Estamos a días de una nueva jornada de circo electoral, en medio de un gravísimo contexto de crisis social, económica y sanitaria, azotados por la desocupación, inflación, flexibilización laboral y salarios a la baja, gatillo fácil, criminalización de la protesta, desalojos, falta de vivienda, salud y educación. Ante el show electoral montado nuevamente por los de arriba, en una carrera por las bancas del parlamento burgués, solamente promesas y falsas esperanzas nos pueden dejar para los y las de nuestra clase, los y las de abajo.
Si dejamos de lado la campaña electoral -que lleva casi un año si contamos las PASO-, maquillada y completamente vaciada, con reparto clientelista de migajas, con la apuesta a actos payasescos y acciones bizarras, podemos ver la puja que se establece entre los de arriba por ocupar bancas en el parlamento y configurar un nuevo mapa de poder político, favorable a los intereses que cada partido representa. Inclusive, en el último tiempo se ha ido evidenciando aún más la falta de plataformas partidarias o programas, primando las “figuras del momento” que mejor miden. Todos estos son rasgos significativos de la verdadera esencia de la democracia representativa, y el tipo de política que no resuelve los problemas de los y las de abajo.
Nos encontramos en un período signado por el ajuste, y vamos comprobando que cada gobierno que asume plantea una continuidad respecto de esta línea; con distintas intensidades y diferentes argumentos, pero con esa misma premisa. Esta a la vista que no existe grieta alguna a la hora de sostener el pago al FMI, el modelo extractivista, o profundizar el ajuste y la represión. Recordemos que solo hace unos años, una buena parte de los sectores populares volcaron sus esperanzas en un Frente que le diera cierto respiro de las políticas de miserias de Macri, pero poco duró la ilusión. Una vez más, obligado a ir a la urna, el pueblo va guardando cada vez menos expectativa de que esto vaya a cambiar.
En este contexto el Frente de Todos, en crisis como coalición, busca reacomodar sus fichas en torno a mantener su gobernabilidad y su caudal electoral; tanto a nivel nacional como en las provincias. Cada vez más acorralado por propuestas y proyectos de la ultraderecha liberal, que presiona y sabe encauzar cierto descontento social, como es el caso de Milei o inclusive –más moderadamente- Juntos por el Cambio. En este “juego electoral”, el oficialismo va derechizando el discurso y la política real, para “evitar el avance” de estos sectores. En este marco, cada acción combativa de las organizaciones populares, es caracterizada por el Gobierno como “hacer el juego a la derecha”.
Cabe también la mención de sectores de la izquierda, que siguen intentando obtener cargos y bancas en los aparatos del Estado, y que erróneamente depositan todas sus fuerzas en estos procesos, vaciando o institucionalizando las distintas luchas.
Para los y las de abajo solo nos queda la organización, la acción directa contra los verdugos del pueblo y sus intermediarios. No hay salida posible dentro de las instituciones del Estado, herramienta de los de arriba para sostener sus privilegios. Que no nos distraigan con las luces del marketing de candidatos, ni con los espejitos de colores de los votos y las bancas. La salida es con la organización desde abajo para recuperar nuestros sindicatos, nuestros lugares de estudio, nuestros territorios con nuestros hermanos y hermanas de clase para hacer frente a la represión y a la precarización de la vida a la que nos someten los de arriba. Solo con la acción directa y la independencia de clase, sin políticos ni intermediarios patronales vamos a dar vuelta la situación de miseria en la que estamos. Fortalecer el protagonismo popular, las organizaciones de los y las de abajo, fortalecer la lucha, la construcción del poder popular, de un pueblo fuerte que sea capaz de decidir el destino de sus nuestras vidas es el proyecto que levantamos desde el anarquismo especifista.
“No creemos que el tema esencial sea en definitiva votar o no votar. Lo que importa es lo que se hace y no lo que se vota. Lo definitorio no es la actitud en un domingo aislado de fines de noviembre, cada cual metiendo papelitos en un agujero dentro de un cuarto secreto… Lo que define es lo que se haga, y cómo se lo haga y para qué se lo haga, todos los días que preceden y todos los que siguen a ese domingo folklórico… Sólo por la acción directa se forja un pueblo fuerte”. Gerardo Gatti, 1966. 11 de noviembre de 2021.
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