sábado, 5 de marzo de 2022

Lucha popular para enfrentar lo que se viene

 

[Posición FAR – Marzo 2022]


Situación Nacional

Más allá de la pantomima de la oposición interna (La Cámpora) o externa (Cambiemos) al Gobierno de Alberto Fernández, la clase política sólo se debate las formas y palabras que adornarán el acuerdo con el Fondo. El contenido no está en discusión: el sacrificio del pueblo “debe ir a honrar la deuda contraída por el Estado nacional”.

En nuestro último análisis ya habíamos adelantado que el acuerdo con el FMI “no podría no poseer lineamientos sobre la política económica de los próximos años”. Pues ya empezamos a ver resultados de estas medidas impuestas. En medio de un aumento significativo de la pobreza y la carestía de vida, Alberto ya anunció un tope al número de planes sociales  -1.200.000. Inclusive el Ministro Zabaleta amenazó con “depurar” los padrones de quienes no estén haciendo una “contraprestación”.

Otra expresión de la injerencia del FMI en Argentina tiene que ver con la quita de subsidios a los servicios, lo que va a repercutir directamente en exponenciales aumentos de tarifas. Esto ya lo estamos vivenciando con la autorización del Gobierno a que las empresas de gas aumenten hasta un 20% ya este marzo. De fondo, las empresas pujan por aumentos de hasta un 80% en la previa al período otoño-invierno, algo parecido a lo que está por ocurrir con la electricidad.

Todo esto transcurre mientras EEUU reafirmó las condiciones de pago de esa deuda con una sobre tasa, lo que representa intereses abultados como un “castigo” al país por el tamaño de la deuda contraída. Al mismo tiempo, las reservas del Banco Central son esquilmadas todos los días para contener la especulación cambiaria, dejando entrever la imagen de un Gobierno más preocupado por agradar al establishment que por dar una mano a los sectores populares.

En otro orden, la reciente noticia de que los salarios le ganaron a la inflación interanual (53,4% contra 50,9%), anunciada por el Gobierno como “acierto propio”, no fue tal, ni una cosa ni la otra. Por un lado, es necesario revelar que fueron sólo unos pocos gremios los que lograron ganarle a la inflación y no el grueso de los/as trabajadores/as del sector formal. Por otro lado los subocupados y los no registrados -el grueso de los trabajadores de todo el país- apenas lograron aumentos de hasta un 40% en el último año. Pero volvamos a aquel puñado de gremios que lograron superar el nivel de inflación. Aquí vemos que sólo los trabajadores/as vitivinícolas, docentes y judiciales bonaerenses, estatales neuquinos, ferroviarios y bancarios (7 gremios) fueron los únicos que perforaron el 50,9% de inflación interanual, mientras que el resto de gremios de todo el país tuvo aumentos por debajo de ese número. Por último, aquellos sectores que sacudieron la paritaria para sobrepasarla o al menos acercarse a los niveles inflacionarios, lo lograron sin la venia del Gobierno, que a fines de 2020 condicionaba las paritarias previendo una inflación interanual del 29% para el 2021. Muy por el contrario, estos gremios de alguna manera plantaron bandera por presión desde las bases organizadas, y movilizadas en algunos casos.

Ya en enero habíamos llamado la atención acerca de la gran sequia y el aumento de incendios forestales en numerosas provincias del país, en ese momento Río Negro como la más afectada. Al mismo tiempo advertíamos un Estado nacional inoperante y aletargado, expresión de un sistema político-administrativo centralista, fundamentalmente preocupado por lo que pase en CABA y el Conurbano bonaerense. Desde mediados de enero que las provincias de Misiones y –sobre todo- Corrientes fueron escenario de incendios de gran magnitud. Con el paso de los días y semanas, a medidas que el fuego se hizo incontrolable, se pudo ver un escenario de calamidad en grandes extensiones rurales, afectando a viviendas, cosechas y hábitat de numerosas especies de animales y vegetales. Pero el Gobierno nacional recién reaccionó el 19 de febrero, luego de que los medios porteños reflejaran semejante catástrofe, enviando algunos brigadistas, autobombas y aviones cisternas entre otra ayuda. Para ese entonces, voluntarios locales y de varias provincias ya se habían acercado a solidarizarse. Esta situación penosa, puso una vez más de relieve, no solo la desidia del Estado, la clase política y el sector privado sino por el contrario, la importancia de la organización popular a la hora de defender los recursos naturales y enfrentar una catástrofe medioambiental.

Impacto del Conflicto Rusia-Ucrania en Argentina

No podemos ahondar en las causas que originaron esta guerra de Rusia y Ucrania, tal vez con proyección interimperialista entre Rusia, la OTAN y EEUU –sorpresiva al menos para esta parte del mundo- pero sí podemos puntualizar alguna de sus causas e hipótesis de conflicto, así como nos interesa ver su impacto a nivel local y regional.

Sobre lo primero podemos decir que la guerra impulsada por Rusia tiene tanto raíces geopoliticas como económicas. Rusia, históricamente un país de proyección imperialista, de alguna forma intenta generar un impacto en la región a través del disciplinamiento de los territorios aledaños, incluso con intenciones expansivas. Esto además tiene relación a que muchos pueblos de la ex URSS que quedaron al otro lado de las fronteras (Ucrania, Moldavia, etc) aun reclaman el derecho a la autodeterminación y el interés de volver a pertenecer a Rusia.

De la vereda de enfrente, tanto la Unión Europea como la OTAN no han parado de avanzar con acuerdos comerciales, bases y ejercicios militares, desde las fronteras de Europa oriental a las puertas de Rusia. Un ejemplo de esto tiene que ver con qué OTAN no paró de enviar armas, y tropas para entrenar a los militares ucranianos. Con respecto a Estados Unidos, país que tiene un quiebre social y político a la interna desde las últimas elecciones, y afronta una recesión económica, vuelve a apelar al patriotismo y a una posible guerra externa para levantar la industria armamentista y generar un sentido de unidad en pos del débil proyecto político del Gobierno de Biden. En el plano económico, EEUU sabe que si fracasa el acuerdo por el gasoducto ruso que provee de gas a Alemania y otras partes de Europa, se asegurará la venta de gas envasado a toda Europa a precios incluso mucho más altos.

Pero el impacto en nuestra región de este conflicto –de extenderse en el tiempo- tendrá consecuencias directas al menos en el plano económico. Los primeros datos que arrojaron los bombardeos a Kiev, además de las caídas de las bolsas del mundo, tienen que ver con el aumento del precio del petróleo. Con seguridad, en el corto plazo se esperan aumentos en el precio del gas y otros recursos energéticos. Por otro lado ya hubo un impacto en el precio de las commodities, donde la soja y otros productos primarios comenzaron a subir, lo que beneficiará a los sectores agropecuarios y agroexportadores, pero hundirá aún más el poder adquisitivo de los sectores populares por el aumento directo en los precios de los alimentos. En este marco es que se esperan tarifazos en los servicios y una continuidad en la inflación, al menos de los productos de la canasta básica.

 
Lucha popular para enfrentar lo que se viene

A partir de este panorama surgen dos hipótesis a tener en cuenta por nuestra militancia y el campo popular. A corto plazo, lo urgente, debe apuntar a preparar un escenario de rechazo unánime a las consecuencias del acuerdo del Estado nacional con el FMI. Su intento de aprobación en el Congreso debe contrastar con una inmensa movilización de sindicatos y organizaciones sociales en las calles que ponga en jaque este acuerdo entre los de arriba, quizás sirviéndonos de la reciente experiencia de resistencia durante las jornadas de diciembre de 2017, cuando Macri y el Congreso impusieron la reforma previsional antipopular en medio de un clima espeso que hizo temblar su gobernabilidad. Debemos caer en cuenta que ante un escenario internacional de conflicto bélico como el descripto más arriba, la clase política, el empresariado y el poder financiero intentarán amortiguar el golpe, haciendo pagar las perdidas a los de abajo. Por otro lado, a mediano plazo, la dinámica de movilización popular debe ir “marcando la cancha” al sector político que intente suceder a Alberto y Cristina -con seguridad la actual oposición radical-liberal-. Las demostraciones de lucha, unidad y organización que impulsemos hoy para frenar el ajuste del pacto Gobierno-FMI y las consecuencias locales de la crisis bélica, son pasos necesarios para poner límite a la profundización del ajuste que se vendrá mañana.

Federación Anarquista de Rosario