A
continuación 2 artículos sobre la historia de la represión de la
huelga de La Forestal. El primero escrito por Osvaldo Bayer publicado
en diario Pagina 12 en Abril de 1999. El segundo publicado en el
ELORTIBA.ORG.
Es
una constante de hierro: la historia les da la razón siempre a los
luchadores de la dignidad, por más humildes que sean. Y tal vez, por
humildes, sus figuras se recortan en el tiempo con más claridad.
Sucedió allá por los años veinte. En la tierra del quebracho. A
los hacheros se les comenzó a prohibir los pañuelos rojos que, como
costumbre, llevaban al cuello, y las camisas rojas que vestían en el
trabajo. Ese color acostumbrado en los habitantes de la región no se
podía usar más porque, según los serviles empleados de la empresa
inglesa La Forestal, era "comunista y anarquista". La
policía privada de la empresa se encargaba de proceder: trabajador
que llevaba pañuelo rojo o camisa granate era obligado a desnudarse,
le daban latigazos hasta desvanecerlo y le prendían un cintillo azul
y blanco y le hacían gritar bien fuerte: ¡viva la Patria!
Todo
esto en la Argentina de don Hipólito Yrigoyen, elegido por el
pueblo, que mandó al ejército argentino a reprimir al gauchaje
alzado que se había levantado al grito de "¡Oh, añá! ¡Güelga
nomá, chamigo!", levantando el puño y con pocos rémingtons
"Colí", de caños y culatas recortados, que les habían
hecho llegar los anarquistas de Buenos Aires a través de los
marineros de los buques del Paraná. Fue una solidaridad épica. La
huelga reventó como una bomba de brazos alzados desde el Chaco
santafesino, por el Chaco, Formosa, hasta el mismo Puerto Infierno, y
la parte santiagueña desde Quimilí a Pampa de los Guanacos. Los
obreros ferroviarios anarquistas pararon el Central Norte Argentino y
el Provincial de Santa Fe para impedir el movimiento de tropas del 12
de Infantería, en el cual estaba el teniente Juan Domingo Perón.
Pero no sólo los ferroviarios sino también los marineros de la FORA
pararon las embarcaciones y las tripulaciones de los barcos
extranjeros que venían a recoger la sagrada madera roja de los
quebrachales se negaron a recibirla. Y los portuarios, con sus
rostros arrugados de puro indios, escupían a los crumiros traídos
de otras latitudes que servían por un pan y un vaso de vino a los
señores británicos bajo el cielo impiadoso de un permanente sol
despiadado. Dos millones de hectáreas poseían los gentlemen de
Londres. ("¿Argentina? Oh, yes, yes, sí, sí, allá hablan
portugués, buena carne"). Dos millones de hectáreas, dos
millones de hectáreas. Dos millones... de madera noble, de madera
dura como el hierro. Roja. Arbol tras árbol, de cien años de
crecimiento, caían para Su Majestad Británica, y desaparecían para
los hijos de la tierra.
Globalización
de la injusticia, que se joda la negrada, son todos borrachos,
haraganes, analfabetos, sucios, no saben ni hablar castellano, se
maman. Metalen bala, nomás. En el mismo año, el 10 de Caballería
fusilaba a los peones patagónicos en defensa de los latifundios
británicos.
Los
curas se metieron en sus templos a rezar y para agradecer la infinita
bondad de Dios, nuestro Señor. Mientras los hijos de la Tierra
gritaban "Oh, añá, güelga nomá, chamigo". Pero la
empresa británica no se anduvo con chicas, inmediatamente armó su
propia policía. El mismo modelo que en los años setenta emplearía
uno de los hombres más desdeñables de nuestra historia, López
Rega: las tres A. Bajo el nombre de Liga Patriótica Argentina
(fundada en Buenos Aires por el Perito Moreno, Monseñor D’Andrea,
el acaudalado Manuel de Anchorena y Manuel Carles, funcionario
radical). La Forestal contrató a temibles criminales que traían de
la cárcel de Misiones y les puso sombreros cowboys que los
obreros llamaban "sombrero galpón" a los cuales les
adosaban una escarapela patria. Y salían a la búsqueda de obreros
huelguistas para acribillarlos a balazos. La primera víctima fue el
dirigente anarcosindicalista Francisco Coronel, el más querido por
las peonadas y hacheros de Puerto del Infierno. Jamás ni el ejército
ni la policía molestó a los cuadros criminales de la Liga pagados
por la empresa extranjera. Al contrario, los protegieron para
asegurar el éxito final. El monumento final a tanta crueldad e
ignominia fue el incendio del local de la Federación Obrera y las
viviendas de todos aquellos trabajadores que no se sometieron. El
últimoen resistir fue el gaucho Altamirano, que cayó en poder de
los bandidos de La Forestal, a quien no sólo lo curtieron a
latigazos sino que le prendieron fuego a su casita donde vivía con
su mujer y numerosos hijos. Todo en nombre de la libra esterlina.
Pero el asesinato de obreros no fue lo más terrible de esta
injusticia que entristece esas zonas, vacías ya de nobles bosques.
En 1939, muchos años después de la huelga, el diputado Doldán
denunciaba la verdadera consecuencia del capitalismo ladrón. El
diputado Doldán denunciará en la Cámara de Diputados: "En el
departamento Vera, sobre 4463 defunciones sólo 1533 enfermos
tuvieron asistencia médica y cerca de 3000 no la tuvieron.
Estudiando
las cifras de la mortalidad infantil desde 1928 a 1938, considerando
los nacidos muertos y los fallecidos hasta los diez años de edad
inclusive, el 42,5 por ciento corresponde a niños. Pero la cifra es
más abultada porque muchas criaturas nacidas muertas o fallecidas
poco después del parto no son denunciadas al registro civil, lo que
ocurre en los parajes más apartados y boscosos. Y ahora viene otro
párrafo que desbarata toda posible disculpa o interpretación
contraria: en el distrito de Garabato el 80,5 por ciento de los
fallecimientos corresponde a la juventud entre los once y los treinta
y cinco años". No sólo se habían llevado nuestros árboles
sino también nuestros niños. Todo el mundo se calló la boca. A
políticos, militares y a la Iglesia les pareció todo lo más
natural. Estoy en la Feria del Libro. He comenzado a acariciar las
tapas de un libro. Es La Forestal, de Gastón Gori, vuelto a editar
después de más de treinta años. El maestro Gastón Gori, conciso,
justo, valiente.
Pese
a las represiones que sufrió en su vida de ochenta y cuatro años,
que continúa en su denuncia constante, ve que muy poco es lo que ha
cambiado.
Hace
más de treinta años describía así el final de esta tragedia
griega que es La Forestal, síntesis desgarradora de lo que fue capaz
el primer mundo con las riquezas de las latitudes del sur. "La
Forestal llegó, robó y se fue; casas desocupadas y entre yuyales,
en cuyos derrumbes, grietas y descascaramientos trabajan el tiempo y
las lluvias; viejas casillas despintadas con sus chapas retorcidas y
sin gente que las habite; ranchos caídos. Derruida la antigua
fábrica de tanino, la zona es la imagen del desaliento, es el saldo
de la evacuación de La Forestal. Altos yuyos en los antiguos clubes
y cancha de tenis de los altos funcionarios y en las explanadas de
las playas donde defendieran su vida obreros en trágicas horas y
donde el sudor de varias generaciones regara el suelo; yuyos en la
vieja herrería, yuyos avanzando y cubriendo los vestigios de
instalaciones para un ferrocarril que ya no existe; yuyos en los
intersticios de puertas y ventanas de casas abandonadas. Rodeadas de
tristeza en las caras de niños que piden limosna." Pero la
memoria revive. Este libro, La Forestal, de Gastón Gori, está de
nuevo entre nosotros, testigo de la infame historia de la explotación
del hombre y de la riqueza de la naturaleza. Ojalá los maestros
enseñen a sus alumnos lo que ocurrió por los años veinte en tierra
argentina para que comprendan aquel "¡Oh, añá! ¡Güelga
nomá, chamigo!", como el arma de la rebeldía contra nuestra
tan actual humillación. Gracias, viejo maestro Gastón Gori, el de
las tierras de mi niñez.
_________________________________________________
La
Forestal es el nombre de una empresa argentina de capitales
extranjeros que manejó buena parte de la actividad política y
económica de un sector del norte argentino a fines del siglo XIX y a
principios del siglo XX. Su nombre es tristemente recordado por haber
significado la destrucción de una parte importante de los recursos
naturales, la explotación de sus trabajadores y los oscuros
contactos con el poder de turno.
La devastación natural
La devastación natural
Esta
empresa de origen inglés, pero además con capitales franceses y
alemanes, fue iniciada en 1872 a raíz de un empréstito perjudicial
que la Argentina obtiene con la empresa Murrieta de Londres. Esta
firma llevó a la desastrosa explotación de 1.500.000 hectáreas de
quebrachales en el Chaco Austral (norte de la provincia de Santa Fe,
sur de la provincia del Chaco y noreste de la provincia de Santiago
del Estero). Según algunas versiones, la explotación llegó hasta
la zona de El Impenetrable chaqueño. La empresa exportaba postes y
durmientes para el ferrocarril, rollizos y, esencialmente,
tanino.
Mecanismos espurios
Mecanismos espurios
La
firma se propagó y llevó adelante el usufructo, a saber: compra de
tierras a precios miserables, subsidios de la Nación y de las
provincias sin pagos de devoluciones y constantes sobornos a
funcionarios públicos. Un caso por antonomasia era el de Lucas
González, quien era uno de los representantes de la firma Murrieta
en el país pero, a la vez, era el funcionario nacional encargado de
negociar con la misma empresa sobre los alcances de la misma.
Estado
dentro de un Estado
La
Forestal resultó ser un gran negocio para sus múltiples dueños que
contaba con ferrocarriles, puertos propios y pagaban a sus vapuleados
trabajadores con vales que éstos a su vez debían de canjear en los
almacenes de la mismísima empresa. El caso alegórico fue de Aniceto
Barrientos de Villa Ana (Santa Fe) que, durante su vida de asalariado
en la empresa, fue contabilizando cuántas veces recibía el mismo
vale con el mismo número y llevando la anotación en un cuaderno
registró 137 veces. La Forestal además tenía una fuerza propia de
represión, la "gendarmería volante", financiada por la
propia empresa y armada y uniformada por el gobierno provincial del
gobernador Enrique Mosca quien sería luego candidato a
vicepresidente por la Unión Democrática en 1945.
Las
huelgas: muerte y represión
Las
grandes luchas obreras contra la empresa comenzaron en 1919 y que
contaron con la colaboración de los anarquistas de la FORA además
de socialistas y sindicalistas libres.
La primera huelga en el mes de julio fue en reclamo de un aumento salarial, jornada de solo 8 horas de trabajo y suspensión de masivos despidos compulsivos. La segunda huelga, se produjo entre diciembre de 1919 y enero de 1920 en la cual el gobierno nacional movilizó a soldados del Regimiento de Infantería Nº 12 de Rosario con asiento en Rosario.
La primera huelga en el mes de julio fue en reclamo de un aumento salarial, jornada de solo 8 horas de trabajo y suspensión de masivos despidos compulsivos. La segunda huelga, se produjo entre diciembre de 1919 y enero de 1920 en la cual el gobierno nacional movilizó a soldados del Regimiento de Infantería Nº 12 de Rosario con asiento en Rosario.
La
tercera huelga en La Forestal del año 1922 fue la más importante y
culminó con una salvaje represión, lo cual la "gendarmería
volante" y otras formaciones parapoliciales impunemente
patrocinadas por el gobierno de Hipólito Yrigoyen actuaron
despóticamente con un saldo de centenares de muertos y 19 dirigentes
huelguistas condenados a la cárcel.
En el cuaderno del capataz Aniceto Barrientos registraba lo siguiente: "a los muertos los apilaban uno sobre otro, le clavaban el cuchillo en la nuca por si estaban vivos, desde ese día tenía miedo de volver a trabajar porque nos miraban con odio, como si fuéramos perros sarnosos".
En el cuaderno del capataz Aniceto Barrientos registraba lo siguiente: "a los muertos los apilaban uno sobre otro, le clavaban el cuchillo en la nuca por si estaban vivos, desde ese día tenía miedo de volver a trabajar porque nos miraban con odio, como si fuéramos perros sarnosos".
El
final de la empresa
La
firma se retiró del país en el año 1966 debido a la brusca caída
de los aranceles internacionales de la madera y el tanino reemplazado
por nuevos productos.
La Forestal dejó graves consecuencias económicas, ecológicas, y humanas. La acentuación de la tala del quebracho para la ganancia capitalista agotó ese recurso natural, en lo humano y económico el 95% de sus trabajadores no pudieron jubilarse, muchos perdieron sus hogares, las industrialización fue destruida y los pueblos se empobrecieron y su gente alimentó los suburbios de las grandes ciudades creando villas miserias.
La Forestal dejó graves consecuencias económicas, ecológicas, y humanas. La acentuación de la tala del quebracho para la ganancia capitalista agotó ese recurso natural, en lo humano y económico el 95% de sus trabajadores no pudieron jubilarse, muchos perdieron sus hogares, las industrialización fue destruida y los pueblos se empobrecieron y su gente alimentó los suburbios de las grandes ciudades creando villas miserias.
_________________________________________