viernes, 10 de abril de 2020

Posición de coyuntura FAR - Abril 2020

 

Como hemos anticipado en nuestros análisis anteriores, la pandemia se ha convertido en un gran paraguas para todo tipo de avance de los de arriba. La cuarentena ha servido de excusa para que los empresarios arremetan contra las reivindicaciones del movimiento obrero, avanzado hacia mayores grados de precariedad en las condiciones laborales de la región. De no haber resistencia de los/as de abajo, esto puede afectar a toda la clase trabajadora como tal. Dicho escenario ha reavivado el lobby empresarial en pos de una reforma laboral, a la vez que –mediados por la tecnología- se han intensificado los procesos de automatización y desregulación del empleo.
El falso debate en torno a salvar la economía o la salud de la población, a veces disfrazado de disputa entre gobierno y empresarios, dista mucho de lo que sucede concretamente en la realidad. Sectores poderosos de la economía ya han mostrado quienes marcan la dinámica del ajuste en este país. Al despido de 1500 obreros de Techint, con la venia del Ministerio de Trabajo y la nefasta dirigencia de la UOCRA, se suman los 250 del frigorífico Penta – represión mediante de Kicillof- y de infinidad de lugares más chicos en todo el país. A esto debemos agregar una innumerable cantidad de trabajadores/as suspendidos o cuyos sueldos han sido recortados, de los cuales solo se puede contabilizar a los registrados.
Entre los sectores más visiblemente afectados se encuentran el gastronómico-hotelero, el mercantil, la construcción y el empleo en casas particulares; justamente donde la precariedad es un signo constante en estos rubros. Donde no sólo se han perdido puestos de empleo, sino que aquellos que siguen trabajando lo hacen en condiciones de riesgo sanitario extremo como las grandes cadenas de supermercados (Carrefour, La Gallega, Cencosud, entre otras). No estamos dispuestos a poner nuestra salud y vidas en riesgo para que los patrones se llenen los bolsillos. Y esto lo permite claramente la complicidad del Estado y la pasividad acordada de las burocracias sindicales.
Por otro lado, una gran ola flexibilizadora recorre las administraciones públicas nacional, provinciales y municipales, con trabajadores/as de servicios esenciales precarizados, mal pagos y expuestos a la pandemia del coronavirus y al dengue. La provincia de Chubut, donde se dieron las grandes luchas por falta de pago el año pasado, hoy continúa con una deuda de dos meses a los/as trabajadores/as estatales, quienes se encuentran poniendo el cuerpo en contexto de crisis sanitaria. Asimismo los docentes reemplazantes de gran parte del país no perciben haberes ni subsidios de ningún tipo. A esto se le agrega el pago de bonos en negro, que no sólo está lejos de ser una recomposición salarial sino que además su alcance es parcial.
Las medidas ambivalentes del gobierno, lejos están de darle respuesta a los laburantes. Se busca improvisadamente mantener cierta calma en este contexto de pandemia, pero al mismo tiempo se han reprimido conflictos y han sacado decretos de protección del empleo bastante difusos. En este sentido el discurso de las burocracias alineadas al gobierno busca “defender los puestos de trabajo” a costa del salario de los trabajadores, algo que ya venían sosteniendo durante la catástrofe macrista en los últimos cuatro años. En este panorama buscarán, a su vez, la eliminación definitiva de las cláusulas gatillo de los gremios que la tengan y de fijar paritarias a la baja, defendiendo los aumentos fijos decretados por el Poder Ejecutivo, algo que recuerda bastante al Pacto Social del ‘73.
En este sentido, el Decreto de Necesidad y Urgencia 325/2020, si bien prohíbe los despidos y suspensiones por 60 días, deja la puerta abierta a que los mismos sean consensuados con las burocracias sindicales (ya que se exceptúa en caso de apelar al artículo 223 bis de la Ley de Contrato de Trabajo ). Esto hace ver que la dureza del gobierno contra el empresariado no es más que una retórica para los medios de comunicación, quedando en evidencia que el ministerio conducido por Moroni no deja de contemplar los intereses de los grandes capitales.
Como siempre, pero hoy más que nunca, no son tiempos para medias tintas. O se está del lado de los/as laburantes o se está del lado de la patronal. El discurso de que de esta crisis “salimos entre todos”, viene a tratar de borrar los intereses de los de abajo, ya que no apela a la solidaridad de clase sino a respaldar a la clase política o a “cacerolear” bancando a los empresarios.
La solidaridad en este escenario complejo es vital para responder cada guadañazo patronal. La independencia de clase es imprescindible aquí para no quedar a merced de los intereses de los gobiernos y partidos políticos electoralistas. Este momento bisagra requerirá, con los recaudos y medidas sanitarias ineludibles, unidad y acción directa de los/as trabajadores/as frente a una profundización del ajuste -o inclusive de nuevos intentos de reforma laboral-. Es momento de continuar poniendo límites a los de arriba, no solo con el boicot y la denuncia virtual, sino con la acción directa, única garantía de los oprimidos. No nos quedaremos de brazos cruzados mientras intentan quitarnos derechos y conquistas históricas, en el medio de esta emergencia sanitaria. Tenemos en claro que la pandemia más peligrosa es la pandemia capitalista, que precariza, empobrece y asesina a los pueblos.
Desde la FAR llamamos a resistir despidos y suspensiones, pelear por la defensa del salario y exigir todas las medidas de seguridad e higiene que nos corresponden!
Que la crisis social y sanitaria la paguen los de arriba!
El límite lo ponemos luchando!!!
Arriba los/as que luchan!!! 
Federación Anarquista de Rosario