realidad no es simple reflejo de las relaciones de la esfera
económica sino que, se constituye en una interdependencia de las esferas
política, económica, ideológica, cultural, etc. Las relaciones de poder se
encuentran presentes en todas las relaciones sociales, impregnan la sociedad de
forma capilar. De esta manera el poder penetra en las relaciones cotidianas y
en las vidas de todos nosotros.
Con esto,
hacemos referencia a lo que Ibáñez, a partir de Foucault, define como
“paradigma estratégico del poder”: “el poder es una relación, un acto. El poder
es algo que se ejerce. El poder tiene una presencia difusa en todo la
estructura social, se produce en el todo social. Es omnipresente no porque
llega a todos los lugares, sino porque brota en todas las partes [...] El poder
toma la forma de
los modelos de la física. El poder es consubstancial con lo social, no existen así,
zonas sin poder o que escapen a su control. El poder es inmanente a los dominios
en que se manifiesta, la
economía esta
constituida por relaciones de poder que les son propias. El poder es
ascendente, los poderes locales van delineando efectos de conjunto que
conforman los niveles más generales: modificando las relaciones de fuerza
locales se modifican los efectos del conjunto. [...] El poder es, ante todo,
una instancia productiva. El poder produce saber, engendra procedimientos y
objetos de saber. Quien ocupa una posición de poder produce saber. El poder
resulta de una victoria; tiene una guerra por origen. Los mecanismos del poder
son del orden del control y de la regulación, de la gestión y de la vigilancia.
[...] El poder no funciona a partir del soberano, sino a partir de los sujetos.
La vida es el símbolo del poder, su objetivo es regir y administrar la vida.”9 Así
a partir de Foucault e Ibáñez, se puede definir al poder de dominación como una
relación social concreta y dinámica entre diferentes fuerzas asimétricas, en la
cual existe preponderancia de una(s) fuerza(s) en relación a otra(s).10
Una
cuestión de Clase
Asimismo, un
sistema de dominio se estructura a través de clases antagónicas: una que domina
y otra que se encuentra bajo estas relaciones. De quienes sacan provecho de las
mismas, nada se puede esperar, solo que intenten conservar, aumentar y
reproducir de diversas maneras sus privilegios. Este conflicto entre clases
antagónicas se expresa en una guerra social ó lucha de clases en todas las
esferas de la vida social. Creemos que por este motivo, solo quienes sufren estas
relaciones pueden desear e incluso luchar para destruir el sistema.
Planteamos
entonces, una noción de clases y lucha de clases a partir de la categoría
dominación, la cual abarca la explotación pero no se reduce a la misma, es
decir, partimos de una noción más amplia de dominación. Esto implica que la
estructura de clases no se defina solamente a partir de términos económicos
(relaciones de producción), sino también, teniendo en cuenta tanto la propiedad
de los medios de producción como de los medios de coerción, los instrumentos
que gobiernan la sociedad y la dominación a través de procesos culturales
dominantes, etc., sin autonomizar las esferas ya que, como mencionamos mas
arriba, entre las mismas existe interdependencia.
Donde hay
Dominación hay Resistencia
Creemos que
toda relación de dominación implica resistencia. Así, entendemos que los
procesos de dominación están relacionados de manera dialéctica con procesos de
resistencia. De esta forma, si bien el sistema de dominación estructura en gran
parte la forma en que entendemos el mundo y nuestras prácticas sociales, existe
una experiencia social e histórica, real y concreta que nos permite
problematizar la dominación y hacer posible el cambio. “La conciencia real -y
no la teórica- de los miembros de una clase, es el producto de una serie de
experiencias históricas prácticas relacionadas con vivir en el mundo. Esto
implica todas las dimensiones de las relaciones de poder, y no solo las
económicas".11 Asimismo, consideramos que, en los procesos sociales de
lucha, el imaginario radical, que involucra la crítica radical y la creación,
se vuelve importante a la hora de explicar el cambio social.
En base a esta
definición de sistema de dominación como la institucionalización sistemática de
relaciones de mando-obediencia, podemos caracterizar a la dominación y la
autogestión en función de la capacidad de participación.12 Las luchas sociales
con influencia de tradición anarquista impulsan un tipo de resistencia, la
resistencia en sentido autogestivo, esto es, procesos prefigurativos que nos
permiten ir tomando cada vez más decisiones en todos aquellos aspectos que
involucran nuestra vida, tanto individual como colectiva, es decir, nos
permiten ir ampliando la capacidad de participación y a la vez ir construyendo
los embriones de la sociedad anarquista. Por otro lado, el capitalismo
constituye una forma de organizar el mundo social, se sustenta "en la
centralización del poder político del estado, esto es, un conjunto de
instituciones controladas por una minoría posicionada sobre la sociedad, que
regulan el conjunto social a partir de sus intereses particulares. Esta
organización social funciona también a través de una serie de símbolos y
significaciones, que difunden y conservan en el imaginario del pueblo lo fundamental
de sus estructuras de dominación."13 Consideramos que estos planteos ya
estaban latentes en los debates entre Marx y Bakunin hacia fines del siglo XIX,
en donde este último argumentaba que "a pesar de que en un primer momento
el estado pueda estar determinado por el factor económico inmediatamente
después pasa a ser determinante en el proceso de mantenimiento y reproducción
de las relaciones de dominación capitalista”.14 En este sentido marca que se
analice el papel del estado de manera relacional, y no mecanicista, ya que ve
que Marx pone al estado como un producto y nunca como productor de las relaciones
de dominación y explotación. De esta manera, Bakunin coloca claramente a la
dominación política estatal en un mismo nivel de importancia que la dominación
económica. A partir de este último punto nos proponemos desarrollar a
continuación qué entendemos por estado.
SOBRE EL
ESTADO
Creemos que
uno de los desafíos que tenemos que encarar como anarquistas es profundizar la
comprensión acerca de lo que es el estado en sus distintas facetas ya que es
central en la producción y reproducción de las relaciones de dominación
capitalista y en la forma en que se expresan las luchas sociales de nuestros
tiempos. Como plantea Errandonea "especialmente en el siglo XX, el estado
se fue haciendo mucho más complejo. En la medida en que fue asumiendo otras
funciones, a la vez que creció en su estructura burocrática, también se matizó
en una serie de organizaciones públicas que tendieron a desconcentrarlo.
Absorbió las muy anteriores autonomías municipales y universitarias y agregó
las instituciones de enseñanza y de salud públicas destinadas a asistir a la
generalidad de la población (,,,) Incorporó los monopolios naturales y otras
grandes empresas productivas, y ocupó a una parte considerable de la población
activa ".15 Asimismo, a través de estos aspectos y otros, que analizaremos
en este apartado, el estado fue colonizando cada vez más espacios de la vida
cotidiana profundizando el control social sobre nuestras vidas de una manera
sin precedente.
En primer
lugar queremos señalar que al igual que el poder, el estado no es una cosa u
objeto que se pueda señalar, agarrar o “tomar”. La noción de estado como objeto
material ha sido hegemónica tanto en perspectivas antisistémicas como en
perspectivas conservadoras. En este sentido Philip Abrams señala: “Debemos
abandonar la idea del estado como un objeto material (...) concreto o abstracto
sin dejar de considerar la idea del estado con absoluta seriedad (...) El
estado es, entonces, en todos los sentidos del término, un triunfo del
ocultamiento. Oculta la historia real y las relaciones de sujeción detrás de
una máscara ahistórica de ilusoria legitimidad (…) En suma: el estado no es la realidad
que se encuentra detrás de la práctica política. El mismo es la máscara…".16
Foucault
también planteaba alejarse de las definiciones instrumentalistas de estado,
así, en uno de los pocos artículos en los que se refirió de manera directa a
esta institución señalaba: "El estado no es universal; el estado no es en
si mismo una fuente autónoma de poder; el estado no es otra cosa que los hechos;
el perfil, el desglosamiento móvil de una perpetua estatalización, o de
perpetuas estatalizaciones, de transacciones incesantes que modifican,
desplazan, conmocionan o hacen decantarse insidiosamente, poco importa las
finanzas, las modalidades de inversión, los centros
de decisión,
las formas y los tipos de control, las relaciones entre los poderes locales y
la autoridad central. El estado no es otra cosa más que el efecto móvil de un
régimen de gubernamentabilidad múltiple" 17
Estos planteos
cuestionan la "idea" naturalizada acerca de lo que es el estado. Por
ejemplo, la idea mas común naturalizada desde el capitalismo que señala que es
estado es una institución que se localiza en determinados lugares como la
cámara de diputados, la casa
rosada, las dependencias municipales, etc, y que está encarnada en el sistema parlamentario,
con su aparato burocrático etc. Esa construcción es una ficción, y esa ficción
tiene un papel importante en la reproducción del sistema de dominación por que
produce determinados efectos materiales y cotidianos que es necesario poner de
manifiesto para entender las lógicas de la dominación estatal. Así, entender al
estado como ficción es entender que "el poder del estado opera a través de
una base ilusoria que oculta y naturaliza las relaciones de desigualdad y
fuerza". 18
Para
nosotros/as estos planteos son sugerentes, acordamos con el planteo de que el
estado no es una cosa, que el estado como ficción cumple un importante papel en
los procesos de dominación, que el estado está configurado a través de
relaciones de poder que circulan por toda la sociedad, y que es necesario ver
como se instituye desde la cotidianidad micro social. Pero a su vez queremos
resaltar que el estado es una institución que construye estrategias de control y
regulación social desde arriba hacia abajo. Así, articula mecanismos, técnicas,
discursos y dispositivos, operando sobre las dimensiones del poder de
dominación político, económico, jurídico, administrativo, cultural, ideológico,
de género, etc.
Para alejarnos
de las definiciones instrumentalistas de estado nos proponemos comprender qué
hay detrás de la máscara prestando atención a los "efectos del
poder", a los hechos que genera "la máscara " que dan cuenta de
gran parte de la historia real y cotidiana de las relaciones de dominación
destacando así, las dimensiones prácticas y procesuales 19, sin dejar de tomar
en cuenta, al mismo tiempo, los aspectos más conocidos y estudiados del estado,
esto es, aquello que tiene que ver con la coerción, con lo jurídico, con el
parlamentarismo.
De esta
manera, entendemos al estado capitalista desde una perspectiva compleja, que
involucra de manera relacional aspectos macro estructurales y microsociales.
Así, poner el acento en los aspectos dinámicos, relacionales, macro estructurales,
cotidianos, económicos-políticos-culturales e ideológicos etc., de los procesos
de dominación estatal también nos permite evidenciar su dialéctica con los
procesos de resistencia.
En base a
estos planteos, arribamos a una primera definición de estado más enfocada en la
articulación de lo político-jurídico-militar-económico, para luego incorporar a
este análisis la articulación con la dimensión cultural del estado tratando de
evidenciar la complejidad de la institución estatal abordándola desde sus
múltiples aspectos y dimensiones. Creemos que esto no solo nos permite
comprender la dominación estatal sino que nos permite
profundizar
las tácticas y estrategias de lucha en sentido anarquista.
Podemos
acercarnos a una primera definición planteando que el estado es una institución
de regulación y control social, constituida a partir de las relaciones de poder
y que incluye el gobierno, el aparato jurídico y militar.
Asimismo, como
señala Felipe Correa, las relaciones de poder se pueden esquematizar a partir
de un eje de participación, cuyos límites (extremos opuestos) son la dominación
y la autogestión; de esto resultan dos modelos de poder: poder dominador y
poder autogestionario20. El poder representado por el estado es de tipo
dominador, por que usurpa la capacidad de participación real de la inmensa
mayoría de la población, asegurando la dominación a través de la legitimidad y
por la fuerza. Históricamente, el estado no sirvió para la creación de poderes
autogestionarios; aunque en diversos casos haya incorporado o estimulado algún
tipo de participación, eso siempre se dio en el intento de legitimar un
determinado sistema de dominación y su respectiva estructura de clases.21
De esta
manera, el estado no es simple reflejo de las relaciones que se dan en el
ámbito de la esfera económica, la cual ciertamente influencia al estado, pero
que, al mismo tiempo, es influenciada por él. La esfera
política-jurídica-militar constituye, al mismo tiempo, consecuencia y causa de
las relaciones que involucran a la esfera económica. Así concebido, el estado
es un elemento central de los sistemas de dominación y de sus respectivas
estructuras de clases, las cuales son forjadas por las relaciones de trabajo,
pertenecientes a la esfera económica, pero también por las relaciones
gubernamentales, jurídicas y militares.22 Las disgresiones acerca de la
naturaleza del Estado están en la raíz de los principales debates históricos
entre marxistas y anarquistas, así, "las divergencias entre Bakunin y Marx
descansan sobre una oposición fundamental en torno a la naturaleza del Estado
(...) Para Bakunin, existía, históricamente, un encadenamiento de los hechos
económicos y políticos; aunque con una autonomía relativa, el estado habría
sido fundamental para el desarrollo del capitalismo, por razón de la
centralización y de la sujeción del pueblo, que tenía la ilusión de estar
siendo representado en él. Si por un lado el estado representa los intereses de
los propietarios capitalistas, por el otro constituye una estructura política
necesaria para el desarrollo del capitalismo; aún modificadas las relaciones de
producción, si el estado continuase existiendo, él recrearía el capitalismo -
hipótesis que seria confirmada por la reciente historia de la Unión
Soviética". 23
Como bien
señala Felipe Correa, el estado domina a través de la fuerza pero también a
través de la legitimidad. La construcción de legitimidad estatal con objeto de
regulación y control social, es un proceso en constante producción y reproducción,
por que justamente no se construye de una vez y para siempre, sino que es
disputada por los dominados.
La experiencia
vivida colectiva e individual de los dominados, en base a las diferencias
reales tanto económicas, como políticas, de género, etc. promueven resistencias
tanto organizadas como individuales. Esta diferencias generan que se experimente
e internalice de distintas maneras las ideas, símbolos, valores, etc, a través
de los cuales el estado construye legitimidad.24 Así, el estado no solo
necesita reprimir y cobrar impuestos para comprar armas o mantener verdugos
para sus cárceles. El mismo necesita convencernos, necesita de nuestro consenso
aunque sea en la forma de “servidumbre voluntaria”.25 A ese convencer, el
estado lo tiene que efectuar en una sociedad como la nuestra, una sociedad de
clases, en constante situación de disputa, de guerra de clases. En este
sentido, si el estado apareciera como claramente identificado con los intereses
de una sola clase no podría jamás ser lo que dice ser; el garante del bien común
de la sociedad. En relación a
esto el estado no solo tiene que aparecer como neutral y como
genuino representante del todo social, de cada una de sus partes sino que
fundamentalmente tiene que negar que la sociedad está partida, tiene que negar
a riesgo de su propia existencia, su propia razón de ser, que existen clases,
que hay un conflicto en el interior de la sociedad. Para él puede haber ricos y
pobres o diferencia social más o menos obscena
pero jamás
clases. El estado debe generar el consenso necesario en la sociedad, crear las
condiciones para que sus intereses (y los de su clase) aparezcan como los
intereses de todos. Pero, " la sociedad burguesa, en los hechos, no es la
unidad que pretende que es. Aquí la regulación estatal se vuelve fundamental y
el hecho mismo de la diferencia –la discrepancia entre las representaciones
oficiales y la realidad representada - es lo que la hace tan constantemente necesaria
para que las representaciones burguesas se puedan sostener en pie".26
De esta
manera, para la construcción de legitimidad estatal, la dimensión cultural es
de gran importancia, ya que es a
través de la producción constante de ideas, símbolos, identidades, etc., que el
estado intenta borrar que es la sociedad enajenada de sí en un aparato que la norma y la violenta de
acuerdo a los intereses particulares de las clases dominantes. La existencia de
elecciones “libres”, el parlamento y los partidos políticos son claves en la
ficción de neutralidad del aparato estatal y constituyen una de sus fuentes de
legitimidad más importantes ya que configuran la idea de que el pueblo puede
elegir el sistema de gobierno y los partidos que lo representen, a través del
sufragio universal. A nuestros ojos el estado aparece como un aparato que actúa
concretamente sobre la realidad social. Sin embargo, lo que existe es un
conjunto organizado (y estructurado en clases antagónicas) de individuos
conectados a través de una compleja red de relaciones de dominación, en donde,
la minoría que controla la institución estatal se convierte en una clase
privilegiada al concentrar las funciones de regulación y de reproducción
social. A través de este proceso el Estado aparece como campo político, que
actúa y se representa en él. Por eso podemos concebirlo como un sujeto
político. Y no como cualquier sujeto. Aparece como un sujeto muy particular
que, a diferencia de cualquier otro nacido de la sociedad, tiene todo el poder
social de representación de la política y, por lo tanto, de sí mismo. Para ser
claros el estado define el ámbito de lo político, las formas de intervención y
los términos en que se expresan incluso las luchas, así como el significado de
la "política".
El estado
como ficción
Como señalamos
el estado capitalista, como institución ha acumulado y centralizado toda una
serie de funciones: gendarmes y policías, maestros y sociólogos, no solo es
importante la evidente potencia de las estructuras palpables en edificios
públicos u hombres armados, sino, fundamentalmente, la idea que le da sentido.
La simple suma de presidentes, policías, gobernadores, ministros de educación y
jueces no dan por resultado el estado. Esa cosificación del estado es lo que
llamamos fetichismo del estado: "una especie de aura de poder a la manera
de Leviatan, o bien ese "Dios mortal" en la interpretación de Hobbes
o, de manera bastante distinta, la visión intrincada de Hegel del estado, no
solo como la representación concreta de la razón, de la Idea, sino también como
una impresionante unidad orgánica, algo mucho mayor que la suma de sus partes.
Esta definición hace alusión al proceso de construcción cultural del Estado
moderno cuya cualidad de fetiche sagrado se hace evidente cuando habitualmente
nos referimos a la entidad "Estado" como si fuera un ser en sí mismo,
animado con voluntad y entendimiento. Los ejércitos, las prisiones, las órdenes
de deportación, como todo el proceso de extracción fiscal, dependen en gran
medida del fetichismo del Estado ya que "la asociación de los instrumentos
represivos con la idea del estado y la invocación de esa idea que enmudece las
protestas, justifica la fuerza y nos convence de que el destino de las victimas
es justo y necesario"27.
Otro aspecto a
señalar de esta inscripción cultural a través de la ficcionalidad estatal es
"la fábula de origen del estado" generalmente presentada como
contrato o pacto social que incluye la delegación para siempre de la voluntad,
del poder, en fin de la capacidad para autogobernarnos. Eduardo Colombo28 plantea
que en realidad esto es una
expropiación y
que esta se construye sobre el soporte de una desposesión inaugural que remite
a un tiempo mítico originario “el dictado sagrado de la ley”, inversión
imaginaria que hace de una fuente extrasocial la ordenadora de todo lo que
existe y la fundadora de la ley social que establece una jerarquía de mando, de
rango y de fortuna. Cuando hablamos de fuente extrasocial nos referimos a algo
que esta por afuera, de la sociedad efectiva, viviente y que puede aparecer en
la forma de dioses pero también en la imagen de héroes fundadores. La
alienación de la capacidad de autoadministración y autoinstitución, produjo una
verdadera confiscación de facto de dicha capacidad en manos de una minoría. Con
la construcción imaginaria del Estado, la mencionada minoría instituyó la
separación y la
autonomización
de lo político en la figura de estado, opuesta ahora a la gran masa de
súbditos. Como mencionamos más arriba, esta confiscación es siempre parcial y
limitada, pero transfiere la acción política “legítima” hacia las manos del
estado. El poder político se expresará de aquí en más por medio de una
representación imaginaria central que organiza el universo sociopolítico en su
conjunto. El Estado se espiritualiza y los hombres se cosifican.
Estos planteos
acerca del carácter sacralizado (religión secular) del estado ya estaban
desarrollados por Bakunin cuando señalaba: "¿Qué es el Estado? Es, les
responden a ustedes los metafísicos y los doctores en derecho, la cosa pública:
los intereses, el bien colectivo y el derecho de todo el mundo, opuestos a la
acción disolvente de los intereses y de las pasiones egoístas de cada uno. Es
la justicia y la realización de la moral y de la virtud en la tierra. Por
consiguiente, no hay acto más sublime ni mayor deber para los individuos, que
entregarse, sacrificarse, y, de ser necesario, morir por el triunfo, por la
potencia del Estado. He aquí en pocas palabras toda la teología del Estado.
Veamos ahora si esta teología política, así como la teología religiosa, no
oculta más allá de las muy hermosas y muy poéticas apariencias, unas realidades
muy ordinarias y muy sucias (...) el Estado, es el altar de la religión
política sobre el que la sociedad natural siempre queda inmolada: una universalidad
devoradora, que vive de sacrificios humanos, como la Iglesia. El Estado, lo
repito otra vez, es el hermano menor de la Iglesia (...) Tal es en su pureza
ideal la teoría idéntica de la Iglesia y del Estado. Es una pura abstracción;
pero toda abstracción histórica supone hechos históricos. Estos hechos, como lo
dije en mi precedente artículo, son de una índole muy real, muy brutal: es la
violencia, el despojo, la supeditación, la esclavización, la conquista. El
hombre está formado de tal manera, que no se conforma con hacer, necesita además
explicarse y legitimar, ante su propia consciencia y a los ojos de toda la
gente, lo que hizo. La religión apareció como para bendecir los hechos
cumplidos, y, gracias a esta bendición, el hecho inicuo y brutal se convirtió
en derecho. La ciencia jurídica y el derecho político, como se sabe, se
originan primero en la teología; y más tarde en la metafísica, que no es otra
cosa que una teología enmascarada, una teología que tiene la pretensión
ridícula de no ser absurda, y se esforzó en vano en darles el carácter de la
ciencia (...) El Estado es una abstracción devoradora de la vida popular, dije;
pero para que una abstracción pueda nacer, desarrollarse y seguir existiendo en
el mundo real, es necesario que haya un cuerpo colectivo real que esté
interesado en su
existencia.
No puede ser la gran masa popular, dado que ella es precisamente la víctima:
debe ser un cuerpo privilegiado, el cuerpo sacerdotal del Estado, la clase
gobernante y poseedora, la que representa en el Estado lo que la clase
sacerdotal de la religión, los sacerdotes, son en la Iglesia."29
La lógica
de dominación estatal y su influencia en la construcción de subjetividades. La
dominación cultural, símbolos y rituales
Como decíamos
más arriba, el estado define el ámbito de lo político, las formas de
intervención y los términos en que se expresan la mayoría de las luchas, así
como el significado de la "política". Frente a la amenaza constante
que presentan los dominados, el estado organiza y divide por la fuerza a las
subjetividades y con ello produce y reproduce expresiones de dominación social
bastante materiales. Esta materialidad de las formas cotidianas de las construcciones
estatales da cuenta de la manera en que el estado vive a través de nosotros.
Por un lado,
la dominación cultural posee una dimensión totalizante a través del carácter
nacional del estado y el fomento de la identidad nacional. Pero por otro, como
ha señalado Foucault también posee una dimensión individualizante a través toda
una organización por medio de títulos impositivos, encarnados en categorías
especificas como ciudadano, jefe de hogar, ama de casa, desocupado, etc.,
estructuradas por ejes de clase, ocupación, género, edad, etnicidad y lugar que
tiene un fuerte eco en la identificaciones y prácticas de los sujetos.30
A través de
procesos de dominación cultural el estado afirma, esto es, “a los subordinados
se les recuerda repetidamente su identidad de subordinados mediante rituales y
medios de regulación moral y no solo a través de su opresión concreta y
manifiesta”.31 Y al afirmar establece un marco discursivo común, que deja a un
lado términos centrales alrededor de los cuales y en los cuales puede haber
controversias y luchas. Este marco discursivo común proporciona un lenguaje
articulado a través de palabras, pero de igual manera a través símbolos, como
las banderas, etc. Este marco discursivo implica un proceso social material, es
decir, relaciones sociales concretas y establecimiento de rutinas, rituales e
instituciones que operan sobre los individuos y que son vividos por los
oprimidos generando prácticas sociales concretas que reproducen la dominación.32
De esta
manera, el poder de los símbolos creados y recreados por el estado radica en su
capacidad de crear un mundo convincente, en conseguir desviar la atención del
caos de la verdadera naturaleza para otorgarnos la confianza de que el mundo
tal como lo vemos es real. En este sentido podemos ver que los símbolos patrios
constituyen la simplificación de una concepción de la historia nacional que
aspira a difundirse ampliamente y en lo posible a ser aceptada como única. Los
símbolos patrios resumen la ficción de la unidad de la nación. Pero no
olvidemos que es precisamente la evidencia de serias fracturas en el cuerpo de
la sociedad, por cuestiones de clase u otras, lo que hace necesario un sistema
simbólico que reafirme continuamente la ficción de homogeneidad. El proceso de
inscripción cultural del estado se realiza por ejemplo a través de los grandes
rituales seculares como por ejemplo los festejos por los bicentenarios de los
estado-nación latinoamericanos, donde se actualizan algunos relatos, símbolos,
discursos, identidades, etc., se incorporan nuevos elementos y se desechan
otros. De esta manera se busca monopolizar los significados en torno a la
identidad nacional, legitimar la historia oficial y fortalecer la dominación inclusive
a través de la manipulación de lo emotivo (dimensión de la vida humana).
Un ejemplo de
esto se vio reflejado en de los festejos del centenario (1910) de
argentina. Así, a través de la selección de símbolos, discursos, relatos e
identidades por parte de la clase dominante, se intentó borrar la historia real
ligada a las identidades y resistencias de los pueblos originarios. Así se fue
instituyendo la idea de que la Argentina es un país conformado por
descendientes europeos. Sin embargo, la lucha de los pueblos originarios por
sus derechos fue minando durante un siglo de lucha este discurso. Así, en el
bicentenario festejado recientemente se buscó incorporar algunos elementos
ligados a los pueblos originarios, pero subordinados siempre al mito de la descendencia
europea. Se busca incorporar esos elementos en función de intentar controlar
las identidades que resisten, es una incorporación solo en el plano simbólico
por que en la realidad no se atienden las demandas de los pueblos originarios,
es una incorporación simbólica que intenta controlar, ocultar, matizar y
dominar las resistencias al presentar una igualdad ficticia en el plano
simbólico. Asimismo, también, existen toda una serie de rituales y prácticas
cotidianas que cumplen la misma función, por ejemplo los rituales cotidianos en
torno a las banderas que se producen día a día en las escuelas, desde pequeños
se nos enseña como la bandera es un objeto sagrado al que se le
"jura" lealtad, en realidad lo que ocurre es una manipulación
cotidiana que afirma ideológicamente la ficción estatal.
El rol de
la fuerza
La autoridad
estatal no solo tiene la capacidad de reprimir las diversas luchas de la clase
oprimida, también define rutinariamente el mundo cotidiano en el que estamos
obligados a vivir. El
poder refuerza los términos en los que las cosas deben ser hechas en la mayoría
de los niveles cotidianos: la libreta de matrimonio, el registro para conducir,
el documento, el pasaporte, etc. esto es una organización del tiempo y el
espacio dentro de la cual la vida individual es vivida, y ella es profundamente
coercitiva, séase o no experimentada como tal.33 Por eso consideramos que
el rol de la fuerza es central en la institución estatal.
Sintetizando,
“el estado implica violencia, un gobierno basado sobre una violencia disfrazada
o en caso de ser necesario, abierta y sin ceremonias. El estado, cualquier
estado – aunque esté vestido del modo más liberal y democrático – se basa
forzosamente sobre la dominación y la violencia, es decir, sobre un despotismo
que no por ser oculto resulta menos peligroso”.34
Síntesis
En síntesis,
creemos que el estado involucra de manera relacional e histórica aspectos
económicos-administrativos-jurídicos y militar con aspectos
culturales-ideológicos, lo que nos aleja de las definiciones deterministas de
una de las esferas sobre las otras. Lo que existe es un proceso de dominación a
través de la institución estatal que es histórico, multidimencional, dinámico y
complejo. En este sentido podemos visualizar al estado como institución que
articula relaciones de dominación, que pone en funcionamiento mecanismos de
coerción y de legitimación que hacen que el poder de dominación se produzca y
reproduzca constantemente y que a su vez, profundice la regulación y el control
en torno a más aspectos de la vida social (biopolitica: autorregulación de
nuestras conductas a través del disciplinamiento). Asimismo, en base a esta
perspectiva creemos que el estado no está separado de la sociedad, por el
contrario,
como planteamos más arriba, las relaciones sociales de dominación estatal nos
cruzan a todos/as ya que gran parte de su "éxito" se relaciona con la
internalización de aspectos culturales e ideológicos estatales que inclusive moldean
las formas que adquieren las luchas sociales.
Desde esta perspectiva
consideramos que como anarquistas debemos promover una estrategia de lucha
contra el estado que se salga de los límites que nos impone el moldeamiento
estatal para esto consideramos fundamental el desarrollo cada vez más fuerte de
luchas en sentido autogestivo, esto es, prácticas de lucha que no solo se
expresen en la calle sino que se vaya construyendo un universo de prácticas
cotidianas antiestatales que sedimenten las bases de la sociedad futura. Del
mismo modo, nosotros/as pensamos que como anarquistas debemos promover nuestros
símbolos y prácticas nacidos al calor de la lucha. Si bien desde las clases
dominantes se construye selectivamente una historia oficial, con símbolos
oficiales y rituales oficiales que legitiman el orden dominante, en el proceso
de resistencia se impugnan esos símbolos y se promueven relatos propios desde
los sectores de la clase oprimida, se crean otros símbolos (pensemos en la
wipala, en la A de
anarquía, en la bandera roja y negra), fechas conmemorativas, etc., que son
resistencias reales a la dominación y a la vez elementos constitutivos de
nuestra lucha e ideología que tienen alcances en nuestras prácticas. Frente a
la actualización cotidiana del sistema de dominación nosotros/as, los/as que luchamos
también disputamos, construimos nuestros propios relatos, símbolos y
reivindicaciones.
Para terminar,
podemos decir que como modernos ludditas queremos ser destructores de la
dominación estatal, dominación, por definición, inútil para nuestros fines de
una sociedad libertaria. Pero a la vez queremos ser
constructores
de nuevas formas de coordinación de la vida social, autogestivas, desde abajo,
sin relaciones que impliquen el sometimiento, la subordinación, en definitiva
la dominación de una clase sobre otra.
ORGANIZACIÓN
ANARQUISTA Y CONTEXTO HISTORICO
Como
manifestamos al inicio de nuestra declaración de principios, descartamos la
existencia de una organización política anarquista, acabada, representativa de
todo el movimiento libertario, incluso y ni siquiera de la tendencia especifista.
En este sentido en la FACA hemos asumido el compromiso de iniciar un proceso de
construcción de una organización política anarquista, poniendo de manifiesto
nuestra manera de concebir el anarquismo y particularmente el anarquismo
especifista.
Numerosas
experiencias de organización política anarquista, cada una con su concepción
política propia y sus modelos organizativos han aportado, según nuestra opinión
a un proceso histórico más amplio dentro de la tradición anarquista y a su vez
dentro de los procesos de lucha y resistencia de la clase oprimida. Sin embargo
consideramos que a pesar de ello, hay concepciones que construyen un perfil de
organización política anarquista, así como un perfil de práctica política que
aportan en un sentido libertario a generar valores antagónicos, y otras
concepciones con las que particularmente no estamos de acuerdo y consideramos
que han reforzado los esquemas tradicionales vinculados a la idea de una
ruptura revolucionaria dirigida u orientada por vanguardias o elites políticas.
Esquemas de organización política en cuya estructura se han depositado
expectativas sobredimensionadas en sus posibilidades. Consideramos
finalmente que
en el afán de crear y generar lineamientos estratégicos para la acción política,
algunas experiencias del anarquismo especifista ha recaído en dogmatismos y
formulas representativas de otras tendencias ideológicas.
Por este
motivo consideramos que existe todo un debate abierto acerca de la organización
política anarquista, el estilo y perfil de una práctica política libertaria
coherente con nuestros fines, así como también una necesaria elaboración y/o
profundización teórica desde una perspectiva anarquista, orientada a fortalecer
nuestras herramientas y propuestas para la militancia social.
Creemos en un
anarquismo interviniendo en las luchas sociales, con nuevas posibilidades de
interpelación social, teniendo firmes los pies en el contexto histórico en el
que vivimos35, multiplicando alternativas de construcción
autogestiva en
oposición a la construcción dominante.
_ _
Si de algo se
ha jactado el anarquismo históricamente, es que si bien se considera una
corriente de praxis revolucionaria, no se lo puede identificar con un cuerpo
doctrinario cerrado, más allá de los errores, limitaciones o
incluso el
fracaso de algunas experiencias, el anarquismo ha sido siempre y se propone ser
antidogmático. De lo que se trata, y no es tarea fácil, es de vivir en sintonía
con nuestra época, rescatando lo mejor de nuestra historia, que creemos tiene aún
mucho para aportar, pero sin caer en el dogmatismo ni en la ortodoxia.
Anclados/as en el presente, sostenidos/as por el pasado y con proyección al
futuro.36
Estamos
convencidos/as de que una ruptura con el sistema vigente, no es posible de
realizar a partir de elucubraciones teóricas, ni llevar a cabo por un selecto
grupo de seres “iluminados”. Consideramos, como plantea Malatesta, que “el anarquismo
es una aspiración humana que no se funda en ninguna necesidad natural o
verdadera y que podrá realizarse según la voluntad humana… La existencia de una
voluntad capaz de producir efectos nuevos, independientes de las leyes
mecánicas de la naturaleza, es un presupuesto necesario para quien sostenga la posibilidad
de trasformar la sociedad. 37
Partimos del
análisis de Malatesta que sostiene la inherencia de la organización social y
plantea que hay una interrelación triple entre los diferentes niveles de
organización: la organización en general como principio y condición de la vida
social, hoy y en la sociedad futura, la organización política anarquista y la
organización de las fuerzas populares, para la resistencia contra el estado y
el capitalismo.
Es importante
destacar que a lo largo de la historia ha habido diferentes modelos y planteos
de organización anarquista. A priori ninguna de ellas puede ser considerada
como El modelo (con mayúscula) a seguir, sino que cada experiencia de
organización política debe estar anclada en su propio contexto histórico, si
pretende partir de un análisis lo más aproximado y profundo de la realidad
social en la que se inscribe, para elaborar propuestas lo más palpables y
tangibles posible. Así, “las formas de la organización anarquista, no pueden
menos que tomar las que las circunstancias aconsejan o imponen.”38. Esto, lejos
de implicar que cualquier alternativa es válida nos posiciona en un lugar
crítico, desde el cual sacamos algunas conclusiones: No existen los modelos y
fórmulas que a priori constituyan el esquema a seguir, sin embargo sí
consideramos que una organización política anarquista debe contener una perspectiva
de resistencia autogestiva forjada en la dinámica de los procesos de lucha,
aportando una perspectiva ideológica antagónica a los valores impuestos desde
la visión dominante, amasando alternativas de organización y resistencia que
tiendan a construir una praxis revolucionaria en sentido anarquista,
alejándonos de cualquier tipo de posición autoritaria, vanguardista, elitista,
oportunista y pragmática.
Desde esta
perspectiva histórica nos parece importante mencionar una serie de aspectos que
consideramos importantes a la hora de pensar qué tipo de organización aspiramos
a construir: Consideramos que cierta visión mecánica y reduccionista de los
procesos históricos han resultado nocivos en otras experiencias de organización.
Cierto papel profético científico formal entregado a la teoría, que puesta en
manos de una organización política haría posible interpretar la historia de un
modo acabado y así poder predecir a priori quien o quienes han de desarrollar
un papel histórico en un proceso de ruptura revolucionaria. Interpretar los
procesos históricos de este modo, implica entre otras consecuencias poner a la
organización política en el lugar de una institución capaz de dar respuestas o
brindar soluciones elucubradas a priori. Además, y también como correlato de
esta visión, implica pensar a los/as integrantes de una organización política
en términos de vanguardia o de elite (aunque discursivamente no se asuma o
incluso se niegue).
Sobre este
aspecto nos advierte Castoriadis al pensar de un modo crítico “el caso del
militante que habla continuamente de clases, de leyes de la historia, de
revolución, de socialismo, de fuerzas productivas, de Estado y de poder,
creyendo curiosamente que en estos vocablos, y en su manejo, las ideas no
tienen nada que ver, que se trata de extrañas cosas a la vez sólidas y
transparentes; con lo cual se encuentra íntegramente esclavizado a concepciones
teóricas y filosóficas pasadas que han fijado sus significados, tanto más
esclavizado cuanto que no quiere saber ni lo que estas concepciones son, ni de
dónde provienen, ni por tanto, finalmente, adónde le conducen. Es de esperar
que alguna vez, cuando de nuevo vaya a afirmar que la historia de la humanidad
es la historia de la lucha de clases, tropiece a la mitad de su frase al
preguntarse: ¿dónde y cuándo he aprendido lo que es la historia, la humanidad,
la lucha y las clases? 39
Este enfoque
nos parece cuanto menos peligroso y por este motivo consideramos que es preciso
despojarse de él: “Sin elitismos ni vanguardias, dos formas de jerarquizar las
prácticas y deslizar, posiblemente inconcientemente, valores que no pertenecen
al campo de los oprimidos ni a un proceso que necesita de nuevos valores para
que su marcha no sea confusa y hasta negativa. Pues de lo contrario no se
estaría desestructurando ideológicamente esos valores jerárquicos tan
conectados con la dominación y la obediencia sino remachando producciones
ajenas sobre el sujeto histórico. La organización política, como la entendemos,
no es sinónimo de vanguardia ni de elites “esclarecidas” sin las cuales el
pobre “pueblo ignorante” no sale del laberinto capitalista. 40
_ __
Dicho de otro
modo “El mundo histórico es el mundo del hacer humano, ese hacer está siempre
en relación con el saber de la época.” 41 “El análisis teórico podrá efectuar
una serie de descomposiciones y de recomposiciones sobre lo que se manifiesta
en la superficie de la vida de la formación considerada (indicando, por
ejemplo, que las conexiones más importantes no se encuentran allí donde los
participantes creen explícitamente que se sitúan); pero lo que encontrará de
nuevo, como principio y momento decisivo de la organización latente que
descubrirá, será una vez más un magma de significaciones imaginarias,
establecido por la formación social-histórica considerada y modificado a lo
largo de su historia de un modo más preciso: cuya modificación continua
constituye una dimensión decisiva de esa historia y a cuyo respecto el análisis
no es libre.”42
El trabajo
teórico es siempre un trabajo que se sustenta y se basa en lo que sucede en la
realidad histórica. Sin embargo, como trabajo se sitúa enteramente en el campo
del pensamiento. Es preciso hacer una distinción entre la realidad existente,
los procesos reales históricos y por otra parte los procesos del pensamiento,
apuntando al conocimiento y comprensión de aquella realidad. De ahí que sea
inadecuado esperar un conocimiento “acabado” de la realidad social en su
conjunto para comenzar a actuar sobre ella tratando de transformarla. No menos
inadecuado es intentar transformarla sin conocerla adecuadamente. 43
Por estos
motivos, quienes integramos la FACA pensamos nuestra organización en clave de
época44. Desde esta perspectiva histórica sostenemos la necesidad de una
organización política que toma forma en su propio contexto en relación dinámica
con los procesos de lucha de los que formamos parte. Aspiramos a una federación
anarquista de intención revolucionaria, con posibilidad de aportar a los
procesos de transformación social, propuestas de acción, un estilo y una
impronta libertaria.
El anarquismo
se constituye, entonces, en torno a una crítica radical de las relaciones de
dominación en todas las esferas del quehacer social (política, económica,
sociocultural, ideológica, etc.), crítica que se redefine permanentemente según
la sociedad y el momento histórico concreto de que se trate. A partir de esta
crítica radical pretendemos ir construyendo una visión propia, una praxis
revolucionaria en relación a los principios ideológicos que sostenemos, un
proyecto de ruptura con el sistema capitalista orientado a destruir las relaciones
de dominación vigentes y a construir nuevas formas de sociabilidad sobre la
base de los principios y métodos libertarios. Esto implica para nosotros/as participar
activamente de los procesos de resistencia, aportando una visión ideológica, un
estilo y propuestas de acción, con la aspiración de que las mismas sean
dinamizadoras y multiplicadoras de una praxis libertaria orientada a construir
un poder autogestionario en una relación de disputa con el sistema dominante.
Sobre el
concepto de praxis, libertad y autonomía: una actitud crítica frente al sistema
de dominación capitalista
Llamamos
praxis a ese hacer en el cual, el/la otro o los/as otros, son considerados como
seres autónomos y como agente esencial del desarrollo de su propia autonomía.
Hay una relación interna entre aquello a lo que se apunta (desarrollo de la
autonomía) y aquello por lo que es apuntado (el ejercicio de la autonomía), son
2 momentos de un proceso, que se desarrollan en un contexto concreto. 45
Bakunin señala
"el pueblo no podrá ser libre más que cuando cree él mismo su propia vida
organizándose de abajo hacia arriba por medio de asociaciones autónomas"46.
El individuo no podrá ser libre si los otros no lo son. Bakunin define la
libertad como el resultado de la ASOCIACION humana, la libertad es una creación
sociohistórica, un valor positivo, la obra de todos y de cada uno. La gran
diversidad de capacidades, de energías, de pasiones que aportan los seres
humanos al interactuar unos con otros, esa es la riqueza de la sociedad.
Gracias a esta diversidad, “la humanidad es un todo colectivo, en el cual cada
uno completa a todos y tiene necesidad de todos. De modo que esta diversidad infinita
de los individuos humanos es la causa misma, la base principal de su
solidaridad, un argumento fundamental en favor de la igualdad. Toda libertad
humana que no sea un privilegio exige, necesita, la igualdad”47.
“La sociedad
humana será libre, si rompe el lazo con toda heteronomia, lo que también
significa la abolición de la continuidad sociohistórica del principio de
mando-obediencia constitutivo de todo poder social instituido, de todo estado,
es decir, el fin del paradigma de la dominación justa."48
Entendemos que
la libertad y la autonomía están íntimamente ligadas, ya que para que las
personas y las comunidades humanas se desarrollen en la más completa libertad
es preciso al mismo tiempo que podamos hacerlo con la mayor autonomía de
decisión-acción tanto individual como colectiva.
Ya a fines del
siglo XIX Bakunin planteaba, en oposición al concepto de libertad hegemónico de
la época, una serie de críticas y cuestionamientos orientados a fundar nuevas
prácticas y nuevos modos de comprender la libertad de los/as individuos y las
sociedades: “El individuo, no crea la sociedad, nace en ella. No nace libre
sino encadenado, producto de un particular medio social creado por una larga
serie de influencias pasadas, de desarrollo y hechos históricos.
Todo ello determina
(moldea decimos nosotros), su carácter y su índole, le da un lenguaje definido
y le impone sin que pueda resistirse un mundo ya hecho de ideas, costumbres,
sentimientos, de perspectivas mentales.49 (Vale aclarar que para nosotros/as
esto es una verdad a medias, Bakunin hacía más hincapié en lo determinante de
las estructuras sociales, a pesar de dar un gran valor a la voluntad
individual, esta según él no era suficiente sino en la medida que se vuelve
acción colectiva). En este sentido el aporte de Castoriadis profundiza un poco
más sobre esta relación entre lo individual y lo colectivo: “si la autonomía es
esa relación en la cual los demás están siempre presentes como alteridad…,
entonces la autonomía es concebible más que como un problema, como una relación
social… Esta existencia plural que se presenta como intersubjetividad
prolongada… no es desde el origen simple intersubjetividad.
Es la
existencia social e histórica… lo social-historico no es ni la simple adición
de intersubjetividades (aunque también sea esto), ni su simple ‘producto’. Lo
historico-social es, lo colectivo anónimo.”50
A su vez, y
esto lo relacionamos directamente con lo que comprendemos por autonomía,
Bakunin decía que, “ a no ser pues que renuncie a su humanidad, el hombre debe saber,
debe penetrar con su pensamiento todo el mundo real, y debe, aún sin la
esperanza de alcanzar nunca el fondo de este, profundizar más y más su
coordinación y funcionamiento,… a fin de que pueda inaugurar, en este mundo de
la ciega fatalidad, su mundo humano, es decir el mundo de la libertad.” 51
Castoriadis, que ha analizado largamente este aspecto de nuestras prácticas,
profundiza aún más sobre el concepto de autonomía y plantea que ese mundo, que
junto a Bakunin, identificaba como un mundo de dominación, se encuentra
presente en nuestro interior, los procesos históricos pasados se encuentran
anclados y
arraigados en
nosotros mismos a través de unos discursos que nos son ajenos pero que
reproducimos acritícamente como propios, que se nos imponen y nos dominan, que
establecen formas precisas de entender el mundo y de movernos en él. En
oposición a esto Castoriadis plantea que “un discurso que es mío, es un
discurso que ha negado el discurso del otro, no necesariamente en su contenido,
sino en tanto que es discurso del otro, dicho de otra manera lo negó o
afirmó con conocimiento de causa.52 Se trata de tomar su lugar en tanto que instancia
de decisión53 , pero esto no se trata de… una ‘toma de conciencia’
efectuada para siempre…, sino de otra actitud del sujeto respecto de sí mismo”54
, es decir, de una actitud crítica, reflexiva en búsqueda de la construcción de
esa autonomía.
Es aquí que,
si pusiéramos a dialogar a Bakunin y a Castoriadis, ambos estarían de acuerdo
en que esta autonomía y esta libertad pueden ser posibles no como acto aislado
y absoluto sino como parte de un proceso colectivo, de una comunidad, ya que
las personas se construyen históricamente y en sociedad. “El sujeto efectivo,
dice Castoriadis, es penetrado de parte a parte por el mundo y por los demás.
El yo de la autonomía no es un sí mismo absoluto, sino… la instancia activa que
reorganiza los contenidos, ayudándose de esos mismos contenidos.”55 Por este
motivo llega a la misma conclusión que Bakunin, diciendo que “no se puede
querer la autonomía sin quererla para todos y su realización no puede
concebirse plenamente más que como empresa de todos.”56 Bakunin en otras
palabras lo había formulado 100 años antes: “Solo soy verdaderamente libre
cuando todos los seres a mi alrededor son igualmente
libres, de
modo que cuantos más sean los hombres libres que me rodean y más profunda y
amplia sea su libertad, más extensa, más amplia y profunda será la mía. Solo
puedo decirme verdaderamente libre, cuando mi libertad o lo que es lo mismo mi
dignidad, mi derecho humano, reflexionados por la conciencia igualmente libre
de todos, vuelven a mi confirmados por el asentimiento de todo el mundo. Mi
libertad personal así confirmada por la libertad de todo el mundo, se extiende
al infinito.”57
Es a partir de estas ideas y prácticas que
nosotros/as como anarquistas, nos paramos desde un lugar de cuestionamiento y
de ruptura con el sistema capitalista y nos proponemos junto a nuestros
hermanos y hermanas de clase construir nuevas formas de sociabilidad radicalmente
distintas y nuevas.
Proyecto de
ruptura revolucionaria
El proyecto,
entonces, es el elemento de la praxis, es la intención de una transformación de
lo real… que cuando se trata de política, asume la forma de programa, o dicho
de otro modo de linea las propuestas de acción para desarrollar dicho proyecto.
El programa o propuesta de acción es una figura fragmentaria, provisional de un
proyecto. Entonces, el proyecto revolucionario es entendido como un proyecto de
transformación de la sociedad presente en una sociedad organizada y orientada
hacia la autonomía de todos, siendo esta transformación efectuada por la acción
autónoma de los hombres. 58 Dicho en palabras de Malatesta, solo posible a
través de la voluntad humana.
Para ello
consideramos necesario que nuestra organización construya una visión ideológica
colectiva, es decir vaya tejiendo en la experiencia social vivida, una trama de
significaciones propias en relación con su forma de ver el mundo y de actuar en
él; un marco conceptual teórico común, es decir una serie de elementos e
instrumentos que permitan analizar lo más profundamente que sea posible los
procesos históricos de los que somos parte; unidad de acción, que como
mencionábamos más arriba no es otra cosa que los lineamientos colectivos, las
propuestas de acción, provisionales, que nos orienten en el desarrollo de un
proyecto de ruptura revolucionaria, delimitando nuestras estrategias y tácticas
para el periodo en cuestión, aportando de este modo desde nuestra práctica
política en las luchas sociales, un estilo y perfil propios en coherencia con
nuestros principios libertarios.
Algunos
conceptos acerca de cómo comprendemos la articulación entre proyecto
revolucionario, marco conceptual, ideología y propuesta de acción:
“La teoría,
apunta a la elaboración de instrumentos conceptuales para pensar y conocer todo
lo riguroso que sea posible, lo más profundamente ese conjunto social concreto,
es decir, la formación social correspondiente con el conjunto de sus
estructuras y prácticas.”59 Es importante destacar que la elaboración teórica,
como toda forma de conocimiento, es inabordable en toda su complejidad, no
existe el conocimiento acabado de una vez y para siempre. El marco teórico nos
permite articular de la manera más coherente posible con la experiencia social
vivida, aquello que es parte de los procesos de pensamiento. Dicho de otro
modo, es la lupa a través de la cual miramos la realidad, y como tal es preciso
no olvidar que dichas miradas están siempre tamizadas por alguna interpretación
de lo real vivido.
Este conjunto
de concepciones en relación con nuestra visión ideológica y la experiencia
social vivida constituye un cuerpo, incompleto, pero necesario para establecer
formas de acción sobre la realidad, en relación con los medios y los fines que
nos proponemos.
“La ideología,
en cambio, consta de elementos de naturaleza diferente, que contribuyen a dinamizar la acción motivándola
en base a circunstancias que aunque tienen que ver con las condiciones sociales
existentes no derivan en
sentido
estricto de ellas, no están determinadas mecánicamente por lo que en algún
momento se llamó lo objetivo o también la infraestructura. Son componentes de
primer orden de la ideología: ideas, representaciones,
comportamientos,
reflejos, sensibilidad. La expresión de motivaciones, la propuesta de
objetivos, de aspiraciones, de metas ideales, de utopías, de esperanzas, odios,
anhelos, todo esto pertenece al campo de la ideología.”60
“Entre teoría
e ideología es de aspirar que exista una vinculación estrecha, ya que las
propuestas de la segunda se funden y apoyan en las conclusiones del análisis
teórico. Lo instrumenta.”61
Esta
diferenciación entre teoría e ideología es lo que Malatesta proponía como
método anarquista: “Certidumbre ideológica e ignorancia filosófica”.
Ignorancia, en el sentido de que el conocimiento es infinito, y solo podemos
apuntar a conocer lo más profundamente posible aquello que nos proponemos para
que nuestras propuestas de acción sean lo más coherentes y aprehensibles
posible.
Es así que
pensamos en un marco conceptual teórico en movimiento, dinámico en constante
proceso de maduración, del mismo modo que entendemos el programa como la
orientación de los lineamientos de la organización para la militancia social en
un determinado periodo. Entendiendo los tiempos y los procesos históricos como
mencionamos
más arriba,
cabe destacar que en tanto existan cambios sustanciales en la realidad social
vivida es preciso repensar la orientación estratégica para el periodo, así como
las tácticas necesarias para continuar desarrollando el proyecto al que aspira
la organización. “Obsérvese que todo esto no implica modificar los objetivos
perseguidos, los fines, ni los principios ideológicos. La estrategia se
mantiene en un plano más modesto, pero decisivo, que tiene que ver con la operatividad,
la práctica política de la organización... Cabe esta puntualización pues
frecuentemente, hay quienes tienden a convertir en ‘principios’ lo que sólo son
y pueden ser formulaciones estratégicas, válidas en la medida en que se
adecuan, en que son eficaces para operar en una situación dada. Pero que pueden
llegar a ser peligrosas en la medida en que se las quiera convertir en dogmas
de aplicación y utilidad universal… Una concepción estratégico-táctica adecuada
tiene que tener en cuenta, como dijimos, la situación real del período para el
cual se prevé. Pero con eso no basta. Los hechos, la práctica, la experiencia
‘pura’ no bastan. Es más. La experiencia ‘pura’ no existe.”62 Es decir, la
experiencia social neutra, alejada de cualquier tipo de factores que afecten y
modifiquen aquello que se dice-hace, es imposible. La experiencia social vivida
es atravesada de parte a parte por la ideología. Se da en el marco de
un sistema de
dominación preciso, en el cual existe una configuración de las relaciones de
poder de dominación, conflictos, intereses en pugna, visiones del mundo
contrapuestas y contradictorias entre sí, proyectos enfrentados y en disputa,
todo ello en permanente ebullición y cambio, lo cual significa que nuestras
concepciones estratégicas se dan en este marco, siendo uno más de los elementos
o factores con mayor o menor influencia en los procesos sociales históricos.
NUESTRA
FEDERACION: Construyendo de un estilo propio
Nuestra
federación debe ser un ámbito de síntesis y de praxis de intención
revolucionaria que tienda a su multiplicación en sintonía con su contexto
histórico. Que sirva como dinamizadora y se proponga intervenir en el marco de
esta guerra social, en función de la construcción de un poder autogestivo y de
ruptura revolucionaria.
Vale aclarar
que entendemos a la organización y a sus militantes en un rol dinamizador que
interpretamos del siguiente modo: como la agitación, el impulso y la
multiplicación de propuestas de acción cargadas de una impronta libertaria, es
decir de un entramado de significaciones que conllevan como consecuencia y se
articulan con una práctica política orientada a prefigurar nuevas formas de
intervención y resolución de nuestra vida social. Para ello consideramos que es
necesario amasar una práctica militante íntimamente vinculada a nuestros
principios y métodos
libertarios,
anclados en nuestro contexto histórico, desde un lugar critico y propositivo
procurando contagiar y multiplicar no solo el deseo y la voluntad de transformar
la realidad social sino también, nuestro bagaje ideológico en las acciones que
llevamos adelante, es decir construyendo un estilo y un perfil propios
orientados a instituir nuevas formas del quehacer social.
Construcción
de valores antagónicos
Para nosotros/as,
los medios y los fines deben estar estrechamente vinculados y tener coherencia.
Nuestros principios son por este motivo innegociables y constituyen la columna
vertebral de nuestra ética libertaria, de nuestra práctica militante.
Llamamos ética
libertaria a los principios, valores, normas y prácticas que nos plantean una
conducta, una forma de percibir el mundo y de relacionarnos, un bagaje de
criterios a partir del cual nos paramos para comprender el mundo y actuar sobre
la realidad. En oposición a la ética del sistema dominante, nosotros proponemos
una ética libertaria.
No se trata de
erigir un nuevo dogma incuestionable, sino de comprender la dimensión de
nuestras acciones, de nuestra responsabilidad individual en el marco de un
proyecto colectivo. Este es tal vez, uno de los errores en los que han recaído
la mayor parte de las ideologías, fe y creencias, a lo largo de la historia:
han buscado más o menos conscientemente las fórmulas que ayuden a desentrañar la enorme
maraña de problemas que nos implica el enemigo que hemos elegido. Y mientras
“algunos se ocupan de desentrañar los modos en que funciona este sistema de
dominio, para transformarlo”, el entramado de relaciones sociales sigue
operando, sigue funcionando. Dogmas y fórmulas no resuelven este problema, no
pueden crear libertad, sino enjaularla aún más. Reflexionando sobre nuestras
luchas, investigando, discutiendo, poniendo en práctica nuestras conclusiones,
con planificación, critica y balance de lo actuado sí es posible construir una
praxis libertaria, una experiencia de lucha en la que se irá amasando una nueva
subjetividad que pueda construir un poder autogestivo. Teniendo en cuenta de
todas formas que no son las personas aisladas quienes podemos trasformar el
mundo, sino los sujetos sociales, con intereses similares, dispuestos a la
acción, en función de objetivos comunes.
Intentar
reconocer en las prácticas cotidianas, en el sentido común de las personas,
como operan los elementos fundantes de este sistema de dominio, identificar
cuales son algunos de esos elementos y a partir de ahí tratar de sacar conclusiones
sin pretensiones de universalidad, es una práctica que desde el punto de vista
teórico, no parece válido. Si pensamos en el discurso hegemónico respecto al
saber o al conocimiento, todo aquello que no tenga “rigor científico” es
desechado como falso, o bien minimizado y olvidado rápidamente. Incluso a la
hora de “pensar” la sociedad las diferentes tendencias revolucionarias copiamos
o reproducimos estructuras contradictorias. Sin embargo hay experiencias que
han roto con estos esquemas de producción de conocimiento. Han demostrado, que
es posible llegar a hipótesis bien fundamentadas sobre el funcionamiento de las
relaciones sociales, partiendo de la realidad concreta, en el tiempo en el que
estamos situados, intentando identificar como operan los elementos en conflicto
y sacando conclusiones o aportando propuestas que ayuden a pensar y a actuar
sobre la realidad. No podemos descuidar el hecho de que las ideas no surgen de
la abstracción más pura, sino que se forjan en una constante vinculación con la
práctica real y concreta. Ambas las ideas y la práctica, el hacer y el decir,
son aristas de lo que llamamos praxis y es en la
experiencia
social en donde la práctica y la idea, la palabra y aquello que nombramos, el
hacer y el decir se producen en conjunto todo el tiempo.
Como decíamos
más arriba, todos/as tenemos contradicciones, vivimos en un mundo que nos
quiere obligar a pisar cabezas. Es nuestra responsabilidad como militantes anarquistas,
atomizar y reducir al máximo de lo posible estas contradicciones, tener una
actitud autocrítica, vigilar atentamente nuestras prácticas y contenernos entre
los/as militantes de toda la federación para no recaer en aquellas prácticas de
las que renegamos. Sin caer en el purismo inerte que nos condenaría a la
inacción, es preciso comprender que nuestros principios y nuestra ética
libertaria no se negocian.
El ser humano,
es un ser contingente, y solemos ver las cosas desde nuestro propio eje, usándonos
a nosotros mismos como referencia tempo – espacial. Sin embargo los cambios
sociales, son producidos por conjuntos humanos y los tiempos en que se dan esos
cambios son tiempos colectivos por llamarlo de algún modo. La temporalidad, la
noción del tiempo en términos colectivos, es diferente entonces a la que
podemos percibir individualmente. La construcción de nuevas significaciones
históricas, ideológicas, la producción de cambios en niveles más profundos que
atañen a la vida social, se producen en la experiencia social vivida, que
retorna como idea trasformada en relación a un contexto histórico determinado.
Trasformar el
estado de cosas existentes, es trasformar nuestra percepción del mundo,
rearmar, volver a dibujar el
mapa de nuestro territorio. Y solo podemos trasformar, aquello que somos
capaces de percibir concientemente, no de un modo individual sino desde una
perspectiva de grupo, de conjunto o dicho de otro modo de clase. El hecho es
que nuestro imaginario, nuestra percepción del mundo y todos los mecanismos que
operan en dicho entramado, son tan complejos, tan íntimamente ligados unos
factores a otros, que es prácticamente imposible que logremos ser completamente
conscientes de ello. Un mapa es una representación simbólica de un territorio
determinado y jamás podremos dar cuenta exacta de él.
Las
instituciones sociales, no son otra cosa que la representación simbólica de
nuestra forma de percibir el mundo y de organizarlo según determinados
criterios. Es decir que, si no cambia nuestra percepción del mundo, no pueden cambiar
nuestras instituciones, aún suponiendo que estamos creando algo nuevo, no
haremos otra cosa que recurrir a nuestro antiguo conocimiento, para crear cosas
“nuevas” y entonces es allí donde volvemos a tropezar con el “mundo de siempre”.
A esta curva, que tuerce y hace retornar las cosas hacia la dinámica estatal
establecida, Lourau le llama curvatura de lo político.
¿Por qué pasa
esto? Porque la forma en que imaginamos las cosas, los elementos que usamos
para crearlas siguen sin ser cuestionados. Nuestro imaginario es el mapa que
dibujamos, que nos da una idea de cómo es el territorio en el que vivimos, para
definir nuestro mundo. Este, se basa sobre alguna idea primaria y a partir de
allí todo lo que imaginemos está en relación y se sostiene gracias a estos
cimientos. Lo que llamamos ética no es otra cosa, que los valores, parámetros y
criterios de conducta humana, el marco de referencia que tenemos, que nos dice
lo que está bien y lo que
está mal. Y
como no podemos estar cuestionando todo el tiempo nuestro sistema de valores,
nuestra ética (porqué no podríamos actuar en un mundo cuya dinámica nos propone
todo tipo de factores y situaciones en constante cambio), solemos usar el mismo
marco de referencia y ante situaciones similares, actuamos más o menos de la
misma manera.
Tanto es así
que luego de algún tiempo, tal vez, olvidemos por qué hacemos las cosas del
modo en que las hacemos, simplemente sabemos que está bien resolverlas así.
Este tipo de situaciones podrían ser por ejemplo las costumbres, elementos de
superficie, aspectos que no cuestionamos, porque suponemos que siempre han
estado ahí, y allí deben continuar.
Malatesta
planteaba que: si los anarquistas fallamos en todos nuestros intentos de
organizarnos y derribar el sistema, es sin lugar a dudas porque aún no somos lo
suficientemente anarquistas. Esto no pretende herir los egos individuales de
quienes se vean tentados a justificarse y suponer que no son destinatarios de
esta crítica. Anarquía, según su acepción etimológica, significa: ausencia de
gobierno o autoridad. No nos hace falta demasiado ingenio para percibir que
aquellos/as que estamos convencidos/as de que la anarquía es el destino
deseable para una sociedad, estamos bien lejos de ella, y tendremos que
convivir con innumerables contradicciones mientras intentamos construir esa
nueva forma de sociedad.
Una actitud
crítica comenzando por nosotros/as mismos
Los/as
anarquistas somos los/as primeros en “identificar” las relaciones y las
disputas de poder en cualquier sitio donde nos encontremos, pero muchas veces
nos negamos a reconocer estas disputas al interior de las organizaciones donde
participamos, en el mejor de los casos, si nos resignamos a reconocer estas
limitaciones, las justificamos como desviaciones o traiciones y simplemente
continuamos apostando a un estadio puro que alcanzar. Somos los/as primeros en
identificar a líderes y caudillos, hombres y mujeres con afán de poder de
dominación, que reproducen los mecanismos de poder que imperan en el sistema,
pero nos negamos a reconocer en nuestros espacios propios la producción y
reproducción de estas prácticas, justificándonos a nosotros/as mismos,
diciéndonos que son solo, referentes, voces autorizadas por la experiencia
militante, líderes naturales (Esto es así algunas veces, pero no en su mayoría).
Nos negamos a reconocer que los/as militantes de acción, inmersos en las luchas
sociales de nuestro tiempo, somos personas de carne y hueso, con una ideología
de la que estamos convencidos/as, pero personas al fin, con contradicciones
reales que tenemos que ser capaces de ver, para criticar y atomizar al máximo
de lo posible.
Ni aún en una
sociedad libre, igualitaria, sin clases sociales, desaparecerán los conflictos
de poder, y los impulsos de dominación. En su libro sobre “Poder y dominio”,
Fabio Lopez, Lopez, intenta explicar los fundamentos del poder y el motivo por
el cual aún en una sociedad que genere el máximo de condiciones para
desarrollar la libertad individual y colectiva, desaparecerán los conflictos de
poder: la voluntad de poder, aún en su acepción libertaria como “poder hacer”,
es fundamentalmente una voluntad que intenta al menos convencer a otro/as de
nuestra propia visión de las cosas. En el mejor de los casos justifica nuestra
intención de influenciar positiva y propositivamente a otros. Todo podría
indicar que si logramos transformar el paradigma de poder, como poder de
dominación, por un nuevo paradigma histórico, por una nueva concepción del
poder, “un poder hacer”, entendido como realización y desarrollo crítico de la
libertad de todos y todas, entonces, no sería necesario ni deseable dominar a
otros/as para conseguir nuestros objetivos. Sin embargo, cada vez que surjan
visiones o intereses contrapuestos acerca de un mismo tema, aún en esa sociedad
libre, surgirá un conflicto, un conflicto de poder, y será necesario tanto en
ese futuro hipotético como en este presente real, la necesidad de atomizar el
impulso de doblegar la voluntad del otro/a, para, por el contrario construir un
consenso entre ambas visiones o intereses.
Desde esta
óptica, nuestro presente es un presente altamente contradictorio, que se dirime
entre la certeza de lo que es y la incertidumbre de lo que será o de lo que
deseamos para un futuro que aún está por construirse. En este sentido quienes
nos asumimos como militantes anarquistas, debemos asumir que podemos construir
un “estilo”, una práctica, lo más cercana posible a nuestras convicciones, pero
que no serán, mientras persista el sistema capitalista y sus valores hegemónicos,
anarquistas en sentido puro, de hecho como sostenemos más arriba, la
experiencia pura no existe. Se
nos presenta
así un problema metodológico, tal vez más complejo que para otras ideologías
revolucionarias. Para las tendencias socialistas autoritarias, por ejemplo, no
existe un conflicto en el hecho de construir líderes o dirigentes al interior
de las organizaciones de lucha, porque creen en una vanguardia conciente o
iluminada, en el buro político, o en el partido revolucionario como constructor
de determinadas condiciones que son implementadas luego por las organizaciones
de lucha que dirigen. No existe para estas tendencias un conflicto en este
hecho, porque no cuestionan los roles de mando y obediencia, ni las formas de
estatalización de las prácticas y organismos.
Sostenemos
entonces que, los dogmas, las fórmulas y las estructuras prometedoras, no son
más que justificaciones ideológicas para calmar las necesidades, personales y/o
colectivas, de seguridad y garantías con proyección de futuro.
Desde nuestra
perspectiva, la voluntad y la iniciativa militante, la creatividad individual
en función de un proyecto común y la responsabilidad respecto del compromiso
que hemos asumido son elementos fundamentales a la hora de pensar nuestra
federación anarquista, que lejos de ser entendida como la estructura que
produce, contiene y sostiene soluciones, es concebida como un organismo vivo en
relación dialógica con sus integrantes y anclado en su propio contexto
histórico de lucha.
Crear nuevas
significaciones ideológicas, valores antagónicos de clase, para construir una
ética libertaria, con la aspiración de que sea practicada por las personas de
la clase dominada, aún aquellas que no se definan como anarquistas, esa es tal
vez nuestra tarea más compleja. Y creemos que la única forma de poder construir
esta nueva ética libertaria, es construyendo experiencias de organización, y
una estrategia de poder libertario y autogestivo que ponga en cuestión el
paradigma de poder actual.
Para esto
los/as anarquistas hoy nucleados/as en la FACA pretendemos el desarrollo de una
organización cuyos militantes asumimos la responsabilidad y el compromiso de
formarnos en un rol dinamizador, multiplicador de las propuestas, principios y
métodos anarquistas así como de un estilo y perfil propios, de una práctica
militante que puede ir prefigurando nuevas formas de organización social.
En síntesis,
pensamos en una organización política anarquista, federal, en donde la parte no
es parte sin el todo y viceversa. Fundada en la voluntad de sus integrantes de
destruir el sistema capitalista y el paradigma de poder de dominación actual,
en pos de la construcción de un proyecto revolucionario, orientado a la
construcción de nuevas subjetividades, sobre la base de una ética libertaria.
Una organización política anarquista, que se construye a sí misma en relación
dinámica, con los procesos de lucha y resistencia de los que forma parte, con
la aspiración de dinamizar y multiplicar prácticas prefigurativas de esa
sociedad libre y de iguales que deseamos.
Estamos
convencidos/as de que la construcción de un poder autogestionario que ponga en
cuestión el paradigma de poder de dominación vigente, no es ni será obra de un
número reducido y selecto de seres esclarecidos. Por ese motivo es que
entendemos como parte fundamental de nuestra praxis libertaria, la
participación en las organizaciones de resistencia en el marco de la guerra de
clases, organizaciones que insistimos no están despojadas de ideología, que se han
gestado como gérmenes de otras formas de sociabilidad al calor de los procesos
históricos de lucha, y como tales son el espacio concreto en el cual se van
prefigurando nuevas prácticas sociales. La posibilidad de que en estos espacios
se vayan forjando nuevas visiones del mundo, que disputen y traspasen los
límites de lo posible, depende de
la voluntad de
trasformación social de los distintos sectores de la clase dominada, organizada
y resistiendo a los embates del sistema, que intenta sin tregua
institucionalizar los procesos de lucha y curvarlos permanentemente hacia la
lógica estatal, reforzando así el orden social vigente.
Los/as
anarquistas nucleados/as en una organización política anarquista, tenemos
dentro de este marco, la posibilidad de ir desgranando las estrategias de poder
de dominación que se da la clase dominante, a través de diferentes técnicas, discursos
y dispositivos de dominio y oponer desde nuestra perspectiva anarquista
estrategias de poder autogestionario con la aspiración de aportar, multiplicar
y enriquecer con esta perspectiva los procesos de resistencia, del mismo modo que
los procesos de resistencia y la forma en que se expresan en diferentes
sectores, espacios y territorios concretos pueden aportar y enriquecer nuestra
perspectiva anarquista.
LA
ORGANIZACIÓN POLITICA ANARQUISTA EN EL MARCO DE LA GUERRA SOCIAL
Creemos que es
importante destacar como entendemos la relación entre la federación anarquista
y los procesos de resistencia, fundamentalmente porque consideramos que sobre
este punto han existido diversas interpretaciones dentro del movimiento
libertario, y entendemos que algunas de ellas han sido nocivas e incluso
contrarias a lo que aspiramos como anarquistas.
De allí que
hacemos propia la siguiente critica de Castoriadis orientada a repensar el rol y la
perspectiva del quehacer militante y su relación con las organización político
sociales: Hay una idea de que existen “dos sectores de la realidad
separados, no sólo de hecho, sino también de derecho, en uno, se encuentran
obreros preocupados por sus reivindicaciones inmediatas, que buscan la
satisfacción de éstas mediante formas de lucha específicas y se agrupan para
este fin en organizaciones con objetivos muy circunscritos (esencialmente
sindicales). En el otro,
actúan
militantes políticos, distintos de los obreros, no físicamente, sino, lo que es
mucho más grave, cualitativamente, que se definen por una ideología coherente y
un programa “máximo” correspondiente…
¿Cómo puede
conseguirse entonces que haya una comunicación entre ambos sectores?
Explícitamente, de una sola manera: por el hecho de que las preocupaciones de
los obreros son uno de los datos de los diferentes problemas tácticos que los
militantes se plantean, problemas tácticos a su vez insertados en el problema
de su estrategia. 63
Esto tiende
necesariamente a encerrar al proletariado en la simple percepción de sus
intereses económicos inmediatos y en una preocupación exclusiva por éstos… pero
al mismo tiempo se refiere al proletariado como depositario de una misión
revolucionaria sin precedentes en la historia… Si, cueste lo que cueste, hemos
de asegurarnos de que un hundimiento económico del capitalismo es ineluctable,
es que pensamos que estas mismas masas, aunque por otra parte afirmemos que
crearán un mundo nuevo, y por consiguiente querrán y podrán hacerlo, están
siempre motivadas únicamente por su situación económica. La contradicción llega
aquí a lo grotesco. Pero lo esencial es entonces que tenemos de los
trabajadores la misma representación que tienen de ellos los patronos. En
efecto, resulta estrictamente lo mismo decir que un obrero sólo trabaja bajo
coacción, o por el incentivo del sobresueldo, y que los trabajadores sólo harán
una revolución cuando les fuerce a ello su situación económica.” 64
Para
nosotros/as, existen esferas interrelacionadas, es decir, no creemos que
existan compartimentos estancos de la vida social. En las sociedades de dominio
y más aún a partir de la conformación de los estados modernos, existe un particular
interés en separar la “dimensión política de la sociedad, de la dimensión social”,
autonomizando y fragmentando de alguna manera las diferentes actividades de la
vida social. Así, por ejemplo, el estado que tiene la potestad de delimitar el
ámbito de lo político, define qué es lo público y qué es lo privado. A través
de este y otro tipo de regulaciones, despolitiza diversos problemas sociales
haciéndolos aparecer como problemas del ámbito de lo privado.
Desde nuestra
perspectiva, entre el espacio político-ideológico y el espacio político-social
hay una relación dinámica, se retroalimentan, lo ideológico y lo político se
encuentran en los dos espacios, si lo diferenciamos es solo
para
categorizar. Nuestra tarea consta en dinamizar procesos de construcción y
lucha, aportando un bagaje ideológico que se construye en relación al contexto en
que vivimos. Para nosotros/as la organización político-social no es correa de
transmisión de la organización política, ni masa de maniobra. Si creemos en un
proceso de transformación social capaz de edificar su propio destino, eso
implica que la clase esté organizada. En ese sentido las organizaciones político-sociales
son embriones o sostenes de la futura sociedad. Una sociedad que desde nuestra
perspectiva libertaria, tiene que estar organizada desde abajo. Las
organizaciones político-sociales son núcleos de poder que construyen en disputa
con el poder del estado.
Entendemos a
las organizaciones de la clase, no como estancas en cuanto a sus definiciones,
sino como dinámicas y en relación dialógica con el entorno social y el
desarrollo de la guerra de clases. Creemos que la política lo atraviesa todo, es
parte de la vida, por ello, debemos recuperar la capacidad de decisión de
nuestra vida social. Dicho de otra forma, recuperar la confianza en nosotros
mismos, como individuos, como clase, como pueblo que tiene la capacidad de edificar
su propio futuro y decidir qué hacer con el, sin intermediarios ni
profesionales de la política.
Politizar nuestra
vida social en un sentido libertario, activar nuestra imaginación y comenzar a pensar por nosotros
mismos como resolver nuestros problemas, crear nuestros propios organismos y
convencernos de que nadie mejor que nosotros sabe que cosas sufrimos y que
cosas deseamos.
Tenemos la
convicción de que sin una ideología antagónica, sin una praxis revolucionaria
no hay posibilidad de transformación del sistema vigente. Ahora bien la
ideología no viene de afuera, se produce en el seno mismo de las prácticas, en
las ideas y comportamientos que el pueblo va realizando a través del desarrollo
de la guerra de clases. La producción de una tecnología social-política nueva y
“discursos de saber” orientados a la libertad y autonomía no pueden producirse
sin desplazar a los que hacen a la dominación. Son discursos que deben entrar
en confrontación y que deben abrevar de todas las instancias de resistencia
donde el pueblo protagoniza luchas. En tal sentido, también la organización
política está en constante reeducación.65
Dentro de este
marco nosotros/as antes que anarquistas, somos parte integrante de una clase
social históricamente dominada, y participamos de las luchas sociales para
resolver junto con nuestros compañeros/as, las problemáticas que nos atraviesan
como clase, para trasformar el estado de cosas establecidas. Y, como somos
anarquistas, nos organizamos también, en una organización política
específicamente anarquista, con compañeros/as con quienes tenemos afinidad
ideológica. En tanto anarquistas, intentamos aportar a las luchas sociales una
perspectiva libertaria, proponer, dinamizar e impulsar espacios según nuestra
forma de entender el mundo.
NUESTRA
ESTRATEGIA
Siendo el
capitalismo un sistema de dominación que opera en diferentes niveles y a través
de distintos mecanismos de dominio en todas las esferas de la vida social, y
que produce las condiciones necesarias para su reproducción y preservación; un
sistema que incluso intenta definir el marco en donde se desarrollan las
disputas, es evidente que un proyecto de sociedad anarquista no puede
presentarse más que como proyecto de ruptura frente a este orden de cosas.
La supresión
del Estado y demás instituciones del sistema capitalista no son realizables sin
la construcción de una fuerza social capaz de estructurar una institucionalidad
centrada en generar los mecanismos y estrategias para combatir la dominación e
impulsar la autogestión.
Nuestro
anarquismo lucha por una ruptura con el orden social imperante, ruptura que
implica una revolución social y que sin ella es absolutamente imposible
plantearse recorrer el camino de construcción de una sociedad anarquista.
El proceso de
construcción de nuevas alternativas de sociabilidad, con intención de ruptura
revolucionaria, a su vez, en la misma medida que favorecen la desarticulación
de los aparatos de dominación abre cauces para la construcción del poder
autogestivo. Nuestra estrategia de construcción se da en el marco de una
disputa en una articulación que
incluye todas
las esferas de la vida social. Ese desarrollo es una forma de política
prefigurativa, en la cual la base para una revolución social tiene que ser
creada en el mismo proceso de construcción de una institucionalidad de carácter
anarquista.
La
construcción de un nuevo mundo en la cáscara del viejo implica formas de
organización que demuestren hoy deliberadamente el mundo que se pretende crear.
En cierta manera fines y medios están contenidos en esta
construcción.
La revolución social significa crear otras formas de relación, nuevas
identidades sociales –una nueva ética un nuevo tipo de civilización, una
socialización distinta. Es cierto que el tránsito hacia una sociedad distinta
lo debemos hacer dentro de este sistema. Pero la experiencia histórica indica
que hay medios, orientaciones, uso de instrumentos, utilización de
instituciones, formas de organización de actividades sociales, que deben ser
desechados si es que queremos ir conformando fuerzas sociales capaces de
producir verdaderamente cambios en los contenidos y
formas de la
organización social.
Frente a las
instituciones de dominación, instituciones que favorezcan la autogestión,
mediante las cuales los propios oprimidos podamos romper la dominación, llevar
a la práctica otros valores, otras formas de relacionarnos con la sociedad y a
su vez ser capaces de articular las experiencias y aspiraciones que nieguen y
combatan al sistema capitalista. La participación efectiva, la autogestión, la
acción directa, la forma federal de funcionamiento, la solidaridad y el apoyo
mutuo, necesitan de mecanismos, organizaciones, prácticas regulares para su
desarrollo.
Necesitan
constantemente organización. La continuidad que exigen, para un despliegue que
permita la revolución social, requiere de una sostenida actividad estratégica.
Una estrategia coherente, que no desteja lo que en un momento dado se teje. Una
estrategia que contenga en su interior un mundo distinto, que se va desplegando
desde el seno de otro que le es antagónico.
De la misma
manera que el sistema reproduce las condiciones necesarias para su
reproducción, la institución autogestiva debe producir, hacer circular,
acumular para la autonomía y la libertad; generando mecanismos, repitiendo una
y otra vez formas, discursos, prácticas autogestivas en permanente disputa con
la dominación. El proceso que lleva hasta la revolución social exige prácticas
modificadoras, de ruptura, de discontinuidad, en campos como el económico, el
ideológico, el político, el cultural, etc. Todo ello se concreta en un proceso
con activa participación
popular.
Por eso es que
una estrategia de poder autogestivo debe tener como premisa esencial la
construcción de esos organismos, embriones de la sociedad futura y esta es la
tarea política más importante. La derrota del sistema capitalista y la
construcción de un poder autogestivo se están jugando tanto en el día a día de
la construcción cotidiana como en la capacidad de articular en una nueva
estructura político-social.
PRINCIPIOS
ORIENTADORES Y CONCEPCIONES POLITICAS GENERALES
Libertad,
como medio y fin
La libertad
consiste en la capacidad de decidir sobre las cuestiones que afectan nuestras
vidas. Involucra la capacidad de criticar el propio pensamiento y la facultad
de reflexionar sobre nuestra práctica. Los individuos somos fabricados/as por
las sociedades en las que vivimos, así, no hay sujetos libres sino existen las
instituciones que generen las instancias necesarias en donde el ejercicio de la
participación no esté en manos de una minoría y pueda ser ejercido por todos
los involucrados. Solo individuos libres pueden configurar una sociedad
autónoma. Una sociedad
autónoma es
una sociedad que se instituye a sí misma, que se autogestiona.
Nos
consideramos libertarios/as porque luchamos incansablemente por la libertad,
con los medios y los fines que persigue la libertad. Asimismo el anarquismo se
separa tanto del socialismo autoritario como del liberalismo burgués precisamente
porque pretende defender al mismo tiempo y en tenso equilibrio, la libertad
individual y colectiva o social, tomando en cuenta la dimensión social del ser
humano, es decir, que se parte de la idea de que el individuo llega a ser tal
en el seno de una sociedad.
En este sentido,
la idea de un sujeto libre es por tanto, inseparable de la idea de una sociedad
libre. Por esto, proponemos el concepto de libertad responsable, social y
solidaria. Como decía Bakunin, somos libres en la medida en que todos/as los/as
que nos rodean son libres, porque nuestra libertad para ser tal, necesita ser
reconocida y respetada por otros seres libres. Mientras siga habiendo oprimidos
y explotados, seremos opresores u oprimidos, pero no podremos situarnos al
margen del conflicto.
Decíamos que
el equilibrio entre la defensa de la libertad como autonomía y la defensa de la
libertad como solidaridad no es sencillo, es un equilibrio tenso que necesita
ser siempre atendido, porque es un equilibrio imprescindible. La autogestión y
el federalismo con sus métodos autogestivos, se basan en la existencia de
pactos libres mutuamente consentidos y solidariamente mantenidos, es una de las
formas organizativas, de asociación que el anarquismo históricamente se ha dado
para resolver esa tensión entre individuo y comunidad, sin negar que incluso
después de la implementación de un orden social anarquista, seguirá habiendo
tensiones y conflictos por resolver.
No hay
libertad sin una organización anarquista de la sociedad, en la que haya
desaparecido la dominación. Se trata entonces de construir la anarquía, es
decir una sociedad en la que la solidaridad entre sus miembros, la desaparición
de la competencia, la práctica del apoyo mutuo, la participación colectiva en
las decisiones y proyectos sociales, sean reales y posibles.
Para llevar
adelante esta tarea nos valemos de la idea de una revolución integral, es
decir, una revolución que afecte a
todas las dimensiones de la vida social e individual, que
debe proyectarse hacia un futuro distinto, construyéndose desde el presente, en
nuestras organizaciones y lucha cotidiana.
Ética
Libertaria
Para
nosotros/as construir una nueva ética libertaria, se constituye en la espina
dorsal de nuestro anarquismo. Lejos de comprender a la ética como un sistema de
ideas o valores abstractos, no aplicables, la entendemos como los principios, valores,
normas y prácticas que nos plantean una conducta, una forma de percibir el
mundo y de relacionarnos, un bagaje de criterios a partir del cual nos paramos
para comprender el mundo y actuar sobre la realidad.
Un sistema
basado en la dominación y en la explotación, en la competencia entre
semejantes, con una fuerza de represión y control social al servicio de la
clase dominante, no puede construir otra ética que no sea aquella que tienda a
conservar y reproducir su poder de dominación. Difundiendo el individualismo,
la propiedad sobre las cosas y las personas, el desprecio por la vida y el
medio ambiente, proponiendo el “sálvese quien pueda”, el “no te metas”, la idea
de que todo tiene un precio, etc., esa es la ética capitalista.
En
oposición a la ética del sistema dominante, nosotros proponemos una ética
libertaria. La construcción de una ética libertaria nos resulta inconcebible
sin la destrucción de las formas actuales de poder de dominación en donde las
relaciones de mando-obediencia configuran y regulan todas las formas de
comportamiento. En oposición a esto, consideramos que la construcción de una
nueva ética conlleva la transformación de las relaciones de poder en pos de la
construcción de un poder autogestionario. Se trata de concebir entonces, una nueva
ética libertaria como una construcción histórica.
La lucha por
una sociedad anarquista requiere la construcción de nuevos valores y prácticas
que combatan desde el presente la forma hegemónica de concebir el mundo y de
actuar en él, es preciso entonces generar desde ahora un código de valores, que
nos propongan conductas y comportamientos fuertemente enraizados en la
solidaridad y el apoyo mutuo. En este sentido defendemos una forma de actuación
que tiene como criterio la coherencia entre los medios y los fines que deseamos
construir. Si nuestra lucha tiene por objetivo la libertad, los medios para
producirla
deben tener
que ver con ella. Eso explica por ejemplo el rechazo a utilizar un medio
autoritario como el estado como forma de organizar un mundo social de
características libertarias. Por último concebimos la construcción de una ética
libertaria en estrecha relación con el compromiso, la voluntad, la
autodisciplina y la actitud autocrítica necesaria para desarrollar un proceso
de transformación social radical.
Autogestión
pedagógica
El principio
de autogestión pedagógica busca desarrollar por completo todas las facultades y
potencialidades humanas.
Teniendo en
cuenta que las desigualdades sociales actuales son también producto de la
separación del trabajo manual del trabajo intelectual, la educación integral
(entendido como el desarrollo de los aspectos, físicos, éticos e intelectuales)
sería una práctica superadora de la alienación a la vez que evitaría la
conformación de prácticas burocráticas y grupos que se apropien de privilegios.
Desde esta
perspectiva, tenemos la convicción de que nuestra práctica anarquista, nuestra
forma de intervenir sobre la realidad debe ser guiada por una pedagogía
libertaria, que tenga como método y fin el desarrollo de la libertad y la
transformación de la actual configuración de las relaciones sociales.
Concebimos la autogestión pedagógica en el marco de un proyecto de
transformación libertaria.
Clasismo
Entendemos que
el capitalismo, en tanto sistema de dominación basado en la opresión y en la
explotación unos/as sobre otros/as, estructura la sociedad en clases
antagónicas, una que domina, oprime y explota y otra que se encuentra bajo
estas relaciones. En un sistema que identificamos como de dominio, opresión y
explotación como éste, sostenemos que justamente son los que sufren estas
relaciones, los que organizados pueden derribarlo, constituyendo otro tipo de
relaciones sociales. De los que sacan provecho de las mismas, nada se puede
esperar, sólo que el sistema se mantenga y se reproduzca de diversas maneras,
para así poder conservar y/o acrecentar sus privilegios66.
Es desde esta
sintética formulación, que posicionamos nuestra perspectiva y nuestra postura clasista.
Entendiendo además, a la clase como una formación histórica,
socioeconómica-cultural, relacional, dinámica, que se va conformando al calor
de su experiencia y de un determinado contexto histórico.
Nos
reconocemos parte de la clase oprimida y luchamos por el anarquismo, no solo
organizados/as como anarquistas, sino y fundamentalmente organizados con
nuestros hermanos de clase en tanto tales, en sus organizaciones de referencia
y pertenencia.
Independencia
y solidaridad de clase
Entendemos que
en todo sistema basado en la dominación y el sometimiento, habrá siempre una
división entre dos clases antagónicas, luchando unos por dominar y otros por
liberarse, o bien por ascender en la escala social para lograr también
privilegios. De aquellos que se aprovechan de las relaciones de dominación, de
quienes explotan y someten a otras personas en beneficio propio, nada puede
esperarse.
Por ese
motivo, porque los ricos nunca cederán alegremente sus riquezas a los/as
pobres, porque el patrón nunca compartirá lo que considera que es de su
propiedad, porque los políticos siempre usarán la política en su propio
beneficio, y
las iglesias solo “enviarán al cielo a sus aliados y amigos”, usando si es
necesario todo el peso del temor y el terror para disciplinar a quienes
necesitan someter; porque los poderosos siempre intentarán conservar el sistema
establecido, sin impulsar ningún cambio sustancial que atente contra sus
privilegios, por todos estos motivos reivindicamos la independencia y la
solidaridad de los/as de abajo en todo el mundo, de la clase dominada, que
resiste.
Entendemos que
solo un proyecto surgido legítimamente del seno de nuestra clase puede
trasformar radicalmente el orden establecido.
Somos
anarquistas, y el anarquismo nació y se retroalimentó siempre en la lucha de
los/as de abajo por alcanzar su libertad. Han existido sin embargo hombres y
mujeres en todos los tiempos que a pesar de haber nacido en una
posición de
privilegio, han roto con su extracción de clase para luchar por una sociedad
libre y de iguales. Nosotros/as creemos, que sin importar donde haya nacido,
un/a militante anarquista, si cree profundamente en un cambio revolucionario
debe tomar una posición de clase y de lucha, que debe tener coherencia en su
vida personal, con su voluntad militante y su intención revolucionaria.
Internacionalismo
Nuestra
concepción del internacionalismo reposa en la profunda convicción de que entre
las clases oprimidas existe una situación y una condición común que hace
posible y necesario solidaridades y proyectos que desbordan las fronteras
nacionales y diferencias culturales.
Al mismo
tiempo reconocemos la existencia de particularidades que actúan como elementos
enriquecedores de la realidad social. Pero la reafirmación de lo particular, de
las diferentes identidades, no debe basarse en el concepto de que el otro es el
enemigo, de que el distinto o el inferior.
La
desaparición de las fronteras nacionales no debe significar uniformización y
mucho menos desaparición de las diferencias, de las identidades. La desaparición
de las fronteras nacionales sí debe hacer posible mayores grados de acercamiento,
de intercambios y solidaridad y eventualmente, la posibilidad de encontrar una
identidad más amplia y abarcativa.
Nuestro
internacionalismo no se basa en la uniformidad, en la negación de las
diferencias. Por el contrario se basa en la apertura y el respeto hacia todos
los procesos culturales e identitarios que no obstaculicen el desarrollo de
sujetos autónomos e instituciones de autoadministración. Enfrentando el
patriotismo de las clases dominantes, las construcciones jurídicas
artificiales, las manipulaciones de todo orden, afirmamos que no existe el ser
humano sin cultura propia, sin identidades propias y sin lenguaje propios.
Abajo todas
las fronteras y al mismo tiempo respeto a todos/as y a cada uno/a.
Inserción
social
Nuestro
anarquismo social y revolucionario no existe fuera del marco de la guerra
social. Creemos en un proceso de transformación radical de la sociedad en donde
ella misma tome su destino en sus manos. Para esto, se hace imprescindible la
existencia de organizaciones sociales que motoricen y sustenten dicho proceso.
Esto es, para enfrentar a la clase dominante organizada, es ineludible contar
con la fuerza organizada de los/as de abajo.
En este
sentido, la organización anarquista y sus militantes deben estar insertos allí
donde acontece la experiencia popular, la lucha social, fomentando y formando
parte de sus experiencias organizativas. Dicho de otro modo, nuestras ideas,
solo sirven en tanto sean parte de nuestra práctica política en el marco de
experiencias de organización social.
Por otro lado,
desde nuestra concepción no existe la idea de luchar “para la clase”, ni luchar
“por la clase”, o se lucha con la clase, como militantes que hacen una opción
de clase o no existe lucha anarquista posible. Como decía
Malatesta, nos
organizamos como anarquistas en tanto anarquistas y nos organizamos junto a
nuestros/as hermanos/as de clase en tanto formamos parte de ella. Esto, porque
nada sustituye a la clase auto-organizada y solo así es posible crear y
sostener un poder autogestionario, aumentando el nivel y la intensidad de la
lucha, en medida que se amplía la conciencia política de que la vía
revolucionaria es posible y necesaria.
A su vez,
desde nuestra perspectiva, las organizaciones sociales se gestan
fundamentalmente a partir de luchas reivindicativas (políticas, económicas,
sociales, simbólicas, etc.), por necesidades sentidas por la clase en
determinado momento histórico, por lo que una primera funcionalidad estaría
dada en el carácter de organización y lucha para lograr determinados intereses.
Asimismo creemos que es fundamental desde una perspectiva libertaria de construcción,
dinamizar la idea de que en la organización o movimiento social se debe
contener en forma embrionaria, prácticas sociales de la sociedad que nos
proponemos, como una forma de política prefigurativa y a su vez, como bastión
de la construcción y sustento de un poder autogestionario.
Por supuesto
cada espacio de la clase tiene sus características y la dinámica de los
procesos sociales hacen necesaria la constante elaboración y reelaboración de
estrategias acordes al contexto y situación particular en que se desarrollan
las luchas.
Antipatriarcado
Luchamos por
la transformación radical de la sociedad heteropatriarcal y capitalista.
Consideramos indispensable el cuestionamiento crítico a la preponderancia de la
ideología masculina y patriarcal. Entendemos al patriarcado como sistema de
dominación que opera como marco ideológico autoritario, que jerarquiza las
relaciones sociales, estableciendo relaciones de poder asimétricas que imponen
el liderazgo y la autoridad del varón.
El patriarcado
se vale de las diferencias anatómicas para imponer el modelo de sexo/género,
estructurando a cada una de las personas, sus ideas, sus representaciones, sus
prácticas, determinando así su rol social, al simbolizar y construir socialmente
lo que es “propio” de los hombres (lo masculino) y “propio” de las mujeres (lo
femenino) e instituyendo la heterosexualidad como norma hegemónica. Este
sistema violenta cotidianamente a quienes no condicen con el estereotipo de
género dominante, oprimiendo, invisibilizando, discriminando y excluyendo a
mujeres, lesbianas, travestis, homosexuales, transexuales, intersexuales, etc.
Entendemos que
esta forma de dominación, esta construcción de valores y formas de relacionarse
bajo una cultura que identificamos como machista y opresora es una forma de
dominio anterior y a la vez simultanea a este sistema capitalista, es, dicho de
otro modo su complemento ideológico. Distintas instituciones del capitalismo
producen y reproducen relaciones de dominación de los hombres sobre las demás
identidades de género.
Es así que
consideramos fundamental que nuestra praxis política involucre esta
perspectiva, planteándonos la tarea de de-construir todas las imposiciones,
para así construir relaciones libres, de solidaridad, de apoyo mutuo, donde
seamos nosotros/as mismos quienes decidamos sobre nuestros cuerpos, sin
jerarquizaciones de tipo sexual, genérica, de clase,
étnica,
cultural, etc.
Antiestatismo
Planteamos una
lucha sin cuartel contra todo tipo de estatismo. Asimismo, buscamos la
construcción de instituciones que reorienten la coordinación de la vida social,
que no fomenten, cristalicen ni reproduzcan las relaciones de
dominación,
que favorezcan el desarrollo de sujetos autónomos y sin jerarquías.
Consideramos que esta nueva institucionalidad no estatal, debe construirse con
principios y métodos libertarios, contemplando de este modo en su interior la
posibilidad de cambio y transformación. Solo una nueva forma de concebir las
instituciones sociales puede plantearse desde sí misma como antídoto, un
funcionamiento crítico que le permita rebelarse de ser necesario, contra sí
misma, contra toda posibilidad de burocratización Al estatismo centralista de
los de arriba le oponemos nuestra forma de organizarnos que es el federalismo
libertario de los/as de abajo.
Democracia
directa
En el marco de
un proceso de construcción de poder autogestivo, la democracia directa es el
ejercicio del poder sin intermediarios y al mismo tiempo es una práctica
prefigurativa de una institucionalidad no estatal. Cabe aclarar que el pleno
desarrollo de la democracia directa se ve limitado en el actual sistema de
dominación capitalista. Asimismo, pensando en la sociedad futura queremos
construir, la “institución de una sociedad autónoma, una sociedad que se autoregule,
lo cual no es otra cosa que la idea de la democracia pensada rigurosamente y
llevada hasta el final. La
democracia
directa evidentemente no podría tratarse de una democracia representativa en el
sentido actual del término.
El poder del
pueblo exige una democracia directa. Esto quiere decir que todas las decisiones
importantes son tomadas por las colectividades involucradas. Y que entonces no
hay alienación del poder de la colectividad entre las manos de los pretendidos
representantes”67.
Como señala
Murray Bookchin, “una política nueva radicada en los pueblos, los barrios, las
ciudades, las regiones, es la alternativa practicable para no caer en la lógica
estatal representada por el parlamentarismo. La política actualmente negada, al
convertirse en expresión contingente particular del estado, es la expresión
alienante del poder humano privado de su capacidad decisoria. La forma alienada
de la política, o sea el Estado, es la forma que expresa la sumisión de los
seres humanos concretos ante fuerzas ajenas y pretendidamente superiores”68.
Acción
directa
El método de
actuación preconizado por el movimiento anarquista ha sido y es la acción
directa. Si bien la acción directa es automáticamente relacionada con el empleo
de formas violentas de resistencia y lucha y con el extraparlamentarismo, el
concepto engloba una mayor riqueza de contenido. Fundamentalmente se trata de
hacer prevalecer el protagonismo de la clase y sus organizaciones, bregando por
la menor mediación posible y asegurando que la necesaria mediación no implique
el surgimiento de centros de decisión separados de los interesados. En ese sentido,
la acción directa es la consecuencia lógica de nuestros objetivos. Puesto que
la gestión directa de las diversas esferas del quehacer social es la meta de
los libertarios, en rigor y coherencia sólo la acción directa puede ser la metodología
que se corresponda con ese objetivo. En tal sentido, la acción directa es el
complemento de la democracia directa a la que anteriormente hacíamos
referencia.
En la medida
que aumenten las posibilidades de una práctica de la acción directa y de la
democracia directa, la clase organizada puede asumir responsablemente la
defensa de sus intereses y fortalecer su posibilidad de decisión, en la medida
en que se hace cargo de sus aciertos y sus errores asumiéndolos como propios y
evitando subordinarse a planteos externos y ajenos que la colocan en situación
subalterna.
La acción
directa se expresa en múltiples variantes y en todos los niveles y expresiones
se encarga de ubicar a los/as oprimidos/as en el centro de la acción política.
En este
sentido, para nosotros la lucha de clases es el combate diario de todos los
sectores oprimidos. Combate diario manifestado en el trabajo, el barrio, la
escuela, el campo, y demás lugares donde nuestra clase a través de su propio accionar,
extendiéndolo, profundizándolo y siempre multiplicando crea las condiciones
para el protagonismo, es decir, la forja del propio destino.
Con idéntico
sentido, los métodos de acción directa deben englobar todas las dimensiones de
lo social, político, ideológico, cultural, económico, etc. que constituyen la
capilaridad y el conjunto de todo el cuerpo social. 69
Federalismo
Libertario
Creemos que
este concepto, es la representación práctica de nuestra forma de entender el
poder. Un poder que circula por todo el entramado social y que evita por todos
los medios, que este se enquiste en personas, roles e instituciones.
Proponemos una
organización de abajo hacia arriba, donde “el abajo” significa la instancia
orgánica básica, de discusión y decisión, de cualquier organismo o de la
sociedad misma y “el arriba” significa la o las instancias de síntesis y puesta
en común para expresar esas decisiones, propuestas e ideas que permiten llegar
a acuerdos generales que involucran “al todo”. Proponemos roles de delegación
rotativos y revocables cuya única función es ejecutiva y no de decisión
política, es decir, que cualquier tipo de delegación de tareas y
responsabilidades es a
través del mandato colectivo. El respeto a la autonomía en lo referente a
cuestiones particulares, del ámbito cotidiano en donde las personas se asocian,
es fundamental. Teniendo en cuenta dos aspectos: el respeto a las decisiones y
acuerdos
generales, en
donde todos/as han participado y el hecho de que las decisiones tomadas dentro
de la órbita de lo que corresponde a lo particular no perjudiquen “al todo”.
Esto permite un mayor desarrollo de las potencialidades individuales y
colectivas.
Como todo lo
que nos proponemos, aspiramos a construir desde el presente el futuro que
deseamos, por ese motivo nos proponemos construir una federación anarquista, lo
mismo que en los ámbitos sociales aspiramos a multiplicar el federalismo
como alternativa posible de organización social. Combatir los mecanismos de
dominación que operan en la sociedad no es tarea fácil, lo sabemos, estamos
acostumbrados/as a delegar nuestra capacidad de decisión en otras personas o
instituciones, a que otros/as velen por nosotros/as, estamos acostumbrados/as a
obedecer, y tenemos la responsabilidad de de-construir los mandatos y los roles
a los que estamos acostumbrados para hacer posible nuestros deseos y
aspiraciones. Ningún método, ninguna forma de organización, ningún principio es
infalible pero, de algo estamos seguros y es de que hay caminos que posibilitan
una ruptura con este sistema y con su lógica de poder y otros, que lo único que
hacen es conservar el orden establecido.
Autogestión
y Anarquía
La Autogestión
es entendida como la forma vital y posible, la aceptación de la completa
responsabilidad por sí mismo/a, y también con los/as demás. Allí donde la gente
se encuentre y comparta sus necesidades y problemas, se pondrá en práctica,
como forma de lucha anti-burocrática, la autogestión como medio y fin. Esta
permite pensar la sociedad, a partir de los órganos básicos de discusión y
decisión, que desarrollando solidariamente formas de administración
descentralizadas, mediante un sistema dinámico, federalista y de control
directo, puede ir creando una vasta red de organismos autogestores que reanimen
el tejido social y que puedan en un momento de ruptura, convertir esto en revolucionario,
constituyendo así la base de una nueva organización social.
Es necesario
aclarar que la autogestión debe ser entendida no solo como una forma de
organización en pequeñas comunidades, sino como un modo integral de vida capaz
de atravesar todo el campo social en cualquier momento y lugar.
Siguiendo con
esta idea pregonamos la abolición de la propiedad privada y la puesta en común
de todos los medios de producción, todo lo producido y todos los recursos
vitales para la humanidad. La forma de construcción de una nueva sociedad
igualitaria lleva consigo una distribución de la riqueza común basada en la
determinación de las necesidades, y en donde el trabajo es distribuido
equitativamente y de acuerdo con las capacidades individuales. De ahí la frase
“de cada cual según su capacidad y a cada cual según su necesidad”.
Así mismo no
construimos la nueva sociedad manteniendo como figura central al Estado. Es así
que somos contrarios a la
llamada etapa de transición de un “socialismo de estado”.
Nuestro principio económico esta basado en la propiedad comunitaria mediante la
desaparición del estado, la sociedad de clases y el sistema capitalista.
Construcción
de poder autogestionario
El elemento
distintivo clave del proyecto de sociedad libertaria, que merece una
consideración separada y especial, es nuestra concepción acerca del poder. En
ese sentido, reconocemos por lo tanto la necesidad de ir elaborando pacientemente
propuestas y análisis sobre esta problemática clave. Para ello reivindicamos
algunas premisas:
Nuestra
propuesta política fundamental consiste en la destrucción del estado en tanto
especial ámbito institucional de dominación política y en la supresión de las
formas gubernamentales que constituyan un poder separado del conjunto de la
población.
Ahora bien,
cuando hablábamos de reapropiación por parte de la sociedad, del conjunto de
todas las personas, de la posibilidad de ejercer las funciones detentadas por
las clases o grupos dominantes, nos estamos refiriendo en lo
medular,
precisamente, a la desaparición del estado y junto con él toda la cultura de
poder que lo sustenta y reproduce.
Hay que
plantearse la reflexión del estado desde dos planos: como terminal de un
conjunto de diversas relaciones y como reproductor de ellas.
Según nuestro
punto de vista reintegrar a la sociedad el poder político es sustituir al
estado y al gobierno en sus funciones tutelares y habitualmente represivas. Es
socializar los mecanismos de expresión y decisión que deben serle propios e ir
abandonando los mecanismos de represión y coacción violenta en beneficio de
relaciones de convivencia asentadas en la libertad responsable y el compromiso
libremente acordado.
En términos de
realización libertaria esto quiere decir que el poder político asume la forma
de una democracia directa, ejercida desde las instituciones de base y las
instancias globalizadoras que las expresan.
Por esto
pensamos una democracia distinta a la meramente representativa. Por democracia
directa pensamos en una nueva institucionalidad, donde no haya lugar a ningún
género de privilegios, sean estos económicos, sociales o políticos. En una
institucionalidad donde la revocabilidad de los miembros esté inmediatamente
asegurada y donde por lo tanto, no haya espacio a la habitual irresponsabilidad
política que caracteriza a la democracia representativa, ni a la creación de
esa casta que ya tanta gente llaman con desdén: “los políticos”. Una práctica y
una institucionalidad
que debe
reflejar el derecho y las obligaciones de todos los miembros de la sociedad. Su
derecho a ser elegido y elector, y también su obligación a rendir cuentas en
forma efectiva, práctica, cotidiana. Y esto debe ser válido tanto para las
instancias más amplias de la globalidad social, como también para las
instancias de base. De esta forma es que concebimos la libertad política como
una construcción, un quehacer y una voluntad colectiva que no tienen límites en
el tiempo. Nuestra visión política de la sociedad no es el fin de la historia.
Es su continuación en la forma más armónica, libre y responsable posibles.
Este es un
camino que proponemos para que la totalidad de los hombres, mujeres y demás
identidades de género puedan expresar genuinamente sus necesidades, puedan
discutirlas, confrontarlas y madurarlas. Y puedan plasmar en decisiones
políticas generales ese proceso de elaboración y de intercambio. Estas son
algunas de las bases de lo que entendemos como poder autogestionario. Poder
autogestivo que reiteramos es concebido por nosotros/as como el poder
revolucionario protagonizado por las organizaciones populares, donde lo
político y lo social adquieren una nueva articulación que lo asegura. Sin tal
articulación, estimamos, no habrá poder autogestionario real.
Como decíamos
más arriba tenemos la convicción de que el tema del poder es medular para el
proyecto y el quehacer de una organización política. En ese sentido sostenemos
que este no es un tema cerrado, al contrario continúa abierto y nos parece una
de las grandes cuestiones teóricas y prácticas del socialismo70.
Notas:
________________________________________________________________________
1 Cabe aclarar
que existe en la actualidad un debate historiográfico en torno a la incidencia
del anarquismo y de cuando se produce su decaimiento, debate al cual no
entraremos por no ser pertinente en este documento, aquí lo que se quiere
resaltar es la presencia de anarquistas
en las luchas
sociales hasta entrada la década de1930 en la Argentina.
2 Benyo,
Javier. “La Alianza Obrera Spartacus”. Ed. Utopia Linertaria. Bs As., 2005.
Pág. 11.
3 En la
Argentina es posible rastrear el resurgir del anarquismo a partir de los años
previos y durante la dictadura militar de 1976, a través de la reconstrucción
que realizo Fernando López Trujillo de la experiencia del grupo “resistencia
libertaria”, que sufrió la violencia del terrorismo de estado dejando como
resultado la desarticulación de la organización y la mayoría de sus integrantes
desaparecidos.
4 Mintz,
Frank. “O Anarquismo Social”. Editora Imaginario, Sao Paulo, 2005.
5 Castoriadis,
Cornelius. La institución imaginaria de la sociedad. Tusquets Editores.2007.
Pág. 124.
6 Colombo,
Eduardo. La Voluntad del pueblo, Utopía Libertaria, pag 37.
7 Colombo,
Eduardo. La Voluntad del pueblo, Utopía Libertaria, pag 36
8 Errandonea,
Alfredo. Anarquismo siglo XXI.
9 Tomas
Ibañez. Poder Político Libertario, Lenguaje Libertario.
10 Correa,
Felipe. Poder, Autoridad y Dominio. www.lafaca.org.ar
11 Ghedhill.
El poder y sus disfraces. Editorial Belaterra Barcelona. pag 223.
12 Correa,
Felipe. Poder, Autoridad y Dominio. www.lafaca.org.ar
13 Declaración
de Principio federación Anarquista Gaucha
14 Bakunin,
Mijail. Escritos contra Marx, editorial novos tempos, Sao Paulo, 1989.
15 Errandonea,
Alfredo. Anarquismo siglo XXI.
16 Abrams,
Notas sobre la dificultad de estudiar el estado 1988: 75, 77,82 en Josep y
Nugent. Aspectos cotidianos de la formación del estado: la revolución y la
negociación del mando en el México moderno. Ediciones Era. México. 2002
17 Michel
Foucault. La vida de los hombres infames. Fobia al Estado.
18 Abrams
distingue entre la práctica de la política (que él llama sometimiento
políticamente organizado) y la idea de estado y dice acerca de la idea del
estado que ella es una tergiversación colectiva. Prestar atención como esta
idea de estado es construida y sostenida (Sayer).
19
20 Correa,
Felipe. Poder, Autoridad y Dominio. www.lafaca.org.ar
21 Correa,
Felipe. Poder, Autoridad y Dominio. www.lafaca.org.ar
22 Correa,
Felipe. Poder, Autoridad y Dominio. www.lafaca.org.ar
23 Correa,
Felipe. Poder, Autoridad y Dominio. www.lafaca.org.ar
24 Corrigan y
Sayer. El gran arco. En Lagos Maria y Callas Pamela. Comp. Antropologia del
estado: Dominacion y practicas contestatarias en America latina. Cuadernos del
Futuro: 2007. Pag. 83.
25 Colombo,
Eduardo. La Voluntad del pueblo, Utopía Libertaria
26 Corrigan y
Sayer. El gran Arco. En Lagos Maria y Callas Pamela. Comp. Antropologia del
estado: Dominacion y practicas contestatarias en America latina. Cuadernos del
Futuro: 2007. Pag. 23.
27 Taussig
Michael. Un gigante en convulsiones. Editorial gedisa, Barcelona. 1995.
Pag.147.
28 Colombo,
Eduardo. La Voluntad del pueblo, Utopía Libertaria
29 Bakunin,
Mijail. “Origen y características del estado”. Carta a los compañeros de la
Internacional. Ginebra 1869. http://www.fondationbesnard.org/article.php3?id_article=1434
30 Corrigan y
Sayer, El Gran Arco._En Lagos Maria y Callas Pamela. Comp. Antropologia del
estado: Dominacion y practicas contestatarias en America latina. Cuadernos del
Futuro: 2007.
31 Corrigan y
Sayer,_El Gran Arco. En Lagos Maria y Callas Pamela. Comp. Antropologia del
estado: Dominacion y practicas contestatarias en America latina. Cuadernos del
Futuro: 2007
32 Nugent y
Alonso. Aspectos cotidianos de la formación del estado: la revolución y la
negociación del mando en el México moderno. Ediciones Era. México. 2002
33 Sayer.
Formas cotidianas de formación estatal: algunas observaciones disidentes sobre
la hegemonía. Instituto de estudios peruanos.www.cholonautas.edu.pe/say.pdf
34 Bakunin,
Mijail. Escritos de filosofía política I. Editorial Altaya. 1998. pag 261
35 Documento
“Un anarquismo de intención revolucionaria, inserto en las luchas….”
36 Documento
“Un anarquismo de intención revolucionaria, inserto en las luchas….”
37 Malatesta,
Enrico. Pensamiento y Acción Revolucionarios, Vernon Richards compilador,
Utopia Libertaria, 2007, pag 43 y 47.
38 Malatesta,
Enrico. Ideología Anarquista, Ediciones Recortes, pag. 24, 2008.
39 El
pensamiento de Cornelius Castoriadis vol 1, Ediciones Proyecto Revolucionario,
2008, pág 99.
40 La
estrategia del especifismo: Entrevista a JC Mechoso – 2009. www.lafaca.org.ar
41 La
institución imaginaria de la sociedad, Corneluis Castoriadis, Tusquets, 2010,
pág 115.
42 El
pensamiento de Cornelius Castoriadis vol 1, Ediciones Proyecto Revolucionario,
2008, pág 99.
43 La
estrategia del especifismo: Entrevista a JC Mechoso – 2009. www.lafaca.org
44 Esto
significa que a la hora de pensarnos dentro del período histórico en que
vivimos, intentamos hacer una serie de recortes dado que es imposible abarcar
toda la complejidad de los procesos sociales en el plano de un análisis de la
realidad histórica. Cuando nos pensamos en clave de época, intentamos
identificar dentro de un período histórico determinado, en este caso la época
en la cual vivimos, aquellos elementos que consideramos característicos en
dicho período, que construyen cierto imaginario social y se expresan en formas
precisas de configuración de las relaciones de poder y sus instituciones: La
forma en que se desarrollan los conflictos sociales, diferentes sucesos
históricos de importancia destacada, el modo en que se expresan las disputas de
poder, las fuerzas sociales en disputa, los actores sociales con sus
respectivos intereses y formas organizativas, y otra cantidad de factores en
juego en todas las esferas de la vida social, articulan el mundo de lo posible
en una determinada época, construyen una visión dominante hegemónica, en
contraposición y contradicción con otras visiones del mundo. En relación a ello
también se construye un imaginario radical en estrecha vinculación con el
terreno de la utopía.
45 La
institución imaginaria de la sociedad, Corneluis Castoriadis, Tusquets, 2010,
pág 115.
46 Colombo,
Eduardo. La Voluntad del pueblo, Utopía Libertaria
47 Colombo,
Eduardo. La Voluntad del pueblo, Utopía Libertaria
48 Colombo,
Eduardo. La Voluntad del pueblo, Utopía Libertaria
49 La Libertad
Obras Selectas, Mijail Bakunin, Agebe, Argentina, 2005, página 17.
50 La
institución imaginaria de la sociedad, Corneluis Castoriadis, Tusquets, 2010, página
171 y 172.
51 La Libertad
Obras Selectas, Mijail Bakunin, agebe, Argentina, 2005, página 13.
52 La
institución imaginaria de la sociedad, Corneluis Castoriadis, Tusquets, 2010,
página 164.
53 La
institución imaginaria de la sociedad, Corneluis Castoriadis, Tusquets, 2010,
página 161.
54 La
institución imaginaria de la sociedad, Corneluis Castoriadis, Tusquets, 2010,
página 165.
55 La
institución imaginaria de la sociedad, Corneluis Castoriadis, Tusquets, 2010,
página 169.
56 La
institución imaginaria de la sociedad, Corneluis Castoriadis, Tusquets, 2010,
página 170.
57 La Libertad
Obras Selectas, Mijail Bakunin, Agebe, Argentina, 2005, página 25 y 26.
58 La
institución imaginaria de la sociedad, Corneluis Castoriadis, Tusquets, 2010,
página 124.
59 La
estrategia del especifismo: Entrevista a JC Mechoso – 2009. www.lafaca.org.ar
60 La
estrategia del especifismo: Entrevista a JC Mechoso – 2009. www.lafaca.org.ar
61 La
estrategia del especifismo: Entrevista a JC Mechoso – 2009. www.lafaca.org.ar
62 La estrategia
del especifismo: Entrevista a JC Mechoso – 2009. www.lafaca.org.ar
63 El
pensamiento de Cornelius Castoriadis vol 1, Ediciones Proyecto Revolucionario,
2008, pág 96.
64 El
pensamiento de Cornelius Castoriadis vol 1, Ediciones Proyecto Revolucionario,
2008, pág 96 y 97.
65 La
estrategia del especifismo: Entrevista a JC Mechoso – 2009. www.lafaca.org.ar
66 Federación
Anarquista Gaucha. Declaración de principios.
67 institución
imaginaria de la sociedad, Corneluis Castoriadis, Tusquets, 20
68 Bookchin,
Murray. Municipalismo Libertario.
69 Declaración
de Principios de FAU aprobada en el Xº Congreso (Montevideo, Marzo de 1993).
70 Federación Anarquista Uruguaya. Declaración de principios y
elementos de estrategia. Ed. Recortes. Montevideo. 2004