La siguiente
es una versión en español realizada por Gabriela HT en octubre de 2010, Ciudad
de México, de "Anarchism: The Feminist Connection". Peggy Kornegger
fue editora de la revista feminista norteamericana The Second Wave [La Segunda Ola].
"Anarquismo: la conexción feminista" apareció primero como artículo
en el número de primavera de 1975 en The
Second Wave.
“Anarquismo: la conexión feminista (1975)”
Por
Peggy Kornegger
Hace once años, cuando estudiaba secundaria en un pequeño pueblo de Illinois, nunca había escuchado la palabra "anarquismo". Lo más cerca que estuve fue saber que anarquía significaba "caos". En cuanto a socialismo y comunismo, mis clases de historia de alguna manera me transmitieron el mensaje de que no había diferencia entre ellos y el fascismo, una palabra que me traía a la mente a Hitler, los campos de concentración y toda clase de cosas horribles que nunca ocurrieron en un país libre como el nuestro. Fui sutilmente educada para tragarme el insípido cereal para niños [c] de la política tradicional de EE.UU.: la moderación, el compromiso, el salto de obstáculos, el considerar a Chuck Percy un chico estupendo. Aprendí bien la lección: me tomó años reconocer el sesgo y la distorsión que habían moldeado toda mi "educación". La "his-toria" [d] de la humanidad [e] (blanca) significó precisamente eso; como mujer estaba relegada a una existencia vicaria. Como anarquista no tenía existencia. Me habían arrebatado todo un trozo de mi pasado (y, por ello, las posibilidades para el futuro). Sólo hace poco descubrí que muchas de mis tendencias e inclinaciones políticas inconexas compartían un marco común, y era la tradición de pensamiento anarquista o libertario. De pronto estaba viendo furiosamente en color [f] después de años de daltónicos grises.
Emma Goldman
me proporcionó mi primera definición de anarquismo:
El
anarquismo entonces significa realmente la liberación de la mente humana de la
dominación de la religión; la liberación del cuerpo humano del dominio de la
propiedad; la liberación de los grilletes y restricciones de gobierno. El anarquismo
significa un orden social basado en el libre agrupamiento de individuos con el
propósito de producir bienestar social real, y un orden que garantizará a todo
ser humano el libre acceso a la tierra y la satisfacción plena de las
necesidades vitales, de acuerdo con sus deseos, gustos e inclinaciones
individuales.[1]
Inmediatamente
comencé a hacer conexiones mentales entre el anarquismo y el feminismo radical.
Fue muy importante para mí poner por escrito algunas percepciones sobre este
terreno como una manera de comunicar a otras el entusiasmo que sentía por el
anarco-feminismo. Parece crucial que compartamos nuestras visiones con otras
para derribar las barreras que los malentendidos y la disgregación levantan
entre nosotras. Aunque me llamo anarco-feminista, esta definición puede ser
fácilmente incluida en el socialismo, el comunismo, el feminismo cultural, el
separatismo lésbico, o en cualquier otra docena de etiquetas políticas. Como
escribió Su Negrin: "Ningún paraguas político puede cubrir todas mis
necesidades"[2]. Podríamos tener en común mucho más que lo que
pensamos. Mientras escribo aquí sobre mis reacciones y percepciones, no veo mi
vida ni mis pensamientos como separados de los de otras mujeres. De hecho, una
de mis convicciones más fuertes en el Movimiento de
Mujeres es que efectivamente compartimos una visión increíble
de cosas comunes. Mi propia participación en esta visión no es para ofrecer
declaraciones definitivas ni respuestas rígidas, sino más bien posibilidades y
conexiones cambiantes que espero que sean comentadas entre nosotras y que
contribuyan a un proceso continuo de crecimiento y evolución/revolución
individual y colectivo.
¿Qué significa realmente el anarquismo?
El
anarquismo ha sido calumniado y malinterpretado por tanto tiempo que tal vez lo
más importante para comenzar sea dar una explicación de lo que es y no es. Es
probable que el estereotipo más frecuente del anarquista sea un hombre de
aspecto malvado escondiendo una bomba encendida bajo su capa negra, dispuesto a
destruir cualquiera cosa o a asesinar a cualquiera que le salga al paso. Esta
imagen genera temor y repulsión en la mayoría de la gente; como si no
importaran sus ideas políticas; en consecuencia, se descarta el anarquismo como
feo, violento y extremista. Otra concepción errada es el anarquista como
idealista impráctico, ocupado en futilidades, en abstracciones utópicas y sin
contacto con la realidad concreta. El resultado: el anarquismo se descarta una
vez más, esta ocasión en cuanto "sueño imposible".
Ninguna
de estas imágenes es verdadera (aunque haya habido anarquistas asesinos e
idealistas, como en muchos movimientos políticos, de izquierda y derecha). La verdadera
depende, por supuesto, del marco de referencia. Hay diferentes tipos de
anarquistas, del mismo modo que hay diferentes tipos de socialistas. De lo que
hablaré aquí es del anarquismo comunista, al que considero virtualmente idéntico
al socialismo
libertario (esto es, no autoritario). Las etiquetas nos pueden
confundir terriblemente, por lo que, con el ánimo de aclarar el término,
definiré anarquismo usando tres principios fundamentales (cada uno de los
cuales creo que se relaciona con un análisis feminista radical de la sociedad,
como veremos adelante):
1.
Creencia en la abolición de toda autoridad,
jerarquía, gobierno.
Los anarquistas convocan a la disolución (más que a la toma) del poder
–de un ser humano sobre otro, del estado sobre la comunidad–.
Mientras muchos socialistas demandan un gobierno de la clase trabajadora y una
progresiva "desaparición del estado", los anarquistas creen que los
medios crean los fines, que un Estado fuerte se autoperpetúa. La única forma de
alcanzar el anarquismo (de acuerdo con la teoría anarquista) es a través de la
creación de cooperativas
y formas antiautoritarias. El separar el proceso de los objetivos de la
revolución es asegurar la perpetuación de una estructura y modelo opresivos.
2.
Creencia tanto en la individualidad como en la colectividad.
La individualidad no es incompatible con un pensamiento comunista. Sin embargo,
debemos hacer una distinción entre el "individualismo
duro", que alienta la competencia y el desprecio por las necesidades de
los otros, y la verdadera individualidad, que implica libertad
sin infringir la libertad de los otros. Específicamente, en términos de la
organización social y política, esto significa equilibrar la iniciativa
individual con la acción colectiva a través de la creación de estructuras que
posibiliten que la toma de decisiones esté en las manos de los individuos de un
grupo, comunidad o fábrica, no por los "representantes"
o "líderes".
Significa coordinación y acción en una red de trabajo de pequeños grupos o
comunidades no jerárquicos (en círculos sobrepuestos en lugar de una pirámide).
(Véase las descripciones de las colectividades anarquistas españolas en la siguiente
sección). Por último, significa que el triunfo de la revolución implica
individuos y grupos no manipulados, sino autónomos, trabajando juntos para
tomar "el control directo, sin mediación, de la sociedad y de sus propias
vidas"[3].
3.
Creencia tanto en la espontaneidad como en la organización. Los anarquistas han sido acusados por mucho tiempo de promover el caos. La
mayoría de la gente cree que el anarquismo es sinónimo de desorden, confusión,
violencia. Esto es una tergiversación total de lo que representa el anarquismo.
Los anarquistas no niegan la necesidad de la organización; sólo demandan que
ésta tiene que venir de abajo, no de arriba, de adentro en vez de afuera. Las
estructuras externas impuestas o las reglas rígidas que promueven la manipulación
y la pasividad son las formas más peligrosas que una "revolución"
socialista puede adoptar. Nadie puede establecer la forma exacta del futuro. La
acción espontánea dentro de un contexto específico es necesaria si vamos a
crear una sociedad que responda a las necesidades cambiantes de los individuos
y de los grupos. Los anarquistas creen en formas fluidas: una democracia
participativa a pequeña escala en conjunción con una cooperación y coordinación
colectiva a gran escala (sin perder la iniciativa individual).
De
este modo el anarquismo parece estupendo, pero ¿cómo se podría trabajar? Esa
clase de romanticismo utópico no tendría relación con el mundo real, ¿correcto?
Incorrecto. Los anarquistas han sido exitosos efectivamente (aunque sólo
temporalmente) y en varias ocasiones (ninguna de ellas bien conocida). España y
Francia, en particular, tienen una larga tradición de actividad anarquista, y
fue en estos dos países donde encontré las concreciones más emocionantes del
anarquismo teórico.
Más allá de la teoría: España 1936-1939
La revolución es un asunto del pueblo, una creación popular; la contrarrevolución es asunto del Estado. Así ha sido siempre y así será siempre, ya sea en Rusia, España o China.[4]
Federación Anarquista Ibérica (FAI), Tierra y Libertad, 3 de
julio de 1936
Se cree comúnmente que la llamada Guerra Civil Española ha sido simplemente una lucha entre las fuerzas fascistas de Franco y aquellos que se comprometieron con la democracia liberal. Lo que se ha pasado por alto, o ignorado, es que en España aconteció algo mucho más importante que una guerra civil. Una revolución con una amplia base social que abrazó los principios anarquistas se extendió, de forma concreta en muchas áreas del país. La reducción gradual y la eventual destrucción del movimiento libertario es menos importante que discutir aquí qué lograron realmente las mujeres y los hombres que participaron en ellas. Contra enormes adversidades hicieron un trabajo anarquista.
La
realización de la colectivización anarquista y el autogobierno de los
trabajadores durante la revolución española nos dan un ejemplo clásico de
organización-más-espontaneidad. Tanto en la España rural como en la industrial,
los anarquistas han sido parte de la conciencia popular durante muchos años. En
el campo, la gente tenía una larga tradición de vida comunal; muchos pueblos
todavía comparten una propiedad común o dan partes de su tierra a quienes no la tienen. Décadas de
colectivismo y cooperación rural asentaron las bases para el anarquismo teórico
que llegó a España en 1870 (por intermedio de revolucionario italiano Fanelli,
amigo de Bakunin)
y le dio auge al anarco-sindicalismo, la aplicación de los principios
anarquistas a los sindicatos. La Confederación Nacional
del Trabajo, fundada en 1910, fue la coalición anarco-sindicalista (junto a la Federación Anarquista
Ibérica) que proporcionó la educación y la preparación a las
organizaciones de trabajadores autogestionadas y a las colectivizaciones. Diez
mil libros, periódicos y panfletos alcanzaron casi todos los rincones de España
contribuyeron al conocimiento general del pensamiento anarquista[5].
Los principios anarquistas de cooperación no jerárquica y la iniciativa
individual combinada con las tácticas anarco-sindicalistas de sabotaje, boicot
y combate, así como la capacitación en asuntos productivos y económicos, dieron
a los trabajadores el background [g] para fundar tanto su teoría como su
práctica. Esto condujo a una apropiación espontánea y exitosa tanto de
fábricas como de tierras después de julio de 1936.
Cuando
la derecha española reaccionó ante la victoria electoral del Frente Popular con
la intentona de golpe militar, el 19 de julio de 1936, el pueblo resistió con
tal furor que contuvo a los militares en 24 horas. En este momento, el triunfo
electoral se volvió secundario; había empezado una revolución social total. Por
un lado, los obreros se fueron a huelga o empezaron ellos mismos a hacer
funcionar las fábricas; por otro lado, los campesinos desconocieron a los
terratenientes y empezaron a cultivar los campos por su cuenta. En poco tiempo,
más del 60% del campo español se trabajaba colectivamente, sin terratenientes,
jefes, ni incentivos competitivos. La colectivización industrial tuvo lugar
sobre todo en la provincia de Cataluña, donde la influencia anarco-sindicalista
era más fuerte. No era un logro menor: un 75% de la industria de España se
localizaba entonces en Cataluña[6]. Así, después de 75 años de lucha y
preparación se había logrado la colectivización, mediante la acción colectiva
espontánea de individuos entregados a los principios libertarios.
Pero
¿qué significó esta colectivización en realidad, y cómo funcionó? En general
los colectivos anarquistas funcionaron en dos niveles: 1) en una democracia
participativa a pequeña escala y (2) en una coordinación con control desde
abajo a gran escala. En cada nivel, el objetivo principal era la descentralización
y la iniciativa individual. En fábricas y pueblos, los representantes eran
elegidos para consejos que operaban como cuerpos coordinadores o
administrativos. Las decisiones siempre venían más de las asambleas generales,
a las que todos los trabajadores asistían. Para estar alerta en contra de los
peligros de la representación, los representantes eran los mismos trabajadores,
y en todo momento estaban sujetos al inmediato y periódico reemplazo. Estos
consejos o comités eran las unidades básicas de la autogestión. A
partir de ahí se podían establecer coordinaciones en federaciones autónomas que
unían a trabajadores y acciones de una industria entera o área geográfica. De
este modo, la distribución y el intercambio de bienes se podía realizar, así
como la implementación de programas de alcance más amplio, como el riego, el
transporte y las comunicaciones. Una vez más, el énfasis del proceso estaba en
el de-abajo-hacia-arriba. Este muy difícil equilibrio entre la individualidad y
el colectivismo fue logrado de modo más exitoso por la Federación de Campesinos
de Levante, que incluía a 900 colectivos, también se dio esto en la Federación
de Colectivos de Aragón compuesta por 500 colectivos.
Probablemente
el aspecto más importante de la autogestión sea la equiparación de los
salarios. Esto adoptó diversas formas, pero frecuentemente se usó el sistema de
"salario familiar". Los salarios se pagaban a cada
trabajador en dinero o cupones de acuerdo con las necesidades de él y sus seres
dependientes. Se distribuían libremente los bienes en abundancia, mientras
otros se obtenían con "dinero".
Los
beneficios que produjo esta equiparación de salarios fueron enormes. Después de
que se eliminaran los enormes beneficios/ganancias concentrados en manos de
pocos hombres, el dinero excedente se empleó tanto para modernizar la industria
(compra de nuevas maquinaria, y mejores condiciones de trabajo) como para
desarrollar la agricultura (riego, represas, compra de tractores, etc.). No
sólo hubo mejores productos que se obtenían más eficientemente, sino también
los precios de consumo se redujeron. Esto fue así en diversas fábricas, como
las de textiles, municiones de metal, gas, agua, electricidad, pan, pesca, transporte
municipal, ferrocarriles, servicios telefónicos, productos ópticos,
prestaciones de salud, etc. Los propios trabajadores se beneficiaron con una
jornada semanal de trabajo menor, mejores condiciones de trabajo, el cuidado
libre de la salud, el pago para los cesantes, y un orgullo nuevo en sus
trabajos. La autogestión y el espíritu de ayuda mutua fomentaron la
creatividad; los trabajadores se comprometieron en producir productos que eran
mejores que aquellos producidos en condiciones de explotación. Querían
demostrar que el socialismo funcionaba, y que la competencia y los motivos de
codicia eran innecesarios. En meses, el nivel de vida había aumentado de entre
un 50 a
un 100% en muchas zonas de España.
Los
logros de los anarquistas españoles fueron más allá de unos niveles de vida
alta y una igualdad económica; implicaron la realización de los ideales humanos
básicos: la libertad, la creatividad individual y la cooperación colectiva. Los
colectivos anarquistas españoles no fracasaron: fueron destruidos desde afuera.
Aquellos que creían en el estado fuerte (de izquierdas y de derechas) hicieron
lo posible por borrarlos –de España y de la historia–. El anarquismo triunfante
de unos ocho millones de españoles sólo ahora se comienza a revelar.
Francia 1968
C'est pour toi que tu fais la revolution[7].
[Es para ti que haces la revolución.]
Daniel y Gabriel Cohn-Bendit
[Es para ti que haces la revolución.]
Daniel y Gabriel Cohn-Bendit
El anarquismo ha jugado un papel importante en la historia francesa, pero más que sondear en el pasado, quiero centrarme en los acontecimientos contemporáneos de mayo y junio de 1968. Los sucesos de Mayo del 68 tienen particular significado porque han demostrado que una huelga general y la toma de las fábricas por los trabajadores, así como de las universidades por los estudiantes, pueden darse en un país moderno, capitalista, orientado al consumo. Además, los asuntos abanderados por los estudiantes y los trabajadores de Francia (por ejemplo, la autodeterminación, la calidad de vida) trascienden los límites de clase y tienen enormes implicaciones para la posibilidad de cambio revolucionario en una sociedad de post-escasez[8].
El
22 de marzo de 1968 los estudiantes de la Universidad de Nanterre –entre ellos
el anarquista Daniel Cohn-Bendit– tomaron los edificios administrativos de su
escuela reclamando tanto el fin de la guerra de Vietnam como el de su propia
opresión en cuanto estudiantes. (Sus demandas tenían contenidos similares a las
de los estudiantes desde Columbia a Berlin protestando contra la doctrina in
loco parentis). La universidad había sido clausurada y las manifestaciones se
habían extendido a la
Sorbona. El SNESup (Sindicato Nacional de Enseñanza Superior,
que reunía a maestros de bachillerato y universitarios) llamó a la huelga, y la Unión Nacional de
Estudiantes de Francia (la UNEF) organizó una manifestación para el 6 de mayo.
Ese día los estudiantes y la policía se enfrentaron en el Barrio Latino
de Paris; los manifestantes levantaron barricadas en las calles, y
muchos de ellos fueron brutalmente golpeados por la policía antimotines. Hacia
el 7 de mayo, el número de manifestantes había crecido entre veinte o cincuenta
mil personas, que marchaban hacia la Plaza de l’Étoile cantando La
Internacional. Durante los días siguientes, las escaramuzas
entre manifestantes y policía en el Barrio Latino se volvieron cada vez más
violentas, y el público se indignaba extensivamente ante la represión policial.
Las conversaciones iniciaron entre los sindicatos de trabajadores y profesores
y los de los estudiantes, y la UNEF y la FEN (la federación de maestros) llamaron
a una huelga indefinida y a manifestaciones. El 13 de mayo alrededor de
seiscientas mil personas –estudiantes, profesores y trabajadores– marcharon
protestando por París.
El
mismo día, los trabajadores de la planta de Aviación Sur en Nantes (la ciudad
con las tendencias anarco-sindicalistas más fuertes en Francia[9])
se fueron a huelga. Esta acción desencadenó la huelga general, la más larga de
la historia, que abarcó diez millones de trabajadores –“profesionales, obreros,
intelectuales y jugadores de futbol”[10]–. Los bancos, el correo, las
gasolineras, las tiendas comerciales, todo estaba cerrado; el metro y autobuses
dejaron de circular, y la basura se acumulaba ya que los recolectores se
unieron a la
huelga. La Sorbona fue ocupada por estudiantes, profesores y
todo el que quisiera ir ahí a participar en las discusiones. Los diálogos
políticos que cuestionaban las bases diversas de la sociedad capitalista
francesa duraron días. Por todo París aparecieron carteles y graffitis: Prohibido
prohibir. Por una vida sin horarios. Todo el poder a la imaginación. Más
vida y menos consumo. Mayo y junio se convirtieron en un "asalto al
orden establecido" y un "festival en las calles"[11].
Las antiguas fronteras entre clase media y clase trabajadora se volvieron
insignificantes en cuanto los trabajadores jóvenes y los estudiantes se
encontraron haciendo demandas similares: liberación de todo sistema opresivo y
autoritario (la universidad y la fábrica) y el derecho a tomar decisiones sobre
sus propias vidas.
El
pueblo francés estuvo al borde de una revolución total. Una huelga general
había paralizado al país. Los estudiantes habían tomado las universidades y los
trabajadores las fábricas. Lo que quedaba por hacer era que los trabajadores en
verdad trabajaran las fábricas, para actuar directamente, sin
mediaciones, y sólo se conformarán con la autogestión total. Desafortunadamente
esto no sucedió. La política autoritaria y los métodos burocráticos
difícilmente mueren, y ambos cargaron contra la mayoría de los principales
sindicatos de trabajadores franceses. Como en España, el Partido Comunista
trabajó en contra de la acción directa y espontánea de la gente en las calles:
la Revolución debe ser dirigida desde arriba. Los líderes de la CGT (la
confederación de trabajadores comunista) intentaron evitar el contacto entre
los estudiantes y los trabajadores, y una izquierda unida pronto se volvió
imposible. Como De Gaulle y la policía movilizaron sus fuerzas y la violencia
que estalló fue aún más grande, muchos huelguistas aceptaron concesiones
limitadas a sus demandas (mejores pagos, horarios más cortos, etc.) y volvieron
a trabajar. Los estudiantes continuaron en confrontaciones cada vez más
sangrientas con la policía, pero el momento ya había pasado. Hacia finales de junio,
Francia había regresado a la "normalidad" bajo el mismo el mismo y
viejo régimen gaullista.
Lo
que pasó en Francia en 1968 está conectado vitalmente con la revolución
española de 1936; en ambos casos los principios anarquistas no sólo se
discutieron, sino también se implementaron. El hecho de que los trabajadores
franceses no lograran la autogestión del trabajo puede ser porque el
anarco-sindicalismo no tenía tanta presencia en Francia en los años anteriores
a 1968, como sí la tuvo en España antes de 1936. Por supuesto esta es una gran
simplificación, la explicación para una revolución “fallida” pueden ser
interminables. Lo que es crucial aquí, una vez más, es el hecho que en verdad
ocurrió. Mayo-junio del 68 se refuta la creencia de que la revolución es
imposible en un país capitalista avanzado. Los hijos de las clases medias
francesas y trabajadoras, criados hacia la pasividad, el consumismo ciego y/o
el trabajo alienado, rechazaban mucho más que el capitalismo. Cuestionaron la
autoridad misma, al demandar el derecho a una existencia libre y con sentido.
Las razones para la revolución en una sociedad industrial moderna ya no se
limitaba al hambre y a la escasez material; incorporaron el deseo de la
liberación humana de todas las formas de dominación, en esencia un cambio
radical en la "calidad de vida cotidiana"[12].
Asumieron la necesidad de una sociedad libertaria. El anarquismo ya no puede
seguir siendo considerado un anacronismo.
Se
dice a menudo que los anarquistas viven en un mundo de sueños por venir y que
no ven las cosas que suceden en el presente. Pero sólo las vemos demasiado
bien, como son en realidad, y eso nos hace portar el hacha en el bosque de los
prejuicios que nos acosan. [13]
Piotr Kropotkin
Hay dos razones principales que explican el fracaso de la revolución en Francia: 1) una preparación inadecuada en teoría y práctica del anarquismo, y 2) el vasto poder del Estado, en combinación con el autoritarismo y la burocracia, potencialmente favorable a grupos izquierdistas. En España, la revolución se propagó más y fue más tenaz a causa de la preparación extensiva. Con todo, finalmente fue aplastada por un Estado fascista y una izquierda autoritaria. Es importante considerar estos dos factores en relación con la situación actual en los Estados Unidos. No sólo tenemos el parámetro de un Estado cuyas fuerzas armadas, policía, y armas nucleares pueden destruir instantáneamente a toda la humanidad, sino también nos encontramos enfrentados a una reverencia dominante hacia la autoridad y las jerarquías cuya continuidad se asegura día a día a través de una clase de pasividad doméstica cultivada por la familia, la escuela, la iglesia y la pantalla de la televisión. Además, los Estados Unidos son un país inmenso, con sólo una pequeña y esporádica historia de actividad anarquista. Podría parecer que no sólo no estamos preparados, sino que estamos mutilados por un Estado mucho más poderoso que el de Francia y España juntos. Decir que luchamos en contra de una fuerza superior sería una socarronería.
Pero
¿adónde nos conduce el definir al Enemigo como un gigante despiadado e
invencible? Si no nos permitimos ser paralizados por el fatalismo y la
futilidad, nos puede obligar a redefinir la revolución en un sentido que podría
centrarse en el anarco-feminismo como el marco en el cual plantear la lucha por
la liberación humana. Son las mujeres las que ahora tienen las claves para los
nuevos conceptos de revolución, las mujeres que se dan cuenta que esa
revolución ya no significa la toma del poder o la dominación de un grupo sobre
otro –bajo ninguna circunstancia y por ningún lapso de tiempo–.
Es la dominación misma la que debe ser abolida. La sobrevivencia del planeta
depende de esto. No se puede seguir permitiendo a los hombres que sólo quieran
manipular el medio ambiente para sus intereses personales, del mismo modo que
no se les puede seguir permitiendo que destruyan sistemáticamente a toda la humanidad. La
presencia de la jerarquía y el pensamiento autoritario amenazan la existencia
humana y del planeta. La liberación global y la política libertaria se han
vuelto necesarias, no sólo ensueños utópicos. Debemos “producir las
condiciones de vida para sobrevivir”[14].
El
centrarnos en el anarco-feminismo como el necesario marco revolucionario para
nuestra lucha no es negar la inmensa tarea que tenemos delante. Sólo vemos
efectivamente "demasiado bien" las causas de nuestra opresión y el
inmenso poder del Enemigo. Pero también vemos que el camino para salir de este
ciclo histórico mortal, de revoluciones incompletas o fallidas, requiere de
nuestra parte nuevas definiciones y nuevas tácticas –algunas que apunten a una
clase de proceso de "vaciamiento"[15], que describiremos abajo en la
sección "Haciendo real la utopía". Como mujeres estamos bien situadas
para participar en este proceso. Alternativas [underground] por
años, hemos aprendido a ser sigilosas, sutiles, silenciosas, tenaces,
agudamente sensibles y expertas con las habilidades comunicativas, después de
años de trabajo encubierto y clandestino.
Por
nuestra propia sobrevivencia, aprendimos a tejer redes de rebeldía que eran
invisibles a los ojos "expertos".
Sabemos
cómo luce una bota
vista
desde abajo
conocemos
la filosofía de las botas
Pronto
invadiremos todo
como
maleza silenciosa
Las
plantas prisioneras se rebelarán
junto
a nosotras
derribaremos
las cercas
y
las murallas de ladrillo caerán.
No
habrá más botas.
Por
el momento consumimos basura
y
dormimos, mientras esperamos
debajo
de tus pies.
Cuando
digamos "al ataque"
no
oiréis nada
al
principio.[16]
La preparación anarquista no es inexistente en este país. Existe en las mentes y acciones de las mujeres que se preparan a sí mismas (a menudo sin saberlo) para una revolución cuyas formas destruirán la inevitabilidad histórica y el proceso de la historia misma.
El anarquismo y el Movimiento de las Mujeres
El desarrollo de la sororidad es una amenaza única, porque se dirige contra el modelo social y psíquico básico del dominio jerárquico…[17]
Mary Daly
Por
todo el país, grupos independientes de mujeres comenzaron funcionando sin
estructura, líderes y otros factótum de la izquierda masculina, generando
espontánea e independientement organizaciones similares a las de los
anarquistas de hace años y otros escenarios. No es casualidad.[18]
Cathy Levine
No
toqué el tema del papel de las mujeres en España y Francia, ya que éste puede
resumirse en una sola palabra: inalterado. Los hombres anarquistas han sido un
poco más benévolos que los hombres de todas partes respecto al sometimiento que
ejercen sobre las mujeres[19]. Por esto la absoluta necesidad de
una revolución anarquista feminista; de otro modo los mismos principios del
anarquismo se volverían una hipocresía.
El
movimiento actual de mujeres y el análisis feminista radical de la sociedad han
contribuido mucho al pensamiento libertario. De hecho, sostengo que durante
años las feministas han sido anarquistas de un modo inconsciente tanto en la
teoría como en la
práctica. Ahora necesitamos llegar a darnos cuenta conscientemente
de las conexiones entre anarquismo y feminismo y usar este marco para nuestros
pensamientos y acciones. Tenemos que ser capaces de ver muy claramente adónde
queremos ir y cómo lo conseguiremos. Para ser más efectivas, para crear el
futuro que intuimos como posible, debemos darnos cuenta que lo que queremos no
es sólo un cambio sino una transformación total.
La
perspectiva feminista radical es casi puro anarquismo. La teoría básica postula
la familia nuclear como la base de todo sistema autoritario. La lección que
aprenden los niños, del padre al maestro, al jefe y a Dios, es OBEDECER la gran
voz anónima de la
Autoridad. Pasar de la niñez a la adultez es llegar a ser un
autómata consumado, incapaz de cuestionar ni aún de pensar claramente. Llegamos
a ser un norteamericano promedio, creyendo todo lo que se nos han contado y
aceptando indiferentemente la destrucción de la vida de todo nuestro alrededor.
Las
feministas estamos lidiando con un proceso de chaqueta mental [mind-fucking]
–la actitud dominante masculina hacia el mundo externo que sólo permite
relaciones sujeto-objeto–. La política masculina tradicional reduce a los
humanos al estatus de objeto y entonces los domina y manipula según “fines”
abstractos. No obstante, las mujeres estamos intentando desarrollar una
conciencia del "Otro" en todos los terrenos. Vemos las relaciones
sujeto-a-sujeto no sólo deseables sino necesarias. (Algunas hemos optado por
trabajar y amar sólo a mujeres justo por esta razón –este tipo de relaciones
son mucho más posibles–). Estamos trabajando juntas para expandir nuestra
empatía y comprensión hacia otros seres vivos e identificarnos con ellos, en
vez de objetivarlos y manipularlos. En este momento, el respeto por toda la
vida es un prerrequisito para nuestra supervivencia.
La
teoría feminista radical también critica los patrones de pensamiento jerárquico
–en los que la racionalidad domina la sensualidad, la mente domina la
intuición, y donde las divisiones y polaridades persistentes (activo/pasivo,
niño/adulto, sano/insano, trabajo/juego, esponetaneidad/organización) nos
alinean de la experiencia mente-cuerpo como un Todo de un Continuum de
experiencia humana. Las mujeres estamos intentando liberarnos de estas
divisiones, para vivir en armonía con el universo como un todo, para ser
humanas integrales dedicadas a la sanación colectiva de nuestras heridas y
escisiones individuales.
En
la práctica real dentro del Movimiento de Mujeres, las feministas han tenido
tanto éxitos como fracasos al abolir la jerarquía y la dominación. Me
parece que las mujeres frecuentemente hablan y actúan como anarquistas
"intuitivas", esto es, nos aproximamos, o nos acercamos,
a una negación completa de todo pensamiento y organización patriarcal. Sin
embargo, este acercamiento está obstaculizado por las formas poderosas e
insidiosas que toma el patriarcado –en nuestras mentes y en nuestras relaciones
con otras/os–. Vivir dentro y estar condicionadas por una sociedad autoritaria
a menudo nos impide hacer esas conexiones importantísimas entre feminismo y
anarquismo. Cuando decimos que estamos combatiendo el patriarcado, no siempre
es claro lo que significa combatir toda jerarquía, todo liderazgo,
todo gobierno ni la misma idea de autoridad. Nuestras tendencias hacia
el trabajo colectivo y hacia los pequeños grupos sin líderes han sido anarquistas,
pero en la mayoría de los casos no las hemos llamado con ese nombre. Y
esto es importante porque una comprensión del feminismo como anarquismo nos
podría catapultar a las mujeres fuera del reformismo y de las soluciones
provisionales hacia una confrontación revolucionaria en contra de la naturaleza
básica de la política autoritaria.
Si
queremos "hacer caer el patriarcado", necesitamos hablar de
anarquismo para saber qué significa exactamente y usarlo como marco para
transformarnos a nosotras mismas y las estructuras de nuestra vida cotidiana.
Feminismo no significa poder empresarial femenino ni mujer presidenta;
significa ausencia de poder empresarial y ausencia de
presidentes. La Enmienda sobre la Igualdad de Derechos no transforma la
sociedad, sólo le da a las mujeres el "derecho" de ingresar a una
economía jerárquica. Desafiar el sexismo significa desafiar toda
jerarquía –económica, política y personal–. Y esto significa una revolución
anarco-feminista.
Específicamente,
¿cuándo hemos sido anarquistas las feministas y cuándo nos hemos quedado
cortas? Con la segunda oleada del feminismo que se extendió en todo el país a
finales de los 60, las formas que adoptaron los grupos de mujeres
reflejaban frecuentemente una conciencia libertaria no declarada. En la
rebelión contra el juego de poder competitivo, de la jerarquía impersonal y las
tácticas de organización de masas de la política masculina, las mujeres se
dividieron en pequeños grupos concientizadores, sin líderes, que se ocupaban de
asuntos personales de nuestras vidas cotidiana. Cara a cara intentamos llegar a
la causa profunda de nuestra opresión compartiendo nuestras experiencias y
percepciones desvalorizadas hasta ahora. Hemos aprendido unas de otras que la
política no está "allá afuera" sino en nuestras mentes y cuerpos y
entre los individuos. Las relaciones personales pueden y efectivamente nos han
oprimido en cuanto clase política. Nuestra miseria y las recriminaciones en
contra de nosotras mismas eran el resultado directo de la dominación masculina
–en el hogar, la calle, el trabajo y la organización política.
Así,
en muchas áreas sin conexión entre sí en los Estados Unidos, los grupos C-R [Counsiousness
Raising: grupos concientizadores, N. de T.] se desarrollaron como una
(re)acción directa y espontánea en contra de las formas patriarcales. El
énfasis en los pequeños grupos como unidad de básica de organización, en lo
personal y lo político, en el antiautoritarismo, y en la acción directa
espontánea era esencialmente anarquista. Pero ¿dónde quedaron los años de
preparación que animaron las actividades revolucionarias españolas? La
estructura de los grupos de mujeres tenía un parecido sorprendente con los
grupos de tendencias anarquistas dentro de las organizaciones
anarco-sindicalistas en España, Francia y muchos otros países. Sin embargo, no
nos proclamamos anarquistas, ni nos organizamos conscientemente en torno a
principios anarquistas. En ese tiempo ni siquiera teníamos una red alternativa
de comunicaciones ni de intercambio ideas y capacidades. En el pasado el
movimiento de mujeres fue más que un puñado de grupos aislados que iban a tientas
en la oscuridad buscando respuestas, el anarquismo como ideal no especificado
existía en nuestras mentes.
Tengo
la creencia de que esto situó a las mujeres en la posición única de ser las
portadoras de una conciencia anarquista penetrante, la cual, si es articulada y
concretizada, puede llevarnos más lejos que cualquier grupo que haya buscado el
logro de la revolución total. El anarquismo intuitivo de las mujeres, si se
clarifica y pule es un salto hacia delante (o más allá) en la lucha por la
liberación humana. La teoría feminista radical aclama al feminismo como la Revolución Definitiva.
Esto es cierto si, y sólo si, reconocemos y afirmamos
nuestras raíces anarquistas. En el momento en que dejemos de ver la conexión
feminista con el anarquismo, nos quedaremos cortas ante la revolución y
estaremos entrampadas en la "vieja rutina política masculina". Es el
momento de dejar de ir a tientas en la oscuridad y ver qué hemos hecho, y
hacemos, encaminadas hacia el horizonte del lugar dónde queremos finalmente estar.
Los
grupos C-R fueron un buen comienzo, pero a menudo se empantanaron en
conversaciones sobre problemas personales que no saltaban a la acción directa y
la confrontación política. Los grupos que se organizaron alrededor de asuntos o
proyectos específicos a veces encontraron que la "tiranía de la falta de estructuras" podía ser tan
destructiva como la "tiranía de la tiranía"[20].
El fracaso en integrar la organización con la espontaneidad hizo aparecer a
algunas con más capacidades o carisma personal como líderes. Aquellas que se
encontraron a sí mismas siguiendo escaramuzas, cazas de brujas y luchas de
poder sintieron resentimiento y frustración. Muy a menudo esto terminaba en una
total falta de operatividad, o bien en adherencia como respuesta violenta a
"lo único que necesitamos es más estructuras" (en el viejo y decadente
sentido masculino del término).
Una
vez más, pienso que lo que hizo falta fue un análisis anarquista explícito. La
organización no tiene por que sofocar la espontaneidad ni seguir patrones
jerárquicos. Los grupos o proyectos de mujeres que han tenido más éxito son los
que han experimentado con estructuras flexibles y variadas: la rotación de
tareas y cargos, el compartir todas las habilidades, el acceso igual a la
información y a las fuentes, el no monopolizar la toma de decisiones y el darse
tiempo para las discusiones. Este último elemento estructural es importante
porque comprende los esfuerzos continuos de los miembros del grupo para vigilar
la “sigilosa política del poder”. Si las mujeres se comprometen verbalmente en
el trabajo colectivo, esto requiere una verdadera lucha para desaprender la
pasividad (para eliminar a las "seguidoras") y para compartir
habilidades y conocimientos (para evitar "líderes"). Esto no
significa que no podamos inspirarnos en las palabras y en la vida de otros; las
acciones fuertes de individuas fuertes pueden ser contagiosas y por eso
importantes. Pero debemos evitar caer en antiguos patrones de conducta.
En
el lado positivo, la estructura del movimiento de mujeres emergente en los
últimos años ha seguido un patrón anarquista de grupos orientados por pequeños
proyectos tejiendo una red alternativa de comunicaciones y acciones colectivas
en torno a temas concretos. El éxito parcial en evitar líderes/”estrellas” y la
difusión de proyectos pequeños (Centros para víctimas de violaciones, Colectivos
de Salud de mujeres) en todo el país ha hecho extremadamente difícil que una
sola persona o un grupo hagan decaer el movimiento de mujeres. El feminismo es
un monstruo con muchas cabezas que no puede ser destruido por una decapitación
particular. Nos propagamos y crecemos por vías incomprensibles para una
mentalidad patriarcal.
De
cualquier modo esto no significa subestimar el poder del Enemigo. La forma más
traicionera que puede adoptar este poder es la cooptación, que se alimenta de
cualquier visión corta no anarquista del feminismo como mero “cambio
social”.Pensar el sexismo como un mal que puede ser erradicado con la
participación femenina tal como van las cosas es afianzar la dominación y la opresión. El
“feminismo” capitalista es una contradicción en los términos. Cuando
establecemos cooperativas de ahorro y crédito, restaurantes, librerías, etc.,
de mujeres, debemos tener claro que lo estamos haciendo por nuestra propia
sobrevivencia, por el objetivo de crear un contra-sistema, cuyos procesos contradicen
y retan la competencia, el lucro personal y todas las formas de opresión
económica. Debemos comprometernos a "vivir en los límites"[21],
con valores anti-capitalistas y no consumistas. No queremos la integración ni
un golpe de estado, el cual "traspasaría el poder de un conjunto de chicos
a otro conjuntos de chicos"[22]. Lo que pedimos es nada menos que
la revolución total, revolución cuyas forman inventen un futuro limpio de
injusticias, dominación o falta de respeto por las variaciones individuales, en
resumen, una revolución feminista-anarquista. Creo que las mujeres hemos sabido
siempre cómo movernos en dirección hacia la liberación humana; sólo necesitamos
sacudir las formas políticas masculinas y los dictums y focos de nuestros
propios análisis femenino anarquistas.
¿Adónde vamos desde aquí? Realizando la Utopía
"Ah, tu visión es mierda romántica, religiosidad sensiblera, idealismo endeble". "Estás metida en la poesía, porque no puedes producir detalles concretos". Así me dice la vocecita detrás de mi (¿tu?) cabeza. Pero el frente de mi cabeza sabe que si estuvieras cerca de mí, podríamos hablar. Y que en nuestra plática podríamos llegar a descripciones (concretas, detalladas) de cómo tal y cual cosa pueden suceder, cómo esta o aquella podrían resolverse. Lo que realmente le falta a mi visión son cuerpos humanos concretos, detallados. Entonces no habría una endeble visión, habría una realidad encarnada.[23]
Su Negrin
En lugar de sentirnos ahora desanimadas y aisladas, deberíamos estar en nuestros pequeños grupos de discusión planificando, creando y problematizando…siempre deberíamos estar comprometiéndonos y generando acciones feministas, porque de este modo nos desarrollaríamos lentamente. A falta de este trabajo las mujeres consumen tranquilizantes, se enferman y se suicidan.[24]
Cathy Levine
Aquellas entre nosotras que vivimos con excitación marchas, huelgas estudiantiles y REVOLUCIÓN, AHORA en los años 60, podríamos encontrarnos desilusionadas y francamente cínicas frente a cualquier suceso en los 70. Rendirse o renunciar (¿matrimonio “abierto”?, ¿capitalismo hippie?, ¿el gurú Maharaji?) parece más fácil que enfrentar el propecto de décadas de lucha y quizás incluso que el fracaso definitivo. En este momento, necesitamos un marco general para hacer pasar el proceso de revolución. Sin ella, estamos condenadas a una lucha aislada, sin salida, o la solución individual. El tipo de plataforma o punto de unión de esfuerzos que proporciona el anarco-feminismo puede aparecer como un prerrequisito para sostener cualquier intento para alcanzar horizontes utópicos. Si miramos a España y Francia vemos que la verdadera revolución no es "ni un acontecimiento accidental ni una maquinación desde arriba en busca de cuotas de poder"[25]. Toma años de preparación: intercambiando ideas e informaciones, realizando cambios en la conciencia y en las acciones y creando alternativas económicas y políticas a las estructuras jerárquicas del capitalismo. Requiere que la acción directa espontánea pase de los individuos autónomos a la confrontación política colectiva. Es importante "liberar la mente" y la vida personal, pero no es suficiente, la liberación no es una experiencia solitaria, forma parte de la coordinación con otros seres humanos. No hay una "liberación de mujeres" individual.
Por
eso hablo acerca de un proceso a largo plazo, de una serie de acciones en las
que desaprendamos la pasividad y aprendamos a tomar el control de nuestras
propias vidas. Me refiero a un proceso de "vaciamiento" del sistema
actual a través de la creación de alternativas mentales y físicas (concretas)
para el estado actual de cosas. La imagen romántica de una banda pequeña de
guerrilleros derrocando al gobierno de los EE.UU. es obsoleta (como lo es la
política masculina) y básicamente sin relevancia para esta concepción de
revolución. Seríamos aplastadas si lo intentáramos. En cambio, como decía un
cartel: "No queremos derrocar el gobierno, sino generar una situación en
la que éste desaparezca haciéndole perder el lugar que tiene". Eso es lo
que sucedió (temporalmente) en España, y casi sucedió en Francia. Es un debate
abierto el si es necesaria la resistencia armada. El principio anarquista de
"el medio crea el fin" pareciera implicar pacifismo, pero el poder
del Estado es tan grande que es difícil descartar totalmente la no violencia.
(La resistencia armada fue crucial en la Revolución Española
y parecía que en Francia pudo serlo también). Sin embargo, la cuestión del
pacifismo puede llevarnos a otra discusión, y lo que me interesa aquí es
enfatizar la necesidad de una preparación para transformar la sociedad, una
preparación que incluya una plataforma anarco-feminista, paciencia
revolucionaria a largo plazo y una activa confrontación continua con las
actitudes patriarcales enquistadas.
Hemos
estado involucradas mucho tiempo en reales tácticas de preparación. Necesitamos
continuar y desarrollarlas más allá. Las visualizo funcionando en tres niveles:
(1) educativo (intercambio de ideas y experiencias), (2) económico-político, y
(3) personal-político
La
"Educación"
genera aceptación, pero no quiere decir “llevar la palabra a las masas",
ni hacer sentir culpables a los individuos al prescribirles formas de ser.
Estoy hablando acerca de muchos métodos que hemos desarrollado para compartir
nuestras vidas con otros –desde la escritura (nuestra red de publicaciones
feministas), los grupos de estudio, los programas de radio y TV, a las
manifestaciones, las marchas y el teatro callejero. Los medios masivos de
comunicación parecerían ser un terreno importante para la comunicación
revolucionaria y la influencia –basta pensar cómo nuestras propias vidas fueron
de-formadas por la radio y la TV[26]–. Vistas aisladamente, estas cosas
pueden parecer ineficaces, pero la gente realmente cambia escribiendo,
leyendo, conversando y escuchando a otros, así como participando activamente en
movimientos políticos. Salir a la calle juntos destruye la pasividad y genera
un espíritu de esfuerzo colectivo y energía vital que pueden ayudar a
sostenernos y transformarnos. Mi propia transformación de una niña
norteamericana promedio a una anarco-feminista fue el producto de una década de
lectura, discusiones y participación con muchos tipos de personas y políticos
–desde el Medio Oeste al Oeste y a la Costa Este-. Mis
experiencias pueden ser únicas en algún sentido, pero no son, creo,
extraordinarias. En muchos, muchos lugares en este país, la gente comienza a
cuestionarse lentamente la forma en que ha sido condicionada en la aceptación y
la pasividad. Dios
y el Gobierno ya no son las autoridades definitivas que fueron una vez. Esto no
quiere decir que minimicemos el alcance del poder de la Iglesia y el Estado,
sino más bien enfatizamos que los cambios en apariencia intrascendentes en el
pensamiento y el comportamiento, cuando se traducen en acciones colectivas,
constituyen un desafío real al patriarcado.
Las
tácticas económico-políticas caen dentro de la acción directa y de la
"resuelta ilegalidad" (término de Daniel Guerin). El
anarco-sindicalismo especifica tres modos de acción directa: el sabotaje, la
huelga y el boicot. Sabotaje significa: "obstruir el proceso de producción
normal por todos los medios posibles"[27]. Con más y más frecuencia,
personas influenciadas inconscientemente por los valores del cambio social
practican el sabotaje. Por ejemplo, el ausentismo laboral sistemático es
practicado tanto por oficinistas como por obreros. Desafiar a los empleadores
puede hacerse de un modo sutil al trabajar lentamente, o descaradamente
cagándola [fuck-up]. El hacer el mínimo trabajo y lo más lento posible
es una práctica habitual de los empleados, como lo es el entorpecer el proceso
trabajo (a menudo como una táctica sindical durante una huelga). Testimonios
comunes son el archivar mal los documentos o perder un “papel importante” de
las secretarias, o el cambio continuo de los letreros de destino en los trenes
durante la huelga de ferrocarriles en Italia, en 1967.
Las
tácticas de sabotaje pueden usarse para hacer más efectivas las huelgas. La
huelga por sí misma es el arma más importante de los trabajadores. Cualquier
huelga particular tiene el potencial de paralizar el sistema si se extiende a
otras industrias y llega a ser una huelga general. La revolución social total
es entonces el paso siguiente. Por supuesto, la autogestión de los trabajadores
(al igual que un sentido claro de cómo llegar a ella y mantenerla) es el
objetivo final de la huelga general, de otro modo será una revolución abortada
(como en Francia en 1968).
El
boicot también puede ser una estrategia poderosa de una huelga o sindicato (por
ejemplo, el boicot de uvas, lechuga y vinos de los no sindicalizados
y el de los pantalones Farah). Además, se puede usar para forzar cambios
económicos o sociales. Rehusarse a votar, a pagar impuestos o a participar en
la competencia y consumismo capitalistas son acciones importantes cuando se
acompañan de alternativas, estructuras sin fines de lucro (ollas comunes,
colectivos de salud y jurídicos, ropa reciclada y librerías, escuelas
populares, etc.). El consumismo es uno de los bastiones del capitalismo.
Boicotear no comprando (especialmente aquellos productos con caducidad y
aquellos anunciados ofensivamente) es una táctica que tiene el poder de cambiar
la "calidad de la vida cotidiana". Rehusarse a votar a menudo se
practica con desencanto y pasividad más que como una afirmación política
consciente contra una seudo-democracia donde el poder y el dinero eligen una
elite política. No votar puede significar algo más que consentir en silencio,
si estamos participando simultáneamente en la creación de genuinas formas
democráticas en una red alternativa de grupos de afinidad anarquista.
Esto
nos lleva a la tercera táctica la personal/política, que está, por supuesto,
vitalmente conectada con las otras dos. Los grupos de afinidad anarquistas han
sido una estructura organizacional revolucionaria por mucho tiempo. En los
sindicatos anarco-sindicalistas, funcionan como campos de entrenamiento para
fines de corto plazo, más “permanente” es el trabajo de los colectivos (como
una alternativa a la profesionalización y al elitismo de las carreras), o
pueden colectivos vivos donde los individuos aprenden a librarse ellos mismos
de la dominación y posesión en sus relaciones de uno a uno. Potencialmente, los
grupos de afinidad anarquista son la base en donde podemos construir una nueva
sociedad libertaria, no jerárquica. Las forma de vida y trabajo cambia la forma
en que pensamos y percibimos (y viceversa), y cuando los cambios en la
conciencia llegan a ser cambios en la acción y el comportamiento, la revolución
ha comenzado.
El
realizar la Utopía implica muchos niveles de lucha. Además, para especificar
tácticas que pueden ser desarrolladas y cambiadas constantemente, necesitamos
la tenacidad política: la fuerza y habilidad para ver más allá del presente un
futuro gozoso, revolucionario. Para llegar desde aquí ahí se requiere más que
un salto de fe. Nos demanda a cada una de nosotras un compromiso diario, de
largo plazo, para posibilitar la acción directa.
La transformación del futuro
La creación de una cultura femenina es un proceso tan omnipresente como podamos imaginar, puesto que es participación en una VISIÓN renovadamente desplegada en todo, desde nuestras pláticas con amigas a los boicots a la carne, a asumir el control sobre los locales de las guarderías para niñas/os, a hacer el amor con una hermana. Es revelador, indefinible, excepto como un proceso de cambio. La cultura de mujeres nos exorciza a todas, nombrando, creando hacia la visión de armonía con nosotras mismas, con los otros y con nuestra hermana tierra. En los últimos diez años hemos avanzado más rápido y más cerca que nunca antes en la historia del patriarcado para acabar con su poder… lo que ocasiona una esperanza jubilosa – salvaje, contagiosa, invencible, loca ¡ESPERANZA!…La esperanza, el triunfo de la vida sobre la muerte, sobre la desesperanza y el sinsentido que veo ahora –como una encantadora de la fe en la VISIÓN DE MUJER…[28]
Laurel, Hacia una imagen de mujer
Solía pensar que si la revolución no sucedía mañana, todas nos condenaríamos un destino catastrófico (o, por lo menos, catatónico). Ya no creo en eso de un "antes y después de la revolución" y pienso que de este modo nos hemos librado del fracaso y la desesperación. Creo realmente que lo que necesitamos todas, lo que requerimos absolutamente, para continuar luchando (a pesar de la opresión cotidiana de nuestras vidas) es la ESPERANZA, esto es, una visión del futuro tan hermosa y poderosa que nos impulse firmemente hacia una creación de abajo-arriba de un mundo interno y externo, ambos habitables y auto-gratificantes para todos [h]. Creo que la esperanza existe –que está en la "imagen de mujer" de Laurel, en la "valentía existencial"[29] de Mary Daly y en el anarco-feminismo. Nuestras voces distintas describen el mismo sueño, y "sólo el sueño puede hacer añicos las piedras que bloquean nuestras bocas"[30]. Mientras hablamos, cambiamos y como cambiamos, nos transformamos a nosotras mismas y al futuro simultáneamente.
Es cierto que no hay solución, individual ni de otro
tipo, en nuestra sociedad[31]. Pero si somos capaces de
contrarrestar este más bien deprimente conocimiento con tomar conciencia de la
metamorfosis radical que hemos experimentado –en nuestras conciencias y en
nuestras vidas–, acaso podamos tener el valor de continuar creando lo que
SOÑAMOS, lo posible. Obviamente, no es fácil enfrentar la opresión cotidiana y
mantener la esperanza.
Pero es nuestra única oportunidad. Si abandonamos la
esperanza (la habilidad de ver conexiones para soñar el presente en el futuro),
entonces ya habremos perdido. La esperanza es la herramienta revolucionaria más
poderosa de la mujer; es lo que nos damos unas a otras cada vez que compartimos
nuestras vidas, nuestro trabajo y nuestro amor. Nos impulsa a salir de la
recriminación en contra de nosotras mismas, la autoculpabilización y el
fatalismo que nos mantiene prisioneras en celdas separadas. Si nos rendimos
ahora ante la depresión y la desesperación, aceptaremos la inevitabilidad de la
política autoritaria y la dominación patriarcal (“la desesperanza es la peor
traición, la seducción más fría: creer al fin que el enemigo triunfará”,[32]
Marge Piercy). No debemos permitir que nuestra pena y rabia se apague en la
desesperanza o en semi-"soluciones". Nada de lo que hagamos es
suficiente, pero, por otro lado, esos "pequeños cambios" que hacemos
en nuestras mentes, en nuestras vidas, las vidas de los otros, no son totalmente
fútiles ni ineficaces. Toma mucho tiempo una revolución: es algo a la vez que
una prepara y vive ahora. La transformación del futuro no será instantánea,
pero puede ser total… una continuum de pensamiento y acción,
individualidad y colectividad, espontaneidad y organización, explayándose desde
lo que hay hasta lo que puede ser.
El
anarquismo proporciona una plataforma para esta transformación. Es una visión,
un sueño, una posibilidad, que llega a ser "real" cuando la vivenciamos. El
feminismo es la conexión que enlaza el anarquismo con el futuro. Cuando
finalmente vemos esa conexión con claridad, cuando mantenemos esa visión,
cuando nos rehusamos a que se nos viole la ESPERANZA, estaremos pasando el
límite de la nada hacia un ser ahora apenas imaginable. La visión de mujer que
es el anarco-feminismo la hemos llevado dentro de nuestros cuerpos de mujeres
por siglos. "Será una lucha continua en cada una de nosotras, el parir
esta visión"[33], pero debemos hacerlo. Debemos "conducir
nuestra rabia como elefantes en batalla":
Somos sonámbulas
incomodadas por ráfagas de pesadillas,
encerramos nuestra visión en cuartos con llave, renunciando,
encerramos nuestra visión en cuartos con llave, renunciando,
Sólo
cuando rompamos el espejo y remontemos en nuestra visión,
sólo
cuando seamos el viento que fluye y canta a la vez,
sólo
en el sueño donde nos hagamos lanzas con nuestros huesos,
porque al fin somos reales
y estamos despiertas.[34]
Notas en letra:
[c] N.T. En el texto original aparece el nombre del cereal para niños: Pablum, hecho por Mead Jonson Company desde 1931.
[d]
N.T. La autora hace un juego de palabras entre las homónofonas history,
“historia”, y his-story, “la historia de él”.
[e]
N.T. La autora subraya las palabras que componen el término inglés mandkind (‘humanidad’):
‘clase’, kind, y ‘hombre’, man, ‘clase de hombres’.
[f] N.T.:
“to see reds”, en el texto original, sería enojarse, pero la autora también
haría referencia, por el contraste con los grises, a que vio en colores, y
asociaría en particular su visión al rojo revolucionario.
[g] N.T.: Background,
“fondo”, “base”, también “experiencia”.
[h] Nota de la autora: Por
autogratificante comprendo no sólo las necesidades en términos de
sobrevivencia (suficiente alimento, vestido, cobijo, etc.), sino también las
necesidades psicológicas propias (por ejemplo, un ambiente no opresivo que
acoja la libertad total de elegir entre alternativas específicas, concretamente
posibles).
... y notas numeradas:
[1] Emma Goldman, "Anarchism: What It Really Stands For," Red Emma Speaks, Vintage Books, 1972, p.59. [en español, “Anarquismo: lo que significa realmente”, disponible en: http://marxists.org/espanol/goldman/1910/002.htm ]
[2] Su Negrin, Begin
at Start, Times Change Press, 1972, p. 128.
[3] Murray Bookchin,
“On Spontaneity and Organization”, Liberation, March, 1972, p.6.
[4] Paul Berman , Quotations from the Anarchists, Praeger
Publishers, 1972, p. 68.
[5] Sam Doigoff, The
Anarchist Collectives, Free Life Editions, 1974, p. 27.
[6] Ibid., pp. 6, 7,
85.
[7] Daniel and Gabriel
Cohn-Bendit, Obsolete Communism - The Left Wing Alternative,
McGraw-Hill, 1968, p. 256.
[8]
Véase Murray Bookchin, Post Scarcity Anarchism, Ramparts Press, 1974,
para un análisis intuitivo de los eventos de mayo-junio y una discusión del
potencial revolucionario en una sociedad tecnológica.
[9] Ibid., p. 262.
[10] Ibid., p. 250.
[11] Bookchin, On
Spontaneity and Organization, pp. 11-12.
[12] Bookchin, Post
Scarcity Anarchism, p. 249.
[13] Berman, p. 146.
[14] Bookchin, Post
Scarcity Anarchism, p. 40.
[15] Bookchin, On
Spontaneity and Organization, p. 10.
[16] 16. Margaret
Atwood, "Song of the Worms",
You Are Happy, Harper & Row, 1974, p. 35.
[17] 17. Mary Daly, Beyond
God the Father, Beacon Press, 1973, p. 133.
[18] Cathy Levine,
"The Tyranny of Tyranny", Black Rose 1, p.56. [En español, “La tiranía de la tiranía”, disponible
en: http://www.nodo50.org/mujerescreativas/Cathy%20Levine.htm
]
[19]
19. Temma Kaplan del Departamento de Historia de la UCLA ha hecho una
investigación considerable sobre los grupos de mujeres anarquistas (en español:
"Mujeres Libres") en la revolución española. Véase también Liz Willis, Women
in the Spanish Revolution, Solidarity Pamphlet No. 48.
[20] Véase de Joreen
"The Tyranny of Structurelessness", Second Wave, Vol. 2, No.
1, and Cathy Levine's "The Tyranny of Tyranny", Black Rose 1.
[21] Daly, p.55.
[22] Robin Morgan,
conferencia en Boston College, Boston,
Mass., Nov., 1973.
[23]
Negrin, p. 171.
[24]
Levine, p. 50.
[25]
Doigoff, p. 19.
[26]
Los Cohn-Bendit plantean que un error importante en París de 1968 fue la
insuficiencia de tomar el control completo de los medios de comunicación,
especialmente la radio y la TV.
[27] Goldman,
"Syndicalism: Its Theory and Practice", Red Emma Speaks, p.
71.
[28] Laurel, "Towards a Woman Vision", Amazon
Quarterly, Vol. 1, Issue 2, p. 40.
[29] Daly, p. 23.
[30] Marge Piercy,
"Provocation of the Dream".
[31] Fran Taylor:
"A Depressing Discourse on Romance, the Individual Solution, and Related
Misfortunes" . ["Un discurso
deprimente sobre el romance, la solución individual y desgracias afines”], Second
Wave, Vol. 3, No. 4.
[32] Marge Piercy,
"Laying Down the Tower”, To Be of Use, Doubleday, 1973, p. 88.
[33] Laurel, p. 40.
[34] Piercy,
“Provocation of the Dream”.