A continuación dos artículos sobre los sucesos y el
contexto de la huelga y la masacre de Rio Blanco, Mexico. El primero de Paola
Guzmán, profesora de Preparatoria Abierta. Publicado en “México historia de un
pueblo/S.E.P.” El segundo es una reseña del libro de Alfonso Torúa Cienfuegos, “El magonismo en Sonora (1906-1908): Historia
de una persecución” realizada por Gerardo Peláez
Ramos en el sitio de la agencia
de noticias La Haine (lahaine.org).
“1907 - Inicio de la huelga de Río
Blanco, Veracruz”
Paola Guzmán
Los abusos de las tiendas de raya y las casas de
empeño, los exiguos salarios, la discriminación y despotismo con que eran
tratados los obreros; las multas y prohibiciones establecidas por los patrones,
fueron causas que originaron el movimiento obrero en Río Blanco, Veracruz.
Debido a las condiciones de explotación que sufrían
los obreros, en Orizaba, Veracruz se organizaron integrando un grupo que se
denominó "Círculo de Obreros Libres", dirigido por antiguos
integrantes del Partido Liberal, en el que participaban los hermanos Flores
Magón.
A este grupo se unieron los trabajadores textiles de
la región de Puebla y del centro de Veracruz con la finalidad de lanzarse a la
huelga, que inició el 3
de diciembre de 1906 y en ella participaron más de 6 mil trabajadores. Como
consecuencia, las condiciones de los obreros de Santa Rosa, Orizaba y los de
Río Blanco se tornaron más difíciles.
Para solucionar el conflicto, los obreros nombraron
como árbitro al presidente Porfirio Díaz, cuyo fallo fue en contra de las
demandas planteadas, y así los trabajadores continuaron la huelga.
La mañana del 7 de enero de 1907, los obreros se
postraron frente al edificio de la fábrica sin entrar a trabajar. Un empleado
de la tienda de raya dio muerte a uno de los huelguistas. La reacción de los
obreros fue atacar con piedras la llamada "Casa Azul" y amotinados
saquearon la tienda de raya, dando muerte a los dependientes.
El pronunciamiento de Río Blanco, al igual que el de
Cananea, en 1906, fue reprimido por las autoridades. Sofocada la huelga fueron
fusilados los dirigentes, entre ellos, Rafael Moreno, presidente del Círculo y
al secretario del mismo, Manuel Juárez.
Las acciones de los obreros de Cananea y Río Blanco
tuvieron repercusiones, no sólo a nivel nacional sino también internacional.
Los movimientos de referencia están considerados como los precursores del
movimiento obrero mexicano.
El art. 123 constitucional regula las
relaciones obrero-patronales.
Deuda obrera
"La armonía entre los intereses de la clase obrera y los de los
industriales constituye actualmente un problema delicado que por desgracia
explotan algunas personas mal intencionadas; pero el gobierno está pendiente de
la situación y si, contra todas las previsiones y contra todos los antecedentes
de la clase obrera mexicana, llegasen a producirse nuevos disturbios, el
ejecutivo continúa dispuesto a hacer respetar los derechos de todos y a mantener el orden
público".
Con estas palabras concluyó Porfirio Díaz su informe
presidencial acerca de los acontecimientos sucedidos en Río Blanco, Veracruz,
el 7 de enero de 1907. Aquellas personas "mal intencionadas" a las
que se refería el dictador fueron miles de trabajadores que se lanzaron a la
lucha heroica para acabar con la explotación de que eran víctimas. En ese
entonces perdieron la batalla, de modo que el tutelaje de Díaz siguió pesando
sobre sus hombros.
Durante los treinta años del Porfiriato se dio un
fuerte impulso a la industria manufacturera en México. Esto, al costo de que
muchos hijos del pueblo fueran explotados en las fábricas, las cuales estaban
fundamentalmente en manos de extranjeros. Los trabajadores cumplían jornadas de
doce y catorce horas diarias, en las que realizaban gigantescas cargas de
trabajo en condiciones insalubres.
No obstante, al mismo tiempo, la concentración de
miles de trabajadores bajo un mismo techo permitió que éstos se organizaran en
la lucha por sus reivindicaciones de clase.
La industria textil fue una de las más importantes y
desarrolladas; asimismo fue quizá la que conservó a los obreros más combativos
y radicalizados, aún veinte años después de la revolución de 1910. La lucha de
los obreros textiles en 1906 cristalizó en una huelga nacional de la industria
en la que se vieron involucrados los estados de Puebla, Veracruz, Tlaxcala,
Querétaro, Jalisco y el Distrito Federal. Este movimiento se forjó con la
influencia innegable del Partido Liberal Mexicano y de las ideas anarquistas de
los hermanos Flores Magón.
Los acontecimientos de Río Blanco, Veracruz, síntesis
dramática de la lucha de los trabajadores textiles, constituyeron el episodio
más sangriento de una larga tradición de organización sindical, después de la
masacre perpetrada a los mineros de Cananea. Poco se conoce de estos obreros.
Sólo se sabe de "los mártires de Río Blanco y Cananea", de su sangre
derramada en aras de la libertad. Sin embargo estos héroes, de los que sólo
quedan en la memoria popular los nombres y fecha de muerte -en el mejor de los
casos-, junto con miles de seres anónimos tuvieron una vida cotidiana y una
particular forma de pensar. Con los obreros del Río Blanco, la clase obrera
tiene una gran deuda.
Reseña: "El magonismo en Sonora. 1906-1908"
Gerardo Peláez Ramos
En la historia de la izquierda mexicana existen tres
personajes a quienes la
industria editorial les ha hecho justicia: Ricardo Flores Magón, Vicente
Lombardo Toledano y José Revueltas. Del primero se han reproducido los
documentos principales del Partido Liberal Mexicano, la edición facsimilar de Regeneración
en su primera época, los artículos , obras de teatro y otros textos del más
destacado anarquista mexicano, la selección de materiales de Regeneración
y otras publicaciones magonistas, y, en fechas recientes, avanza a buen paso la
edición de sus obras completas.
Del segundo se han publicado en el último vicenio más
de 60 tomos de su enorme producción teórica, sindical, política y periodística,
en sus Obras completas y en su llamada Obra histórico-cronológica,
además de la edición de libros sueltos por parte de la Universidad Nacional
Autónoma de México, el Instituto Politécnico Nacional, la Cámara de Diputados, la Universidad Obrera de
México “Vicente Lombardo Toledano”, el Partido Popular Socialista y otras
instituciones y organizaciones.
Del tercero, los diversos grupos espartaquistas de la
segunda mitad del siglo XX publicaron en ediciones rústicas y mimeografiadas
sus más famosos textos políticos, mientras que editoriales comerciales lanzaban
al público sus novelas y cuentos; Ediciones Era emprendió la tarea de editar
sus Obras completas.
Los trabajos de recuperación, ordenamiento y edición
de antologías del PLM, Ricardo Flores Magón, Librado Rivera, Práxedis G.
Guerrero y Enrique Flores Magón; de facsímiles de periódicos anarquistas, y de
algunos textos de Diego Abad de Santillán, Chantal López, Omar Cortés, Eugenio
Martínez Núñez, José Esteves y otros autores sobre el anarquismo mexicano, la Casa del Obrero Mundial y el
movimiento obrero de nuestro país de fines del siglo XIX y principios del siglo
XX, las desarrollan con grandes logros Ediciones Antorcha y sus promotores,
Chantal López y Omar Cortés.
En cuanto al abordaje del pensamiento y la acción del
magonismo puede afirmarse, con total objetividad, que no hay año en que no se
produzcan libros, tesis profesionales y de grado, folletos y artículos que
tratan del PLM, la prensa,
las acciones armadas, las huelgas de Cananea y Río Blanco, la relación entre
los magonistas y el movimiento indígena, Práxedis G. Guerrero, Librado Rivera y
los hechos de Baja California en 1911, además de la elaboración de escritos de
autores extranjeros sobre Ricardo Flores Magón, que parece ser es el anarquista
latinoamericano más popular y conocido. Este tratamiento del magonismo está
antecedido por las obras tan leídas y citadas de Salvador Hernández Padilla,
Diego Abad de Santillán, Javier Torres Parés, Ethel Duffy Turner, Boris T.
Rudenko y otros destacados autores.
En la producción bibliográfica sobre el PLM cabe
resaltar El magonismo en Sonora (1906-1908). Historia de una persecución,
de Alfonso Torúa Cienfuegos, reeditada recientemente por dos editoriales
libertarias. La obra incluye los siguientes capítulos: El magonismo; El PLM en
Sonora, 1906-1908; Fernando Palomares, un indio mayo en las filas magonistas;
Javier Buitimea: un indio yaqui en las filas liberales, y Autoridades de Sonora
y Arizona contra los magonistas.
Torúa Cienfuegos expone cómo del anticlericalismo se
pasa, en marzo de 1901, “al ataque frontal en contra de la dictadura, a la prensa semioficial y al
personalista y antidemocrático partido de los científicos”. (p. 21) Luego
establece que para noviembre de ese mismo año, en un manifiesto el Club Ponciano
Arriaga discute los problemas agrario y laboral, así como la deportación de los
yaquis al Valle Nacional, en el estado de Oaxaca.
El autor percibe de manera acertada la evolución
hacia el anarquismo del PLM, pero caracteriza equivocadamente a este partido
cuando sostiene que “al principio, el PLM no pasó de ser un partido
socialdemócrata”. Esta tesis es insostenible, pues el PLM inicialmente era un
partido liberal, no socialdemócrata. No sobra decir que la socialdemocracia, a
principios del siglo XX, además de que incluía en sus filas a los bolcheviques
rusos, los tesniakí (socialistas estrechos) búlgaros, los tribunistas
holandeses y otros revolucionarios marxistas, como partido, incluidas sus
franjas reformistas y revisionistas, planteaba el socialismo como meta, su
adhesión al marxismo y se consideraba internacionalista. El Partido Liberal
Mexicano evolucionó del liberalismo juarista, no de la socialdemocracia, hacia
el anarquismo.
En la obra se señala cómo arriba el PLM a la
conclusión de la necesidad de la revolución, de la lucha armada. Y luego se
explica la visión magonista de la revolución: “…La solución que planteaba era
que a medida que los revolucionarios fueran tomando pueblos, haciendas y
rancherías, se comenzara a expropiar tierras, fábricas y todos los bienes de
capital, sin esperar a que se reuniera un Congreso a decretar leyes que
hicieran posible la expropiación”. (p. 33)
En el capítulo 2, “El PLM en Sonora, 1906-1908”, Torúa afirma que las
fuerzas insurreccionales del PLM son conocidas como focos guerrilleros. No es
así. La teoría y práctica del foco guerrillero en Perú, Venezuela, México y
otros países de América Latina arranca de una lectura parcial y limitada de la
Revolución cubana, concepción elaborada por Regis Debray, Carlos Marighella y
otros autores; pero con todo y sus deformaciones hay que reconocer que el foco
guerrillero se proponía la toma
del poder político. Ahora bien, la lucha armada de masas implica necesaria y
forzosamente la insurrección popular, que puede dar inicio con la autodefensa
armada, al estilo de la experiencia de Lucio Cabañas en la sierra de Atoyac,
Guerrero, y, sobre todo, de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia que
transitan claramente de la autodefensa armada hacia la constitución de un
verdadero ejército con miles de combatientes y zonas geográficas bajo su
control. Es obvio que los magonistas no eran foquistas.
En relación con el Grupo Douglas del PLM, el
historiador explicita su carácter mayoritariamente obrero.
En las páginas dedicadas a la histórica huelga de
Cananea, el estudioso esclarece que el magonismo se proponía organizar un
levantamiento armado y no la realización de una huelga. Los datos que aporta
avalan esta tesis. También incluye en este apartado el descontento y la
protesta de los rancheros y comerciantes de la región en contra de la empresa
imperialista de Greene.
Como resultado de la paralización de actividades en
las minas, Torúa concluye: “En Cananea, después de la huelga quedó un panorama
desolador para los magonistas y para la sociedad en general. Los obreros no
obtuvieron el aumento de salario que pedían, ni su carga de trabajo fue
reducida y la organización del sindicato se postergaría hasta ya entrados los
años treinta. Los otros sectores de la sociedad tampoco lograron acabar con el
monopolio y el control de la economía ejercidos por Greene. Para los magonistas
todo resultó en un tronante revés ya que no echaron a andar su maquinaria
revolucionaria y el movimiento se diluyó entre las intricadas redes de
espionaje que el gobierno les tendió…” (p. 48)
En la obra se desmitifica el rol de Esteban Baca
Calderón y Manuel M. Diéguez.
Las amplias labores de espionaje, provocación y
represión de los gobiernos de la Federación, el estado y los municipios son
abordadas en forma clara y precisa, con una buena documentación de archivo.
Al mayo Fernando Palomares se le consagra un capítulo
del libro reseñado. Aquí son narrados y analizados el proyecto mexicano de
colonización, el socialismo utópico de Topolobampo, Sinaloa, encabezado por Albert
K. Owen, y la posible influencia de ese experimento en la formación ideológica
del futuro dirigente indígena magonista. En 1904 Palomares entró en relación
con militantes del PLM y se convirtió en agente de El Hijo del Ahuizote
y de Excélsior. Después también fue distribuidor de Regeneración,
ya editado en Estados Unidos. En Tucson, Arizona, el dirigente mayo editó El
Defensor del Pueblo, y recorrió las comunidades mineras de ese estado
norteamericano, en compañía de Manuel Sarabia, Práxedis G. Guerrero y Lázaro
Gutiérrez de Lara, distribuyendo propaganda liberal e incorporando militantes
al PLM.
En 1906, Palomares se trasladó a Cananea, donde
trabajó en la tienda de raya, quizá por su dominio del idioma inglés.
Como otros magonistas, Palomares participó en el
movimiento de huelga de los mineros. Derrotada la huelga, el líder mayo ante la
amenaza de ser arrestado, huyó a Douglas, Arizona. En Estados Unidos difundió
el Programa del PLM y desarrolló diversas actividades propagandísticas y
organizativas. En 1907 cumplió tareas revolucionarias en Baja California, la
cual recorrió ampliamente. En mayo de 1908 editó con Juan Olivares el semanario
Libertad y Trabajo.
En 1910 Fernando Palomares y Pedro Ramírez de Caule
fueron encargados por la dirección liberal de preparar la insurrección en Baja
California. Escribe Torúa: “El 29 de enero de 1911 un grupo de 17 libertarios
atacaron y ocuparon Mexicali. Fernando Palomares, Caule y Jiménez dirigieron
las operaciones militares, pues eran ellos los que conocían mejor el terreno,
además de que contaban con el nombramiento de delegados especiales del PLM en
la zona. Los liberales avanzaron sobre Tecate y Tijuana, permaneciendo en el
estado [territorio] de Baja California, por espacio de 6 meses, teniéndolo que
abandonar cuando fueron derrotados por las fuerzas maderistas comandadas por
Celso Vega”. (pp. 59-60)
Fernando Palomares fue detenido en El Paso, Texas, el 2 de diciembre de 1911, siendo
procesado y condenado a un año con un día en la prisión de Leavenworth. Fue liberado
en febrero de 1913. Continuó actuando en las filas magonistas. Murió el 10 de
diciembre de 1951.
En un apartado de este capítulo es descrita la
persecución de que fue objeto el líder mayo por parte de las autoridades
federales, estatales y municipales en el estado de Sonora en 1908,
transcribiendo varios telegramas muy ilustrativos, pero Palomares logró
escapar.
El capítulo 4 trata sobre Javier Buitimea, un indio
yaqui. Torúa escribe algunos sustanciosos párrafos acerca de las relaciones
entre el PLM y los yaquis.
Parece ser que Buitimea fue nombrado delegado del PLM
en Sonora sin reunir los requisitos indispensables de un dirigente
revolucionario y que al caer en manos de las autoridades porfirianas el 10 de
agosto de 1908 habló más de la cuenta. Debido a estas declaraciones fueron
aprehendidos muchos cuadros magonistas y desmantelada la organización
revolucionaria. Buitimea pasó más de tres años en las bartolinas de San Juan de Ulúa. Luego
abandonó las filas liberales, pues no gozaba de la confianza y el aprecio de
los magonistas.
El último capítulo aborda el tema del trabajo de las
autoridades de Sonora y Arizona en contra de los magonistas. Enrique C. Creel,
con apoyo de las agencias Furlong y Pinkerton y la ayuda de los funcionarios gringos,
coordinó las labores de vigilancia, espionaje y persecución de los liberales.
Los cónsules mexicanos en El Paso y San Antonio, Texas, y de Tucson y Douglas, Arizona,
desempeñaron un papel muy destacado en dichas actividades. El asesino de los
mineros de Cananea, Thomas Rynning, jefe de los rangers, tuvo participación
notoria en la vigilancia de la frontera y la detención de “revoltosos”.
La obra está sustentada en la investigación efectuada
en los archivos General de la Nación, Histórico del Gobierno del Estado de
Sonora e Histórico de Relaciones Exteriores, y en los libros de Diego Abad de
Santillán, Historia de la Revolución mexicana; Juan Carlos Beas, et al., Magonismo
y movimiento indígena en México; Lowell L. Blaisdell, La Revolución del
desierto; Ethel Duffy Turner, Ricardo Flores Magón y el Partido Liberal
Mexicano; Salvador Hernández Padilla, El magonismo: historia de una
pasión libertaria; Sergio Ortega Noriega, El edén subvertido. La
colonización de Topolobampo; Javier Torres Parés, La Revolución sin
fronteras. El Partido Liberal Mexicano y las relaciones entre el movimiento
obrero de México y el de Estados Unidos, 1900-1923, y otros autores más. Es
una obra, pues, bien documentada.
Para finalizar, cabe precisar que a los Industrial
Workers of the World Torúa, como otros autores, los llama International
Workers of the World. Es una denominación errónea.
El magonismo en Sonora (1906-1908. Historia de una
persecución) es un libro que
enriquece el tratamiento de la experiencia en el norte del país de los
dirigentes y militantes del PLM. Su lectura es muy útil y recomendable.