domingo, 1 de mayo de 2022

El 1º de Mayo en la historia Argentina: de la unidad a la fragmentación; de la lucha a la cooptación.


El  1º de Mayo en la historia de nuestro país ha sido una fecha de luchas emblemáticas, de conquistas, de resistencias antidictatoriales, pero también de cruentas represiones, de disputas entre las conducciones obreras e incluso de intentos de resignificaciones absurdas o desligadas de los intereses de las y los trabajadores.  Así analizando esta fecha a lo largo de los años se ve reflejada la propia historia del movimiento obrero, yendo desde jornadas de masividad y combatividad, manifestaciones unificadas con la presencia de todos los sectores gremiales, hasta actos institucionalistas y/o electoralistas. También fecha de actos totalmente fragmentados e ignotos, o de actividad prácticamente nula.
Con la mira siempre puesta en recuperar esta fecha, no solo en lo simbólico sino como acción de demostración de fuerza y unidad del movimiento obrero frente a los sectores dominantes y en rechazo a este sistema despiadado e inhumano, pretendemos desde Agitación hacer un resumen de algunas gestas de mayor relevancia combativa en la historia de nuestro país -señalando el legado de las mismas- en contraste con los periodos de mayor pasividad del sindicalismo argentino.
Remontándonos a los orígenes, a partir de los hechos de Chicago, habían pasado solo tres años, cuando el Congreso Internacional Obrero y Socialista, y distintas organizaciones sindicales en todo el mundo, proclaman la fecha como Día del Trabajador, a la memoria de aquellos que murieron luchando por la jornada de las ocho horas. Así, en 1890 en distintas partes del mundo, sectores obreros provenientes del anarquismo y del socialismo se pondrán al hombro la organización de  actos y movilizaciones. Se destaca aquí el impulso que tuvo esta proclama en nuestro país, con actos imponentes en las localidades de Bahía Blanca, Chivilcoy, Ciudad de Buenos Aires y Rosario, uno de los más concurridos del país –con más de 1000 asistentes-.
Para ese entonces, los sectores dominantes representados por la doctrina roquista y el régimen oligárquico, ya habían comenzado a tomar nota del peligro que suponía la organización obrera y la solidaridad. Además de la persecución y represión, y la antesala a la Ley de Residencia, se había iniciado una campaña de estigmatización de los sectores obreros inmigrantes. Luego de 1891 los actos contarán cada vez con mayor presencia, destacándose la participación de sectores organizados en sindicatos entre ellos el de ladrilleros, textiles, químicos, comercio, estibadores y los panaderos.
A partir de la explosión de la conflictividad obrera durante los últimos años del siglo XIX y primeros del XX, expresada en las impactantes huelgas nacionales de los ferroviarios y portuarios, el Estado nacional comenzó a ensañarse particularmente con la conmemoración del 1º de Mayo. Los hechos más conocidos serán las represiones de 1904 o la Semana Roja de 1909. Para 1910, los sectores dominantes preocupados por el clima de ebullición social cercano al centenario de la Revolución de Mayo, sacarán a la calle a la Liga Patriótica que violentará a manifestantes e irrumpirá en locales sindicales con el amparo de la policía.
Durante casi dos décadas, los siguientes actos y movilizaciones por el 1º de mayo, funcionaron como caja de resonancia de la solidaridad obrera, en un contexto con cientos de presos políticos (Ushuaia, Eusebio Magnasco, los Presos de Bragado) y represiones sangrientas (Talleres Vasena, la Patagonia Rebelde, la Forestal, Jacinto Arauz), éstas últimas en su mayoría protagonizadas por un Gobierno Radical.
Pero a partir del Golpe del 30´, punto culmine de la escalada represiva, y tras la irrupción de una nueva central obrera como la CGT (que aglutinaría a la mayoría de las fuerzas sindicales) los actos del 1º de Mayo se convirtieron, lamentablemente, en escenarios de exposición y disputa de los proyectos frentistas electorales del PC y el PS, en momentos donde más se precisaba reforzar criterios de unidad e independencia de clase en el seno del movimiento obrero, que se jugaba la parada en hitos de resistencia como la huelga de madereros en 1934 o de la construcción en 1936.
A principios de la década del 40´, conmovidas por el desenlace de la Guerra Civil Española y el inicio de la Segunda Guerra Mundial, las organizaciones sindicales centraron los actos de 1º de Mayo en el repudio al avance del nazismo. En Argentina para ese entonces, había entrado en escena el Peronismo, con respaldo de numerosas organizaciones sindicales y sectores populares. Con escasa incidencia del anarquismo en el movimiento obrero, y los sectores socialistas y comunistas enrolados como furgón de cola de un frente electoral antiperonista, el acto central de estas fechas virará a una gran manifestación oficial -encabezada por Perón y la cúpula de la CGT- expresando una estrategia basada en la conciliación de clases y la lastimosa subordinación del sindicalismo a un interés nacional.
Tras sucesivos golpes e interinatos, no será hasta la dictadura de Onganía que se prohibirá definitivamente la conmemoración del 1º de Mayo, por primera vez en la historia de nuestro país, otorgándole la fecha a la iglesia católica para los festejos de San José Obrero. Pero para el 1º de Mayo de 1968, sectores combativos del movimiento obrero, enfrentados al colaboracionismo sindical con la dictadura, saldrán públicamente con la proclama de la CGT de los Argentinos llamando a “oponerse a la dictadura” y a impulsar una “reforma agraria”. Además el documento insistía en que “el obrero no quiere la solución por arriba, porque hace doce años que la sufre y no sirve…”. Por último llama a “combatir con más fuerza que nunca por la libertad [sabiendo que] solo el pueblo salvará al pueblo”. Esa proclama obrera, será un puntal trascendental para el ocaso a la dictadura de Onganía.
Con el retorno de Perón al gobierno en el 74´, vuelve el acto oficial con el líder en la plaza, pero esta vez se convertirá en ámbito de disputa interna del propio peronismo, expresada en la retirada simbólica de la Plaza de Mayo de grupos combativos enfrentados al propio Perón, luego de un encendido discurso que da luz verde a la represión estatal hacia los sectores en lucha del movimiento obrero y las organizaciones populares.
Con el advenimiento del Golpe del 76 y el plan de exterminio, la acción sindical y los actos resultaban prácticamente imposibles. Sin embargo, gremios como el de Empleados de Comercio, se arriesgaban conmemorando la fecha en la clandestinidad, al tiempo que la Comisión Nacional de Trabajo se constituía como la herramienta colaboracionista con el régimen militar. El primer hito de resistencia sindical a la dictadura llegará en vísperas al 1º de Mayo, con la huelga general del 27 de abril de 1979. Organizada en la clandestinidad por la detención de varios dirigentes gremiales, la huelga instalará las consignas de aumento salarial, mejores condiciones de trabajo, libertad de los presos políticos y recuperación de las garantías constitucionales.
A partir de la vuelta a la democracia, el 1º de Mayo de 1985 coincidirá con un Acto en el medio de la toma de la multinacional Ford por parte de sectores combativos de la SMATA y otros gremios. El contexto ya estaba marcado por las políticas de ajuste y hambre de Alfonsín, que se profundizarían en los años siguientes, y que provocarían como respuesta  cientos paros sectoriales y 13 huelgas generales.
Durante el Menemismo, caló hondo la fragmentación que ya venía al interior de las organizaciones y articulaciones sindicales. Así es como durante esta década, marcada por la avanzada descomunal de las políticas neoliberales,  distintos actores reavivaron el fuego de la lucha y la resistencia activa, utilizando el 1º de Mayo como estrado para denunciar las privatizaciones, los despidos y las políticas de empobrecimiento. Desde los actos de la nueva CTA hasta la Carpa Blanca docente de la CTERA, pasando por la histórica toma de Aurora Grundig en Tierra del Fuego, las resistencias de los trabajadores de YPF en el norte y la Patagonia, hasta la irrupción de los Movimientos de Desocupados, nuevos actores en resistencia al desguace neoliberal. Durante 2001 los actos del 1º de Mayo en todo el país, desde distintas convocatorias, denunciaban –y preanunciaban- una situación social que no daba para más.
A partir de aquí, con la irrupción del kirchnerismo, las organizaciones sindicales y sociales profundizaron su fragmentación, expresadas en los diferentes actos y actividades programados para esa fecha puntual, sin demasiadas demostraciones masivas. Solo el garrotazo neoliberal macrista generó quizás un intento de apuesta a la unidad allá por 2016 con un acto unificado entre las 3 facciones de la CGT, las 2 CTA, movimientos sociales y algunos sectores sindicales de la izquierda trotskista. Las consignas principales que unificaron la convocatoria tenían que ver con el rechazo al ajuste económico, los despidos y la inflación. Desde ese entonces hasta la fecha no han sido tan contundentes ni unificados los actos o manifestaciones por el 1º de Mayo.
Habiendo hecho este repaso por la historia del 1º de Mayo en Argentina, la premisa del anarquismo organizado, será la de recuperar esta fecha, como acción de demostración de fuerza y unidad del movimiento obrero frente a los sectores dominantes, sorteando la cooptación de los gobiernos y partidos que, con el paso de las décadas han logrado dividir e inmovilizar lesionando esta consigna nacida en las entrañas de la clase trabajadora.