Posición FAR noviembre 2021
A la hora de analizar el contexto
nacional, no podemos soslayar el tema de la deuda externa y los debates que
hubo en torno a esta. Ante todo no hay que dejar de señalar que la deuda
externa ha sido históricamente una herramienta del imperialismo -y grandes
capitales financieros- para dominar, saquear y sojuzgar regiones enteras en el
mundo a plazos centenarios. La contracara de esta sed imperialista ha sido, y
es, la de gobiernos que, en connivencia, se han valido de esta herramienta con
fines cortoplacistas, que nada han tenido que ver con el bienestar de los
pueblos, sino como forma de sostenimiento gubernamental.
La asimetría se torna evidente,
de un lado los grandes capitalistas bajo la sombra de siglas como el FMI o
eufemismos como “fondos buitres”, y del otro millones de pobres que
posiblemente nunca han visto un billete de dólar en su vida. Esa distancia es
tal que hasta es difícil muchas veces entender que algo que se presenta tan
alejado, con cifras que son imposibles de dimensionar nos afecte en nuestro día
a día. Cómo es que esas decisiones –tanto de contraer deuda como de pagarla-
son tomadas en nuestro nombre y para beneficio de que otros generen tal
situación social. Esa relación se hace incluso más difusa cuando se disfraza de
progreso, de desarrollo, de soberanía, de honra, etc. A tal punto que esas
decisiones son anunciadas como algo positivo, como logros y esperanza, a la par
que se negocian condiciones de ajuste y precarización. Esto es posible
analizarlo cuando vemos la historia de Latinoamérica y nuestro país, pero cómo
vamos a aprender de historia si la educación pública cada vez está más
desfinanciada, y muchas veces con la excusa de bajar el déficit para pagar la
deuda! El círculo es perfecto. Casi perfecto porque tan vieja como la deuda
externa, es la lucha organizada de los y las de abajo que ha denunciado y
resistido las consecuencias de este nefasto mecanismo.
Dicho esto, nos toca señalar lo
obvio. La situación económica en el país es sumamente compleja, por no decir
catastrófica para los sectores populares. En los hechos los números se asemejan
a las condiciones sociales del 2001. La creciente inflación (que llegó a un 52%
interanual), los sueldos que no recuperan nada del poder adquisitivo perdido
(especialmente los trabajadores informales, de servicios y del sector público),
la desocupación o empleo precario que afecta a una parte muy importante de la población,
la constante suba en impuestos y servicios, un salario mínimo vital y móvil que
también se quedó atrás de la inflación, el incremento descomunal del valor de
los alquileres que la nueva ley indirectamente propició, son algunas de las
consecuencias más palpables de la salvaje faena capitalista en Argentina.
Pero a este marco sumamente grave,
hay que agregar un elemento más. La inclaudicable disposición del gobierno
nacional de “honrar” la deuda externa del país, que en este momento escala a 44.000
millones de dólares. En lo que va del año, esta disposición ya se llevó 26.396
millones de dólares, una cantidad que es mayor que el saldo efectivo del
comercio exterior. En este sentido, no hay que dejar de señalar que las
ganancias empresariales, lejos de haber disminuido en 2020/2021, se incrementaron
llamativamente, incluso superando el crecimiento de la actividad económica, aprovechando
el contexto de pandemia para reducir las plantas de personal o subcontratar
trabajadores, en definitiva, para maximizar sus ganancias.
En este contexto el presidente y
su equipo la semana pasada estuvieron participando de la cumbre del G20.
Gestionando y preparando cómo van a continuar los pagos. Muy atrás quedan las
promesas de campaña del Frente de Todos cuando plantearon terminar con la
dependencia al FMI. No solamente los vencimientos de fines de año son impagables,
sino los 20.573 millones de dólares que corresponden a 2022; los 20.677
millones de 2023 y los 6.828 millones en
2024. Sin dudas, todas las negociaciones que estuvo procurando entablar el
gobierno nacional serán a costa de las condiciones de vida de las y los de
abajo. Si bien la retórica indica lo contrario, el gobierno nacional tiene una
clara disposición para realizar el Programa Económico Sustentable que exige el
FMI para considerar una refinanciación. Esto no es otra cosa que un nuevo plan de
ajuste, que va a atacar directamente las condiciones de vida y trabajo de gran
parte de la población. Cuidando el bolsillo de los sectores empresariales y
condenando a las y los de abajo a la pobreza y exclusión. En este punto, es
notorio como el enfrentamiento retórico entre oficialismo y oposición se acaba
cuando hay que preparar los planes de pago de la deuda.
Desde el
anarquismo organizado creemos que tenemos que estar preparados, en nuestros
espacios de organización social como son los gremios, lugares de estudio y organizaciones
barriales para resistir esta nueva arremetida ajustadora. No hay que dejar
pasar ninguna medida que vaya en perjuicio de las condiciones de vida y trabajo
del pueblo. La solidaridad de clase y la unidad de los sectores en lucha serán
clave para poner un freno a las políticas de ajuste que no son impuestas solo por
el FMI sino por el mismo gobierno nacional. En este sentido, la independencia
de los sectores populares de los partidos políticos y gobiernos es indispensable,
la única forma de defender nuestros intereses es con independencia de clase. En
este marco, el interés de los de arriba es perpetuarse en el poder, el nuestro
sobrevivir. No hay ninguna deuda sino la que existe con nuestras hermanas y
hermanos de clase. Es momento de resistir, y de organizarnos para enfrentar los
embates de los de arriba más allá de cualquier distracción electoral.
Por la construcción de un pueblo
fuerte!
Federación Anarquista de
Rosario