"La Huelga de los Locos"
Por Leónidas Ceruti
De silencios y olvidos
La historiografía de los trabajadores en la Argentina
es amplia y variada, con múltiples miradas, pero los historiadores tenemos una
deuda para con ellos, ya que existen vacíos y silencios de muchas huelgas,
conflictos, congresos. Muchas han sido
las formas de negar la presencia de los trabajadores en la historia argentina.
Desde borrar toda referencia a ellos en las historias oficiales hasta la
destrucción de los documentos, periódicos, folletos y otros materiales que las
distintas organizaciones sindicales y los propios asalariados han elaborado.
Debemos trabajar para romper esos silencios al
introducirnos cada vez más al conocimiento de la historia de la clase obrera
para que, como planteara David Mc Nally, “los análisis históricos nunca son
simplemente sobre el pasado. Son también sobre la recuperación de las luchas pasadas para forzar y abrir una brecha en la
historia que nos permite construir un futuro mejor, en el cual la gloria
y el sufrimiento de las luchas pasadas sean redimidas por las futuras victorias
de los oprimidos y los explotados”.
Además, debemos sumar el sectarismo de muchos
historiadores e investigadores, que solo rescatan las historias afines a sus
posiciones ideológicas, políticas y gremiales. Son muchos los casos de “pactos
de silencios” de algunos acontecimientos y la “buena prensa” de muchos otros.
Y este es el caso de la llamada “Huelga de los locos”,
el paro protagonizado por los miembros de Federación de Obreros en Construcciones Navales-Autónoma (FOCN),
que es la huelga más larga de la clase
obrera argentina en el siglo XX, que duró 14 meses, entre octubre de
1956 y noviembre de 1957.
Podemos repasar libros e investigaciones sobre el
movimiento obrero argentino y ese acontecimiento ni es mencionado una sola vez.
Solo es recordada por agrupaciones anarquistas, artículos de Osvaldo Bayer, el
documental “La huelga de los locos” de Mariana
Arruti, una investigación del Lic. Julio Ithurburu, y algunos reportajes
periodísticos a algunos de sus protagonistas.
A continuación, intentaremos reconstruir el clima pos
golpe del 55 hasta fines del 57 y recordar lo que fue aquella huelga, los
trabajadores que la protagonizaron y lo que fue la “Federación de Obreros
en Construcciones Navales-Autónoma” (FOCN).
Represión, revanchismo patronal y los conciliadores
Luego del golpe de 1955, se produjo por una parte la ocupación de los locales sindicales por los
comandos civiles y, por otra, represión
y cárcel para numerosos delegados fabriles y activistas sindicales. Hubo
intentos conciliadores y de lograr el apoyo de dirigentes gremiales en el breve
gobierno de Lonardi. Éste tuvo actitudes de acercamiento para con el movimiento
obrero: pronunció un discurso mediador al asumir el gobierno, luego, como todo
un símbolo de su política, recibió a una delegación de dirigentes gremiales y
nombró como Ministro de Trabajo a Luis Cerrutti Costa, ex asesor legal de la poderosa UOM.
El 21 de septiembre de 1955, cinco días después del
golpe, la dirección de la central obrera realizó su primera reunión. En ella
los gremialistas debatieron cómo actuar frente a la “Revolución Libertadora”,
planteándose el dilema si se la debía enfrentar decididamente con la clase
obrera movilizada o acomodar el cuerpo a la nueva situación.
La mayoría de los dirigentes estuvieron de acuerdo en
la idea sustentada por los principales sindicalistas, escuchándose conceptos
como “Considero que es necesario analizar detenidamente la situación para
evitarle males al país y a los trabajadores”; “La renuncia del general
Perón nos desliga de ciertos compromisos; en consecuencia lo que corresponde es
que analicemos la nueva situación”; “En mi opinión queda un solo camino:
retirarnos con dignidad”. (1)
Mientras que muchos
trabajadores peronistas y no peronistas estaban dispuestos a enfrentar al golpe
con un paro general, los dirigentes sindicales optaron por posiciones
conciliatorias.
El día de la reunión de los sindicalistas se difundió
por LRA Radio del Estado el siguiente comunicado: “El señor secretario de la Confederación General
del Trabajo, Héctor Hugo Di Pietro, ha tomado contacto con las autoridades de la Junta Militar,
informándoles que las tratativas de pacificación ya han sido iniciadas por el
Comando de Oposición (...) por cuya razón los trabajadores (...) deben
permanecer tranquilos y reanudar las tareas, contribuyendo así a la
normalización de los servicios públicos y el mantenimiento del orden”. (2)
Los dirigentes de la CGT continuaron exhortando a los
trabajadores a “mantenerse en el más perfecto orden”. En esta posición
coincidían los dirigentes de algunas regionales de la CGT. Desde la
conducción de la
Regional Rosario se distribuyó en la misma fecha el siguiente
texto: “A raíz de la presencia de un grupo de provocadores perfectamente
identificados por miembros de la CGT, que frente a la sede de la central obrera
reclamaron una bandera para recorrer las calles en nombre del peronismo,
advierte que los gremios deben estar alertas para contrarrestar maniobras de
esa especie, y reitera la consigna de cumplir las instrucciones del titular del
organismo obrero, señor Héctor Hugo di Pietro”. (3)
Las cúspides sindicales continuaron apostando a la
conciliación con los golpistas realizando reuniones en el Ministerio de
Trabajo, a las que asistieron el titular de esa cartera, Luis B. Cerrutti
Costa, y el almirante Isaac Rojas, vicepresidente provisional. El 25 de
septiembre una delegación de la CGT, encabezada por Di Pietro, dialogó en la Casa Rosada con el
presidente provisional, General Eduardo Lonardi. Al finalizar la entrevista,
los dirigentes sindicales hicieron un llamado a los trabajadores a fin de
coadyudar a la realización de los propósitos del gobierno de restablecer, en el
menor tiempo posible, la normalidad constitucional de la república, dentro las
normas de la democracia, el derecho y la justicia. A cambio de ese llamado a la sumisión y la
tranquilidad, el general Lonardi prometió los dirigentes no intervenir la CGT.
Con las firmas de Samuel Sinay, J A. Domínguez,
Marcos Mende, Antonio E, Celis y Juan S. Escalante, la CGT Regional Rosario
dio a conocer un nuevo comunicado: “Inmediatamente de ser escuchada la
palabra del secretario de la CGT, señor Héctor Hugo di Pietro, la Delegación Regional
convocó a un plenario de secretarios generales, resolviéndose por unanimidad
que han de comprometer sus esfuerzos para que las directivas impartidas por la
CGT sean fielmente respetadas por todos los trabajadores de los gremios
adheridos a la misma, dejándose expresa constancia que ningún miembro de
comisión directiva ni sus delegados han dispuesto el paro que se registra en la
ciudad de Rosario. Por lo tanto y considerando diversos asuntos con autoridades
del Primer Ejército, las que garantizarán la acción de los gremios confederados
el plenario, por unanimidad y con asistencia total de sus autoridades, resolvió
a) ordenar a los trabajadores la vuelta a sus tareas habituales, a partir de la
fecha y de acuerdo con las modalidades de cada establecimiento o
repartición...” (4)
A comienzos de octubre desde la CGT se pidieron
elecciones democráticas y el desalojo de los locales sindicales. Además
renunció el Consejo Ejecutivo de la CGT, y se designó un triunvirato integrado
Andrés Framini, por los textiles, Luis Natalini, por Luz y Fuerza, sumándose
Dante Viel por los Empleados Públicos.
A los pocos días, se publicó un acuerdo entre la CGT
y el gobierno, para que se efectuaran elecciones sindicales en 120 días, y la central obrera designaría interventores en
los sindicatos que se encontraban en situación irregular o bien ocupados por
los comandos civiles. Estas medidas irritaron a los sectores
antiperonistas, que reclamaron airadamente ante las autoridades nacionales.
Sobre fin de octubre y principios de noviembre, se
produjeron una serie de escaramuzas entre los sindicalistas y el Ministerio de
Trabajo. Andrés Framini pidió rectificaciones de las violaciones del pacto
firmado hacía pocas semanas. Cerrutti Costa contestó con un decreto, anunciando
el proceso electoral, la designación de 3 dirigentes sindicales y se nombró un
administrador de bienes de la
CGT. Ante esas medidas, la central obrera respondió
declarando una huelga para el 2 de noviembre, que se evitó con una
conciliación.
Aramburu y sus ataques a la clase obrera
Luego del desplazamiento de Lonardi y al asumir a
mediados de noviembre, Pedro Eugenio
Aramburu lo hizo impulsando una política
antiobrera que incluyó: proscripción de dirigentes sindicales
peronistas; intervención de la CGT; se declararon nulas y disueltas las
comisiones internas por parte del Ministerio de Trabajo; nombramiento de
Interventores Militares en numerosos sindicatos; derogación de la Ley de
Asociaciones Profesionales, quedando restringido el derecho de huelga; y, luego
de un breve acuerdo, se decretó que habría elecciones gremiales en 130 días;
represión e intimidación del sindicalismo, con el arresto de cientos de
dirigentes sindicales; sanción del decreto 7107 de abril de 1956 que excluía de
cualquier actividad a todos los que se hubieran desempeñado en la conducción de
la CGT o sus sindicatos entre febrero de 1952 y septiembre de 1955; designación
de delegados de fábrica por parte del Ministerio de Trabajo, habiendo sido despedidos
los anteriores; ofensiva contra las condiciones de producción y de trabajo,
exigiendo aumentos en la producción; Decreto 2739, con su artículo 8, sobre los
obstáculos a la productividad.
Toda esa batería de medidas contra la clase obrera y
sus organizaciones gremiales llevó al movimiento obrero a desarrollar una política de defensa de sus conquistas, lo que
dio origen a la “resistencia” obrera. La ofensiva del capital sobre la
legislación social hizo que las bases se organizaran fuera y dentro de los
lugares de trabajo, donde se mezclaban trabajadores peronistas, comunistas,
trotskistas e independientes.
La represión y hostigamiento de los empresarios hacia los trabajadores se dio con
el objetivo de exigir aumento en la productividad, disciplina, racionalización
y lograr el sometimiento de la fuerza de trabajo.
Buena parte de los dirigentes gremiales conocidos estaban presos o no participaban de
la vida gremial. Entonces un grupo se hizo cargo de la política gremial,
estaban entre ellos el textil Andrés Framini, los metalúrgicos Armando Cabo,
Paulino Niembro y Avelino Fernández, y el dirigente de la carne, Eleuterio
Cardozo. Con apoyo de los golpistas surgieron dirigentes gremiales no
peronistas, como el gráfico Riego Ribas, Armando March entre los mercantiles,
Antonio Scipione en la
Unión Ferroviaria. Un sector continuó ligado al Partido
Comunista.
Dos hechos de suma importancia se produjeron entre
octubre y noviembre de 1955 y mostraron el estado de ánimo de las bases obreras
y los dirigentes gremiales. Primero fue la actitud frente al 17 de octubre,
cuando, desde la CGT, se llamó a los trabajadores a concurrir al trabajo
normalmente, mientras que desde otros ámbitos se reclamó recordar con distintas
actividades el día de la
lealtad. Por otra parte, durante los días 14, 15 y 16 de
noviembre, la CGT declaró un paro. El 16, el gobierno intervinó la CGT y se
levantó la huelga.
Los conflictivos años 1956 y 1957. El Programa de la Falda
El Interventor de la CGT, Capitán de Navío Alberto Patrón Laplacette dirigió el
1º de mayo en 1956 un mensaje radial para todo el país, en el cual fijó los objetivos de los golpistas frente al mundo
sindical, afirmando que “Todos sabemos por qué fue intervenida la CGT. Triunfante la
Revolución que por ser pura, tal vez demasiado ingenua, los dirigentes
sindicales que medraron al amparo del régimen depuesto, esos dirigentes, llenos
de culpas y de dinero mal habido, arrastran a sus compañeros a una huelga
general política. Esa huelga que nació muerta, que no tuvo calor popular, que
podía haber perturbado aun más la marcha del país, ya exhausto por diez años de
saqueos, originó, como digo, la intervención de la central obrera y sus
organismos”. Después de destacar el apoyo de las FF.AA a “la acción de
los trabajadores”, manifestó “que no se interprete torcidamente, no se
ha pretendido suplantar a los trabajadores de las direcciones de sus
organizaciones, pero entiéndase bien: a los trabajadores. Hemos sustituido sí a
quienes titulándose trabajadores, los vendían ignominiosamente”.
Luego de explayarse sobre las investigaciones que se
estaban realizando expresó: “De esta experiencia los gremios saldrán
renovados, con nueva vida, difundidas, con un nuevo espíritu: trabajar por sus
derechos y conquistas sindicales, sin intervenir en la política y sin
sometimiento de ninguna especie de ningún partido y menos aun de ningún hombre.
Los trabajadores deben saber elegir bien por la experiencia y por la libertad
de que gozan, porque no tendrán ambiciones políticas ni estarán atados al carro
de ningún tirano. Además, en las próximas elecciones en los sindicatos sabrán
elegir bien, porque se cuidaran de los comunistas como siempre lo han hecho.
Los comunistas no construyen, destruyen. Felizmente son pocos, pero
desgraciadamente están organizados. Ellos hacen huelgas con cualquier motivo,
no tienen problemas, sus salarios perdidos le son abonados y no precisamente
por los patrones. A esa gente que no cree en el país, que basa sus
inspiraciones en regímenes extraños, repudiados por todos los hombres libres,
no hay que seguirlos”. (5)
Fueron varias las medidas adoptadas por los
trabajadores contra los atropellos y la “mano dura” de las patronales, como el boicot, trabajo a desgano, sabotajes, incluso
la huelga. De las fábricas a los barrios obreros, se fue
extendiendo una red de solidaridades anónimas, ayudando y colaborando
con los cientos de detenidos y perseguidos.
Las comisiones internas fueron las más agredidas,
pero fueron reemplazadas y desde la clandestinidad tomaron en sus manos las
respuestas obreras.
Las luchas
salariales de fines de 1956 ayudaron a consolidar el movimiento de oposición.
Se fueron dando paros de los trabajadores de los gremios metalúrgicos,
construcción, calzados, gráficos, textiles, carne. Por otra parte, surgieron
diferencias y oposiciones entre viejos y nuevos líderes sindicales. Entre estos
últimos estaban Vandor, Gazzera, Olmos.
A partir de la aplicación del Plan Prebisch, la
carestía aumentaba mes a mes. Desde enero, 3000 obreros y obreras de la empresa Philips
durante varias jornadas reclamaron el reconocimiento de los delegados y la
comisión interna. Se sumaron al conflicto los obreros de Siam, Piazza,
Siambreta.
Las luchas se
extendieron a los obreros de la construcción de Mar del Plata, al
frigorífico La Negra, del caucho, textiles, bancarios que reclamaban el
reconocimiento de sus representantes, levantamiento de las intervenciones y
aumentos salariales. Los bancarios lograron una “ayuda de emergencia” de $400
mensuales para el periodo de diciembre de 1955 a febrero de 1956.
Además el gobierno, a mediados de febrero, decretó un sueldo mínimo de $1120 y
un aumento del 10% sobre los sueldos que excedieran el mínimo.
Para finales de marzo, los golpistas decretaron que
habría elecciones de delegados a las comisiones paritarias para discutir los
convenios colectivos de trabajo, que se realizarían bajo el control de las
intervenciones militares. El decreto encerraba una serie de medidas
discriminatorias, de exclusiones, tramposas, carentes de elementales normas de
democracia. Entre las instrucciones del interventor de la CGT podemos mencionar
que no podían ser electos los obreros
menores de 25 años, ni los extranjeros, y tampoco los que estaban “comprendidos
en las inhabilitaciones para ejercer la representatividad gremial”, los
peronistas y comunistas. Por esos motivos los comicios estuvieron
viciados de una serie de irregularidades, lo mismo sucedió con las comisiones
paritarias en las discusiones de los respectivos convenios.
El presidente provisional en su discurso del 1º de
Mayo anunció que en un lapso de 150 días todo quedaría normalizado, pero
pasaron luego varios meses antes de que se concretaran. Posteriormente las
elecciones se realizaron con una serie de irregularidades.
Durante los últimos tres meses del año volvieron con
intensidad los conflictos. A fines de octubre, el gremio textil realizó un paro de 24 horas, que obligó al
Ministerio de Trabajo a convocar al Comité de Huelga, y posteriormente se
desató una violenta represión con
allanamientos de domicilios, persecuciones, detenciones y despidos en
las grandes empresas. En noviembre se sumaron los bancarios y los telefónicos por salarios, siendo intervenido el
sindicato. Finalmente lo hicieron los trabajadores ferroviarios, construcción,
transporte automotor, del tabaco, de la carne, gráficos, metalúrgicos. Todas
esas luchas dejaron una gran experiencia en el movimiento obrero, a pesar de
las modestas conquistas logradas.
Un sector del movimiento obrero, a comienzos de 1957,
creó la “Comisión Intersindical de Gremios Normalizados”, que decidió
para el 1º de mayo realizar en todo el país actos públicos. En Rosario, la
asamblea sindical se hizo bajo el lema “Por una Central Única, la CGT, y su
inmediata entrega a los trabajadores”, con estos reclamos: “Por la
defensa y autonomía de las delegaciones regionales del Ministerio de Trabajo,
Por un solo sindicato por industria, Contra la carestía de la vida, Por la
fijación de precios máximos, Por el salario vital, mínimo y móvil, Por la
inmediata libertad de todos los presos gremiales sin causas ni procesos, Por la
derogación de la Ley de Residencia 4144, Por el levantamiento del estado de
sitio, Por la derogación de los decretos de prórroga de los convenios y pago de
la retroactividad, Por el levantamiento de las inhibiciones, Por la derogación
de todos los decretos represivos”.
Un Plenario Nacional de la Comisión Intersindical
convoca a un paro general para el 12 de
julio, que fue todo un éxito, y obligó al gobierno provisional a liberar
a la mayoría de los presos gremiales y políticos, levantar el estado de sitio y
conceder algunas mejoras, como el salario familiar.
Para esa época, existían cuatro agrupamientos obreros, la CGT Única Intransigente,
el Comando Sindical, la CGT
Negra, y la
CGT. En julio se unificaron en la CGT Auténtica, cuyo
secretario general fue Andrés Framini.
Luego de las elecciones de convencionales para
reformar la constitución del 53, la disputa pasó al plano sindical. El 1° de
septiembre de 1957, el diario La Prensa tituló “Estallaron bombas en varios sitios de esta
ciudad”, informando que los hechos habían sucedido en los baños de los cines
Metropolitan, Sarmiento y Luxor, en un subte de la línea B cuando salía de la estación Carlos
Pellegrini, en vías del Ferrocarril Mitre entre las calles
Cramer y Arredondo, interrumpiendo el servicio, y en un subte al llegar a la estación Río de
Janeiro. En ninguno de los casos se informaron sobre víctimas.
A pesar de la proscripción de un gran número de
dirigentes gremiales que había participado en el gobierno justicialista, la
normalización sindical se realizó con el evidente triunfo de una nueva
generación de sindicalistas peronistas, aún cuando los dirigentes denominados
“democráticos” lograron con la ayuda oficial controlar algunos gremios.
Confiando en el triunfo de estos últimos fue convocado el Congreso Normalizador
de la C.G.T. donde quedaron explicitadas las profundas diferencias entre ambos
sectores.
Justificándose en un paro de telefónicos y
telegrafistas, el gobierno decretó el Estado
de Sitio por 30 días en Capital Federal y Buenos Aires. En la reunión en
la cual se definió la medida participaron el Ministro Alconada Aramburú, el
subsecretario García Puente y el jefe de la Casa Militar, Capitán
de Fragata Francisco Manrique.
Según la cifras oficiales los detenidos por el Estado de Sitio ascendieron a 150 personas
que fueron alojadas en los buques Paris y Washington. Entre ellos figuraban varios integrantes de las 62 Organizaciones,
como Armando Cabo y Abdala Baluch de la UOM, Héctor Rivas y Carlos Vásquez de
la Alimentación, Amado Olmos de Sanidad, Imizcoz de Bancarios. El paro de los
telefónicos y telegrafistas continuó a pesar de las persecuciones, los
trabajadores no aceptaban una decisión de gobierno que pretendía incrementar la
jornada laboral.
El ejecutivo nacional explicó que el Estado de Sitio
no era una medida contra los trabajadores, a pesar de la larga lista de gremialistas
que fueron a parar en los buques-prisión. Decía Aramburu: “es en cambio para
aquellos que quieren subvertir el país, para los agitadores y los embanderados
en cuestiones políticas inconfesables”.
Mientras el Poder Ejecutivo denunciaba actos de
sabotaje en teléfonos de la
Capital Federal, las 62 Organizaciones convocaron a un nuevo paro de 48 horas para los días
22 y 23 de octubre. La respuesta fue la intervención
de varios sindicatos, entre ellos la Asociación de Trabajadores del
Estado. Los representantes gremiales presentaron un petitorio al gobierno con
sus reclamos, entre otros la libertad de los presos gremiales, aumento general
de emergencia, instauración del salario mínimo vital y móvil, continuación del
Congreso de la C.G.T., derogación de los decretos contra los Convenios
Colectivos de Trabajo y reglamentación del Derecho de Huelga, y el
levantamiento del Estado de Sitio.
El día anterior al comienzo del paro se efectuó una
concentración oficialista en la Plazo de Mayo donde se cantó la Marcha de la
Libertad, se vivo a Aramburu y Rojas y se coreó la consigna “Trabajo si, Huelga
no”.
En los primeros días de noviembre del 57 se levantó
el Estado de Sitio, recuperando la libertad, entre otros, Atilio Antelo, Luís
Araujo, Abdala Baluch, Armando Cabo y Amado Olmos. No obstante, los comunicados
del gobierno, los familiares de los detenidos denunciaron que sólo 25 personas sobre un total de 148
recuperaron la libertad.
Aquel mes también se realizó el Plenario Nacional de Delegaciones Regionales
de la C.G.T. y las 62 Organizaciones efectuado en la localidad cordobesa
de La Falda. El
mismo adoptó un programa que marcó un hito dentro del sindicalismo.
El documento emitido por el Congreso, conocido como
el “Programa de La Falda”,
comenzaba diciendo: “El golpe del 16 de septiembre de 1955 encontró
inmediata respuesta de la clase trabajadora: movilizaciones de las bases,
asambleas en fábricas, huelga y sabotajes serán una constante contra el
atropello impuesto por los ‘libertadores’ que intervinieron a la C. G. T., asaltaron con
comandos civiles a los sindicatos, inhabilitaron a miles de dirigentes en su
mayoría peronistas, e hicieron de las cárceles el destino de muchos de ellos.
Todo ello lo realiza la dictadura de Aramburu para llevar adelante el Plan
Prebisch, favorable a la oligarquía y los monopolios. Así se liquidó el IAPI,
las empresas estatales de DINIE, se prohibió el símbolo y el propio nombre de
Perón o Peronismo, se derogó por decreto la Constitución de 1949 buscando
retrotraer el país a la época de la Década Infame”.
Dicho
programa tenía como “objetivo principal la necesidad de establecer una
estrategia política que se oriente hacia un cambio de las estructuras
económicas sociales:
1.- Control estatal del comercio exterior
2.- Nacionalización de empresas extranjeras monopólicas vinculadas a la exportación-importación
3.-Planificación de la comercialización
4.- Nacionalización de las fuentes de energía
5.- Nacionalización de los frigoríficos extranjeros
6.- Estatización del crédito
7.- Reforma agraria
8.- Extensión del cooperativismo agrario
9.- Control obrero de la producción y distribución de la riqueza nacional” (7)
1.- Control estatal del comercio exterior
2.- Nacionalización de empresas extranjeras monopólicas vinculadas a la exportación-importación
3.-Planificación de la comercialización
4.- Nacionalización de las fuentes de energía
5.- Nacionalización de los frigoríficos extranjeros
6.- Estatización del crédito
7.- Reforma agraria
8.- Extensión del cooperativismo agrario
9.- Control obrero de la producción y distribución de la riqueza nacional” (7)
Por
su parte, el Interventor militar de la CGT dispuso la convocatoria a un
Congreso Extraordinario de Normalización de la central obrera para el 26 de
agosto. Las diferencias entre los distintos sectores quedaron evidencias y
surgieron así las 62 Organizaciones, con una mesa integrada por trece representantes
peronistas y dos comunistas. Los bloques gremiales se dividieron en:
- Antiperonistas: Empleados de Comercio, Bancarios, Empleados Públicos, Gráficos, Mercantiles, Vestido, etc.
- Comunistas: 19 gremios
- 62 Organizaciones Peronistas
- Antiperonistas: Empleados de Comercio, Bancarios, Empleados Públicos, Gráficos, Mercantiles, Vestido, etc.
- Comunistas: 19 gremios
- 62 Organizaciones Peronistas
El Congreso jamás se reanudó, pero los conflictos gremiales obligaron a las 62
Organizaciones a presentar un petitorio al gobierno con tres puntos:
solución de los conflictos telefónicos y telegráficos, derogación del decreto
824 que prorrogaba la vigencia de los convenios y derogación del decreto 10.596
que negaba el derecho de huelga.
Las “62”
resolvieron un paro general de 48 horas
para los días 22 y 23 de octubre. La represión
volvió en toda su magnitud, el ejercito rodeó las fábricas, patrulló las
calles, los soldados fueron instruidos en el manejo de los tranvías, se
intervinieron varios sindicatos, otros fueron allanados, a lo que se sumó una
intensa campaña de radio, televisión y de carteles por parte del gobierno para
descalificar el paro. La medida fue acatada por todo el movimiento obrero en
forma masiva.
En síntesis, durante los años transcurridos entre
1955 y 1958 quedó evidenciada la
ofensiva del capital sobre el trabajo, la revancha de los patrones, la
resistencia obrera, la traición de muchos dirigentes gremiales y políticos, y
el surgimiento de una nueva camada de luchadores populares.
La Federación de Obreros en Construcciones Navales-Autónoma (FOCN)
En ese clima de huelgas, represión y ataques a las
conquistas obreras, la “Federación de Obreros en Construcciones
Navales-Autónoma” (FOCN) lanzó en octubre de 1956 una huelga que, por
sus características, merece ser recordada y homenajeada.
La Federación, desde que había sido creada en 1917,
tenía una tradición anarcosindicalista
y reunía a cinco sindicatos,
vinculados a las construcciones de embarcaciones navales. Luchó siempre por
mejoras en las condiciones de trabajo, por el pleno empleo, apelando al método
de la acción directa, y desde sus orígenes llevó adelante una política
antiburocrática.
“Respetaban el federalismo, sin autoridades
ejecutivas centrales, sin cargos rentados, y con mandatos de un año revocables.
Sus decisiones eran tomadas con alta participación de los afiliados. ‘Lo
importante es la solidaridad entre trabajadores, no las centrales’, decían los
obreros navales. Antes de su fundación, en el año 1915, los gremios navales
preexistentes se desafiliaron de la FORA (Federación Obrera Regional Argentina)
y ya como FOCN estuvo adherida poco tiempo a la USA (Unión Sindical de
trabajadores), escindiéndose en 1929”. (8)
Fue clausurado en varias ocasiones, primero luego del
golpe de 1930, por el gobierno de Uriburu, luego en 1942 por el presidente
Castillo, en 1947 y 1950 durante el gobierno de Perón. Producido el golpe de
1955 y tratando de poner los sindicatos en manos de agrupaciones no peronistas,
se le restituyó la personería gremial.
Todas estas clausuras se produjeron dada la
combatividad de la
Federación. En los períodos de proscripción, la lucha y los
reclamos se hacían en forma clandestina.
“Se opusieron en la década del ’40 a tomar el 1º de
Mayo como un día festivo, rechazando recibir la paga del mismo. Asimismo, se
negaron a aceptar el aguinaldo, por considerar que se debía pelear por un
sueldo digno y no por una dádiva a fin de año, y al comenzar la huelga en el
’56 rechazaron explícitamente el pago de los jornales caídos. El último boletín
de la FOCN se tituló ‘Sin arriar la bandera’.” (9)
La huelga más larga del siglo XX en la Argentina
A principios de 1956, la Federación presentó un
petitorio a la empresa estatal FANU (Flota Argentina de Navegación de Ultramar)
para que se le reconociera formalmente
su representación gremial y la libertad de acción sindical. Al negarse
la empresa, comenzaron las medidas de
fuerza en febrero del `56, en los cuatro talleres de la FANU, ubicados
en las localidades de Avellaneda, Almirante Brown, San Fernando y en la Dársena
sur de la Ciudad de Buenos Aires. El conflicto se solucionó parcialmente con la
intervención del Ministerio de Trabajo a favor de los trabajadores, pero la
FANU desconoció la resolución del Ejecutivo.
En el mes de julio del ‘56, la FOCN presentó ante la
FANU y los talleres privados un convenio laboral, agregando a lo ya pedido
antes, el reclamo de la reducción de la jornada laboral a 6 horas por trabajo
insalubre y exigiendo el trato de las condiciones laborales de manera directa
con cada dueño de taller. Al no aceptar los talleres las condiciones de la
FOCN, los trabajadores comenzaron a
implementar la jornada de 6 horas de hecho.
La FANU paralizó sus talleres desde el mes de julio
del ’56 e impuso su lockout patronal a los privados. Esto implicó suspensiones
masivas primero y, en los meses de septiembre y octubre, despidos que llegaron a 8000 trabajadores
de 55 talleres del país. El Gobierno
militar desplegó una variedad de tácticas “sucias”: utilizó al personal
de la Marina y de la Policía como carneros y como fuerza de choque impidiendo
las asambleas y mítines de los obreros; recurrió al encarcelamiento arbitrario
y recurrente de los principales referentes del movimiento de protesta; realizó
allanamientos a las sedes de los gremios -con secuestro de material y dinero-;
y no dudó en asesinar.
El 11 de octubre de 1956, en Rosario, elementos parapoliciales apuñalaron de muerte
al obrero naval Ramiro García Fernández, de reconocida lucha
antifranquista en su España de origen, miembro allí de la Confederación Nacional
del Trabajo (CNT), trabajando en 1956 en uno de los talleres en conflicto en
esa ciudad, afiliado a la FOCN. (9 bis)
A fines de octubre del 56, se declaró la huelga por tiempo indeterminado. A pesar de tratarse
de un año de intensos conflictos gremiales logró el apoyo real de unos pocos
sindicatos. La FANU introdujo mayor cantidad de rompehuelgas para realizar
trabajos que eran de urgente resolución. Los trabajadores en huelga subsistieron, no sin dificultades, gracias a
los densos tejidos de solidaridad que habían construido desde principios
de siglo en sus barrios de residencia.
En el barrio porteño de La Boca, y en las localidades
de Berisso, Ensenada, La Plata, San Fernando, Tigre, Campana, Avellaneda,
Almirante Brown y Rosario, comenzaba una huelga por tiempo indeterminado que involucraría a miles de obreros de la
industria de la construcción naval.
Los obreros pedían la libertad de representación
sindical y fue la primera en la
historia del país que reclamó por la reducción de la jornada laboral a 6 horas
dada la insalubridad de las tareas.
En un reportaje periodístico, realizado al secretario
de prensa de la Federación, Domingo
Trama, comenta distintos aspectos del conflicto:
- Periodista: Usted era secretario
general de la Federación cuando en 1956 cumplieron una huelga de casi catorce
meses, la más larga del siglo.
-Trama: Nosotros veníamos clausurados desde el 50 por
los peronistas. Cuando llegó la Libertadora nos legalizaron y trataron de
usarnos como ejemplo de sindicalismo. Veníamos planteando una lucha por la
jornada de seis horas y otras medidas que hacían a una mejor calidad de vida de
los trabajadores. Los patrones más o menos estaban dispuestos a discutir, pero
los astilleros del Estado, Tarena, que dirigía un almirante Sadi Bonnet, se
oponían. Una asamblea democrática de los trabajadores convocó a la huelga y así
empezamos. En Rosario fue asesinado por esbirros uno de nuestros compañeros, el
carpintero Ramiro García, un asturiano que había combatido junto a Buenaventura
Durruti en la Guerra
Civil española, y las cosas se pusieron más duras.
- Periodista: A usted lo metieron preso
durante varios meses...
- Trama: Mire, estuve seis meses en la cárcel.
Injustamente. Llevábamos varios meses en huelga general y
algunas empresas hicieron el lock out. Nosotros teníamos la solidaridad
maravillosa de las mujeres de nuestros asociados, que se instalaban en la
puerta de los talleres para garantizar la huelga, pero después estábamos muy
aislados, solamente nos apoyaba el sindicato de plomeros, que seguía siendo
anarquista, los demás nos hacían llegar ayuda material nomás. Bueno, otros
compañeros y yo teníamos una reunión con unos patrones ahí en La Boca, en un
taller que estaba al lado de un barco donde había krumiros trabajando. Yo venía
medio resfriado y saqué un pañuelo para sonarme la nariz. Y en ese momento
empezaron a ametrallar el barco con los krumiros. Me acusaron de que yo había
dado la señal con el pañuelo. Pero no era cierto, a esta altura no tendría por
qué negarlo.
- Periodista: ¿Y cómo siguió la huelga?
- Trama: Aquí estábamos muy aislados,
pero en Uruguay teníamos un apoyo bárbaro. Lo fueron a ver a Alfredo Palacios
que era el embajador argentino y gestionó una reunión con el presidente Eugenio
Aramburu. Hubo una reunión con Aramburu, Palacios, la patronal, los ministros y
los trabajadores. Los compañeros me hicieron el honor de elegirme democráticamente
para que los representara. Hablaron los patrones y hablé yo. Mire, no sé qué me
pasó, pero ese día estaba inspirado, vio, me salieron todas pero redondas. Y de
repente el almirante Sadi Bonnet me increpa: “¡pero usted es un anarquista!” y
ahí se metió Palacios que le dijo que no se estaba discutiendo la ideología de
nadie sino la solución a un conflicto laboral y Aramburu lo respaldó. Después
de más de un año de huelga que se cumplió absolutamente, se llegó a un acuerdo
que no fue respetado por la patronal ni por el gobierno. Finalmente hicimos una
asamblea, la gente necesitaba el trabajo, muchos lloraban, pero tuvimos que
levantarla. (10)
Ante la persistencia de la huelga, el gobierno de Aramburu construyó un
sindicato paralelo, el SAON (Sindicato Argentino de Obreros Navales),
reconociéndolo formalmente en agosto de 1957, comenzando a afiliar masivamente
nuevos trabajadores a este sindicato, dando el golpe de gracia a la FOCN.
El conflicto se prolongó en el tiempo y los
trabajadores fueron derrotados. Muchos de ellos jamás volvieron a trabajar en
la actividad naval, con la convicción de que mientras no estuviesen dadas las
condiciones mínimas no se trabajaría en esa rama de la industria. La FOCN
se transformó luego en el Ateneo FOCN,
continuando con su publicación, “El obrero naval”.
Fueron encarcelados numerosos delegados durante todo
el conflicto y cuando estaban por conseguir las demandas, el gobierno
nuevamente ilegalizó el sindicato y reconoció como único gremio legal al
Sindicato Argentino de Obreros Navales (SAON).
Fueron catorce
meses de huelga rigurosa bajo un régimen militar, en 1956. Los obreros
lucharon por una jornada de seis horas y mejoras en la calidad de vida, pero
los militares y muchos empresarios no podían aceptar que el movimiento fuera
conducido por trabajadores combativos y clasistas.
El por qué de nuestro homenaje a los obreros de la FOCN
A pesar de que la huelga fue derrotada, valoramos la
voluntad de lucha en años de represión y ofensiva de los patrones. Son varias
las enseñanzas y las experiencias a valorar. Una de ellas es el aislamiento que sufrió el conflicto y la
falta de solidaridad. Esa arma tan poderosa de los asalariados, y que
tanto preocupa a la burguesía, y tan necesaria en todos los conflictos.
Además, porque esos 14 meses de lucha son parte de la
historia de la clase obrera argentina, que vivió desde sus orígenes cientos de
conflictos en la legalidad y la clandestinidad, con derrotas y triunfos.
A través de los años, se produjo un puente histórico entre generaciones con
conocimientos y hábitos distintos, y la síntesis de ese proceso llevó a nuevos
intentos. De esa manera, el choque entre los intereses de la burguesía y
la clase obrera se fue dando con distintos tonos, variadas formas de
enfrentarse, con negociaciones, acuerdos, rupturas, represiones, consensos
pasivos, insurrecciones populares, puebladas, congelamientos salariales,
distribución populista, pacto social, paritarias acordadas, otras no
homologadas, planes represivos, movilizaciones militares de los trabajadores,
leyes antiobreras, paros “materos” y paros activos.
La clase obrera, a pesar de las ofensivas del
capital, de las represiones, de las políticas antiobreras que se han venido
aplicando, ha ido creciendo en organización, nuevas formas de lucha, y siempre
se van incorporando nuevas camadas de jóvenes obreros, dispuestos a luchar y no
claudicar.
CITAS
1.- Gazzera, Miguel, Ceresole, Norberto, “Peronismo,
autocrítica y perspectivas”. Editorial Descartes, Buenos Aires, 1970.
2.- Iscaro, Rubens, “Historia del Movimiento
Sindical”, Tomo 4, Editorial Ciencias del Hombre, Buenos Aires, 1974.
3.- Iscaro,
Rubens, op. cit.
4.- Iscaro,
Rubens, op. cit.
5.- La Capital, 30 de abril de 1956, pág. 2.
6.- Beatriz, Balve, “El caso de Tucumán Arde”,
Planeta, Buenos Aires, 1968.
7.- Agencia Walsh
8.- Lic. Julio Ithurburu
9.- Lic. Julio Ithurburu
9 bis.- Lic. Julio Ithurburu
10.- Pagina 12, Luis Bruschtein