Publicado en el Ateneo Virtual de Alasbarricadas.org
“La huelga de Lawrence”
Una mancha de tinta se expande en la tela porque
penetra profundamente sus fibras. Una acción decisiva cambia a sus
protagonistas porque penetra, como la tinta a la tela, profundamente la fibra
de sus vidas. Esa es la historia de las mujeres de Lawrence. La huelga que
culminaría con la implementación de la jornada reducida, el aumento de salarios
y el reconocimiento de los sindicatos.
La década que inauguró el siglo XX en Estados Unidos
se vio plagada de huelgas duras, en gran parte protagonizadas por obreras y
obreros de las textiles, la industria pujante del momento. Las jornadas
interminables, los salarios miserables y las condiciones inhumanas de trabajo
arrojaban a miles a la huelga. El grito furioso que salía de sus bocas era ¡Reducción
de la jornada laboral! ¡Aumento de salario!
En 1908 las obreras del vestido de Chicago hicieron
una larga campaña por la reducción de la jornada laboral y la mejora de
condiciones de trabajo. El año siguiente, en 1909, Nueva York vio la primera acción
obrera de gran magnitud de la historia de la ciudad, a manos de las
"niñas" que no llegaban a las dos décadas de vida, lideradas por la
"veterana" Clara Lechmil de 23 años. Y 1911 fue el año de la famosa
huelga textil que terminó en desastre, por el incendio provocado por la
patronal de la Triangle Shirtwaist Company, que no podía contener a la masa de
obreras lanzadas a la huelga... y llegó el año nuevo de 1912.
Año nuevo de 1912... las obreras se levantan
El año nuevo, lejos de las mesas plagadas de
banquetes de los burgueses, las trabajadoras y trabajadores de Lawrence
(Massachussets) salían a la huelga. Unos días antes, se votaba una nueva
legislación que reducía la jornada laboral de 56 a 54 horas semanales para
las mujeres y los menores de 18 años.
La industria textil, sobre todo las grandes compañías
del oeste, empleaban una gran cantidad de mano de obra inmigrante (atraída por
avisos mentirosos desde la empobrecida Europa), femenina e infantil. Más de la
mitad eran mujeres, muchas de ellas, menores de 18 años. Así los patrones de
American Woolen Company se ahorraban miles de dólares y aumentaban sus
ganancias.
La enorme mayoría de las obreras de Lawrence no
estaba organizada en sindicatos, ya que la AFL (American Federation of Labor)
sólo afiliaba obreros calificados, es decir, hombres blancos. De esta manera la
industria textil estaba totalmente desorganizada.
Una organización democrática, con las mujeres al frente
La organización que encabezó la huelga fue la IWW
(Industrial Workers of the World), que al contrario que su par AFL, veía
indispensable organizar a las capas más explotadas entre los trabajadores: las mujeres,
los negros y los inmigrantes. La IWW fue una de las primeras organizaciones
obreras que alentó a las mujeres a ocupar puestos dirigentes y que peleaba por
métodos democráticos en las luchas. La IWW nació del impulso de socialistas de
izquierda y radicales norteamericanos, e intentó seguir la huella de los Labor
Knights, que habían inaugurado la tradición de sindicatos mixtos (integrado por
obreros blancos y negros) y la incorporación de las mujeres.
El 10 de enero se realiza la primera reunión en la
IWW, donde mil obreras, que acaban de recibir su cheque con un salario menor,
deciden llamar a la huelga. Horas después todo estaba en marcha.
La IWW resolvió convocar a sus más destacados
organizadores, Ettor y Giovannitti. Se eligió un comité de huelga de 56
titulares y 56 suplentes, listos para reemplazar a los primeros en caso de que
fueran arrestados, lo que sucedía habitualmente durante las huelgas. El comité
representaba a todas las
nacionalidades de los obreros inmigrantes; en las reuniones se hablaban 25
idiomas y 45 dialectos, y había intérpretes de todos ellos. Todos los días se
realizaban asambleas al final del día, donde se hacía un balance y se resolvían
los pasos a seguir.
La primer medida que se toma, además del fondo de
huelga, es el método del piquete masivo alrededor de las fábricas. Los
enfrentamientos con la policía y las milicias contratadas por el gobierno local
eran cada vez más violentos y se volvía imposible mantener el piquete contra
los carneros contratados por la patronal. Así se resolvió formar una línea
infinita alrededor de los establecimientos, que se mantenía las 24 horas del
día y se movía constantemente. De esta manera era imposible entrar a la
fábrica, para los carneros y la policía.
Las mujeres de Lawrence
A las pocas semanas, los dirigentes de la huelga son
arrestados, acusados de la muerte de una obrera, Ana Lopizzo y por incitación a
la violencia. La IWW envía de inmediato a Elizabeth Gurley Flynn, Joe Hill y
Carlo Tresca, para suplantar a los dirigentes presos.
La huelga se extiende, las obreras se mantienen
firmes y la patronal también. Una de las primeras medidas que toma el comité de huelga es
instalar guarderías y comedores comunitarios para los hijos e hijas de las
obreras. Las medidas apuntan a no aislar a las mujeres, y muy por el contrario
facilitar su participación. Además se realizan reuniones sólo de mujeres, ya
que también es necesario combatir el machismo que reinaba entre los obreros,
incluso entre los activistas.
Elizabeth decía: "Las mujeres trabajaban en las
fábricas por un salario más bajo y además tenían que hacer todo el trabajo de la casa y cuidar de los niños.
La vieja actitud de los hombres de 'amo y señor' era fuerte y al final del día
de trabajo... o ahora de las tareas de la huelga... el hombre llegaba a la casa y se sentaba,
mientras su esposa hacía todo el trabajo, preparar la comida, limpiar la casa, etc. Hubo una oposición
masculina considerable a que
las mujeres vayan a las reuniones y marchen en los piquetes.
Combatimos resueltamente estas nociones. Las mujeres querían luchar".
La IWW tiene una política especial dirigida a los
chicos, que enfrentan los ataques de maestros, vecinos y amigos por la
actividad de sus padres, así se inauguran las reuniones de niños del sindicato
y una escuela, donde se discuten los problemas de la huelga. La medida es tan
exitosa, que luego se llevará a cabo nuevamente durante la huelga de Paterson
en 1913.
Finalmente se decide enviar a los niños a otras
ciudades, centralmente a New York, donde los albergan familias solidarias,
miembros de la IWW y del Partido Socialista. En el primer tren salen 120
chicos, que regresarán a casa cuando finalice la huelga. En el momento en que
se dispone a salir el
segundo tren camino a New York, la policía desata una represión desmedida
contra los niños y las mujeres que los acompañan. Este episodio lleva la huelga
a las páginas de los diarios nacionales y al Congreso.
Para ese momento los rumores sobre la huelga se
extienden, varios diarios de la región siguen su desarrollo, como también el
juicio de los dirigentes de la IWW. Los dirigentes de la AFL se pronuncian
sobre la huelga, tildando a las obreras de anarquistas y revolucionarias.
La gran difusión, la firme decisión de las obreras, y
en realidad el miedo a que se extienda la huelga, hace ceder a los patrones,
que aceptan la jornada laboral reducida y el aumento de los salarios. Siguieron
raudos su ejemplo otros empresarios por temor a encontrar, en las obreras que
trabajaban en sus fábricas inmundas, a las mujeres iracundas de Lawrence, que
al grito de "queremos el pan pero también las rosas" tomaron el cielo
por asalto y lograron una de las primeras victorias del movimiento obrero en
Estados Unidos.
La victoria de la huelga de Lawrence no se imprime
solamente en el logro de sus demandas. También mostró el protagonismo decisivo
de las mujeres en las grandes luchas obreras. Y probó la enorme creatividad
obrera que, organizada democráticamente, se despliega de manera impensada.
Elizabeth, muchacha rebelde
A las pocas semanas de iniciada la huelga, los
dirigentes son arrestados y la IWW envía de inmediato a Elizabeth Gurley Flynn,
Joe Hill y Carlo Tresca, para suplantar a los dirigentes presos.
Elizabeth Gurley Flynn, que fue una protagonista
indiscutible de la huelga de Pan y Rosas, tenía sólo 22 años. Hija de
militantes socialistas, dio su primer discurso a los 16 años, titulado
"Qué hará el socialismo por las mujeres".
En la IWW la llamaban la "Flama Roja", la
"Juana de Arco de la clase obrera" o la "Muchacha Rebelde".
Sus primeras actividades estuvieron ligadas a la libre expresión, fue activa
militante por la libertad de los anarquistas Sacco y Vanzetti y la reconocían
como especialista en "política de defensa obrera", por su trabajo a
favor de los presos políticos.
Elizabeth fue una gran defensora de los derechos de
las mujeres, luchó por la equidad salarial, apoyó el movimiento sufragista y
las campañas por el control de la natalidad.
Decía: "Las mujeres trabajaban en las fábricas
por un salario más bajo y además tenían que hacer todo el trabajo de la casa y cuidar de los niños.
La vieja actitud de los hombres de 'amo y señor' era fuerte y al final del día
de trabajo... o ahora de las tareas de la huelga... el hombre llegaba a la casa y se sentaba,
mientras su esposa hacía todo el trabajo, preparar la comida, limpiar la casa, etc. Hubo una oposición
masculina considerable a que
las mujeres vayan a las reuniones y marchen en los piquetes.
Combatimos resueltamente estas nociones. Las mujeres querían luchar".