“La CNT-AIT en
el mayo 68”
Por la Confédération Nationale du Travail-AIT. Traducción de José.
Domingo 4 de octubre de 2009
Del 68, la historia ha sido
escrita y sobre todo reescrita. Numerosos comentaristas lo arreglaron a su
conveniencia, sacando a la luz lo que salió bien y “olvidando” analizar los
fracasos de algunas elecciones estratégicas, y sin embargo masivas, del 68 y
sobre todo de después del 68 que, desde la “Izquierda proletaria” y el maoísmo
hasta la entrada masiva de “revolucionarios” en la C.F.D.T. pasando por el
confusionismo tipo P.S.U., contribuyeron ampliamente a destruir el movimiento
social en los años 70. Para no caer en el mismo defecto, nos pareció más sano
publicar esencialmente lo que se podría llamar “el documento bruto”, es decir,
artículos de la época con solamente los comentarios necesarios para devolverlos
a su contexto, a los que añadimos una corta reflexión a manera de conclusión.
Los artículos se han tomado de “Le Combate Sindicaliste” y sus suplementos.
Existen otras fuentes documentales, en particular el diario “Espoir”, que
aparecía en la época en Toulouse, publicó en caliente una serie de análisis de
militantes de la C.N.T.-A.I.T. Los interesados en hacer un verdadero trabajo de
historiador podrán seguramente encontrar material bastante abundante y
pertinente. Pero vayamos a nuestro objetivo...
1 - ¿GOLPE DE TRUENO EN UN CIELO SERENO?
Después de las turbulencias causadas por la guerra de
Argelia, los años que precedieron mayo del 68 fueron muy tranquilos aparte de
algunos conflictos localizados (como las huelgas de mineros en el 63). Las
fuerzas políticas y sindicales estaban relativamente estables. El gaullismo
parecía inquebrantable. Si el P.C. ya había comenzado su lenta erosión,
controlaba completamente fuerzas numerosas, en particular la C.G.T. que seguía
siendo poderosa en los años 60. La C.F.T.C., convertida desde hacía poco, en su
mayoría, en C.F.D.T. tenía un discurso moderado. La C.N.T. tenía una existencia
simbólica. La revolución estaba menos que nunca a la orden del día. En este
contexto, el análisis de la situación que publica, bajo el título “Viva la
Acción Directa”, el C.S. del 22 de febrero del 68 [1] es premonitorio y del todo remarcable. Las
conclusiones describen con bastante precisión, anticipándolas, algunas de las
características de mayo del 68.
“VIVA LA
ACCIÓN DIRECTA”
Nantes, 20 de enero de 1968: “La instalación del
nuevo consejo de administración de la Caja primaria de seguridad social dio
lugar a una manifestación de las uniones locales de los sindicatos obreros.
C.R.S. (antidisturbios) venían a prestar fuerte apoyo a los guardianes de la paz,
se lanzaban diferentes proyectiles sobre las fuerzas de policía y se hacían las
primeras advertencias”. Redon, 20 de enero de 1968: “Los obreros de la fábrica
Jean GARNIER, fábrica de maquinaria agrícola, en número de alrededor de
quinientos, pararon otra vez el jueves por la noche y recorrieron la ciudad.
Lanzaron de nuevo algunas piedras y pernos contra las ventanas del apartamento
particular del sub-prefecto y de la gendarmería”. Caen, 24 de enero de 1968:
“El clima se endureció en Caen. Cerca del hospital, la policía quiso barrer de
la carretera a los obreros que llegaban codo con codo. El choque fue violento
con los manifestantes armados con trozos de madera... Otra escaramuza había
tenido lugar por la mañana sobre la nacional 13 a la entrada de Caen, donde
la guardia motorizada tuvieron que despejar la carretera bloqueada durante
treinta minutos por los obreros en huelga de la Sonormel”.
Angers, 27 de enero de 1968: “Varios centenares de
viticultores se manifestaron contra las condiciones de aplicación del TVA (IVA)
a su profesión... Fue entonces cuando estallaron algunos incidentes, los
manifestantes lanzaron petardos en el patio de la prefectura. A continuación un
centenar de manifestantes, a pesar del orden de dispersión, se dirigieron hacia
la estación e invadieron las vías. A las 18:30 se bloquearon así dos trenes”.
Caen, 27 de enero de 1968: “La manifestación
organizada en Caen el viernes a medio día para apoyar las reivindicaciones de
los obreros metalúrgicos en huelga se prolongó por la tarde con verdaderas
escenas de motines. Hubo 18 heridos, 86 personas, jóvenes en su mayoría, fueron
detenidos. Pero desde que el desfile se formó se advertía muy rápidamente que
algunos manifestantes, especialmente los jóvenes, estaban muy acalorados. Estos
manifestantes apenas disimulaban sus intenciones: tenían a la mano barras de
hierro y los bolsillos cargados de proyectiles. Los antidisturbios aparecieron
pronto lanzando granadas lacrimógenas. Caída la noche, durante tres horas se
multiplicaron los altercados en el centro de la ciudad. Al mismo tiempo,
escaparates, semáforos, paneles publicitarios eran destrozados, coches dañados.
El B.N.R fue lapidado, un camión de neumáticos fue presa de las llamas.” (...)
Caen: testimonio de “detenido”: “Se nos encierra a cuarenta y cinco en un
“calabozo” de 3 metros
de largo y 2,5 de ancho hasta las 4 ó 5 de la mañana. Asistimos a palizas un
poco serias: golpes de culata en los riñones, en el cráneo y la cara, patadas
en el vientre y los genitales. Un obrero portugués fue apaleado tres veces,
fueron necesarios cubos de agua para restablecerlo.” Se podría proseguir esta
enumeración, se podrían citar muchos otros ejemplos de acciones directas
realizadas últimamente por los trabajadores de todos los sectores de actividad,
pero parece mucho más útil analizar los hechos y sacar una serie de
conclusiones:
1 - El empuje revolucionario va intensificándose: Los
acontecimientos que se desarrollaron en Caen lo demuestran: los primeros
choques violentos con las fuerzas del orden, lejos asustar a los trabajadores,
les permiten tomar conciencia de su fuerza y aumentar su confianza en la fuerza
colectiva que representan. Así las manifestaciones siguientes son no solamente
más violentas aún sino mejor dirigidas, más eficaces. Cuando las organizaciones
sindicales reformistas organizan manifestaciones monstruo pero pacíficas, los
trabajadores no sacan ninguna experiencia válida, precisamente porque estas
manifestaciones no son más que “demostraciones” y no permiten de ninguna manera
a los trabajadores medir su potencia de acción directa. Ahora bien, no lo
olvidemos, la victoria de las reivindicaciones obreras está condicionada por la
relación de fuerzas existentes en la sociedad capitalista y es fundamental que
los obreros puedan tener la ocasión de medir estas relaciones de fuerza para
tomar conciencia de que en definitiva son ellos quienes pueden ser los más
fuertes. 2 - La acción directa desborda a los dirigentes sindicales
reformistas: Son muy a menudo los movimientos de última hora, cuando se
terminan “oficialmente” las manifestaciones, cuando los dirigentes reformistas
dan la orden de dispersarse, los más violentos y los que toman un carácter
claramente revolucionario. La explicación es simple: las reuniones, desfiles,
etc. organizados por los sindicatos “oficiales” dejan a los trabajadores en las
mismas condiciones de miseria. (...)
3 - La acción directa es a menudo llevada a cabo por jóvenes militantes:
Nosotros tenemos la señal de que el sindicalismo reformista, de diálogo y de
colaboración de clase, si puede satisfacer aún a los viejos militantes
tradicionalistas no corresponde en absoluto a las aspiraciones y a las
exigencias del “ascenso” de los jóvenes. La renovación de la masa de los
sindicados por la llegada de los jóvenes al mercado laboral en un momento
especialmente difícil (desempleo, etc.), parece deber hacer estallar el
sindicalismo reformista y colocar a los sindicatos tradicionales en su
verdadero lugar, detrás del empuje revolucionario de los trabajadores. 4 -Los
militantes de provincia, menos sumisos a la burocracia, aventajan a las
direcciones reformistas parisinas: Es un hecho que la mayoría de los
movimientos reivindicativos potentes que llevaban a la práctica la acción
directa de los trabajadores contra el capital y la patronal se desarrollaron en
provincias (Rhodiaceta en Lyon, el SAVIEM en Caen, etc.). Es cierto que la
disparidad de los salarios entre la región parisina y las provincias exaspera a
los trabajadores de las provincias. Pero se puede también contemplar el hecho
de que en París los movimientos reivindicativos son estrechamente canalizados
por las direcciones sindicales reformistas y que esta influencia se difumina en
las ciudades de provincias. París debe lanzarse también a la acción directa ya
que es en París, donde se encuentran concentradas las autoridades públicas y
las direcciones patronales, donde la acción tendrá más resplandor y será más
eficaz. 5 - La acción directa no se opone solamente a la patronal sino a todo lo
que representa el capital y el Estado: En Caen, los obreros atacaron el B.N.P.,
símbolo del poder del dinero, de la soberanía del capital sobre los
trabajadores. Golpearon también la Cámara de Comercio. “Le Monde” del 7-2-68
escribe: “He aquí las bases mismas de la sociedad puestas en entredicho”. Y es
verdad que la satisfacción de las reivindicaciones obreras y la emancipación de
los trabajadores no pueden, en definitiva, concebirse sino a través de una
reorganización de la sociedad, una refundición de las estructuras sobre el
principio de la igualdad económica y social. (...)»
Algunas semanas más tarde (14 de marzo del 68), con
un análisis menos avanzado, el C.S. vuelve de nuevo sobre la cuestión y afirma,
bajo el título “EL VOLCÁN RUGE” que la situación es similar a la de 1936, lo
que anticipa las cosas igualmente.
«EL
VOLCÁN RUGE
Algunos camaradas nos han escrito para pedirnos que
hagamos una declaración pública que situando la posición de nuestra
Confederación ante las dificultades siempre crecientes del del trabajo. Nos es
fácil responder que nuestra posición sigue siendo la misma de siempre: que
somos más que nunca fieles partidarios del sindicalismo auténtico de nuestros
antecedentes (Bakunin, Varlin, Pelloutier y tantos otros); que el federalismo es
para nosotros la forma de organización social más perfecta. Y partiendo de
estas afirmaciones, nuestra posición ante los problemas angustiosos que
estrechan a la humanidad no se presta a ningún equívoco.
Tanto a nivel nacional como internacional la C.N.T se
declara contra todas las guerras, todas las dictaduras, todas las
especulaciones, los privilegios, las jerarquías; condena toda forma de racismo,
de espíritu religioso y dogmático, toda creencia ciega e irracional. (...) Es
necesario ser ciego o con mala fe para no ver que el volcán ruge, el malestar
se extiende a todas las
clases trabajadoras y a todos los países, los propios capitalistas sienten una
especie de inquietud pensando en lo que pasará mañana y los diarios económicos
hablan “de la fiebre del oro”. Los periódicos están llenos de distintos hechos
que señalan sobre todo el drama social. (...)
No se trata de lamentar las insuficiencias de tal o
cual gobierno, de tal o cual ley, de tal o cual plan; lo que hace falta es la
cohesión, la reagrupación de todos los trabajadores para denunciar,
ciertamente, las iniciativas criminales de nuestros explotadores, pero sobre
todo para contradecirlos, para destruirlos y crear un ambiente más respirable,
más fraternal y más humano. Será entonces una verdadera lucha social... Una
revolución. Pero escuchemos lo que decía DELMAS, una sindicalista de 1936: “Los
que querrían hoy descartar la revolución económica, indispensable e inevitable,
para volver a llevar al sindicalismo obrero a emitir reivindicaciones limitadas,
no se dan cuenta de la situación general”.
Estamos en una situación similar a la de 1936, al
menos por lo que se refiere al marasmo económico; en el ámbito de la política,
siempre sujeto al capitalismo internacional, Hitler y Mussolini han
desaparecido pero sigue habiendo aún suficientes Francos y Boumédiennes para
controlar los pueblos y ensangrentar a la humanidad. “Cuando uno tiene cuidado
de comprender exactamente el tamaño de la tarea considerable a la cual se debe
afanar sin tregua, entonces los pasos adelante, las victorias transitorias, son
un consuelo para los trabajos más decisivos” decía Griffuelhes.»
Los acontecimientos que algunos militantes de la
C.N.T. presienten exigen un esfuerzo de organización. El 23 de marzo del 68,
los jóvenes de París [2] publican en el C.S. una llamada a los anarquistas y a
los sindicalistas revolucionarios para que pongan los medios de responder a las
necesidades que no van a tardar en aparecer, incorporándose a la C.N.T. [3]
«Los hechos ponen de manifiesto que anarquismo y
sindicalismo revolucionario se suplementaron perfectamente para dar nacimiento
a un arma y a una doctrina específicos: el anarco-sindicalismo (...) es en el
interior de las masas explotadas, porque él mismo es un explotado, donde el
anarquista debe llevar su combate, donde debe actuar, educar, organizar. Es con
las masas explotadas con quien los anarquistas harán la revolución o bien la
revolución anarquista no tendrá lugar. Esta lucha llevada en el interior de las
masas con los trabajadores, el anarco-sindicalismo es la vía al mismo tiempo
que puede pasar a ser, como lo mostró la experiencia de nuestros camaradas
españoles, un potente medio de organización y de educación. En la actualidad,
el sindicalismo oficial está a un paso convertirse en un sindicalismo de
Estado, integrado en el aparato de coerción burgués, un medio para los
capitalistas de llevar sujetos a los trabajadores y de canalizar sus esfuerzos
de emancipación. El sindicalismo reformista se integra tan bien a las
estructuras capitalistas que está a punto de convertirse en uno de los Pilares
de la sociedad burguesa. Que, durante las huelgas salvajes, los burócratas del
sindicalismo reformista se enfrenten con los trabajadores revolucionarios
ilustra perfectamente el papel contra-revolucionario que se preparan a
desempeñar los sindicatos llamados “representativos”. Pero la desconfianza
creciente de los trabajadores respecto a los burócratas reformistas,
partidarios de la jerarquía de los salarios hoy y quizás esquiroles mañana,
pone de manifiesto también que en el movimiento obrero una tendencia
sindicalista se afianza. Es para afirmar y desarrollar esta tendencia por lo
que deben luchar hoy los anarquistas, porque es el único medio para ellos de
actuar en y con las masas, de propagar y consolidar en contacto con la realidad
la doctrina anarquista. Pero emprender esta tarea, como algunos quisieron
hacerlo en el seno de las organizaciones sindicales reformistas, es un señuelo.
Esto es, o bien hacerse excluir a corto plazo, o bien dejar de ser
revolucionario. En 1906, el sindicalismo oficial estaba aún en plena gestación,
hoy está completamente podrido. A lo que os invitamos es a venir a construir con
nosotros, sindicalistas revolucionarios de la C.N.T., una verdadera central
sindical trabajadora y a anarcosindicalista. (...)»
2 - LOS ESTUDIANTES ENTRAN EN ESCENA
Reflejo heredado del pasado, en los artículos
anteriores, la atención de C.N.T. se centra en „los trabajadores“. Es necesario
decir que los jóvenes poseían su propia estructura: las Juventudes
Sindicalistas Revolucionarias - C.N.T.
Desde enero de 1968, las JSR publicaban un número
especial del C.S., específicamente consagrado a los “Jóvenes cara a la sociedad
neocapitalista”. La editorial plantea claramente el problema:
«El futuro de la sociedad en la cual vivimos depende,
en gran medida, de las opciones que serán las de la juventud ante los problemas
que ella tiene y sabrá solucionar. Y estos problemas son numerosos porque la
sociedad capitalista es una sociedad de COMPETENCIA furiosa, es decir, una
sociedad antisocial que recurre al individualismo egoísta, al arribismo, antes
que a la ayuda mutua y la fuerza COLECTIVA de los hombres que, teóricamente, es
los fundamentos de toda sociedad. El número de jóvenes aumenta regularmente, el
desempleo aumenta también regularmente: he aquí una de las contradicciones
fundamentales de la sociedad capitalista. El desarrollo de la automatización
debería no sólo suponer la reducción de los horarios de trabajo sino también el
aumento de la duración de los estudios y sobre todo del número de los
estudiantes: la liberación de las obligaciones del trabajo material permite
entrever perspectivas para el desarrollo intelectual y cultural de todos.
Pero, para el capitalismo, una sola cosa es
importante: realizar beneficios. Por ello, desde el punto de vista burgués, el
problema de la juventud es más o menos el siguiente: ¿cómo insertar en el ciclo
económico capitalista esta masa de jóvenes de tal manera que se consiga el
máximo de beneficios? La orientación actual de la enseñanza responde en parte a
esta preocupación. Con todo, es otra cosa lo que los jóvenes quieren: ellos “se
mueven”, de una manera o de otra, fermentan, burbujean, estallan a veces. Pero,
en su búsqueda de “otra cosa” a menudo ciega, ellos son en su mayoría los más
vulnerables a todas las
formas de acoso intelectual, de “lavado de cerebro”, que utiliza la sociedad de
consumo capitalista (radio, televisión, modas diversas, publicidad, prensa,
etc.).
Es modelando a los jóvenes, solicitándolos de todas
partes, triturando su personalidad naciente como el régimen capitalista los
hace adultos alienados, trabajadores resignados, esclavos modernos.
Es a través de la REVUELTA CONSCIENTE Y ORGANIZADA que
los jóvenes podrán realizar mañana el socialismo auténtico.»
Las J.S.R. elaboran a continuación un análisis del
mundo estudiantil en el cual se colocan voluntariamente fuera de un determinado
medio estudiantil. Lo que cuenta para ellos, es ante todo la posición de clase.
Por lo tanto, no es asombroso que -vista la composición mayoritariamente
burguesa de los estudiantes en mayo del 68- no sientan más que desprecio por el
hedonismo y el folclore del medio izquierdista estudiantil. Sólo ven “niños de
papá” que pasan allí su crisis de adolescencia. Si estos análisis a posteriori
se revelaron justos en parte (uno puede pensar en las posiciones que ocupan hoy
los Serge July, Alain Geismar y otros Cohn Bendit...), su tono grave y serio
(por no decir sentencioso) les impidió ciertamente percibir lo que había de
innovador en el movimiento que se anunciaba.
«ESTUDIANTES
Nuestro objetivo no es aquí trazar una vez más el
cuadro de la realidad universitaria en su aspecto material: aglomeraciones y
desorganización durante las inscripciones, insuficiencia de locales y, sobre
todo, de profesores, etc. Todo el mundo lo ha dicho y redicho, y la
U.N.E.F. [4] no pierde ocasión de repetirlo:
intervenciones en los Trabajos Prácticos y en los cursos, coloquios, etc. Se
distribuyen numerosas octavillas, firmadas por la U.N.E.F., pero igualmente
todas las organizaciones “de izquierdas” encuentran audiencia en los
estudiantes, unas diciéndose aún revolucionarias, otras ni se toman ya siquiera
esta molestia. [5]
Las cifras se añaden a las cifras para constatar las
carencias del “poder gaullista” y las reivindicaciones giran sobre todo en
torno a dos cuestiones:
la selección de
entrada en la universidad,
el control de
asistencia a los trabajos prácticos.
Es en estos dos problemas donde se cristaliza la
contradicción inherente a todo “sindicato de estudiantes” en el marco del
sistema actual.
En efecto, ¿quiénes son los estudiantes? Todos
sabemos que los hijos de los obreros y de los empleados acceden en una cantidad
insignificante a los estudios superiores. Por otra parte, el problema
estudiantil no se resuelve en las cuestiones específicamente estudiantiles: el
estudiante es un ADULTO y debe ser considerado como tal: debe poder, si quiere
seguir siendo un ser completo, llevar una vida social normal, fundar una
familia, vivir y no “subsistir” como un “asceta” en la más completa indigencia
moral y material, solamente con el fin de llegar al final de sus estudios
transformados así en verdadero sacerdocio y no teniendo ya ninguna relación con
la realidad.
Dicho esto, todo indica que actualmente los únicos
individuos que pueden proseguir en condiciones válidas sus estudios son los
representantes -jóvenes, por supuesto, pero representantes a pesar de todo- de
una única clase: la BURGUESÍA. De cualquier forma, está bien claro que en una
sociedad de clases, es decir, en una sociedad donde la gestión económica y
social es monopolizada por una clase dada y en la cual el producto del trabajo es igualmente
monopolizado, la formación que permite acceder a los puestos de dirección no
puede ser tampoco más que una formación de CLASE.
Pero, diréis vosotros, hay a pesar de todo en la universidad algunos
hijos de obreros y empleados así como cierto número de estudiantes asalariados,
y es por ellos por quien debemos evitar la selección y el control de
asistencia. Por supuesto, existen. Pero, ¿quiénes son? Una minoría de
individuos que se pelean, que pretenden, en última instancia, “colarse”, subir
en un vagón señalado como “reservado”, escalar en la pirámide social, pasar de
una clase a otra y, a menudo, rechazar sus orígenes proletarios y abandonar la
lucha de su propia clase de origen. ¿Cuáles son pues las reivindicaciones de
los sindicatos de estudiantes? No a los exámenes, no a la selectividad. ¿Y
entonces? ¿Piensan que no asistir a los Trabajos Prácticos (mientras que, por
otra parte, ellos los reclaman a voz en grito) puede constituir una ventaja
para un estudiante que trabaja en el exterior, mientras que al contrario se
trata aquí del único contacto que puede tener con la facultad? ¿Piensan que
esta “libertad” que se les concedería podría serles ventajosa? Todo estudiante
serio no puede verlo sino como pura demagogia. En cuanto a la selectividad,
hace también derramar mucha tinta y todos los sindicatos se ponen de acuerdo
para denunciarla como una medida “antidemocrática” (habría por otra parte que
ponerse de acuerdo para definir la democracia, pero este no es aquí nuestro
propósito). Su argumento favorito: “No podemos aceptar una selección que sería,
en el contexto actual, una eliminación, al final de la secundaria, de los
individuos desfavorecidos por su herencia cultural, por lo tanto representantes
de las capas sociales desfavorecidas.”
En primer lugar, si es cierto que el concepto “de
herencia cultural” es una realidad, se puede pensar que no juega ya un papel
tan importante en el nivel de segundo de bachillerato y que cede el lugar a
problemas mucho más materiales. En gran parte, la selección en forma de examen
(inteligentemente concebido por supuesto) sólo afectaría realmente a los menos
dotados. Y uno no puede impedir pensar que afectaría precisamente a un cierto
número de estudiantes caprichosos, que hacen algunos estudios a la espera, para
las chicas, de un matrimonio “feliz” y, para los muchachos, de heredar la
fábrica de papá o también, para los dos, de entrar “por enchufe” en tal o cual
profesión bien remunerada. En este sentido, ni la selectividad ni el control de
asistencia parecen “antidemocráticos”.
En cualquier caso, todo esto no excluye que los
problemas existan, pero MÁS GRAVES Y MÁS PROFUNDOS que los que agitan todos los
sindicatos “representativos”. No se trata en efecto de “adaptar” la universidad burguesa,
con ayuda de algunas medidas más o menos demagógicas, para permitir más mal que
bien a algunos estudiantes pobres llegar hasta el final de sus estudios. Se
trata de permitir REALMENTE a TODOS, es decir, a todos los que tienen realmente
el deseo y las capacidades, tener la posibilidad de hacer sus estudios en las
mejores condiciones posibles. Y es aquí donde el problema estudiantil se
incorpora al problema social en general, el problema de la TRANSFORMACIÓN
REVOLUCIONARIA DE LA SOCIEDAD BURGUESA.
Querer “arreglar” la universidad burguesa
actual, es querer “arreglar” la sociedad burguesa misma, “arreglar” el
Capitalismo: éste no es y no puede ser nuestro papel.»
Este folleto, publicado en enero de 1968, se termina
con esta declaración, verdadero anuncio premonitorio de los acontecimientos de
Mayo: «...la juventud estallará como la caldera de una máquina de vapor, la
juventud no tiene salida en Francia, ella amasa una avalancha de capacidades
desconocidas, de ambiciones legítimas e inquietas. ¿Cuál será el ruido que
sacudirá estas masas? No lo sé, pero se precipitarán en el estado actual y 1o
reinvertirán.»
En cuanto los estudiantes comienzan a moverse, la
C.N.T. como tal se hace eco. Así pues, en el C.S. del 16 de mayo:
«A LOS
ESTUDIANTES REVOLUCIONARIOS
Saludamos vuestra lucha contra la esclerosis y la
rutina burguesa de las universidades.
Comprendemos vuestra angustia en lo que concierne a
vuestro futuro y compartimos vuestra cólera contra una sociedad incapaz de
cubrir las necesidades más legítimas de los seres humanos, mientras esperamos
la era de la abundancia. Este descontento profundo y plenamente justificado que
manifestáis, con tanto valor a pesar de la represión policial, aún no ha
encontrado quizá el eco que merecía entre los trabajadores y aún así... Ya se
trate de los trabajadores de la tierra, mineros, metalúrgicos y gente de la
mar, hay en todos un sentimiento de oposición a todas las contradicciones
y las insuficiencias del régimen de explotación y beneficio que nos rigen, pero
falta la preocupación indispensable de una acción coordinada, de una lucha
común. (...) Ante la represión del Estado, a la demagogia de los partidos
políticos y a falta de organismos oficiales para solucionar los problemas
penosos que se presentan a la juventud, todos los trabajadores deben asociarse
a la acción de las juventudes estudiantiles. Basta de reformas, queremos una
verdadera revolución social.»
3 - ¿QUÉ HACER?
En el número siguiente, (23 de mayo del 68), el C.S.,
que se titula “el futuro es de los jóvenes” informa de las violencias
policiales, publica un folleto del Movimiento del 22 de marzo y analiza el
desempleo generado por la tecnología. [6]
Rápidamente, el movimiento de los estudiantes se
extendía como el aceite. Hubo pronto 9 ó 10 millones de asalariados
huelguistas, fábricas ocupadas, manifestaciones por todas partes. En esta
mezcla heteróclita, se hablaba de autogestión, revolución, liberación
personal [7] y colectiva. El general De Gaulle huía del
Elíseo para ir a asegurarse del apoyo de las tropas estacionadas en Alemania.
Un momento, el Estado vaciló. Pero los sindicatos representativos (C.G.T.,
C.F.D.T., FO.) atenuaban las tensiones gracias a la apertura del diálogo
social, de las negociaciones. La C.N.T. denunciaba estas posiciones publicando
en el C.S. con fecha del 6 de junio el panfleto siguiente, difundido en la
región parisina.
«DEL
DIÁLOGO A LA AUTOGESTIÓN
Ni las potentes manifestaciones de los estudiantes,
ni los millones de trabajadores en huelga, ni los imperativos que han provocado
la psicosis revolucionaria actual, nada ha aclarado a los dirigentes de las
centrales “representativas” sobre las verdaderas aspiraciones del pueblo.
Siguen dialogando sobre aumentos de salario variable
según las empresas y con respeto de la sacro-santa jerarquía. En cuanto a la
disminución de la duración del trabajo, todo lo que han “arrancado” resulta
netamente insuficiente.
Cómo se puede admitir un diálogo fuera de la garantía
absoluta del empleo, por la reducción permanente del tiempo de trabajo en
función del progreso técnico que debe permitir la subida del poder adquisitivo,
comenzando por las clases más desfavorecidas.
Es pues fuera de estos “cargos electos” sindicales
(no pueden hablar sino en nombre de un 14% de la población activa) que los
trabajadores deben continuar con los estudiantes el combate contra las
estructuras escleróticas de la sociedad capitalista.
Sud-Aviation de Nantes da el ejemplo a seguir
preconizando la reanudación del trabajo sobre la base de la gestión obrera.
La Confederación Nacional del Trabajo expresa tu
satisfacción por esta feliz iniciativa que lleva a la práctica lo que algunos
rechazaron como “fórmulas vacías”. [8]»
En el número fechado el 20 de junio, la C.N.T.
responde “No a las urnas” a las elecciones legislativas anticipadas, hace un
nuevo llamamiento, “Organicemos la autogestión”, mientras que un artículo
analiza la huelga general:
«En primer lugar, en el levantamiento de los
estudiantes vemos una aplicación especialmente espectacular de la acción
directa. La acción directa ha dado a conocer al país entero, desde hace tiempo
hastiado por los habituales métodos de debate o de negociaciones, que existen
otras formas de acción y pueden ponerse en práctica. Los estudiantes-enseñantes
han dado aquí una lección a los obreros, prisioneros de sus organizaciones
reformistas.
En segundo lugar se ha hablado, aquí y allí, de
participación en la gestión de las empresas... Esta participación en la gestión
o cogestión, si se hiciera, sería un primer paso hacia el verdadero objetivo
que debería ser el de los sindicatos de toda obediencia, me refiero a la
gestión obrera. Ésta, de la cual la iniciativa es pura y enteramente de origen
libertario, ha sido ya discutida en dos ocasiones en Francia, en el 36 y en los
primeros movimientos de huelgas que tuvieron lugar inmediatamente después de la
liberación...
En tercer lugar, finalmente, la idea de la
organización por la base.»
4 - LA HORA DE LOS BALANCES
El movimiento daba a partir de junio señales de
agotamiento. En el número del 27 de junio, la C.N.T. critica el comportamiento
de sepultureros de la revolución del partido comunista.
«LOS
IZQUIERDISTAS
Esta palabra no quiere decir nada, no tiene
significado, no tiene más sentido que las palabras: izquierda, derecha o
centro. Ahora bien el P.C. y la C.G.T. lo utilizaron como una clase de
espantapájaros de gorriones, de hombre-lobo para los miembros poco
evolucionados. Pensaron, después de otros, que cuanto más incomprensible es una
palabra más efecto hará en los espíritus retrasados. El problema es que los
espíritus retrasados están en disminución en este tiempo y esto explica el mal
humor del P.C. inmediatamente después de la primera vuelta de las elecciones
legislativas. (...)
Durante todos los acontecimientos de mayo-junio, el
P.C. y su apéndice la C.G.T. no hicieron más que frenar, cuando no la han
combatido, toda acción popular que no estaba bajo su patrocinio. Además, no
dejaron de atacar a las distintas formaciones que tomaban una posición
delantera; sus amigos de la C.F.D.T. y Del P.S.U. saben algo. Bastaba con
hablar de autogestión para ser calificado de provocador y los que desfilaban
detrás la bandera negra de la anarquía no eran más que aventureros que volvían
la espalda a la democracia y al socialismo. (...)
Los que asistían a la manifestación del 13 de mayo en
París [9] deben reirse de estas elucubraciones: sobre
todo cuando se sabe que las banderas negras y rojinegras, la pancarta de la
C.N.T- A.I.T. en cabeza, estaban delante de la C.G.T. a pesar de los servicios
de orden de esta última, que había querido imponer sus directivas. Hasta
habríamos podido retomar las palabras de Cohn-Bendit, que decía la noche del 13
de mayo a la Mutualidad: “estaba en cabeza de una manifestación en la cual los
canallas estalinistas estaban a la cola”.»
Las elecciones y las vacaciones [10] anunciaron la muerte del movimiento. Al
regreso, las “masas” estaban en el trabajo o en la escuela. Sin embargo, aunque
solamente una minoría proseguía su acción, las ideas de mayo iban a entrañar
verdaderas convulsiones en la vida cotidiana.
Durante varios meses, toda la prensa publicó comentarios,
análisis, lecciones de mayo del 68. Entre las publicadas en caliente, uno puede
leer en el número del 22 de agosto, un balance bajo el título “la etapa 68”.
«LA
ETAPA 68
La revolución no puede basarse en la utopía y el
sueño, sino al contrario sobre realidades que requieren la constitución de
programas y fuerzas suficientemente impregnadas entre la población para
garantizar el éxito.
En 1936, Durruti en España declaraba: “no espero
ninguna ayuda de ningún Gobierno del mundo”. ¿No podía ser de otra manera, cómo
una revolución libertaria podría obtener la ayuda de un Estado cualquiera,
cuando es la destrucción del Estado lo que buscamos por la revolución? La
traición de los sindicatos enfeudados por el poder permitió sabotear la evolución
de mayo de 1968. Debemos pues liberar a la clase de los trabajadores y
mostrarles hasta qué punto han estado engañados por los mismos que incluso se
pretendían sus defensores.
Nuestra acción pre-revolucionaria consiste,
actualmente, en liberar las mentes, en dar su verdadera expresión a la palabra
humanidad; la preparación de la acción revolucionaria consiste en forjar el
hierro que nos permitirá, mañana, cuando tengamos la fuerza, cuando nuestros
programas de sociedad futura reposen sobre bases certeras y sean comprendidos
por un gran número de trabajadores, venciendo, con certeza, a todos los
malhechores de la clase proletaria.
Nuestra tarea de propagandistas es inmensa,
corresponde a todos nuestros camaradas participar, nuestra esperanza sólo se
basa en el esfuerzo permanente y diario que sólo puede permitirnos encontrar
audiencia del lado de los trabajadores inconscientes, destinados a la
esclavitud y a la sumisión. Si queremos que la sociedad de mañana conozca
finalmente la justicia y la libertad, debemos participar, hoy mismo, en la más
grande difusión de la verdad, en el menosprecio del capitalismo, del Estado y
de sus secuaces pseudo-sindicalistas que dirigen las fuerzas obreras hacia
callejones sin salida.
Debemos crearnos, cada vez más, grupos de
simpatizantes, hacer evolucionar éstos de grupos de simpatizantes a grupos de
militantes. El militantismo es el nervio de la revolución real y completa de
mañana; la liberación del pueblo no puede venir sino por la liberación de los
trabajadores. No participar en esta tarea, hoy mismo, después de la lección de
mayo de 1968, es renunciar a la revolución liberadora de mañana. (...)
Al bollo de leche de los lacayos, preferimos el pan
del trabajo. A la injusticia de los grandes y de los sometidos de este mundo,
nos oponemos nosotros, trabajadores anarcosindicalistas, nuestro espíritu
revolucionario por un nuevo mundo en el que las bases de la justicia liberarán
a los trabajadores de la esclavitud disfrazada que sufrimos.»
CONCLUSIÓN
Mas de cuarenta años después, se puede constatar la
lucidez y la actualidad de estos textos. Los hechos por otra parte probaron que
las conclusiones avanzadas por las anarcosindicalistas de la época eran
ampliamente exactas. Uno no se asombrará pues de que mayo del 68 haya traído al
anarco-sindicalismo, representado por la CNT-AIT, una nueva generación de
militantes. Con todo, globalmente, el discurso de los militantes de la CNT
encontró un escaso eco tanto en la sociedad en general como en el movimiento
libertario. Este último demostrando una deficiencia de análisis, participaba
mayoritariamente en la CFDT[11] ¡creyendo hacer la Revolución! ¡Error
estratégico fatal al movimiento si lo fue!
Entonces, ¿los cenetistas simplemente han tenido la
culpa de tener razón demasiado pronto? ¿Al movimiento libertario le faltaba en
el fondo una verdadera voluntad revolucionaria? ¿Faltó la reflexión sobre los
problemas planteados?
Las cuestiones permanecen planteadas, al igual que
las de saber cómo el movimiento de mayo del 68 puede instruir nuestro
militantismo de hoy. En nuestra opinión, si una idea-fuerza resulta de todo
este período, es la de la necesaria coherencia entre los objetivos indicados y
la práctica diaria y organizativa. Si la continuación de mayo del 68 fue un
fracaso, fue en gran parte porque teniendo al mismo tiempo discursos
hiperrevolucionarios, los militantes hacían la elección de métodos
organizativos y prácticas reformistas.
En la actualidad, los libertarios, los
revolucionarios, o simplemente toda persona consciente de los callejones sin
salida sociales en los cuales el sistema nos acorrala ¿no debería plantearse
una cuestión idéntica, a saber, la de la coherencia profunda entre sus
pensamientos y su acción? [11]
[1] Recordemos que se trata aquí de la fecha de
aparición de Le Combat Syndicaliste. El C.S. se imprimía en linotipia y el
plazo de tirada era al menos del orden de una semana. Los artículos se
escribieron pues por regla general de 10 a 15 días antes de la fecha de publicación.
[2] Antes del mes de Mayo había en las
“Juventudes Sindicalistas Revolucionarias”, (que se convertirán más tarde en
“Juventudes Anarco-Sindicalistas”), un pequeño grupo en París y otro en
Marsella. Después de Mayo, aparecieron nuevos grupos: Lyon, Toulouse... Algunos
de las J.S.R. eran estudiantes, pero no todos.
[3] Esta llamada no fue entendida, el movimiento
libertario permaneció completamente disperso. Una mayoría de militantes estaban
en las organizaciones reformistas como Force Ouvrière.
[4] Union nacional de los estudiantes de Francia.
Sólo había en la época una sola UNEF. La escisión entre socialistas (UNEF-ID) y
comunistas (UNEF-SE) sólo vendrá más tarde.
[5] No es un sueño, este texto se escribió
realmente en... enero del 68. Uno podría casi retomarlo palabra por palabra
hoy!!!
[6] 6 Había en la época 500.000 parados en
Francia, 700.000 en la R.F.A.
[7] “Vivir sin tiempos muertos, gozar sin
trabas”.
[8] “La autogestión es una palabra vacía”, repetían
tras sus dirigentes los militantes comunistas y cegetistas
[9] Esta manifestación fue la más importante
numéricamente de mayo del 68. La anécdota es verdadera. Se encuentran fotografías
de las banderas y pancartas de la C.N.T. en la Enciclopedia Alpha, así como en
distintos manuales de historia.
[10] Hizo especialmente buen tiempo ese verano.
[11] Los más viejos permanecerán prudentemente en
la FO o en la CGT...
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