jueves, 17 de junio de 2021

Hacia un feminismo especifista. Elementos para el debate sobre la militancia feminista del anarquismo organizado

[nota publicada en revista Agitación nº 1]

La lucha feminista ha logrado en estos últimos años imponerse dentro del campo popular como necesaria e indispensable. Si bien estamos lejos de los objetivos que nos proponemos –e incluso en esta etapa de resistencia- se han dado importantes avances. Uno de ellos es justamente el que se dio hacia el interior de las organizaciones populares y políticas. 

En este sentido, no solo han cobrado relevancia las reivindicaciones como la de gozar de una vida libre de violencia machista, o el acceso a derechos sexuales y reproductivos, o la democratización y socialización de las tareas domésticas no remuneradas. Sino que también se han hecho revisiones de prácticas internas y se ha incorporado la mirada feminista en otros campos de la vida orgánica y cotidiana. En definitiva, la praxis feminista ha sabido legitimarse –aunque no sin resistencias- en aquellos sectores que buscan transformar la sociedad. 

Como anarquistas reconocemos una tradición a este respecto, ya que desde finales del siglo XIX las militantes lograron instalar debates en torno a la violencia machista, el amor libre, la sexualidad, el aborto y la doble opresión que por ser mujeres de la clase trabajadora padecían. Muchos de estos planteos quedaron plasmados en el paradigmático periódico la “La voz de la mujer”.

Por supuesto, el auge del feminismo también trae nuevas problemáticas al interior del movimiento. Sobre algunos de ellos hemos hecho referencia en otros artículos, como ser la creciente institucionalización, la burocratización, el auge del academicismo y el florecimiento de corrientes que apuestan a lo personal y no lo colectivo, entre otras. A modo de ejemplo, la reciente creación del Ministerio de la Mujer –otrora Consejo Nacional de la Mujer- ha abonado aun más a la institucionalización del movimiento a través de la cooptación de muchas organizaciones que terminan encausando su militancia allí, en detrimento de la militancia en las organizaciones populares. 

Ahora bien, en la búsqueda de un feminismo propio acorde a nuestra corriente de anarquismo organizado y a su estrategia integral es que tenemos la obligación siempre de abordar reflexivamente qué herramientas y prácticas –y cuáles no- son las más eficaces y pertinentes en este contexto para aportar a la construcción de poder popular desde una perspectiva feminista.

En este marco, es que vemos tendencias que surgen del movimiento de mujeres y feminista que permean nuestra militancia y creemos pueden entorpecer el desarrollo de la metodología que proponemos desde el anarquismo organizado. Particularmente encontramos dos procesos que a partir de la experiencia vemos que debemos revisar, la especialización de la militancia feminista (y/o de las militantes) y el academicismo, los cuales suelen ir de la mano.

Cabe aclarar que no necesariamente nos referimos al debate de transversalización versus especificidad. Desde la FAR creemos que es necesario buscar un equilibrio entre la transversalización y la especificidad, de forma tal que la mirada feminista atraviese el resto de las problemáticas así como las prácticas organizativas pero sin que eso signifique un borrón o desvanecimiento de las reivindicaciones propias a abordar de manera particular. 

Cuando hablamos de los riesgos de la especialización de la militancia nos referimos a una modalidad de hacer política en donde el interés y la participación solo se da respecto de la opresión patriarcal (incluso en nombre de la transversalización). Cuantas compañeras vemos que sólo se interesan en participar de los comités de género de la organización política, del sindicato o el centro de estudiantes.

A nivel político creemos que es un error en tanto produce efectos y contribuye a, por ejemplo: segmentar nuestra participación a las “cuestiones de género”, analizar la realidad solo desde una perspectiva, generar una especie de “tribunal feminista”. Todo ello lleva aparejado prácticas políticas donde las mujeres y disidencias aparecen como las únicas voces habilitadas para dar debates en torno a la problemática de género. Como anarquistas especifistas nosotras debemos buscar participar de todos los temas de la organización, incluso y especialmente de aquellos que suelen estar masculinizados. Asimismo como pensamos que la perspectiva de género debe atravesar todos nuestros análisis también creemos que el feminismo y anti patriarcado no pueden ser el centro de todas las lecturas, entendiendo que existen situaciones en donde otras problemáticas pueden tener más peso relativo. 

Hacemos un llamado de atención sobre este tipo de prácticas ya que muchas veces se traducen en el señalamiento condenatorio de compañeros y compañeras, sin propuestas ni formación o procesos de deconstrucción alguno. Así, hemos visto espacios en donde la política feminista se construye a partir de –y se restringe a- la denuncia, promoviendo sin querer el aislamiento y obturando la militancia de base. Cabe aclarar que no desdeñamos la denuncia como herramienta ante situaciones de violencia pero no consideramos al denuncionismo (potenciado por la sobreutilización de las redes sociales) como práctica transformadora de alto alcance.

La militancia especializada también tiene efectos en la inserción social como son la exterioridad respecto de la vida de las organizaciones sociales (ya que solo se interviene para estos temas), lo cual muchas veces implica desconocimiento sobre aspectos de la dinámica organizativa deberían ser tenidos en cuenta. Esta exterioridad la mayoría de las veces es atravesada por cierto academicismo, de lo que podemos inferir que subyace una lógica iluminista muy alejada de nuestro perfil de militante anarquista. Hoy en día existen grupos que se dedican a realizar talleres, charlas, formaciones en otras organizaciones, que como paracaidistas llegan y se van solo para enseñarnos y mostrarnos cómo estamos siendo oprimidas. Sin desmerecer el trabajo que realizan, no creemos que sea la forma de abordarlo y mucho menos deben ser la cara del movimiento de mujeres.

Hacemos hincapié en este aspecto debido a que en el movimiento de mujeres existe una variedad de organizaciones, y los sectores que hoy por hoy buscan hegemonizarlo son aquellos con mayores recursos tanto materiales como simbólicos. Esto hace que muchas veces en nombre de la lucha de las mujeres se lleve una agenda programática que desconoce la realidad de los sectores sociales donde estamos organizadas. Esta agenda reivindicativa, frecuentemente sin carácter clasista y sin intención clara de generar participación popular -que a veces por el contrario, apela a la participación individual y espontanea- termina impulsando acciones alejadas de la realidad cotidiana de las organizaciones sociales y solo tienen llegada a un sector de la militancia. 

Párrafo aparte merece revisar las instancias y herramientas que desde el feminismo nos damos y que a partir de la especialización también pueden crear obstáculos o deformaciones de su intención original. En este sentido, creemos que cada herramienta y espacio (como por ejemplo, comités de mujeres, protocolos) debe ser pensada según el ámbito –político o social-, el nivel de apropiación del feminismo y de participación de las compañeras. No pueden ser usadas como fórmulas neutrales. Si no las contextualizamos y creemos que pueden ser utilizadas con independencia del resto de los componentes ideológicos y materiales de la organización, estaríamos alimentando a una idea de feminismo homogéneo y emparentado a aquellos con los que estamos claramente en disputa.

Lo mismo ocurre para nosotras con la teoría, su uso tiene que ser acorde a nuestro marco ideológico. Afirmamos, tal como lo expresara fAu en su documento Huerta Grande “La teoría apunta a la elaboración de instrumentos conceptuales para pensar rigurosamente y conocer profundamente la realidad concreta” (1972). Reconocemos que el campo feminista ha hecho grandes esfuerzos por develar los mecanismos de opresión sobre las mujeres y disidencias, y poder ponerle nombre a cuestiones que estaban invisibilizadas. Ahora bien, ello no quiere decir que los conceptos y categorías, y por lo tanto los marcos teóricos sean todos válidos por igual. Como anarquistas especifistas nos debemos la tarea de tomar de aquellas producciones teóricas, los conceptos y categorías que estén acordes a nuestra ideología. Utilizar como referencia marcos teóricos de otras corrientes no solo nos coloca en otra línea ideológica, sino que además entendemos que tiene efectos concretos que se expresan en la militancia tanto a nivel político como a nivel social. 

Por otra parte, consideramos que el desarrollo teórico siempre debe darse a la par de nuestra militancia, no necesitamos compendios de “patriarcado, feminismo y género” –o la búsqueda infinita de nuevos términos que al mes quedan desfasados de la nueva producción teórica-, si luego no podemos hablar con una compañera en nuestro sindicato, barrio o lugar de estudio. Por eso decimos que la teoría debe ir de la mano del desarrollo de la organización política y sus frentes de inserción. 

Aún más, consideramos que el conocimiento surgido a partir de la reflexión en torno a las experiencias y luchas de las de abajo constituye un aporte invaluable. Se repite hasta el hartazgo que hay que “bajar” el feminismo a los barrios, a los sindicatos. Ni las opresiones ni sus resistencias se crean en un laboratorio o en claustro, por tanto no queremos que las referencias de la lucha anti patriarcal sean figuras públicas, periodistas, etc. Insistimos en que no existe algo como un feminismo neutral en relación al sistema de dominación como conjunto; nosotras apostamos al de las de abajo.

Afirmamos que tenemos que enraizar el anarquismo en las luchas sociales y esa es nuestra tarea. Hacemos estas observaciones sobre el movimiento feminista porque somos parte, pero queremos advertir sobre los rumbos que puede ir tomando y que van en detrimento de nuestra estrategia de construcción social. Ello no quiere decir que debamos abandonarlo, si no por el contrario debemos estar allí influenciando con nuestra construcción de un feminismo de las de abajo.

ARRIBA LAS QUE LUCHAN!!