Posición FAR - Abril 2024
La llamada “batalla cultural” es la apuesta del gobierno
nacional. No todo lo que sucede en ese plano llega a implementarse y muchas
cosas que suceden no toman la repercusión mediática para formar parte de la
batalla. Pero la lectura es que ese es el nudo fuerte de este gobierno y lo que
permite que el apoyo siga siendo significativo en un contexto de ajuste y
represión sin parangón en las últimas décadas.
Es que, desde la pelea con artistas, periodistas, políticos
propios y ajenos, figuras internaciones, instituciones públicas, sectores como
los piqueteros, estatales y docentes, hasta el circo sionista y la compra de
aviones yankies, todos los días aparecen nuevas noticias que corren el eje de
la situación concreta real y palpable que se está viviendo. Las redes sociales
se presentan como un lugar de actuación privilegiada para la política nacional,
aprovechando con mucha habilidad el contexto de individualismo y fragmentación
que prima hoy en día.
Pero cuál es el trasfondo de esos baluartes de la batalla:
la licuadora representa la pérdida catastrófica del poder adquisitivo de la
totalidad de quienes vivimos de nuestro trabajo. Ni hablar de los sectores más
postergados como son lxs jubiladxs y quienes reciben políticas focalizadas
(planes) del Estado. Sin perspectiva de recuperación, se hizo algo que parecía
muy difícil sobre fines del año pasado: somos todxs mucho más pobres de lo que
veníamos siendo…
La motosierra es el símbolo del “afuera” que tanto
envalentonó la candidatura de Milei en 2023. Sin embargo, lejos de enfocarse en
la “casta” -que se acaba de aumentar nuevamente el
sueldo con una votación express en el senado-, los recortes se centran
en la reducción presupuestaria del sector público,
no solo dejando miles de persona sin trabajo a lo largo y ancho del país
sino también dejando millones de habitantes desamparados en el acceso a
servicios y magros beneficios que eran
garantizados desde allí. Conquistas populares
históricas como el acceso a la salud pública, a la educación gratuita o a
pensiones por discapacidad están seriamente en riesgo. Ni hablar de la
consecuencia indirecta de estas medidas, que lleva a la paralización de la
economía, con un impacto directo en el consumo e incluso la misma recaudación impositiva para garantizar lo público.
Esta mas que claro que los
funcionarios, legisladores, jueces han sido
fieles a sus intereses corporativos de clase
en lugar de
resolver los problemas de la gente. Es ya un hecho que la clase política
fracasó en la administración de la vida social. Sin embargo, este Gobierno, con
la vieja cantinela neoliberal de ir por la disminución del Estado (en términos de menor aprovisionamiento de servicios sociales
y de profundizar su rol administrativo de la exclusión), está entregando todas las herramientas jurídicas
posibles a los sectores empresariales concentrados, poderes financieros y
transnacionales extractivistas, para que se desarrolle un saqueo profundo en el
menor tiempo posible. La variable de ajuste son derechos, conquistas,
reivindicaciones y la propia supervivencia del pueblo en su conjunto.
Aquí las patronales privadas juegan sus cartas también,
apuntando a flexibilizar las relaciones laborales lo más posible y ajustar
siempre con las y los trabajadores. Nadie se animó
a tanto desde la época de la última dictadura.
Los palos son la contracara necesaria de estas medidas,
también con fuerza desde la campaña, la represión permite avanzar y profundizar
las medidas económicas y sociales. Cada vez más brutales, las fuerzas
represivas están envalentonadas. Muestra de esto también son las amenazas y
ataques a militantes de organismos de ddhh, lo que demuestra que, aunque
silenciados los aparatos del estado siempre se mantuvieron alertas para salir
nuevamente a perseguir, torturar, desaparecer…
Finalmente, los aviones de guerra. Medida que poco apoyo
junta y aparece junto a un contexto de aumento de sueldos a políticos, de
ascenso de figuras relevantes en el gabinete como Adorni y Karina Milei entre
otros, y la decisión de que el presidente deje de volar en aviones comunes.
Cuatro meses aguantaron los gestos “anti casta” de la “batalla cultural”. Más
de lo mismo, pero con más humo y decorados ultraliberales… siendo Argentina
país que más deuda tiene con el FMI, la compra de aviones no es otra cosa que
la sumisión total a la política del organismo. Los vales de compra que la
patronal daba a sus trabajadores en la forestal y solo podían usar en sus
almacenes. Junto con la entrega de las llaves en la Patagonia al comando sur,
dejando a EEUU con una injerencia solo comparable a la última dictadura
militar.
A días de la conmemoración de un nuevo 1 de mayo es momento
de reconocer que estamos dando nuestra propia “batalla cultural” y que debemos
reforzar esa estrategia. Si en la década del 70 no comprometerse, no luchar
para cambiar la sociedad injusta, era impensable para quienes se jugaron la
vida. Hoy hacerlo parece ser algo añejo, el compromiso, la responsabilidad y la
entrega están lejos de los valores que promueve el neoliberalismo con su
individualismo y apatía.
Sin embargo, existen expresiones de otra forma de hacer las
cosas. Otra forma de enfrentar este contexto. La solidaridad de clase, que va
desde el adentro del sector laboral cuando un compa pasa un mal momento o es
despedido, hasta entre sectores diferentes en la fragua de medidas unitarias,
sigue vigente. La acción directa como forma de enfrentar y exigir lo que se
necesita. Valores que están arraigados en lo profundo de la historia de nuestra
clase siguen vigentes, están latentes y aparecen en este contexto tan tremendo.
Por eso, frente a la resignación, frente a la
indiferencia y a la idea de que nada se puede cambiar, que cala hondo en muchxs
compañerxs y que aparece en la cotidianidad del trabajo, del barrio, de los
lugares de estudio, propongamos desde lo colectivo, construir espacios de
participación, decisión y acción que nos permitan defender nuestras conquistas
y poner un freno a la avanzada de los de arriba. No hay lugar para “fingir
demencia” ante un contexto que nos aplasta y oprime todos los días, es
necesario implicarse, comprometerse, embarrarse, que como la historia
demuestra, cuando lo hacemos se puede cambiar todo de raíz.
Lleguemos a este 1° de mayo con la historia de nuestra clase presente. Historia de combates feroces, de injusticia tremendas, pero también de compromiso, solidaridad, sueños y anhelos compartidos por construir una sociedad más justa, sin oprimidos ni opresores. Contagiemos solidaridad y construyamos un mundo nuevo!!
Federación Anarquista de Rosario