domingo, 7 de noviembre de 2021

La historia de siempre: mientras los de arriba se endeudan, los de abajo pagamos


Posición FAR noviembre 2021

A la hora de analizar el contexto nacional, no podemos soslayar el tema de la deuda externa y los debates que hubo en torno a esta. Ante todo no hay que dejar de señalar que la deuda externa ha sido históricamente una herramienta del imperialismo -y grandes capitales financieros- para dominar, saquear y sojuzgar regiones enteras en el mundo a plazos centenarios. La contracara de esta sed imperialista ha sido, y es, la de gobiernos que, en connivencia, se han valido de esta herramienta con fines cortoplacistas, que nada han tenido que ver con el bienestar de los pueblos, sino como forma de sostenimiento gubernamental.

La asimetría se torna evidente, de un lado los grandes capitalistas bajo la sombra de siglas como el FMI o eufemismos como “fondos buitres”, y del otro millones de pobres que posiblemente nunca han visto un billete de dólar en su vida. Esa distancia es tal que hasta es difícil muchas veces entender que algo que se presenta tan alejado, con cifras que son imposibles de dimensionar nos afecte en nuestro día a día. Cómo es que esas decisiones –tanto de contraer deuda como de pagarla- son tomadas en nuestro nombre y para beneficio de que otros generen tal situación social. Esa relación se hace incluso más difusa cuando se disfraza de progreso, de desarrollo, de soberanía, de honra, etc. A tal punto que esas decisiones son anunciadas como algo positivo, como logros y esperanza, a la par que se negocian condiciones de ajuste y precarización. Esto es posible analizarlo cuando vemos la historia de Latinoamérica y nuestro país, pero cómo vamos a aprender de historia si la educación pública cada vez está más desfinanciada, y muchas veces con la excusa de bajar el déficit para pagar la deuda! El círculo es perfecto. Casi perfecto porque tan vieja como la deuda externa, es la lucha organizada de los y las de abajo que ha denunciado y resistido las consecuencias de este nefasto mecanismo.

Dicho esto, nos toca señalar lo obvio. La situación económica en el país es sumamente compleja, por no decir catastrófica para los sectores populares. En los hechos los números se asemejan a las condiciones sociales del 2001. La creciente inflación (que llegó a un 52% interanual), los sueldos que no recuperan nada del poder adquisitivo perdido (especialmente los trabajadores informales, de servicios y del sector público), la desocupación o empleo precario que afecta a una parte muy importante de la población, la constante suba en impuestos y servicios, un salario mínimo vital y móvil que también se quedó atrás de la inflación, el incremento descomunal del valor de los alquileres que la nueva ley indirectamente propició, son algunas de las consecuencias más palpables de la salvaje faena capitalista en Argentina.

Pero a este marco sumamente grave, hay que agregar un elemento más. La inclaudicable disposición del gobierno nacional de “honrar” la deuda externa del país, que en este momento escala a 44.000 millones de dólares. En lo que va del año, esta disposición ya se llevó 26.396 millones de dólares, una cantidad que es mayor que el saldo efectivo del comercio exterior. En este sentido, no hay que dejar de señalar que las ganancias empresariales, lejos de haber disminuido en 2020/2021, se incrementaron llamativamente, incluso superando el crecimiento de la actividad económica, aprovechando el contexto de pandemia para reducir las plantas de personal o subcontratar trabajadores, en definitiva, para maximizar sus ganancias.

En este contexto el presidente y su equipo la semana pasada estuvieron participando de la cumbre del G20. Gestionando y preparando cómo van a continuar los pagos. Muy atrás quedan las promesas de campaña del Frente de Todos cuando plantearon terminar con la dependencia al FMI. No solamente los vencimientos de fines de año son impagables, sino los 20.573 millones de dólares que corresponden a 2022; los 20.677 millones de 2023 y los  6.828 millones en 2024. Sin dudas, todas las negociaciones que estuvo procurando entablar el gobierno nacional serán a costa de las condiciones de vida de las y los de abajo. Si bien la retórica indica lo contrario, el gobierno nacional tiene una clara disposición para realizar el Programa Económico Sustentable que exige el FMI para considerar una refinanciación. Esto no es otra cosa que un nuevo plan de ajuste, que va a atacar directamente las condiciones de vida y trabajo de gran parte de la población. Cuidando el bolsillo de los sectores empresariales y condenando a las y los de abajo a la pobreza y exclusión. En este punto, es notorio como el enfrentamiento retórico entre oficialismo y oposición se acaba cuando hay que preparar los planes de pago de la deuda.

Desde el anarquismo organizado creemos que tenemos que estar preparados, en nuestros espacios de organización social como son los gremios, lugares de estudio y organizaciones barriales para resistir esta nueva arremetida ajustadora. No hay que dejar pasar ninguna medida que vaya en perjuicio de las condiciones de vida y trabajo del pueblo. La solidaridad de clase y la unidad de los sectores en lucha serán clave para poner un freno a las políticas de ajuste que no son impuestas solo por el FMI sino por el mismo gobierno nacional. En este sentido, la independencia de los sectores populares de los partidos políticos y gobiernos es indispensable, la única forma de defender nuestros intereses es con independencia de clase. En este marco, el interés de los de arriba es perpetuarse en el poder, el nuestro sobrevivir. No hay ninguna deuda sino la que existe con nuestras hermanas y hermanos de clase. Es momento de resistir, y de organizarnos para enfrentar los embates de los de arriba más allá de cualquier distracción electoral.

Por la construcción de un pueblo fuerte!

Federación Anarquista de Rosario