Hoy
8 de marzo conmemoramos el Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras, fecha
histórica en la cual levantamos la lucha
por los derechos políticos, sociales, económicos y sexuales de las mujeres,
lesbianas, y personas transgénero de las clases oprimidas, por terminar de raíz
con las violencias sistemáticas del patriarcado y por la lucha revolucionaria
obrera, popular y anticolonial. Propuesta por primera vez por un grupo de
mujeres socialistas en la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres
Socialistas de 1910 en Copenhague, el día tuvo la inicial intención de promover
los derechos civiles de las mujeres, para luego convertirse en una jornada de
agitación, movilización, protesta, y huelga por y para la vida y libertad de
las mujeres y disidentes del sistema de género a lo largo y ancho del globo. Desde
la protesta por los derechos laborales y políticos de las mujeres en los
Estados industriales a comienzos del siglo XX, hasta la revuelta por el pan y
la paz de las mujeres trabajadoras que dio inicio, junto a otras huelgas y
demostraciones, a la Revolución Rusa de febrero de 1917, el 8 de marzo como Día
Internacional de las Mujeres fue lentamente consolidado por medio de la lucha
activa de las mujeres de la clase trabajadora, razón inicial por la cual
rescatamos tan gran logro que nos permite no sólo recordar las conquistas del
movimiento feminista frente a la opresión patriarcal, sino
también apropiarnos de los debates y propuestas que plantearon nuestras
antecesoras para construir espacios que nos permitan levantar la voz frente a
las injusticias y las violencias de este sistema de dominación capitalista,
patriarcal y colonial.
La
jornada conmemorativa internacional ha tenido múltiples banderas de lucha que
varían en cada territorio y época, destacando entre ellas la lucha por el
sufragio y la igualdad salarial, el reconocimiento de las labores de cuidado y
demás tareas relegadas al ámbito privado realizadas mayoritariamente por
mujeres, la lucha por la despenalización y legalización del aborto y el acceso
a anticonceptivos, y la abolición de las violencias basadas en género
materializadas en altas cifras de abusos sexuales, feminicidios y transfeminicidios,
entre otras. Asimismo destacamos la fecha como un espacio de mujeres y
disidentes de la clase trabajadora que ha permitido históricamente la
articulación organizativa del movimiento feminista, y se ha caracterizado por
movilizaciones masivas, más recientemente por el Paro Internacional de Mujeres
con sus inicios en España, el movimiento #NiUnaMenos de Argentina y América
Latina, y la lucha por el aborto legal, seguro y gratuito en países del todo el
mundo. Hoy en día las mujeres trabajadoras enfrentamos en la primera línea la
crisis social y económica producto de la pandemia del COVID-19, la cual destapó
formas de violencia y dominación patriarcal con frecuencia invisibilizada como la
explotación del trabajo femenino en el ámbito privado y la subordinación ante
la figura masculina dentro del mismo, y facilitó el recrudecimiento de la
violencia doméstica hacia mujeres, disidencias, y ninxs, el hostigamiento, y el
incremento en casos de feminicidios, transfeminicidios, y abusos sexuales
debido al confinamiento, por eso nos movilizamos el 8 de marzo con tan sentida
urgencia. No obstante, si bien reconocemos la importancia de la lucha feminista
en nuestros tiempos, somos conscientes, y por consiguiente rechazamos, la
existencia del “feminismo” blanco, burgués, y binario que busca hacerse
hegemónico en detrimento de las luchas de las oprimidas, planteando desde
nuestras organizaciones sociales y de base disputas contra la opresión
patriarcal constituidas desde abajo y por medio de la acción directa. Nos
mantenemos alertas también a la influencia del Estado sobre esta multiplicidad
presente dentro del “feminismo”, que rápidamente busca acomodar las luchas y
reivindicaciones dentro de sus instituciones, para encorsetarlas en su propia
maquinaria.
A
propósito de la fecha de conmemoración, además, recalcamos la importancia de
las mujeres y disidentes en la lucha por los derechos de la clase trabajadora y
oprimida por el sistema de dominación capitalista, destacando la militancia de
figuras como Teresa Claramunt, Luisa Capetillo, Lucia Sánchez, y Virginia
Bolten, por los derechos de las mujeres y disidencias sexuales y de género, por
el freno a la explotación ambiental, por la abolición del Estado, y por el fin
de todas las opresiones, con vistas hacia la transformación revolucionaria de
la realidad. Así, a partir del apoyo mutuo, la solidaridad de clase, y el
cuidado colectivo, y a su vez por medio de la crítica a la construcción de una
teoría política basada en concepciones tradicionales de género jerárquicas,
binarias, y excluyentes, luchamos por el socialismo y la libertad para todas.
Por lo tanto, conmemoramos el 8 de marzo como jornada
de lucha, revolucionaria y desde abajo, por nuestra emancipación que, como
escribió Emma Goldman en La Tragedia de la Emancipación de la Mujer (1906): “hará
en ella un ser humano, en el verdadero sentido (…) [y] tendiendo a la más
completa libertad, ella irá luego borrando los rezagos de centenares de años de
sumisión y de esclavitud”.
Por
la liberación de las oprimidas,
¡Arriba
las que luchan!