[nota publicada en revista AGITACIÓN nº2]
“Que los trabajadores del mundo entero sepan que nosotros, los defensores del poder de los soviets, velamos por las conquistas de la Revolución social. Venceremos o moriremos bajo las ruinas de Kronstadt, luchando por la justa causa de las masas trabajadoras. Los trabajadores del mundo serán nuestros jueces. La sangre de los inocentes caerá sobre la cabeza de los comunistas, locos salvajes ebrios de poder. ¡Viva el poder de los soviets!”
Comité Revolucionario Provisional. Kronstadt, 7 de marzo de 1921. Publicado en el Izvestia N°6.
El invierno de 1920-1921 fue un periodo de gran agitación y conflictividad social en la Rusia Soviética. Para ese entonces, la derrota del ejército Blanco en el verano de 1920 ya había puesto fin a la Guerra Civil. Sin embargo, el régimen del Partido Comunista continuaba descargando las políticas coercitivas del Comunismo de Guerra sobre el pueblo. Éste se caracterizaba por una extrema centralización del control estatal en todos los aspectos de la vida social: su piedra angular era la incautación forzada de los cereales a los campesinos, la prohibición de las huelgas, la subordinación de los Soviets locales y regionales al Soviet central, la supresión del derecho de los soldados a elegir sus oficiales, y la “militarización del trabajo” -lo que abarcaba la dirección unipersonal, la disciplina de hierro y la presencia de tropas armadas en las fábricas, además del retorno de “especialistas burgueses” a su anterior posición de autoridad-.
Esto, sumado principalmente a la propagación del hambre, al frío y a la escasez de artículos de primera necesidad, junto a la feroz represión de toda oposición política y al descontento por las comodidades y privilegios que gozaban los funcionarios bolcheviques, había producido una atmósfera de mucha agitación en el campesinado y en los trabajadores de las ciudades, quienes anteriormente habían mostrado simpatías con el gobierno bolchevique. La respuesta fue una oleada de estallidos rurales y huelgas obreras, que combinada a la intranquilidad militar, alcanzó un clímax explosivo en Kronstadt.
Para aquel tiempo, Kronstadt era una ciudad fortificada y base naval ubicada estratégicamente en la isla de Kotlin, a unos 30 kilómetros de Petrogrado. Durante largo tiempo fue sede de un bastión de política revolucionaria, y fuertemente influida por el anarquismo, que había desempeñado un distinguible papel en las revueltas de 1905, 1906 y mucho más en la revolución de 1917. Pero los marinos de Kronstadt no habían tardado en comprender el engaño sufrido con el señuelo de los famosos lemas del Estado proletario. Y no ocultaron su decepción. Ya en abril de 1918 habían manifestado su desacuerdo en un gran mitin de protesta, pese a estar prohibidos, cuando el gobierno bolchevique atacó a los anarquistas clausurando sus locales, suprimiendo su prensa y arrestando a los militantes. En marzo del mismo año se agravó aún más la situación cuando fue disuelto el propio comité central.
En cuanto a la oleada de estallidos y conflictividad, solo durante febrero de 1921, la Cheka había informado de 118 levantamientos campesinos en diversas partes de Rusia. Para entonces, el descontento también habían crecido en la clase trabajadora de las grandes ciudades -principal apoyo del régimen bolchevique-, y a finales del mismo mes se produjo una escalada de serias huelgas en varias ciudades de Rusia, especialmente en Petrogrado. El gobierno bolchevique respondió con un estricto toque de queda y descargó una tremenda represión y persecución contra los obreros de esta ciudad.
Las noticias sobre lo acontecido en Petrogrado llegaron casi inmediatamente a los marineros de Kronstadt, quienes el 26 de febrero enviaron una delegación para averiguar lo que estaba ocurriendo. En Kronstadt existía desde 1905 una tradición de solidaridad revolucionaria con la clase trabajadora de Petrogrado. Cuando la delegación regresó a Kronstadt y presentó un informe ante una asamblea. El informe indujo la aprobación de la resolución de Petropavlovsk, la cual se transformó en el estatuto político de la rebelión y contenía entre sus exigencias fundamentales: la restauración de los soviets libres, un compromiso económico con los campesinos y la derogación de la incautación de cereales, abolición de las raciones alimentarias preferenciales, libertad de expresión, prensa y reunión, y libertad a todos los presos políticos arrestados a raíz de los movimientos obreros y campesinos.
Al día siguiente, una asamblea donde asistieron alrededor de 15.000 marineros, soldados y obreros respaldó la resolución aprobándola por una abrumadora mayoría. Más tarde, el 2 de marzo, se decidió establecer un Comité Revolucionario Provisional, encargado de administrar la ciudad y la guarnición hasta la formación de un nuevo Soviet. Hacia la medianoche se habían apoderado de la ciudad sin resistencia alguna. Había comenzado la rebelión.
Durante los días posteriores los rebeldes intentaron negociar con el gobierno bolchevique para evitar un choque armado. Pero los bolcheviques mostraban pocas intenciones de ofrecer alguna concesión a los rebeldes, más bien hizo todo lo posible para imponer la mentira de que la rebelión era obra de comandantes Blancos y que debía ser aplastada por la fuerza.
El 7 de marzo venció el plazo del ultimátum emitido por Trotsky. El gobierno bolchevique atacó contra Kronstadt, al bombardeo de artillería le siguió un intento de tomar por asalto la fortaleza. Pero fue derrotado. Un ataque más fuerte entre el 10 y 11 de marzo también fue derrotado. Durante los días siguientes se repitieron las operaciones de los días anteriores, también con poco éxito. Finalmente, el 17 y 18 de marzo tuvo lugar el último ataque, con fuerzas mucho más numerosas. Kronstadt fue capturada y ahogada en sangre, en el mismo momento que el gobierno bolchevique hacía concesiones a los capitalistas europeos.
Hoy, los anarquistas recordamos el centenario del levantamiento de Kronstadt por varias razones. Primero, porque demuestra que la alternativa al capitalismo en Rusia no fue únicamente el régimen autoritario y represivo del llamado Partido “Comunista”. Los habitantes de Kronstadt lograron mantener vivos los valores originales de la Revolución Rusa y los estaban adoptando de nuevo en contra del yugo del Partido Comunista. Demostraron que era posible el funcionamiento real de la democracia directa y una organización social a través de Soviets libres que reflejaran las verdaderas aspiraciones del pueblo.
En segundo lugar, porque la verdadera historia de la rebelión es muy diferente a las versiones mentirosas propagadas por varios grupos leninistas, y muestra hasta qué punto los bolcheviques se habían desviado de los principios sobre los que se fundó la Revolución de Octubre. Fueron los bolcheviques, y no los luchadores de Kronstadt, quienes se pusieron en contra de la clase trabajadora.
Por último, recordamos Kronstadt para contrastar aquella experiencia con la nuestra propia. La lección política es una vez más que la organización y la lucha con independencia de clase, democracia directa y acción directa es el único camino para los de abajo. Y que Gobierno o Estado -cualquiera sea su nombre y forma- es siempre el enemigo de la libertad y de la independencia del pueblo.
Los anarquistas nos inspiramos en los rebeldes de Kronstadt y levantamos su bandera para dar continuidad a aquella gesta histórica por el Socialismo y la Libertad.